Lilith sabía desde su infancia que el destino la había marcado como la compañera del Alfa más poderoso de todos, pero el día de la ceremonia de unión, él la miró con desprecio y la rechazó sin dudarlo. Ser una omega significaba debilidad, y en su mundo, la debilidad no tenía lugar al lado de un rey. Humillada y destrozada, Lilith huyó, jurándose a sí misma que jamás volvería a ser una presa. Años después, regresa con una fuerza que nadie esperaba, envuelta en un aura de misterio y poder. Pero el Alfa que la rechazó ahora la observa con una mezcla de sorpresa y deseo. El destino los une de nuevo, pero esta vez Lilith no es la misma. Ahora, ella es la cazadora y él, su presa.
Leer másEl aire era denso con la fragancia de la madera quemada y el incienso de luna, un aroma tradicional en las ceremonias de emparejamiento. Mi corazón martilleaba con fuerza en mi pecho mientras avanzaba entre la multitud, sintiéndome observada, juzgada, pero también ansiosa. Esta noche todo cambiaría.Mi vestido de seda azul profundo flotaba con cada paso que daba, ceñido en la cintura y con una falda que se deslizaba como agua sobre la hierba. Quería verme hermosa. No, necesitaba verme hermosa. Después de todo, esta noche mi destino sería sellado con el Alfa de la manada.Kieran.Desde que tenía memoria, él siempre había sido un pilar imponente, la fuerza indiscutible que guiaba nuestra manada con autoridad y letalidad. Alto, con la piel bronceada por los entrenamientos y esos ojos grises que parecían esculpidos en hielo. Mi alma lo había elegido mucho antes de esta noche, mucho antes de que supe lo que significaba ser su mate.Me coloqué en mi lugar, con las manos apretadas y el alien
El aire estaba impregnado de un aroma que alguna vez había sido hogar. Pino, tierra húmeda y ceniza de las fogatas que iluminaban la aldea de la manada. Pero bajo eso, podía percibir algo más: un leve hedor a podredumbre. Algo dentro de mí sonrió con frialdad.Las cosas habían cambiado en mi ausencia.Me deslicé entre las sombras con la facilidad de alguien que conocía cada rincón de este lugar. Nadie prestó atención a la figura encapuchada que se movía entre las cabañas, con pasos tan sigilosos como el viento. No era la misma omega que habían desechado. No era la misma niña temerosa que había huido con el corazón roto.Me había vuelto un fantasma, y los fantasmas no tenían miedo.Me detuve a unos metros del gran salón donde el Alfa solía recibir a la manada. Dos guerreros montaban guardia en la entrada, pero su postura era relajada, casi descuidada. Un error.Un murmullo a mi derecha captó mi atención.—No ha sido el mismo desde que ella se fue.—¿Quién?—Lilith.El sonido de mi prop
El pasado nunca desaparece.Se aferra a la piel como una segunda capa, ardiendo, recordándote cada herida, cada traición. No importa cuánto corras o cuánto intentes ignorarlo, siempre regresa.Y el mío me perseguía en cada respiro.Cada vez que cerraba los ojos, veía su rostro.Damon.El Alfa que me había rechazado sin pensarlo dos veces.El hombre que había destrozado la conexión entre nosotros como si no significara nada.Podía escuchar su voz con claridad, el desprecio goteando de cada palabra."Nunca serás digna de mí."Su sentencia había sido un puñal directo a mi alma. Pero el dolor ya no me consumía. No de la manera en la que lo hizo esa noche. Ahora, ese mismo dolor se había transformado en algo más peligroso.Fuego.Uno que ardía en mi interior con una promesa inquebrantable.No sería la misma Lilith que él desechó.Me levantaría de mis cenizas.Y cuando llegara el momento, Damon se arrepentiría de haberme dejado vivir.—¡Concéntrate!La voz de Kael me arrancó de mis pensamie
El olor a madera quemada y sangre seca fue lo primero que golpeó mis sentidos cuando desperté.Mi cuerpo entero protestó al intentar moverme, cada músculo adolorido, cada herida punzante recordándome lo que había sucedido antes de perder el conocimiento.Intenté incorporarme, pero unas manos firmes me sujetaron por los hombros.—No tan rápido —dijo una voz ronca y áspera—. No queremos que te desmayes otra vez.Parpadeé hasta que mi visión se aclaró.Un rostro masculino apareció frente a mí, de facciones duras y una cicatriz que le cruzaba la ceja derecha. Sus ojos eran de un gris metálico, fríos y calculadores, pero no hostiles.—¿Dónde…? —Mi garganta estaba seca, la voz apenas un murmullo.—Entre amigos —respondió, sin soltarme todavía.No confiaba en esa respuesta.Mis instintos estaban en alerta.Giré la cabeza, observando el lugar en el que me encontraba.Era un campamento improvisado en medio del bosque, con varias fogatas dispersas y un grupo de hombres y mujeres de aspecto rudo
El bosque parecía devorarme con su oscuridad.Las ramas crujían bajo mis pies, y el aire gélido me cortaba la piel expuesta, pero yo seguía avanzando. No tenía un destino, solo la certeza de que no podía quedarme.Mi mente era un torbellino de pensamientos rotos. Damon. Su rechazo. Las risas. La vergüenza que me había perforado hasta el alma.No me quedaba nada.El vínculo con mi manada se había deshilachado en el momento en que él pronunció esas palabras. Rechazada. La palabra pesaba sobre mis hombros, cada sílaba impregnada de veneno.Un escalofrío me recorrió al recordar la forma en que me miró. Como si no valiera nada. Como si no fuera más que un error que la luna había cometido.—Maldita luna —susurré, sintiendo cómo la rabia se enredaba con la tristeza dentro de mí.Seguí caminando.Las hojas secas se enredaban en mi cabello, y mis músculos temblaban de agotamiento, pero me negaba a detenerme. No quería pensar en lo que acababa de perder. No quería sentir el vacío en mi pecho do
El aire olía a tierra húmeda, a madera quemada y a luna llena. La luna, mi luna, brillaba en lo alto como una diosa que me miraba con ojos expectantes, como si supiera que esta noche lo cambiaría todo.Mis dedos jugaban con el dobladillo de mi vestido mientras mi corazón latía con fuerza, repiqueteando contra mis costillas. Siempre me habían dicho que el momento del emparejamiento era sagrado, un instante en el que los hilos invisibles del destino se tensaban y unían dos almas destinadas a ser una sola.Y él era el mío.Mi Alfa. Mi compañero.Mi todo.Observé su silueta al otro lado de la hoguera sagrada, su postura arrogante, su mirada afilada que pasaba por encima de todos sin detenerse en nadie en particular. Él era la perfección hecha hombre. Alto, musculoso, con esa aura depredadora que hacía que todos a su alrededor se encogieran instintivamente.Y, esta noche, él pronunciaría mi nombre.Tomé aire. No importaba que yo fuera solo una omega, la más baja en la jerarquía de la manad