Capitulo 8

Nicholas Jones

—Papi—me llaman

Gruño contra la almohada mientras oía la voz infantil de mi hijo, necesitaba dormir un poco más.

—Papi depeta

Abro los ojos pesadamente y me remuevo en la cama, Liam aparece en mi campo de vista con un tuto de género junto un chupete que brilla en la oscuridad. Su cabello rubio estaba completamente desordenado y un pijama de cuerpo completo.

—Depetate

—Desperté—le digo mientras froto mis ojos

Se sube a la cama con dificultad y se acuesta a mi lado, sonrió mientras que me vuelvo a acomodar. Quizás solo deseaba pasarse a dormir conmigo.

—Papi, quedo lete

Miro a mi hijo de solo tres años y suelto un suspiro. A la m****a seguir durmiendo ya había despertado y no me dejaría dormir hasta que llegara mi madre a cuidarlo.

—Vale—digo

Me pongo de pie dejándolo en la cama y froto mis ojos mientras salgo de la habitación para caminar hacia la cocina, en ella busco el biberón de Liam y lo encuentro en uno de los muebles de la despensa.

Mientras espero que el agua hierva, empecé a ponerle la leche en polvo en la botella, al tener el agua lista solo puse la mitad de ella en la botella, luego puse agua helada para que Liam no se quemara la boca y agitó la botella tapando el chupón de esta.

Camino a la habitación mientras termino de agitar la botella y luego se la entrego a mi hijo, lo lleva a su boca y empieza a beber. Vuelvo a la cocina para hacerme algo rápido para desayunar. Debía estar en el comando a las diez de la mañana.

—¿¡Liam, quieres tocino!?—pregunto bien alto para que me oiga

—¡Yo quedo!

—Vale

Saco el tocino de la nevera y lo corto mientras que el sartén se calentaba un poco, luego dejó los pedazos en el, mientras se cocían me hice un café con tostadas y algo de jamón.

Liam aparece en la cocina a los minutos con el biberón ya acabado, lo deja en el fregadero y le entregó el platito infantil, camina a la sala y se sienta en frente de la mesa de centro para empezar a comer.

Muerdo mi tostada mientras me servía mi parte del tocino, dejo todo en el fregadero y oigo el toque de la puerta. Camino hacia ella y reviso quien era antes de abrir. Mi madre ya había llegado.

Abro la puerta y le sonrío, ella me sonríe antes de dejar un beso en mi mejilla y entra al piso, cierro la puerta.

—Mami Carla—Liam se pone de pie para recibirla

—Hola, mi pequeño—besó su frente—. ¿Ya has tomado tu leche?

—Si y papi me deo todino

—Te he dicho que le des algo más que tocino—me regaña mamá

—Es lo más rápido—encogí mis hombros

—Lo más rápido que también puedes hacer es prepararle unas tostadas, no puedes alimentarlo de pura grasa—me regaña

—Vale—asiento

—Siempre el vale y nunca haces nada

—No me da tiempo, mamá

Mi madre solo suspira y asiente, sonrió de lado mientras bebo mi café antes de ir al baño, me ducho rápidamente ya que debía de salir del edificio antes de que el tráfico aumentará.

Quince minutos después ya tenía mi uniforme y había tendido la cama para que mi madre no trabajará de más. Terminó de tomar mi café y tomó la chaqueta.

—Adiós, campeón, nos vemos a la noche—beso su cabeza

—Adeos papi

Me despido de mi madre y ella me sonríe.

—Ve tranquilo, me encargare de el

—Se que estará en perfectas condiciones contigo—le sonrio

Mamá sólo sonríe aún más y salgo del piso, bajo hacia mi auto y me subo en él, conduzco por las calles de la ciudad encontrándome con tráficos que me dan dolor de cabeza.

Casi una hora más tarde llegué al comando, subo hacia mi oficina y ya varios compañeros estaban ahí. John se acerca hacia mí.

—Capitán, se ha logrado recuperar la mitad de la Investigación de la Mafia Negra y ya la carpeta se encuentra en su oficina—me comunica

—Bien, ¿la Teniente Morgan ha llegado?—pregunto

—Aún no llega Capitán—dice

—Apenas llegue dile que vaya a mi oficina—digo

—Claro

Al estar ya en mi oficina deje todo aún lado y tomó la carpeta, reviso lo obtenido y luego suspiro. Esta investigación fue larga y complicada.

Jamás me había obsesionado tanto con una investigación como con esta, deseaba encontrar al jefe de la Mafia Negra y encarcelar a él y a toda persona que siguiera sus pasos.

