John Anderson lo tenía todo: poder, el título de heredero de una de las mayores fortunas del mundo y una promesa de amor eterno. Pero lo que muchos consideran una bendición, para él se volvió una maldición. Cuando acepta participar en una mentira ideada por su abuelo, su mundo comienza a desmoronarse. Ahora, con el corazón hecho trizas y las verdades saliendo a la luz, John está dispuesto a enfrentarlo todo por descubrir si, detrás de aquella pequeña mentira... todavía existe una última oportunidad para el amor verdadero.
Ler maisPOV Luz Meyer—¡Tráeme una cerveza! —vocifera desde el sillón.Mis pies se mueven solos, como si fueran marionetas al servicio de su voz. Camino hacia el refrigerador con los dedos cruzados y una súplica muda a Dios: que esté fría, por favor… que esté fría.La nevera lleva días fallando. Si la cerveza está tibia, será mi culpa, como siempre.Si se acabó el papel higiénico, la culpa es mía. Si olvidó llamar a un socio, es culpa mía. Si se atrasó con el pago de la luz, claro, también es culpa mía.Podría escribir una enciclopedia entera con todo lo que supuestamente hago mal.Abro la puerta temblando, el sudor me resbala por la frente, aunque el aire acondicionado funciona. Es el miedo, no el calor. Al segundo suspiro aliviada. Gracias Dios. La cerveza está helada.Hoy, al menos por ahora, estás de mi lado. Ojalá sigas ahí esta noche, y Rick no termine borracho. Porque cuando lo hace… no me queda rincón donde esconderme.Camino con pasos medidos hacia el sillón, la l
Heredero del imperio Anderson en riesgo vital tras ser víctima de una brutal golpiza.En riesgo vital se mantiene John Anderson, de 28 años, quien fue internado en la Clínica privada UCLA Cleveland, luego de que sufriera una violenta golpiza.Fue asaltado, arrastrado y golpeado en el suelo, por desconocidos, quienes, según la policía y la víctima, tenían acento extranjero.Sufrió lesiones en su cráneo, costillas, uno de sus brazos, y presuntamente la visión de ambos ojos se encuentra comprometida.Él médico de cabecera Thomas Shawn revelará información determinante en una rueda de prensa. Clínica UCLA ClevelandLos destellos de las cámaras rebotaban con insistencia sobre los rostros expectantes de reporteros y curiosos. Durante horas habían permanecido allí, aferrados a la esperanza de captar una primicia, de arrancar un gesto, una imagen, una palabra que les permitiera narrar lo inimaginable.Una limusina Maybach 62S Landaulet, valuada en más de un millón de dólares
POV John Los días pasan lentamente como un castigo. Cada amanecer se siente como un juicio, y cada caricia de Cassandra es un recordatorio cruel del engaño que estoy por cometer.¿Merece esto? ¿Merece ella esta traición?Quizá no. Pero una apuesta es una apuesta, y yo, lamentablemente, ya estoy demasiado metido como para retroceder.Necesito hombres de confianza que lleven a cabo una golpiza convincente, brutal… y solo hay un grupo en el que puedo confiar para algo así: mis guardaespaldas. Los mismos que, cuando se los propuse, me miraron como si estuviera loco.Se negaron, claro. Al principio, sin embargo una sola mirada bastó.Una sola advertencia, tan fría como un despido inminente. Les pago demasiado bien como para que se den el lujo de no aceptar.Hoy, llueve torrencialmente, presagio de lo por venir. Me preparo en silencio, me visto de negro, como quien se alista para su propio funeral. Camino hacia Cassandra, la encuentro sentada junto a la ventana.Me
John Anderson estaba en su oficina, en el último piso de la torre que llevaba su apellido. Las paredes de vidrio ofrecían una vista panorámica de la ciudad, pero él ni siquiera las miraba. Estaba absorto, tamborileando los dedos sobre el escritorio mientras su whisky se calentaba entre las manos.La puerta se abrió.—Doctor Thomas Shawn —anunció la secretaria, antes de apartarse para dejar pasar a un hombre de jeans oscuros, y chaqueta de cuero.—Thomas —dijo John, levantándose—. Qué gusto verte. Pasa, siéntate.—Lo mismo digo —respondió el médico, dejándose caer en el sillón frente al escritorio—. Cuéntame, soy todo oídos.John se acercó al minibar, sirvió whisky hasta el borde del vaso y giró con media sonrisa.—¿Te sirvo?—No, gracias. Aún tengo media jornada y una pila de pacientes que creen que están muriendo por culpa del estrés. Me encargaré de ellos... sobrio.John asintió y bebió de un solo trago. No hizo ni una mueca.—Mi abuelo —comenzó con el vaso aún en la mano—. He hecho
POV JohnSalgo del despacho de mi abuelo con la garganta seca y un zumbido en los oídos.¿Y si tiene razón?No, me niego a creerlo.Cassandra me ama. Lo ha demostrado una y mil veces. En las pequeñas cosas, en los detalles cotidianos, es atenta, amable, Me cuida, me escucha, y me sostiene. Esto no es por desconfianza. Es por demostrarle a mi abuelo que se equivoco con ella. Si tengo que pasar por esta farsa para callarle la boca, entonces lo haré. No por ego, sino por amor.Mientras atravieso el pasillo principal de la mansión, una figura familiar se cruza en mi camino.—¿Todo bien, mi niño? —pregunta mi abuela con su sonrisa cálida.Me toma de la mano con cariño —. No tomes en cuenta a tu abuelo —dice, como si pudiera leerme—. Él siempre ha confundido control con sabiduría.—Lo sé, abu. No te preocupes, todo va a salir bien —le respondo, devolviéndole el gesto con un beso en la frente.—¿Estás seguro?La forma en que lo pregunta me deja una punzada. Como
La sala estaba sumida en penumbra, apenas iluminada por la luz anaranjada de una lámpara de escritorio. El aire olía a cuero viejo, y tabaco fuerte.—¡Hazlo! Si tanto confías en ella y en su amor… no te defraudará —sentenció Arthur con voz áspera, sosteniendo un puro entre sus dedos. Inhaló profundamente, y al exhalar, una nube espesa de humo envolvió su rostro curtido, mientras sus ojos oscuros no perdían detalle del gesto de su nieto.John no respondió de inmediato. Permaneció de pie frente al escritorio, con las manos en los bolsillos y la mandíbula apretada. —¿Crees que no sé por qué quieres que haga eso? El anciano se encogió de hombros —. Si ya lo sabes… ¿para qué preguntas?John soltó una risa seca, sin alegría. Aquel juego de palabras lo conocía bien, sabía exactamente como actuaba su abuelo. —Hagamos una apuesta entonces, abuelo —propuso, alzando la barbilla con desafío.Arthur ladeó la cabeza, curioso.—Adelante.—Si lo hago… y si el resultado es el que yo espero, tú la d
Último capítulo