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Hasta que te enamores de mí

Hasta que te enamores de mí

Liam es el CEO más exitoso del país, un magnate respetado con el control de un imperio empresarial. Nadie sospecha que, detrás de su impecable fachada, se esconde la verdadera identidad del líder de una de las mafias más grandes y despiadadas. Su vida es una calculada coreografía de poder y secretos, sin espacio para imprevistos. Todo cambia en una gala benéfica cuando conoce a Elías, el hijo de una prestigiosa familia. Aparentemente dulce y con buenos modales, Elías es en realidad un astuto pandillero que no teme a los problemas. Un simple derrame de bebida desata un enfrentamiento entre ellos, y Liam se encuentra con la inesperada resistencia de alguien que no se intimida con su poder. Intrigado y frustrado, Liam decide acercarse a Elías para doblegarlo, pero poco a poco, la línea entre el odio y la fascinación se desvanece. Sin embargo, en un mundo donde el poder lo es todo y los secretos pueden ser mortales, su atracción podría desencadenar una guerra entre las dos vidas de Liam, poniendo en riesgo todo lo que ha construido. ¿Podrán ambos sobrevivir a su peligroso juego, o el amor destruirá sus mundos?
Romance
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Su Arrepentimiento, Mi Trono

Su Arrepentimiento, Mi Trono

Fui el secreto del Alfa Adrián durante ocho años. Tuvo que llegar el centenario de su abuelo para que finalmente nos llevara a nuestro hijo, Gael, y a mí al territorio de la manada. Juró que los Ancianos de la manada por fin nos habían dado su bendición. Nuestro hijo, lleno de emoción, saltaba en la cama con la medalla de campeón de su torneo juvenil de combate entre las manos. Había luchado con uñas y dientes para ganarla, solo para hacer sentir orgulloso a su padre. Pero en cuanto pusimos un pie en los terrenos de la Mansión Monteverde, lo vimos. Adrián, con los brazos enredados alrededor de una loba rubia, la besaba con intensidad. Con una sonrisa, la presentó: —Mi compañera, Sofía. Gael corrió hacia él para enfrentarlo, apuntando con el dedo la marca de mordida que tenía en mi cuello. —¡Esa es la marca que papá le dio a mamá! ¡Todos la pueden ver! Pero el Anciano Principal de la manada dio un paso al frente. Después de una mirada superficial, soltó una mueca de desprecio. —Un truco ingenioso de magia de sangre. —Dijo con frialdad. —Puede imitar el aroma, pero carece de la conexión profunda del alma que tiene un verdadero vínculo de compañeros. Cualquier lobo con experiencia puede verlo. Me giré hacia Adrián, con el cuerpo completamente paralizado. Él apartó la mirada de mí y acarició con ternura la verdadera marca en el cuello de Sofía, la cual brillaba con un resplandor plateado bajo la luz de la luna. —La Manada Monteverde no aceptará a una mestiza que ni siquiera puede transformarse. —Declaró. —La única digna de estar a mi lado es Sofía. Lo miré, y una risa amarga escapó de mis labios. Pensar que había reprimido mi propia sangre Real Alfa por un hombre como ese...
Cuento corto · Hombres Lobo
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Casada con el capo que me destruyó

Casada con el capo que me destruyó

En la víspera de mi boda, dos hombres me agredieron con saña. En un desenfrenado impulso por defenderme, acabé matando a uno y dejando malherido al otro. Alejandro Moreno, mi prometido de entonces, quien debía protegerme, me abandonó a mi suerte durante el juicio. Fui condenada a dos años de prisión. Cuando, por fin, recuperé mi libertad, descubrí que mi exprometido ya se había casado con Isabella Nieves, mi mejor amiga. Ella no solo se quedó con mi hombre, sino que también ocupó el puesto que me correspondía como médica. Sin un lugar adónde ir y en el momento más oscuro de mi vida, Érico Garrido apareció en mi puerta. Como el capo mafioso más poderoso de Novalandia, usó toda su influencia para silenciar a cualquiera que se atreviera a hablar de mi pasado. Luego, me pidió matrimonio. Me confesó que siempre había sentido algo por mí. Yo, ingenua, creí haber encontrado a mi caballero de brillante armadura, a mi verdadero y único amor. Los primeros cuatro años de nuestro matrimonio me parecieron perfectos o eso creí. Hasta que, por casualidad, escuché una conversación entre Érico y su hombre de confianza, Adán Soto. —Jefe, qué astuto fuiste al ordenar que esos desgraciados acosaran a Eliana Mendoza. Si no fuera por eso, la señorita Isabella jamás habría tenido la oportunidad de casarse con Alejandro —dijo Adán. La voz burlona de Érico le respondió: —Solo quería asustarla un poco. Jamás imaginé que llegaría a matar a uno… y que terminaría en la cárcel. —Pero la señorita Isabella ya está casada —preguntó Adán, confundido—. ¿Por qué sigues manteniendo a esa puta ahora que salió de prisión? Érico hizo una pausa antes de responder: —Porque quiero asegurarme de que no vuelva con Alejandro… Y que no le cause problemas a Isabella. La risa que siguió me desgarró el corazón en mil pedazos. Todos esos bellos recuerdos de Érico rescatándome de la humillación eran una farsa. Él había sido el autor de mi desgracia, todo para que Isabella pudiera tener su
Cuento corto · Mafia
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Morí y se volvieron locos

