Lo que vieron sus ojos parecía el escenario de una película de acción.
Pero esto no es ficción, es la vida real.
Temerosa, se agachó e intentó ocultarse.
Se mantuvo en silencio creyendo que tal vez él asesino se marcharía de la escena del crimen.
Estaba a punto de tomar el móvil que llevaba en el bolsillo de su pantalón cuando escuchó su voz:
—¡Luz, luz! ¿Realmente creías que podrías librarte de mí?
Lo reconoció al instante; Rick.
Su respiración se volvió agitada y rápida.
Introdujo la mano en su bolso y con desespero busco su llavero de defensa personal, aquel regalo que le había dado Camille a pesar de que a John no le gusto la idea puesto que no pensaba que lo iba a necesitar si tenía una docena guardaespaldas cuidando sus pasos.
Supiera John que hoy si lo necesitaría, se golpearía en la frente una y otra vez por haberse negado.
Agarró el pequeño gas pimienta, y se aferró a el como si fuese una valiosa arma.
Repentinamente la puerta de su lado fue abierta con brusquedad.