Mi vida, el Precio de tu Mentira
El día en que supe que solo me quedaban tres días de vida, mi compañero Julián Álvarez regresó con un contrato de disolución de vínculo.
Quería disolver nuestro contrato de pareja para vincularse con otra loba que fingía estar al borde de la muerte, solo para cumplir su último deseo antes de morir.
—Cariño, yo también estoy obligado a hacerlo —me abrazó entre sus brazos. Eva fue envenenada por el veneno de lobo, y solo le queda una semana de vida. Su último deseo antes de morir es casarse conmigo.
—Pero no te preocupes, a quien amo es solo a ti —me miró con sinceridad.
—Cuando termine la ceremonia de vínculo con ella, y cuando se muera, volveremos a ser parejas.
Bajé la cabeza con una leve sonrisa y firmé el contrato de disolución.
Al fin y al cabo, yo también iba a morir. ¿Qué más daba con quién estuviera él?
Pues déjale lo que quiera.