Mundo ficciónIniciar sesiónHoy me ejecutarán frente a los nobles del reino. De alguna forma me encontré en un banquete sangriento, los asientos a mi alrededor ocupados por mi próxima familia política... todos muertos. Y en mi mano, un cuchillo cubierto por su sangre. Tuve un juicio, por supuesto, en donde ni siquiera tuve la oportunidad de defenderme o buscar a los verdaderos traidores. Traidores cuyos oscuros planes iban más allá que solo mi muerte. Así que mientras el filo de la guillotina resplandecía grité al cielo por un maldito milagro y la oportunidad de poder salvar a mi pueblo. Y el cielo respondió. Ahora, con la ayuda de mi mejor amigo, debo huir al reino cercano para salvar mi vida y encontrar las respuestas a los misterios de ese día: ¿Quién asesinó a la familia real? ¿Por qué no puedo recordar nada? y ¿Por qué no puedo contactar con mi loba o transformarme después de eso?
Leer másNo había pasado ni un minuto desde que Jason y yo salimos del sitio del traficante cuando sentí el frío metal de dos espadas contra mi cuello. No tuve tiempo de suplicar por mi vida: una voz profunda, seca y poderosa mandó bajar las armas. —Bajen sus aceros. Súbanlos al caballo. Me levantaron como si fuera un costal de papas y me acomodaron delante de un hombre cuyo rostro no pude ver. Mi cuerpo estaba tan rígido que apenas respiraba. En cuanto me sujetó por la cintura para estabilizarme, partimos entre la oscuridad del bosque. El trasero me dolía como si me estuvieran golpeando a cada trote, pero no solté ni un quejido. ¿Para qué? No sabía ni quiénes eran ni qué querían conmigo. Y si algo había aprendido en los últimos días, era que hablar sólo atraía más problemas. Cabalgamos horas. Cuando finalmente se detuvieron en un claro para cambiar los caballos, pensé que podría caminar un segundo para estirar las piernas… ja. Me subieron a otro caballo igual de bruto, como si fuera una
Por supuesto que sabía quién era el Rey de Helen.Había escuchado historias de terror sobre él durante meses, porque como la futura Luna del reino vecino, era mi obligación tomar “clases de etiqueta” sobre realeza extranjera para no ofender a nadie que pudiera… bueno, tomar a su ejército y marchar para tomar nuestros cuellos.¿Y adivinen quién encabezaba esa lista?Exacto. Kryos Draven.El rey al que los lobos temían mirar a los ojos. El que supuestamente había arrancado la garganta de un par de lobos mensajeros solo por llevar la correspondencia de sus amos inconformes con los impuestos de sus territorios. Un rey que, según los rumores, no dudaba en aplastar costillas con sus propias manos para obtener la verdad. Y aunque no sabía cuánto de aquello era real, su presencia frente a mí era suficiente para entender por qué todos temblaban al pronunciar su nombre.Cruel.Despiadado.Un depredador silencioso que no necesitaba gritar para imponer respeto.Y, demonios… demasiado atractivo co
Nos arrastraron por el bosque con las manos atadas y la cabeza cubierta.Las vendas me raspaban los párpados, y la mordaza no me dejaba respirar bien. Jason no decía nada, ni siquiera cuando tropezaba. Yo tampoco podía hacerlo, pero aunque hubiera podido, no tenía idea de qué decir.Desde que escuché la palabra "esclavista", mi mente solo repetía una frase:No puede ser. Caminamos por un buen rato antes de detenerse. Escuché el relincho de caballos. Cinco, quizá seis. Nos subieron a ellos a empujones. Jason fue primero; luego me levantaron y me colocaron sobre la montura como si fuera un saco de harina. Las cuerdas me cortaban la piel, pero el miedo pesaba más.Durante el trayecto, traté de concentrarme en otra cosa. En cualquier cosa. Pero no podía.¿Cómo conocía Jason a esa gente?¿Por qué insistió en ir hacia el líder?¿Qué pensaba que iba a pasar?Ya saben, cosas normales cuando uno se encuentra a lomo de un caballo camino a lo desconocido.El viaje se hizo eterno. El balanceo de
El agua estaba helada.Cada vez que trataba de sacar la cabeza para respirar, la corriente me arrastraba más lejos. El ruido del río era tan fuerte que apenas podía escuchar mis propios pensamientos. Golpeé una roca con el hombro, sentí el ardor inmediato y tragué agua. Tosí, pataleé, pero el cauce era más rápido de lo que había imaginado.Vi algo entre las olas: la canoa de la que Jason me había hablado. Flotaba a pocos metros, tan cerca que creí poder alcanzarla, pero la corriente me empujó justo en el momento en que estiré la mano.—¡No!—grité, aunque el río se tragó mi voz.Frustrada, decidí dejarla ir. La orilla opuesta se veía más cercana, y en algún punto tenía que acabar esta pesadilla. Me dejé arrastrar un poco más y, cuando vi unas raíces gruesas sobresalir de la tierra, me lancé hacia ellas.Las manos me ardieron al rozar la corteza mojada. Resbalé una vez, dos, pero en el tercer intento logré aferrarme. Tiré de mí misma con todas mis fuerzas hasta sentir la tierra bajo las
Mi mejor amigo estaba aquí. Jason tiró de mis muñecas y desató la soga con manos firmes pero rápidas. Abrí la boca y él me dió una mirada que me hizo callar mientras me llevaba un poco más adentro del bosque. — Te explicaré todo después —dijo en voz baja—. Ahora tienes que transformarte. Rápido. Asentí. Intenté concentrarme, llamé a Lena, mi loba interior... pero no sentí nada. Era como si no existiera. Respiré hondo y lo intenté de nuevo. Nada. Quizá estuve en ello unos cinco minutos enteros antes de que él se exasperara. —Déjalo —me cortó Jason, serio—. No es momento de juegos. Frustrada, le grité: —¡No puedo hacerlo! No está, no puedo encontrar a Lena. —Joder, debes estar muy débil— murmuró. No había tiempo para analizarlo. Debido a mi estado, Jason tuvo que cargarme en su forma humana para correr en el bosque. Los árboles nos lanzaban sombras rápidas y el suelo era una trampa de raíces y hojas secas. Corrió por casi media hora, hasta que por fin frenó y me h
Lo siguiente que recuerdo es un golpe seco que me lanzó al otro lado de la celda hasta que la fría pared me detuvo.Uno segundos después, el guardia me pateó de nuevo sin compasión.El dolor me hizo jadear y despertar por fin. —Despierta, princesa —dijo con sorna, mientras ataba mis muñecas con una soga áspera que me cortaba la piel—. Tres días llevas disfrutando las mazmorras. Hoy decidirán tu destino. Intenté incorporarme, pero el dolor me paralizaba. Apenas pude murmurar: —¿Tres días…? Su risa fue cruel. Otro guardia entró y luego me arrastraron fuera de la celda, literalmente. Mi vestido, en ruinas prácticamente, limpiaba el pasillo por el que me llevaron de vuelta a la superficie. Gemí de dolor en las escaleras. Mis pies aún se negaban a cooperar del todo y estuve tropezando contínuamente. Menos mal que aún me tenían sujetada. Uno de los guardias, cansado de mí y del tiempo que nos estaba tomando subir, gruñó en mi cara. -O caminas por tu propia cuenta o llevo tu ca
Último capítulo