Camila Jansen es una traficante de pocas pulgas. Chase Ritter es un sicario despreocupado. Ellos han sido vecinos por 3 meses sin siquiera saber que vivían en el mismo vecindario, hasta que Camila, harta de las fiestas interminables de Chase, explota y decide confrontarlo. Una pelea, una declaración de guerra y odio es solo el inicio. Como si eso no fuese suficiente, su jefe la asciende como sicaria, sin saber que tendrá que soportar a Chase como su compañero de trabajo.
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Rara vez llegaba a casa a dormir. Mi semana se basaba en estar al pendiente de la distribución de mercancía en sus respectivos puntos, por lo que tenía que estar hospedándome en diferentes hoteles cada día. Mi trabajo es sumamente demandante, por lo que se me exige salir de la ciudad para llevarlo a cabo.
Mis únicos días libres son los fines de semana, y cuando llego a casa los viernes por la noche lo único que deseo es descansar. ¿Cuál es el impedimento? Mi vecino y sus insoportables fiestas cada maldito fin de semana.
Desde los 3 meses que llevo viviendo en este condominio porque supuestamente es demasiado tranquilo, jamás me he topado con ese personaje que me hace mis días libres tan miserables.
Usualmente cuando llego a casa sus fiestas apenas van a iniciar, por lo que desde que cruzo la puerta de mi hogar, sé lo que me espera toda la noche, poniéndome así de mal humor
Esas fiestas suyas inician a las 8 pm y terminan hasta el amanecer, con música en vivo a un volumen insano, demasiadas personas gritando y sin mencionar el olor a hierba que se cuela por la ventana.
Está noche, por el tráfico me ha tocado llegar más tarde a mí hogar. Desde que estoy entrando al condominio, logro escuchar la música a todo volumen, puesto que mi ventana viene abierta.
Ruedo los ojos y bufo, aprieto con fuerza el volante haciendo que mis nudillos se vuelvan blancos por la presión. Está será una larga noche.
El día de hoy había sido demasiado estresante. Me fue difícil cerrar un trato con una organización importante solo por el hecho de ser mujer. Todos a mi alrededor eran gorilas gigantes, mientras yo era la única dama en el despacho. Intentaron humillarme, pero resultó siendo viceversa.
Por esa misma razón, estoy ahora mismo como una bomba de tiempo. Cualquier mínima cosa me hará estallar y destruir todo a mi paso.
Estaciono el auto en la cochera de mi casa. Cuando bajo, siento el golpe del olor a marihuana, lo cual me provoca unas nauseas terribles. La música tan alta es insoportable que hace mi cabeza doler y mis oídos me zumban.
Me adentro lo más rápido posible a mi hogar y me dirijo al minibar para tomar una botella de vino y una copa. Subo a mi habitación y cierro de un portazo.
Abro el vino y vierto un poco en la copa. Un pequeño sorbo es todo lo que necesito para degustar uno de los mejores vinos: "Casillero del diablo."
Me siento al borde de mi cama y suspiro con pesadez.
Los gritos eufóricos en la parte de afuera se sienten como si estuvieran dentro de mi casa y el olor de la marihuana se cuela por la ventana, aunque está misma está cerrada.
Escucho un estruendo en mi ventana y cuando giro al ventanal, observo que está roto y hay una piedra, la misma que lo atravesó.
¡Oh, esta si me la pagan! ¡Alguien va a morir esta noche!
Salgo de mi casa a toda prisa, importándome menos lo que la gente vaya a decir. En este preciso momento estoy más que cabreada.
Al llegar a la puerta de su casa toco el timbre con insistencia. Con tremendo ruido como va a escuchar.
Sigo insistiendo mientras mi paciencia se va disipando cada vez más. Cuando por fin la puerta se abre, logro apreciar un tipo con cara de maleante, cubierto en tatuajes y un cuerpo completamente trabajado.
—Hola, preciosa. ¿Te ha enviado Milena? ¡Joder!, como odio cuando las manda por separado, ¿No es más fácil enviarlas a todas juntas?
Por un momento me siento confundida. ¿De qué carajo está hablando?
—¿Eh? —es lo único que logro formular.
—La madrota te ha enviado, ¿no?
Caigo en cuenta de lo que intenta decir y nuevamente la ira me invade, desapareciendo todo rastro de la confusión que había mostrado anteriormente.
—¡Idiota, no soy una mujerzuela! Soy tu vecina, reverendo estúpido.
—Ah, vecina... Por fin tengo el placer de conocerla. Una disculpa. —dice sonriendo de lado. —Es que vestida de esa manera. —me recorre con la mirada de cabeza a los pies y la incomodidad se apodera de mí. —Pensé que era una de mis mujeres.
¡Que cínico!
Si las miradas matarán este hombre ya estaría en un charco de sangre.
—¿Disculpa? —digo indignada.
—La disculpo. Pasé por favor. —hace un ademán para que me adentre a su casa.
Que tipo tan pedante.
Me adentro y cierra la puerta.
Logro observar como las personas están como sardinas enlatadas, bailando al son de la música, el patio también está infestado de personas y es donde se encuentra la música.
