Mundo ficciónIniciar sesiónSinopsis Ariadna, hija bastarda del Alfa de Carmesí, vive bajo una maldición que ha matado a los seis lobos que intentaron amarla. Nadie se atreve a elegirla como compañera, nadie quiere tenerla cerca. Cuando su hermana Cristal es elegida como futura esposa por el Alfa de la manada Roja, Kaleb, un lobo poderoso al cual temen, pues está maldito y en la noche de bodas su lobo mata a sus esposas al consumar. El consejo decide sacrificar a Ariadna. La obligan a ocupar el lugar de su hermana en la noche de bodas para engañar al lobo, prometiéndole romper su maldición y limpiar el nombre de su madre si sobrevive. Ella accede sin imaginar que ese poderoso y rudo Alfa, es su destinado.
Leer másCapítulo 4 —No voy a permitirle que decida por mí, —le dije mirándolo de frente—. No tiene derecho a hacerlo.Él cruzó los brazos, tranquilo, tenía una actitud hasta burlona, sabía que me tenía en su poder—Tengo más derecho del que crees. Tu manada vive gracias al tratado, y tú eres parte del trato desde ahora.—No soy una moneda de cambio y usted no es mi dueño—le respondí, subiendo la voz.—¡Lo eres! —dijo alterado—. Una loba viuda, joven y con fama de maldita afecta mi legado limpio. No puedo dejar que andes sola, eso mancharia mi honor.—¿Y quién es usted para decidir eso?.Kaleb soltó una risa fria—El Alfa más rico y poderoso de la región.Mi padre golpeó la mesa con el puño.—Basta. No quiero más discusiones.—No habrá tratado —respondió Kaleb, girándose hacia él—. Si no aceptan mis condiciones, olvídense de la alianza.Cristal se levantó enseguida, con lágrimas en los ojos.—Por favor, Kaleb, no lo hagas. Te lo ruego. No arruines todo.Él la miró suave y le dió una caricia e
Capítulo 3Úrsula me agarró de los brazos con tanta fuerza que me dolió.—Esto ya no es un juego —me dijo con los dientes apretados—. Estás poniendo en riesgo la vida de tu hermana, la de tu padre y la de toda la manada, tu no tienes nada que perder, si mueres descansarás de las humillaciones, si no mueres serás libre.Intenté soltarme, pero no pude.—No me importa morir pero no soportaría matarlo —le respondí muy angustiada por la culpa.—Esto no se trata de culpa, Ariadna. —Su mirada era fría —. Es la vida de tu padre. Si te niegas, él morirá por la deshonra. La manada Roja no perdona las humillaciones y acabará con el.Cerré los ojos. Me temblaban las manos.Úrsula siempre sabía cómo manipularme. Y otra vez lo había conseguido.—Está bien —dije casi sin voz—. Lo haré.Ella me soltó y me arregló el cabello como si nada hubiera pasado.—Buena querida —susurró, sonriendo satisfecha—. Ve a cumplir tu destino.La habitación estaba oscura. Solo una vela encendida iluminaba la cama grande
Capítulo 2 Aquella revelación me paralizó, era imposible no recordarlo a los lobos que un día me amaron.Seis rostros.Seis hombres que me querían a su lado Seis lobos que decidieron hacerme su esposa y murieron antes de poder tocarme.Seis cuerpos fríos frente a mí, y siempre la misma pregunta a la que nunca le encontré respuesta: ¿por qué?Siempre creí que era el destino, una maldición sin razon. Pero escuchar de labios de Úrsula que había sido ella quien la lanzó, me quemo el alma. No podía creer que la loba que me crió con desprecio hubiera hecho algo tan cruel. Sentí la sangre hervirme.—Eres una bruja —le dije, sin contener la rabia que salía de mi alma —. No te ayudaré en nada, aunque me lo ordenes. Prefiero seguir maldita toda la vida antes que deberte algo.Úrsula chasqueó los dedos. Cristal, que estaba detrás de ella, se arrodilló delante de mí, Tenía los ojos rojos e hinchado, lloraba angustiada—Ariadna, por favor… —me suplicó—. No quiero morir. No quiero meterme en la
Capítulo 1 Narra Ariadna...Ya me había acostumbrado a estar sola, para la manada yo era como un mal bicho que preferían mantener a la distancia.El bosque estaba húmedo por la lluvia de la noche anterior. Caminaba con la canasta en la mano recogiendo raíces, hierbas y lo poco que quedaba del huerto para preparar la receta favorita de papá.Lo hacía intentando pasar desapercibida, no me gustaba que nadie me viera. En esta manada, verme era como encontrarse con el demonio más abominable.Una loba se me acercó, y me lanzó una piedra que golpeó en la espalda.—¡Asesina! —gritó—. ¡Tú lo mataste! ¡Eres una maldita! ¡Deberías estar muerta!Sentí el cuerpo helado, no contesté, no valía la pena, ya estaba acostumbrada a los insultos de todos.Bajé la cabeza y dejé que me insultara hasta cansarse. Cuando se fue, camine de regreso a casa, yo no tenía derecho a defenderme, ella y la manada tenían razón, todo era mi culpa.Regresé a la casa de mi padre, el Alfa de Carmesí. No entré por la puerta





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