Morí y se volvieron locos

Me diagnosticaron lupus eritematoso sistémico, ya en una etapa avanzada. El médico no dejó lugar a dudas: me quedaban tres días de vida. Después de colgarme una vez más —como ya lo había hecho cientos de veces—, entendí que no tenía sentido seguir esperando. Tomé el informe médico y fui directo al servicio funerario social. —Hola... Quisiera arreglar algunos asuntos antes de irme —dije con voz serena. Diez minutos después, llegaron ellos. Antes de que pudiera abrir la boca, mi esposo —abogado, impecable y frío como siempre— me soltó una bofetada sin inmutarse. —¿Inventaste una enfermedad terminal solo para quitarle atención a mi hermana? Mi hermano, médico de profesión, me arrebató el informe, lo hojeó sin cuidado y soltó una risa seca: —¿Lupus? Por favor... Ni siquiera eso supiste fingir. Es una enfermedad rarísima. Aguantando el dolor, volví al mostrador, tomé los papeles y se los entregué con calma. La mujer que me atendió notó las manchas en forma de mariposa en mis muñecas. Sus ojos se suavizaron al instante. —Ya no tengo familia —le dije, en voz baja pero firme—. Solo quiero dejar todo en orden. Que me entierren donde sea... Lo único que pido es que mi muerte no le pese a nadie.
Cuento corto · Romance
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Perdieron a dos hijas por su amor

Perdieron a dos hijas por su amor

Ella fue atrapada en una en el abismo sin fondo que era su profunda depresión, pero creía que podría obtener la comprensión y apoyo de sus padres para salir de ese bache. Sin embargo, lo que la esperaba eran sus insultos y desconfianza. Cuando descubrieron su relación oculta con el novio de su hermana, ella se suicidó al lanzarse a la carretera a pleno tráfico a cien. Pero qué extraño. Después de su muerte, ¿sus padres empezaron a arrepentirse por el favoritismo que le daban a su hermana?
Cuento corto · Drama Realista
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De su chica a la princesa de la mafia

De su chica a la princesa de la mafia

En el Upper East Side de Nueva York vivían dos herederos: uno, un fanático de la velocidad que se adueñaba de las pistas de carreras; el otro, un genio de las finanzas que movía capitales a su antojo. Venían de familias igual de poderosas y, aunque sus personalidades eran opuestas, crecieron juntos y cada uno veía en el otro a su único amigo incondicional. Se habían peleado por mujeres, habían discutido a gritos por apuestas en las carreras... y aun así, a los quince años coincidieron por primera y única vez en algo: llevar colgado un pin de cobre sencillo, con una "M" grabada de forma apenas visible en la parte trasera. Era una pieza que Mía había hecho casi sin pensar, en una clase de manualidades, sin que nadie en el salón supiera quién era en realidad. Ellos, en cambio, llevaron ese pin durante diez años. Ni en un podio de Fórmula 1, ni cerrando una inversión millonaria en la Bolsa... jamás se lo quitaron. Hasta que apareció Elena. La hija consentida de un nuevo magnate, que les cosió a mano un parche de tela con hilo dorado. Simple, como esos que en un tianguis o feria venden tres por un dólar. Pero, sin decir una palabra, ambos se quitaron el pin de cobre y se pusieron el parche nuevo. Mía no comentó nada. Solo guardó en silencio una vieja fotografía de ellos que había recortado de un periódico. Esa noche, llamó a su padre en Sicilia. Su voz sonó tranquila, firme: —Papá... acepto la alianza matrimonial.
Cuento corto · Mafia
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Después de la Muerte de Mi Hijo, Renuncié al Título de Luna