El jefe de la Mafia Negra había asesinado a mi padre a sangre fría hace varios años atrás, apenas tenía doce años cuando eso sucedió y desde ese día me prometí encontrar quien había matado a mi padre.

Se había encargado que el cuerpo casi destruido de mi padre llegara a la puerta de nuestra casa y así pudiéramos saber de su muerte, en ese entonces llegaba treinta y siete horas desaparecido y mamá estaba vuelta loca al no saber nada de mi padre.

Cuando vimos el cuerpo de mi padre frente nuestra puerta fue lo peor que pudimos haber visto. La bolsa tenía sangre por dentro y la mayor parte del cuerpo estaba destrozado, como si varios perros se lo hubieran comido a pedazos. Los policías tiempo después dijeron que su muerte no fue accidentada si no más bien fue un ajuste de cuentas en la Mafia Negra.

Desde ahí juré encontrar al asesino de mi padre y hacerlo pagar.

Trato de investigar un poco más, recuperar más información pérdida de toda la investigación, estuve así alrededor de casi cuatro horas hasta que tocaron la puerta de mi oficina.

—Adelante

La puerta se abre y la Teniente Morgan entra, hace más de cuatro horas atrás debía de haber llegado. Se pone frente a mi sin ninguna gracia.

—Cuatro horas tarde—le informo

—Lo se y dije ayer que llegaría cuatro horas tarde—dice

Esta mujer colmaba mi paciencia.

—Esto no es juego, Teniente

—¿Lo tomas como juego, Nicholas?—sonrie de lado

—Podría darte un castigo por no referirte a mi con el debido código—me pongo de pie—. Soy tu Capitán y tu mi Teniente, que no se te olvide así que no me trates como si fuéramos viejos amigos.

—Que gruñón—dice sonriendo—. ¿Para que me necesitabas?

—Se te olvida que vamos a trabajar en la Investigación—le recuerdo

—Ah eso—dice recordándolo—. ¿Que tienes hasta ahora?

—No mucho—digo

—¿Y qué esperas para avanzar más?

—¿Estás dándome una orden?

—Si—dice

—Estas un cargo menos que yo, quien debe dar órdenes soy yo y tu debes de seguirlas

—Odio las órdenes y más seguirlas, la última vez que seguí una fue de mi padre y ni siquiera logré completar la orden solo para molestarlo—me dice

Me siento en mi lugar y ella se acomoda frente a mí, toma la carpeta para ojear y buscar algo de información en unos documentos pasados.

—No entiendo tu obsesión por esta Mafia—dice—. Ningún comando la investiga por la razón que no tienen información alguna de ellos, ni siquiera hay una aspecto físico posible

—Bueno, era hora que alguien empezará a tratar de llegar a ellos—le digo

—¿Acaso deseas entrar en la Mafia?—se burla

—No, odio la Mafia—gruño

—¿Por su buena vida?—se burla aún más

—No exactamente por eso

Tomó la carpeta y luego le entregó unos documentos, ella los revisa atentamente.

—Hace veinte años que el jefe de la Mafia Negra descubrió que tenía una hija la cual estaba hospitalizada acá en Los Ángeles, su hija tenía como madre a una mujer de solo veinticuatro años. La niña solo tenía cuatro años en ese entonces. Debemos de investigar el rastreo de la niña y llegar a ella, no debe de tener más de veinticinco años.

Emilia me mira con sus ojos azules y asiente levemente, me entrega los documentos y se remueve en su asiento.

—¿No hay ningún dato?—pregunta

—No más que su fecha de nacimiento—respondo—. Saben cómo ocultarse

—¿Y si la niña ya está muerta?—preguntó Emilia

—Quedaría el registro en la Morgue—respondo

—Hay veces que la Mafia ni siquiera deja los registros de sus muertos para no llegar a ellos—dice

La miró fijamente y Emilia enarca una ceja.

—¿Dije algo malo?

—¿Cómo sabes eso?—inquiero

—Solo lo sé, he visto series, quizás sea así en nuestra realidad.

No le quito la mirada de encima tratando de pillar alguna mentira pero ella parecía normal. Tomó una carpeta y se la entregó.

—Esta es la copia de todo, evita que se pierda o caiga en manos de otros—le digo

—Claro

Toma la carpeta y la deja sobre sus piernas, toma unos documentos que no revise y empieza a ojear cada página, revisar unos papeles tratando de llegar a alguna ubicación donde hayan hecho sus negocios.

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