—¿Ya llegó la última?
Un tipo castaño me toma de la cintura. Él también está infestado de tatuajes y tiene piercings en la nariz, labio y orejas, con un cuerpo trabajado y pinta de ser un cabronazo.
Mi vecino observa la escena divertido.
—Es la vecina. —dice con suma tranquilidad.
El tipo se aparta de inmediato y me pide disculpas. Ruedo los ojos en respuesta.
—Llegó una cómo te gustan, Chase. —aparece una chica rubia.
Ella tiene cabello corto y sus finas facciones están cubiertas de piercings: nariz, labios, cejas y orejas.
Cada vez que me confunden con una mujerzuela me cuestiono más mi fe sobre la humanidad.
—Milena se lució está vez. —un chico rubio hace su aparición.
Me observa de cabeza a los pies y sonríe de lado. Él es el único limpio de tatuajes y piercings.
—Es la vecina. —repite ante el par.
—¡Ay, m****a! Una disculpa. —dice la chica avergonzada.
A este punto ya había olvidado por completo a que había venido principalmente y estaba a punto de armar una escena por la confusión.
—Dígame vecina, ¿Qué la ha traído aquí está noche? —pregunta con toda la tranquilidad del mundo.
Cuando estoy por responder me hace un ademán para que guarde silencio.
—Oh, esperen...Está es mi canción. —dice sonriendo.
"Pesao" de Cartel de Santa suena a todo volumen. Hasta yo sé esa canción en contra de mi voluntad.
Lo observo cantando a gritos junto a sus amigos y por un momento quiero golpearlo.
Siento que todo lo que me estoy conteniendo, va a salir con gran intensidad cuando abra la boca para escupir mi veneno.
Odio que me traten como si fuera una estúpida y eso es justo lo que está haciendo este pedazo de imbécil.
La canción por fin finaliza y vuelve a dirigir su atención hacía mí.
—Una disculpa. Ahora sí, dígame, ¿Qué la ha traído está noche aquí?
Lo observo fijamente a los ojos con intensidad, estoy como una olla de presión.
—¡Uno de tus animales salvajes arrojó una piedra a mi ventana y la rompió! —grito, dejando salir parte de mi enojo.
—¿Sabe quién fue? —pregunta desconcertado.
—¡Si lo supiera ya habría un muerto! —respondo entre gritos.
—La vecina se volvió loca. —comenta el rubio.
—¡No estoy loca! —me giro a encararlo. —No quieres conocer mi locura. —digo amenazante.
Poco a poco voy expulsando toda aquella ira retenida desde temprano en la mañana, hasta ahora.
—No amenaces a mi hermano. —interfiere la rubia.
—Pagaré los daños. ¿Algo más de lo que desee quejarse? —pregunta mi vecino con apatía.
—¿Fiestas cada maldito fin de semana? —digo molesta. —Mis únicos días de descanso tengo que soportar todo esto.
—Bien, pagaré los daños de su ventana y las fiestas serán cada 2 semanas. ¿Está satisfecha con eso?
Lo miro con incredulidad. Siento que solo me está tomando el pelo para que me largue de una vez por todas, aunque si fuese verdad, eso es mejor que nada.
—Me parece un buen trato. —digo resignada.
Extiende su mano y la acepto, cerrando así el pacto.
—Bien, ahora puede retirarse. Sí en algún momento desea venir a una de mis fiestas es completamente bienvenida.
Me acompaña hasta la puerta y antes de abrirla, agrega:
—Pero primero se toma un calmante y después asiste, no quiero más escándalos, loca.
Aprieto los puños con fuerza y al girarme estampo uno en su mejilla, haciendo girar su rostro. Coloca su mano sobre el área afectada y sonríe con malicia.
—Esto es guerra. —amenazo.
—Acepto la guerra. —responde con satisfacción.
Cuando abro la puerta, observo a una chica de espaldas. Cuando se gira me llevo tremenda sorpresa.
—¿Kelly?
