Luciana Herrera pensó que sería la mujer más feliz del mundo al enterarse de que se casaría con el hombre que más amaba. Sin embargo, nunca imaginó que ese matrimonio se convertiría en su peor pesadilla. Ya que durante los dos años que duró aquel matrimonio, él solo se acostó con ella una vez, y todo su afecto fue para Olivia su hermana adoptiva, una mujer calculadora y malvada. Cuando creyó que por fin tenía una oportunidad para ganarse su amor, él la abandonó a mitad del mar, sin siquiera mirar atrás. Ese día, Luciana juró que, si lograba regresar con vida, se vengaría de todos los que le hicieron daño, y especialmente… de su esposo.
Leer másLuciana estaba en su habitación. Ya que era el primer día de sus vacaciones, y se había prometido que los pasaría durmiendo hasta tarde. Pero no fue así.
Pues, desde su sueño más profundo, alcanzó a oír cómo alguien tocaba la puerta. Al no obtener respuesta, entraron sin su permiso y la despertaron.
Ella solo murmuró: —Quiero dormir un poco más…
Estaba agotada por la universidad y todas sus obligaciones, y lo único que deseaba era descansar. No sabía quién era la persona que se atrevía a interponerse entre ella y su tan anhelado sueño.
Pero como aquella persona parecía no tener intención de dejarla en paz, Luciana entreabrió los ojos con desgana y, al ver a la sirvienta que le había quitado la manta, la miró con cierto enojo mientras le decía:
—¿Cómo te atreves? Creo que fui muy clara antes de acostarme: no quería que me despertaran, ¡aunque el mundo se estuviera cayendo a pedazos!
Begonia la miró algo apenada y respondió con suavidad:
—Señorita, qué pena... Solo que su familia la está esperando para desayunar todos juntos. Ya que tienen algo importante que decirle, y por eso me atreví a desobedecer sus órdenes de ayer.
¿Pero qué le pasaba a su familia? ¿Acaso no se daban cuenta de cómo había estado la última semana, agotada por tantos trabajos de la universidad? Ya parecía un zombi. Pensando en eso, se dijo que tenía que ser algo realmente importante, lo que querían comunicarle para pedirle que desayunara con ellos.
Con esa idea en mente, se levantó y se arregló un poco antes de bajar al comedor. Una vez sentada, bastó con ver los rostros de sus padres y su hermano para darse cuenta de que la noticia era peor de lo que había imaginado.
La única que tenía buena cara era su abuela, pero ella no contaba, ya que desde muy pequeña había aprendido que el mundo podía estarse cayendo a pedazos, y su abuela siempre mantenía la compostura.
Luciana comenzó a mover la comida con el tenedor, sin ganas de probar bocado, esperando que por fin le dijeran qué era eso tan importante que no podía esperar hasta que se despertara.
Después de un largo silencio, escuchó a su abuela decir:—¿Recuerdas a la familia Oliveros, cierto?
Luciana pensó: ¿quién diablos iba a saber quién era esa familia? Pero en ese instante recordó algo que su mejor amiga le había comentado alguna vez sobre el hijo mayor de los Oliveros...
Así que levantó la cabeza del plato para mirar a su abuela y negó con un leve movimiento, pues en realidad había escuchado muy poco sobre esa familia. Lo único que sabía era que estaban en el negocio de la inmobiliaria y nada más.
Sinceramente, nunca le habían interesado otras familias adineradas que no fuera la suya… y aquel hombre que una vez la salvó y jamás volvió a ver.
—Bueno —empezó a decir su abuela—, lo que pasa es que esta noche vendrán a cenar con nosotros… para concretar tu compromiso con Maximiliano, el hijo mayor.
—¡Abuela! —dijo Luciana con asombro.
Ella solo deseaba casarse con aquel hombre que conoció y que una vez la ayudó, pero, así como apareció, desapareció sin dejar rastro de él. Por eso se esforzaba en ser la mejor en la universidad: para que, cuando lo volviera a encontrar, él se sintiera orgulloso de ella por haber sacado su carrera adelante y ser la mejor de su clase.
Doña Margarita comenzó a explicarle las razones por las que debía casarse con alguien de la familia Oliveros. Le recordó que existía un compromiso entre ambas familias para unirse mediante el matrimonio, y que ese momento, finalmente, había llegado. Además, le dijo que Maximiliano era un buen hombre, y que, tras la muerte de su padre, había logrado posicionar su empresa como una de las más exitosas en la industria.
