Myriam Bennett creyó tenerlo todo: Un esposo perfecto, un matrimonio estable, solo les hacía falta un hijo, ella deseaba ese bebé para ser feliz con su marido, y él solo anhelaba ese niño para no perder su puesto de director en la corporación. La presión era muy grande para ella, que se sometió en reiteradas ocasiones a tratamientos de fertilización, sin resultado, hasta que su marido le exigió un bebé, así tuviera que acostarse con otro hombre. Gerald Lennox es un hombre frío, quien dedica gran parte de su vida solo a trabajar, no tiene novia, ni está interesado en tenerla, pues la mujer a quién amó lo rechazó, su mejor amigo insiste en buscarle pareja y una noche en un bar, tras perder una apuesta, debe acostarse con una mujer a la que no conoce, y que su amigo eligió. Los destinos de Myriam y Gerald se unirán de una forma que ellos no imaginan, a pesar de que ninguno de los dos se soporta. Obra registrada en Safe Creative: 2208091753609 ©Angellyna Merida, 2022. Queda prohibida la distribución, copia, adaptación de esta obra sin el permiso del autor, este libro se encuentra registrado en el Instituto de propiedad intelectual de Ecuador.
Leer másQueridos lectores, desde el fondo de mi corazón agradezco que esta historia haya sido de su agrado. Quienes conocen mi trabajo saben que me caracterizo por escribir historias con mensajes, no pretendo educar, no soy psicóloga, ni nada por el estilo, pero si estoy convencida que uno deja en cada escrito parte de su esencia. Yo estoy en contra de todo tipo de maltrato, y por ende no me gustan crear historias tóxicas, no es mi estilo, no estoy criticando a nadie, respeto mucho a quiénes lo hacen. Sí les gustan los libros de mujeres empoderadas, bienvenidas a mi mundo de historias. Y te invito a leer mi nuevo proyecto: Una familia para el solitario CEO. ¿Quién dijo que ser madre soltera era un obstáculo para salir adelante? ¿Quién dice que un hombre no puede hacerse cargo de un hijo solo? En este nuevo libro, muchos se sentirán identificados, los invito a darle la oportunidad. Para quienes han llegado por primera vez, les dejo el orden de los libros y las sagas. Espero las lean.
Elsa de inmediato se acercó a la pareja. —Tranquilos, aún hay tiempo, vayamos con calma —sugirió. Gerald ayudó a su esposa a ponerse de pie, entonces ella apretó la mano de él con fuerza y se quejó. —¡Auh! —exclamó. —¿Tú también? —cuestionó Gerald palideciendo. Myriam asintió con la cabeza. —Sí —refirió. —¡No puede ser! —exclamó Gerald. —¡Mis autos! —bromeó. Myriam apretó sus dientes y le dio un carterazo. —¡Eres un idiota! ¡Un insensible! ¡Auh! —se quejó. —Auh —dijo él también cuando ella lo golpeó—. Solo estoy bromeando. Vamos al hospital urgente. **** —Duele, duele mucho —decía Noemí apretando la mano de Rubén, en el auto. —Lo lamento cariño, por favor sé fuerte —suplicó. —Inhala, exhala —repetía Gerald a Myriam—, por favor que no vayan a nacer aquí —imploró—, no podría con tres bebés —resopló nervioso. Myriam apretó los parpados al sentir una contracción. —Creo que esta vez si llegamos al hospital. ¡Apúrate Kevin! —gritó, pues él era el conductor de l