Camila:Chase ha conducido 30 minutos y se ha rehusado a decirme a donde nos dirigimos, pero observando a mi alrededor es perceptible que hemos salido de la ciudad. Después de un rato, se desvía hacia un área boscosa y detiene el auto frente a una barrera amarilla. ¿Qué carajo es esto? Un lugar como este es lo que menos pasaba por mi mente para una primera cita.—¿Qué estamos haciendo aquí, Chase? —cuestiono confundida.—Te lo dije. Vamos a recrear la escena de un libro.—¿En el bosque?—Así es. Ahora, te voy a explicar lo que va a suceder, ¿de acuerdo?Asiento, con la incredulidad avivándose en mi rostro.—Este lugar tiene caminos peatonales. Síguelos. No te desvíes. ¿entendido? —asiento nuevamente. Lleva la mano a la guantera y la abre, sacando un pasamontañas. —Ahora, baja del auto y comienza a correr. Tienes de aquí a que me ponga el pasamontañas y asegure el auto para estar lejos de mi vista. Una vez colocándome el pasamontañas, ya no seré Chase.Mis ojos se abren grandes al escuc
Chase:Despierto aferrado a un cuerpo yacente a mi lado. Observo la melena negra de la mujer recostada sobre mi pecho y una sonrisa curva mis labios. Es tan hermosa cuando duerme, es un sueño hecho realidad poder tenerla sin barreras.Me remuevo intentando salir de la cama sin despertarla. Cuando lo he logrado, deposito un pequeño beso en su frente y me apresuro al baño. Abro el grifo para llenar la tina, regulando la temperatura del agua y vierto un poco de líquido para que se formen burbujas.Pasa un rato hasta que la tina está completamente llena. Me adentro, relajando los músculos con el agua caliente y cierro los ojos para disfrutar. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que pude gozar de un momento así.Pienso en lugares donde podría llevar a Cam para nuestra cita, aunque nada me convence. ¿Ir a cenar? ¿Salir a explorar la ciudad? ¿Ver las estrellas en una colina? Toda esa m****a es muy cliché y para parejas normales. Nosotros no somos una pareja ordinaria, nuestra cita no p
Chase:El síndrome de abstinencia me está matando, el maldito tic en la pierna no se detiene por nada del mundo y la desesperación que siento es tan abrumadora que solo quiero hundir la nariz en un kilo de cocaína.El camino a casa es silencioso y espero que Cam no esté molesta conmigo. He ocultado tantas cosas de ella para mantener su corazón a salvo, aunque ya he caído en cuenta de que debo detener mi espiral de secretos; siempre terminan saliendo a flote.Fijo la vista en la carretera, tomando el volante con fuerza, provocando que mis nudillos se tornen blancos.Lo único que me alivia de esta situación es que ese hombre ya está muerto. Camila se encargó de darle un final digno de una basura como él y estoy jodidamente orgulloso de ella. Haber logrado enfrentarlo sin temor en esta ocasión fue un paso agigantado.Cuando se acercó y me dijo que quería estar conmigo a solas, por un momento, todo mi malestar se esfumó y solo pude apreciar la calidez de sus palabras. Sin embargo, en estos
Camila:Lo primero que hice al despertar fue alistar mi maleta. Hoy termina todo, así que volveré a casa, con mi hermana y mi hombre.Las cosas con Chase están tensas, por lo que no he intentado hablar con él. Cuando estaba ordenando todo en la maleta, únicamente se limitó a observar y cuando termine, se acercó, tomó el equipaje y salió para montarlo en su coche.Cuando llegó el momento de marcharnos, Chase decidió ir por su cuenta con la excusa de que quería estar solo un rato. No me quedó otra opción que montarme en el coche de Mazón.Ahora, me encuentro envuelta en un silencio incómodo con cuyo hombre en algún momento me llegué a sentir cómoda a pesar de los largos silencios dentro de los mismos espacios. Es notoria la confianza quebrantada entre ambos.El resentimiento que nació en mi cuando me dio la espalda no he logrado que desaparezca. Cada vez que recuerdo las palabras hirientes que me dijo y la manera en que golpeó a Chase; no puedo evitar sentir rencor.Mi alma se ha envenen
Chase:Jamás contemple la idea de contraer matrimonio, mucho menos formar una familia, pero con Camila me he replanteado tantas situaciones de la vida que me cuesta reconocer al hombre en el que me he convertido. Si vemos hacia atrás, el hombre que fui se estaría riendo en mi cara. Yo era ese tipo que encontraba refugio en el sexo y las mujeres, intentando llenar una vida vacía, sin saber lo que realmente necesitaba. Solía ser ese chico que le gustaba disfrutar la vida de manera desenfrenada y sin medir consecuencias; las drogas, alcohol, fiestas, adrenalina, cualquier cosa que me hiciera sentir algo más que solo soledad.Camila fue mi puta salvación, pero a su vez mi destrucción. Ella me ha llevado a un nivel de emociones extremas que jamás creí que podría experimentar sin la necesidad de los excesos. Mi mujer me ha hecho tambalear en una fina línea, colgando sobre el abismo, sin permitirme mantenerme en un punto medio, provocando que avance apresuradamente de un extremo a otro, evita
Chase:Me muero por tocarla, quiero tomar su cintura o cualquier parte de ella y aferrarme con fuerza, pero no lo quiero arruinar. Camila me está besando, pero sé que es por la adrenalina que envuelve todo su sistema.Ella se ha dejado llevar por las intensas emociones que experimentó, pero no me ha dado permiso de tocarla, por lo tanto, debo reunir toda mi fuerza de voluntad para no sucumbir al deseo.Los movimientos de sus labios sobre los míos son hábiles, rozando su lengua en ciertas ocasiones, enviando vibraciones en mi parte baja. Aunque no pega su cuerpo al mío, la mano con la que sostiene mi nuca se aferra con fuerza, clavando sus uñas en mi piel. Un gruñido se me escapa; muerde mi labio inferior y aparta sus labios, uniendo nuestras frentes.—Gracias por cumplir tu palabra.—susurra con la voz entre cortada.—Me deje llevar, lo siento.—No te disculpes.—planto un fugaz beso en sus labios.—He esperado mucho tiempo por solo un beso.—Tengo ganas de ti... Pero tengo miedo.—confiesa
Último capítulo