Y en la cena benéfica, se habían encontrado con los abuelos de Maximiliano, quienes sacaron a relucir el antiguo compromiso. Ya que ellos deseaban ver a su nieto casado y con hijos antes de morir, y pensaron que era el momento perfecto para retomar aquella propuesta que ambas familias habían dejado en el olvido. Y como los señores Oliveros querían que su nieto se casara lo antes posible y les diera su primer bisnieto, consideraban que Luciana era la mujer ideal para él: Pues provenía de una familia respetada, era inteligente, y estaban seguros de que, con el tiempo, Maximiliano se enamoraría de su belleza y dulzura.
—Pero abuela, Luciana apenas tiene veinte años y aún no ha conocido nada sobre relaciones amorosas —dijo Axel, un poco molesto al ver la expresión de su hermana y queriendo evitar ese compromiso a toda costa—.
Además, Maximiliano tiene treinta años. ¡Se llevan diez años, abuela! Es una diferencia muy grande. Y si eso no basta, déjame decirte algo más: en el círculo social se habla muy mal de él. Dicen que trata muy mal a las mujeres, que con la única que se comporta bien es con su hermana adoptiva.
Si aceptamos este matrimonio, estaríamos enviando a Luciana directo a una vida infeliz con ese hombre… al que todos conocen como “cara de ogro”.
—Eso son solo habladurías y chismes de la gente —respondió doña Margarita con firmeza—. Anoche, cuando hablé con sus abuelos, pude ver al verdadero Maximiliano.
Además, este matrimonio fue concretado desde hace mucho tiempo.
¿O acaso tú quieres casarte con la hermana adoptiva en su lugar?
Luciana, que hasta el momento solo había escuchado en silencio la discusión entre su hermano y su abuela, no podía permitir que Axel —quien amaba a su novia y tenía planes de casarse con ella— se sacrificara de ese modo.
Así que, con el corazón oprimido y la voz baja, dijo:
—Está bien... me casaré con él.
Brennon, que toda su vida había seguido las decisiones de su madre sin cuestionarlas, solo alcanzó a posar su mano sobre la de su hija. Pues no podía hacer nada más.
—Ya que todo está solucionado, ahora vamos a comer —dijo con resignación.
La única que no habló fue su madre, quien siempre había estado de su lado, pero esta vez actuaba como si no le importara que ella se casara con un completo desconocido. Y eso le parecía extraño, pues siempre su madre se había opuesto a las decisiones de su abuela. Ahora, en cambio, guardaba silencio, como si desde un principio hubiera estado de acuerdo con aquel matrimonio.
A Brennon se le notaba en el rostro la tristeza de ver a su princesita casarse de ese modo, y sin poder hacer nada al respecto. En el pasado, él mismo había estado de acuerdo con ese matrimonio, y ahora no podía hacer nada para impedirlo.
Ya había pasado más de un año y Mateo seguía en sus terapias para poder recuperar su movilidad, y se había enamorado de su terapeuta. Ella le había dicho que lo aceptaría cuando pudiera caminar nuevamente.Ya que no quería renunciar a su empleo, pues le gustaba mucho lo que hacía, y si aceptaba salir con él tendría que dejar su trabajo, ya que la política de la clínica no permitía relaciones con pacientes. Así que, si en realidad sentía lo mismo que ella, debía esforzarse mucho más y ponerle todas las ganas para poder estar juntos.Aunque Mateo no estaba de acuerdo con esas estúpidas reglas, aceptó y le prometió que haría todo lo posible para volver a caminar lo antes posible, y que, cuando eso sucediera, tendría que casarse con él, pues ya había esperado demasiado para estar a su lado. Nicolle estuvo de acuerdo, porque también estaba muy enamorada de Mateo y lo único que quería era pasar el resto de su vida con él.Mateo ya podía sostenerse por sí solo unos cuantos segundos, y al reco
Por su parte, Luciana volvió a la mansión de los Herrera, ya que ellos no hacían otra cosa que llenarle el teléfono de mensajes. Al final pensó que lo mejor era perdonarlos, pues, en el fondo, la habían criado muy bien, aun sabiendo que no era su verdadera hija.Aunque su abuela había sido un poco dura con ella, desde su regreso de su supuesta muerte comenzó a tratarla con cariño. Y, además, desde que conoció a su hija, siempre la había aceptado y querido, y no podía quitarle a su hija el amor de su familia, ¿cierto?Por ese motivo, le pidió a su esposo que la acompañara para arreglar las cosas con ellos. Al llegar, Axel, que sabía de su llegada, también había ido, pues tenía claro que, si su hermana no perdonaba a la familia, él tampoco regresaría a vivir en la mansión.Luciana, al verlo, bajó del coche y lo saludó. Luego saludó a su sobrino y a su cuñada, y les preguntó por qué no habían entrado todavía.Marcela le respondió que la estaban esperando a ella, para que todos entraran j
