Su majestad ¡Yo elijo a quién amar!

Su majestad ¡Yo elijo a quién amar!ES

Hombre lobo
Última actualización: 2025-12-09
Iriani Balandrano  Recién actualizado
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Resumen
Índice

Hoy me ejecutarán frente a los nobles del reino. De alguna forma me encontré en un banquete sangriento, los asientos a mi alrededor ocupados por mi próxima familia política... todos muertos. Y en mi mano, un cuchillo cubierto por su sangre. Tuve un juicio, por supuesto, en donde ni siquiera tuve la oportunidad de defenderme o buscar a los verdaderos traidores. Traidores cuyos oscuros planes iban más allá que solo mi muerte. Así que mientras el filo de la guillotina resplandecía grité al cielo por un maldito milagro y la oportunidad de poder salvar a mi pueblo. Y el cielo respondió. Ahora, con la ayuda de mi mejor amigo, debo huir al reino cercano para salvar mi vida y encontrar las respuestas a los misterios de ese día: ¿Quién asesinó a la familia real? ¿Por qué no puedo recordar nada? y ¿Por qué no puedo contactar con mi loba o transformarme después de eso?

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Capítulo 1

Prólogo. El banquete silencioso.

Parpadeé una vez. Dos veces. Y la escena frente a mí seguía siendo la misma.

La mesa se extendía como un río de roble pulido, tan larga que los candelabros apenas lograban bañar de luz a todos sus ocupantes. O, mejor dicho… a todos los cuerpos.

Estaba sentada en la cabecera, inmóvil. Ese era mi lugar habitual.

El calor de las velas hacía que mi piel ardiera. Mis manos se sentían algo entumecidas; no sabía si aquello impregnado en ellas era mi sangre. La mía… o la de ellos.

Un cuchillo descansaba en mi mano derecha.

El filo estaba manchado de un rojo oscuro que goteaba lento sobre el mantel de lino blanco.

Una gota… otra… y otra… El sonido era insoportablemente fuerte en aquel silencio.

—¿Qué…? —susurré. Pero mi voz se perdió, absorbida por el silencio absoluto.

A cada lado, uno tras otro, yacían los que se suponían serían mi nueva familia: mi suegra, mi suegro, cuñados, cuñadas... todos con la piel pálida y los ojos abiertos en un rictus congelado.

Algunos estaban desplomados hacia sus platos, otros recostados hacia atrás como si la muerte los hubiera tomado por sorpresa.

Las heridas en sus cuellos, las heridas en sus pechos...

Dulce madre, toda esa sangre...

Un olor espeso a vino, grasa y hierro impregnaba el aire.

Traté de recordar. Un instante antes… ¿Qué estaba haciendo?

¿Una cena?

¿Una celebración?

Mi mente era un muro liso, sin grietas por donde escapar.

Fue entonces cuando la puerta doble del salón se abrió de golpe.

Él estaba allí.

El príncipe lobo, el lobo que me tomaría como pareja... ahora rey debido a la muerte de su padre.

*Duele...* Susurró mi loba como si a ella también le costara mantenerse despierta.

La figura alta y ancha llenó el marco, la mirada dorada fija y fulminante. Los colmillos asomaban, y un gruñido grave y gutural retumbó en el salón.

Me incorporé lentamente, y el chirrido de la silla resonó como un grito. El cuchillo se me resbaló de los dedos, chocando contra el suelo con un “clank” metálico que reverberó en la sala.

Sus pupilas se dilataron al ver la escena: los cuerpos, el cuchillo, y yo sola en el extremo de aquella carnicería.

—¿Qué… has… hecho? —Su voz era un hilo, pero cargado con la amenaza de un lobo al borde del ataque.

—Yo… —tragué saliva, mi lengua se sentía entumecida—. No sé qué pasó… yo no…

Pero él no la escuchaba. O no quería. El gruñido creció hasta convertirse en un rugido salvaje que sacudió los muros. Las venas se le marcaban en el cuello, la mandíbula temblaba de ira contenida.

Un paso, luego otro, hasta que estuvo a pocos metros.

Di un paso atrás, temblando.

El rey lobo avanzó con furia.

Intenté retroceder más. Fue el puro instinto de supervivencia el que me hizo reaccionar por fin.

—¡No! —exclamé, girando bruscamente para correr hacia la salida opuesta.

Sus pasos resonaron contra las paredes de piedra del pasillo.

—¡Alto! —gritó una voz.

Guardias aparecieron desde las sombras con lanzas listas.

El nuevo rey lobo me persiguió, gruñendo y enseñando los colmillos.

Corrí con miedo y las lágrimas empañando mi vista.

Tropecé y caí de rodillas. Mi vestido cubierto de sangre se enredó en mis pies impidiéndome levantarme rápidamente.

El lobo estaba encima, listo para atacar.

Pero en ese instante, dos guardias lo sujetaron con fuerza.

Él se sacudió, rugió, forcejeó con rabia salvaje.

—¡Déjenme matarla! —vociferó, sus colmillos llenos de saliva.

Giré mi cabeza temblando y sin dejar de llorar.

—No recuerdo nada —susurró—. Te juro… no recuerdo… yo no...

El resto de los guardias me alcanzó con manos firmes pero sin crueldad.

—Majestad, no puede asesinarla sin juzgarla públicamente— dijo su mano derecha apareciendo de repente— el pueblo exigirá justicia. No puede comenzar su reinado sin una explicación... de lo ocurrido.

Sollocé e intenté volver a hablar.

—¡Llévenla a las mazmorras! —ordenó el rey lobo, con voz rota de furia y dolor—. Que se pudra ahí. Que la juzgue el pueblo y que la luna decida su destino.

Quise defenderme, sin embargo fue imposible.

—No… espera… yo…

No hubo respuesta ni comprensión.

Me arrastraron por el pasillo del piso de la familia Alfa en ese enorme castillo.

El olor a sangre me perseguía.

En un último intento, giré la cabeza para defenderme.

Lo vi, aún sujetado por los guardias, con ojos llenos de odio y traición.

Mi corazón latió con fuerza.

No por miedo a morir, sino por saber que, sin recordar la verdad, moriría como culpable de sus muertes.

Las puertas de hierro de las mazmorras se cerraron detrás de mí con estrépito.

El olor a humedad y desesperanza me llenó los pulmones.

El pasillo estaba lleno de miradas en la oscuridad: otros traidores esperando su turno.

Un guardia me empujó dentro de una celda de piedra.

El portón se cerró con un chirrido oxidado.

—Bienvenida al final —susurró una voz burlona.

Me dejé caer al suelo, abrazándome las rodillas.

Un frío imposible me recorrió.

Y en la penumbra, solo quedó una pregunta:

Si no fui yo… ¿quién?

-¿Qué será de nosotras, Lena?-susurré en la oscuridad.

*No... sé... duele...*

Y esa fue la última vez que escuché a mi loba.

De pronto mi espalda comenzó a arder como si un hierro ardiente fuera cruelmente puesto allí.

Grité por lo que me pareció una eternidad antes de perderme en la inconsciencia.

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Jos Rosales
la mejor escritora que he leido
2025-12-09 22:43:18
1
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Lola
aaahhhh nueva historia, me atrapó este comienzooooo
2025-12-09 14:48:04
2
7 chapters
Prólogo. El banquete silencioso.
Capítulo 1. La condena pública.
Capítulo 2. Fuga entre sombras.
Capítulo 3.
Capitulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
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