Después de la Muerte de Mi Hijo, Renuncié al Título de Luna

Bajo la luz fría de la luna llena, mi compañero, el Alfa Esteban, no se presentó al ensayo de la ceremonia de mayoría de edad de nuestro hijo. ¿La razón? Su amante Omega, Sofía, estaba en celo. Pero en durante la verdadera ceremonia, nuestro hijo César fue emboscado por una manada rival. Cuando escuché la noticia, César había recibido un disparo. Estaba muerto, tendido en un charco de su propia sangre. Me desplomé junto a él, hecha pedazos, como si mi alma se hubiera roto en mil trozos, cuando la voz de Esteban, fingiendo una disculpa, llegó a través del enlace mental. —Lo siento, Sofía me necesita. Estoy seguro de que César puede encargarse de las cosas. Solo asegúrate de que César descanse temprano, no dejes que corra y arruine la celebración de mañana. Miré el cuerpo destrozado de mi hijo, mi voz temblaba, —Ya no correrá a ninguna parte. —Bien —dijo Esteban, sonando complacido—. El linaje de Sofía es más puro. Ella está mejor capacitada para dar a la Manada Piedra herederos fuertes. Deberías entenderlo. Corté el enlace. Después de entregar el cuerpo de mi hijo a las llamas, encontré el ritual secreto para romper un vínculo de pareja y contacté a un lobo con el que no hablaba en mucho, mucho tiempo. —Las protecciones territoriales de la Manada Piedra están caídas. Ya no hay barreras. Haz lo que viniste a hacer.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Firmé Su Nombre En Su Lugar

Firmé Su Nombre En Su Lugar

Un trato entre familias forzó a mi prometido Marco Corvini a casarse conmigo. Mis padres estaban muertos. Su obsesión era Isabella Falcone, la princesa de nuestros rivales. Al final, Marco devoró el imperio de mi familia y me arrojó a los lobos. Paseó a Isabella de su brazo como un premio que había ganado. Veinte años después, estaba en mi lecho de muerte. Mi propio hijo—nuestro hijo—sostenía el veneno. Dijo que era inútil, que su padre necesitaba el poder de la familia Falcone. Entonces abrí mis ojos. Había regresado. De vuelta al día de mi juramento de sangre. Esta vez, para salvar a mi familia, no firmé mi nombre en el pacto. Firmé el de ella. Isabella Falcone. ¿Y yo? Tomé la fortuna que mis padres me dejaron y desaparecí. Esta vez, no sería la tonta sangrando por un hombre que nunca fue mío.
Cuento corto · Mafia
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Conquistando a Mr Thompson

Conquistando a Mr Thompson

Una Chica extrovertida es elegida por situaciones de la vida, a ser la niñera de un bebé adorable, con un delicioso padre. El está recién divorciado, no piensa en algo serio, sin embargo algo de ella le atrae, se rehusa a caer en la tentación, sin embargo, nada está escrito. ¿Mr Thompson caerá en la tentación?
Romance
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Divorciarme junto con mi hermana gemela

Divorciarme junto con mi hermana gemela

Me casé al mismo tiempo que mi hermana gemela con los hermanos gemelos de una familia mafiosa. Ella se casó con Leo, el mayor, un juez federal, mientras que yo me casé con Sam, el menor, un cirujano. Cuando estaba hospitalizada para cuidar mi embarazo, unos secuestradores me raptaron para pedir rescate. Usaron mi celular para llamar a mi esposo Sam… ¡treinta y dos veces! Y él rechazó todas y cada una de las llamadas. Enfurecido, el secuestrador me golpeó el vientre con un bate de béisbol para desquitarse. Yo traté de proteger a mi bebé… pero, aun así, lo perdí. La última vez que llamaron a Sam, él contestó furioso y gritó: —¡Ana casi pierde al bebé! Solo la acompañé a un chequeo, ¿puedes dejar de intentar llamar mi atención? Al ver que no conseguiría el rescate, el secuestrador me amarró de pies y manos y me arrojó a la alberca antes de huir. Cuando estaba a punto de morir ahogada, mi hermana llegó a salvarme. Al verme así, sangrando y al borde de la muerte, llamó de inmediato a su esposo, el juez. Pero lo único que recibió fue un mensaje de voz frío y distante: —Estoy castigando al culpable de que Ana casi perdiera a su bebé. No me molestes. Cuando intentó llamar a la policía, su celular ya no tenía batería. No tuvo más remedio que llevarme en coche. Pero, en el camino, cayó una tormenta de nieve, hubo un deslizamiento de tierra y el auto se averió, por lo que quedamos atrapadas en la montaña, temblando de frío dentro del coche. Por suerte, un guardabosques nos encontró justo a tiempo, evitando que muriésemos congeladas. Cuando desperté en el hospital, mi hermana y yo nos miramos y dijimos al mismo tiempo: —¡Tenemos que divorciarnos!
Cuento corto · Mafia
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