Helena le sonrió. —Ve con Connor, yo voy a hablar con tu mamá. El pequeño salió de la sala, y de inmediato Helena se acercó a Isis. —Debes tener paciencia, ha sido muy doloroso para él. —No quiero que me odie —sollozó Isis—, en verdad estoy muy arrepentida de todo lo que hice —declaró y se postró ante Helena—, perdóname por todo el daño que te causé. Helena abrió sus ojos con sorpresa. Negó con la cabeza. —Levántate —expresó—, no te arrodilles, fuiste una mujer muy egoísta y ambiciosa, y no te diste cuenta de que ibas por mal camino, jamás imaginé verte en una cárcel, lamentablemente hiciste las cosas mal, no tengo nada que perdonarte, me libraste de Edward, me hiciste un favor —declaró. El rostro de Isis estaba empañado de lágrimas. —También me engañó, solo que lo compensaba con regalos costosos, era un mujeriego, fetichista. —Apretó los puños. —¿Quién es el padre de Jeremy? —cuestionó Helena—, nosotros adoramos al niño, pero sí tiene un padre biológico sería bueno q
Meses después. —Dejaron esto para usted —mencionó Linda la asistente de Myriam, entregándole un sobre cerrado. Myriam parpadeó y tomó aquel papel, observó el nombre del remitente, su corazón se estremeció. —Gracias —respondió y esperó que la joven la dejara a solas. Inspiró profundo, y mientras acariciaba su prominente vientre de seis meses de gestación, se armó de valor y lo abrió. “Querida Myriam, estos meses en el centro de rehabilitación, me han servido de mucho, comprendí y acepté mis errores, sé también que no puedo borrar el pasado, y soy consciente que te causé muchas heridas, desde el fondo de mi corazón deseo pedirte perdón por todo el daño que te hice” Los ojos de Myriam se llenaron de lágrimas al leer aquellas letras que le envió Silvia, su madre, por más que intentó contener el llanto no pudo, durante años había esperado que su progenitora recapacitara, y al parecer por fin había encontrado la luz al fondo del camino. Se abanicó el rostro y se secó las lágrima
El sacerdote se aclaró la garganta, dio inicio a la ceremonia, luego de cumplir con todo el protocolo, hizo la pregunta de rigor. —¿Gerald aceptas por esposa a Myriam, para serle fiel, amarla, y respetarla en la salud y enfermedad, en riqueza y pobreza, hasta el último día de sus vidas? —indagó. Gerald inhaló profundo se reflejó en la verdosa mirada de su mujer. —Acepto —respondió con sinceridad. Sintiendo que su corazón bramaba en el interior. El sacerdote prosiguió, le hizo la misma pregunta a Myriam. Ella miró a los ojos a su esposo, sonrió, sintiendo su pecho agitado. —Sí, padre —contestó. Acto seguido fue el turno de Helena y Connor. El abogado Evans se reflejó en la azulada mirada de Helena, y con firmeza respondió. —Acepto. Helena inspiró profundo, cuando lo escuchó se estremeció, y al momento de contestar, le brindó una cálida sonrisa, y contestó con un fuerte: sí. Enseguida el sacerdote bendijo a ambas parejas, y los declaró marido y mujer. —Te amo —dijo
Días después. —¿Por qué no siento mis piernas? Fue lo primero que preguntó Bianca al recobrar el conocimiento. —Es un milagro que estés viva, luego de las puñaladas que recibiste —dijo una enfermera que se le acercó—, pero debo decirte que nunca volverás a caminar, quedaste inválida —espetó. —¡No! —gritó Bianca a viva voz. —¡No puede ser! —exclamó sollozando. —¡No es cierto! —gruñó. Intentó ponerse de pie, pero las piernas no le respondieron, cayó al piso. La enfermera que la custodiaba carcajeó. —La vida se encargó de cobrarte tus maldades, pasarás postrada a una silla de ruedas de por vida —sentenció. *****Helena entrelazaba sus manos con nerviosismo, se hallaba sentada junto a Connor en el salón de su casa, frente a Gerald y Myriam, quiénes volvieron de su viaje a Colombia. —¿Qué sucede mamá? —indagó Gerald. Helena inhaló profundo, y miró a Connor. —Tu madre y yo nos vamos a casar —avisó. Myriam esbozó una amplia sonrisa, dejó a Tony en el suelo y se acercó a la pareja,
Último capítulo