Al servicio del alfa

Al servicio del alfa ES

Romance
Última actualización: 2025-05-26
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Resumen
Índice

Tras la misteriosa muerte de su madre, Luisa, una joven Omega marcada por la tragedia, es obligada a convivir con su padre biológico: el Rey Víctor, un Alfa implacable que gobierna la Manada de Plata desde las sombras del poder moderno. Aunque el mundo ha cambiado, las antiguas jerarquías persisten, y para una Omega sin alianzas, la libertad es apenas un espejismo. Aislada entre lujos fríos y silencios incómodos, Luisa solo encuentra consuelo en Dominique, el enigmático soldado del Rey y su único vínculo real con el pasado. Pero incluso Dominique parece arrastrar heridas que no se atreve a confesar. Todo cambia cuando aparece Raúl, un Alfa carismático, brillante fabricante de automóviles de élite… y dueño de una oscuridad aún más profunda que la del palacio. Él no le promete amor. Le ofrece poder, pertenencia… y un contrato que la haría su Omega, en cuerpo y alma. En una sociedad que aún venera la fuerza del Alfa y el sometimiento del Omega, Luisa deberá elegir entre la obediencia que se espera de ella… o el deseo que amenaza con consumirla. Porque en este mundo, amar a un Alfa no es un cuento… es una condena.

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Capítulo 1

Capítulo 1: La Herencia del Silencio

La lluvia caía como cuchillas sobre el mármol frío del cementerio. El cielo plomizo parecía guardar silencio por respeto... o por miedo. Vestida de negro, con las manos crispadas alrededor de un paraguas tembloroso, Luisa observaba cómo descendía el ataúd de su madre. Nadie lloraba, excepto ella.

El resto de los asistentes —la mayoría Omegas exiliadas, algunas enfermas, otras temerosas— mantenían la cabeza baja, como si mirar el cuerpo muerto de una igual fuera una blasfemia.

Ella no conocía a la mitad de esas mujeres. Pero todas sabían quién era ella.

El único Alfa presente se mantenía a una distancia estratégica. Su silueta recta, envuelta en un abrigo de lana gris oscuro, no necesitaba presentaciones. Víctor, el Rey de la Manada de Plata. Su padre. El que nunca la había visitado. El que le había arrebatado a su madre la posición, el poder, el futuro.

Apenas cruzaron miradas cuando él se acercó después de la ceremonia. No la abrazó. No le ofreció consuelo.

—Ven conmigo, Luisa. Ya no puedes quedarte aquí.

Su voz era tan firme como la lápida recién colocada.

---

La transición fue abrupta. De la casa modesta y llena de plantas de su madre, a una residencia de proporciones absurdas en las colinas del norte. Vigilancia en cada esquina, sirvientes silenciosos, puertas blindadas. La mansión de los Alfas, donde todo era lujo… y nada era hogar.

Luisa tenía su propia ala, una habitación que parecía un hotel de cinco estrellas, pero le helaba la piel. Las ventanas no se abrían. Los muros no filtraban sonido. Dormía con la sensación constante de estar vigilada.

La primera noche, no habló. La segunda, tampoco. El tercer día, recibió la visita de un rostro que le resultó vagamente familiar.

—¿Luisa? —La voz era grave, cálida, con un dejo de tristeza contenida—. Soy yo, Dominique.

Él se había convertido en un hombre. Era más alto, más fuerte, con el cabello revuelto y una barba incipiente. Un Alfa. Pero sus ojos... seguían siendo los mismos. Aquellos ojos que de niños la protegieron de los gritos y los encierros. Dominique, el hijo de uno de los soldados de confianza del Rey, quien solía jugar con ella a escondidas.

—¿Qué haces aquí? —preguntó ella con voz ronca.

—Trabajo para tu padre —respondió, pero desvió la mirada, incómodo.

Pasaron los días, y Dominique se convirtió en su único punto de conexión con la realidad. Caminaban juntos por el jardín, compartían silencios, evitaban hablar de su madre. Pero cada vez que ella le preguntaba por lo que realmente ocurrió… él se cerraba.

—No puedo, Luisa. No aquí.

Una noche, mientras Luisa recorría los pasillos desiertos, escuchó una conversación entre dos Alfas en la sala de estrategia del Rey.

—¿Y la chica? ¿Ya firmó los documentos de sucesión? —preguntó uno.

—Todavía no —respondió otro—. Pero lo hará. No tiene opción. Es la única Omega legítima con sangre real. Será útil... si se vincula con el Alfa adecuado.

Luisa retrocedió. El frío no provenía del mármol. Estaba adentro de ella.

---

De regreso en su habitación, contempló el reflejo en el espejo. Por primera vez en mucho tiempo, no se vio a sí misma como una joven perdida. Se vio como un objeto. Una pieza más en un juego que no comprendía del todo.

Y sin embargo, algo dentro de ella se encendió. No una rabia explosiva, sino una llama silenciosa, sostenida.

No permitiría que la moldearan. Ni que decidieran por ella. No otra vez.

Desde ese día, Luisa supo que no estaba de duelo.

Estaba despertando.

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Capítulo 1: La Herencia del Silencio
Capítulo 2: La Casa del Lobo
Capítulo 3: El Alfa del Acero
Capítulo 4: Sombras Bajo la Piel
Capítulo 5: La Decisión de la Presa
Capítulo 6: Jaula de Cristal
Capítulo 7: Marcas Invisibles
Capítulo 8: El Costo del Vínculo
Capítulo 9: Sangre de Plata
Capítulo 10: Al Servicio del Alfa
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