Después de que le dieron salida a Mateo, Maximiliano hizo una reunión con sus dos hermanos y les contó todo lo que su madre había hecho, además de mostrarles las pruebas de los crímenes cometidos por aquella mujer.Al principio, Mateo y Matías se negaban a creerlo, pues para ellos era imposible aceptar que su madre fuera capaz de algo tan espantoso y, mucho menos, de querer matar a su propio hijo.No obstante, comenzaron a dudar cuando Maximiliano les reveló que ella no era su verdadera madre y que tampoco se llamaba Verónica, sino Verenice, la hermana gemela de su verdadera madre. Luego les explicó cómo aquella mujer había asesinado a su madre biológica para robarle todo lo que poseía. Finalmente, al mostrarles las pruebas, incluido el diario de su padre, los gemelos no pudieron seguir negando la verdad y terminaron por aceptar lo que tanto les dolía creer.Maximiliano, al ver el dolor reflejado en los rostros de sus hermanos, sintió cierta pena por ellos, pues jamás se imaginaron qu
Maximiliano, por su parte, solo cruzó las piernas y alzó una ceja, invitándolo a adivinar el motivo por el cual estaba en su lista negra.Al ver que Óscar no era capaz de responder, lo observó fijamente durante un largo instante y luego, con voz dura, le dijo:—¿Acaso no recuerdas lo que le hiciste a mi esposa en el pasado? No me digas que eres de esos hombres que olvidan el sufrimiento que causan a los demás. Déjame recordártelo, ya que, por tu culpa, mi esposa sufrió demasiado. ¿No pensaste que estabas alejando a una niña de su verdadera familia? ¿O acaso eres tan cobarde que, en vez de enfrentarte a un adulto de tu tamaño, preferiste atacar a una niña inocente?Óscar entendió de inmediato que Maximiliano ya lo sabía todo y empezó a disculparse, alegando que lo había hecho cegado por el dolor de ver a la mujer que amaba feliz con otro hombre. Sin darse cuenta, terminó delatándose al confesar cómo se le ocurrió llevarse a Luciana, convencido de que, si él no era feliz, tampoco lo ser
Por su parte, Olivia estaba feliz, pues al fin había llegado el gran día en que le arrebataría todo a Luciana, dado que había convencido a su abuela de nombrarla como la sucesora de la familia Herrera y, con el apoyo de aquella anciana, ya podía cantar victoria.Cuando estaba en la sala de juntas y vio entrar a Luciana junto a Axel, solo se rio burlonamente de los dos hermanos y ni siquiera se inquietó por su presencia, convencida de que era cuestión de tiempo para que, al final de la reunión, todo lo que poseía la familia pasara a sus manos.Sin embargo, antes de llegar al punto de las votaciones, no esperaba que Axel pidiera la palabra y comenzara a revelar que su verdadero padre era Ramiro Pérez y, de inmediato, mostró los resultados de la prueba de ADN que se había hecho con Luciana, dejando en claro que ella era la verdadera Lucía, la hija perdida de los Herrera.Y no solo mostró la prueba que se hizo con Luciana, sino también otra que se había hecho con ella, donde el resultado
Cuando Mateo despertó, los médicos lo revisaron y, en efecto, no sentía nada al realizarle la prueba de sensibilidad en las piernas.Tras algunos exámenes adicionales, el médico le informó a Maximiliano los resultados. Sin embargo, agregó que con el tiempo existía la posibilidad de que, con terapia, Mateo pudiera volver a caminar.Al principio, Maximiliano quedó impactado, pero al escuchar aquellas últimas palabras del doctor, se hizo una promesa: movería cielo y tierra para encontrar un tratamiento y lograr que su hermano volviera a caminar y ser el mismo de antes.Después de hablar con el médico, compartió la noticia con los demás. Aunque la tristeza los invadió, también se aferraron a la esperanza, pues la medicina estaba tan avanzada que aún existía la posibilidad de que Mateo recuperara la movilidad de sus piernas. Lo único que necesitaban era encontrar el tratamiento adecuado para él.Por el lado de Verenice, estaba muy preocupada por la salud de su hijo y su abogado, nada que l
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