5

El aire estaba impregnado de un aroma que alguna vez había sido hogar. Pino, tierra húmeda y ceniza de las fogatas que iluminaban la aldea de la manada. Pero bajo eso, podía percibir algo más: un leve hedor a podredumbre. Algo dentro de mí sonrió con frialdad.

Las cosas habían cambiado en mi ausencia.

Me deslicé entre las sombras con la facilidad de alguien que conocía cada rincón de este lugar. Nadie prestó atención a la figura encapuchada que se movía entre las cabañas, con pasos tan sigilosos como el viento. No era la misma omega que habían desechado. No era la misma niña temerosa que había huido con el corazón roto.

Me había vuelto un fantasma, y los fantasmas no tenían miedo.

Me detuve a unos metros del gran salón donde el Alfa solía recibir a la manada. Dos guerreros montaban guardia en la entrada, pero su postura era relajada, casi descuidada. Un error.

Un murmullo a mi derecha captó mi atención.

—No ha sido el mismo desde que ella se fue.

—¿Quién?

—Lilith.

El sonido de mi propio nombre envió un escalofrío por mi columna.

—¿Por qué demonios sigues hablando de esa omega? No era nada.

—Tal vez para ti, pero…

La voz bajó de volumen y tuve que contener el impulso de acercarme más.

No. No había venido aquí para torturarme con recuerdos del pasado.

Había venido para ver con mis propios ojos lo que se había convertido en mi antigua manada.

Y más importante aún…

Para enfrentarme a él.

Respiré hondo y me deslicé más cerca de la puerta principal.

Nadie me vio entrar.

Nadie sospechó de la sombra entre las sombras.

Y entonces, lo vi.

Mi corazón se detuvo.

Ahí estaba él.

Damon.

Mi Alfa.

El hombre que me había rechazado sin una pizca de remordimiento.

Estaba de pie junto al fuego, su figura tan imponente como la recordaba. Sus hombros anchos parecían cargados con un peso invisible, y su mandíbula estaba tensa, como si la rabia fuera su único combustible.

Había algo diferente en él.

Algo… roto.

Por un segundo, solo un segundo, olvidé por qué estaba aquí.

Pero entonces sus ojos dorados se encontraron con los míos.

Y no me reconoció.

El vínculo que alguna vez me había atado a él, que había sido un fuego ardiente en mi pecho, ahora era apenas un hilo de ceniza enredado en mi alma.

Y sin embargo…

Dolió.

Justo en ese instante, supe que el odio y el deseo podían arder con la misma intensidad.

Sus ojos dorados se deslizaron sobre mí como si fuera una extraña más entre la multitud. No hubo un destello de reconocimiento, ni una chispa de duda.

Solo una mirada fría, calculadora, y luego… indiferencia.

Algo dentro de mí se contrajo.

No debería doler. No después de todo lo que había sufrido, de todo lo que había cambiado. Pero el vacío donde antes había estado nuestro vínculo ardió con un dolor sordo y punzante, como una herida que nunca había sanado por completo.

Tragué el nudo que se formaba en mi garganta y me forcé a recordar por qué estaba aquí.

No para recordar.

No para sentir.

Solo para observar.

Inspiré hondo y giré la cabeza con disimulo, fingiendo no estar interesada en él. El gran salón se veía casi igual que cuando lo dejé: una enorme chimenea dominando el centro, pieles gruesas cubriendo el suelo de piedra y las mesas alineadas donde los guerreros solían beber y compartir historias de batalla.

Pero la energía era distinta.

Antes, el lugar vibraba con fuerza, con la seguridad de una manada próspera y un Alfa indiscutible. Ahora… había tensión en el aire, un peso oscuro que parecía haberse instalado en cada rincón.

—¿Estás esperando una invitación? —La voz de Damon resonó en la sala, profunda y afilada como una daga.

No me estaba hablando a mí.

Supe que era a un hombre que se había quedado de pie demasiado tiempo en el umbral, con el rostro pálido y el sudor perlándole la frente.

—Mi Alfa… —El hombre tragó saliva, con la mirada baja—. Encontramos rastros en el bosque. Huellas. Son recientes.

—¿Renegados?

El guerrero dudó.

—Podría ser.

Damon avanzó un paso, su mera presencia haciendo que el hombre retrocediera.

—Podría ser —repitió con voz peligrosamente baja—. ¿Y me llamas hasta aquí para escuchar “podría ser”?

—No lo sabemos con certeza, pero… hay algo más.

Damon esperó.

—El olor… era extraño. No olía solo a lobos. Había algo más en el aire, algo que nunca habíamos percibido antes.

Mi pecho se contrajo con una mezcla de satisfacción y alerta.

Ese rastro que habían encontrado… era el mío.

No deberían haber podido detectarlo tan fácilmente. Había pasado meses entrenando, aprendiendo a disfrazar mi esencia, a confundir a los cazadores más experimentados. Y sin embargo, alguien lo había sentido.

Mis ojos volvieron a Damon.

¿Había sido él?

Los rumores decían que el vínculo entre almas destinadas nunca se rompía por completo, que siempre quedaba una brasa dormida bajo las cenizas. ¿Podría su lobo haberme sentido de alguna manera, aunque su mente no me reconociera?

Damon se pasó una mano por la mandíbula, su expresión endureciéndose.

—Doble guardia en el perímetro —ordenó con voz firme—. No quiero sorpresas esta noche.

El guerrero asintió apresurado y salió del gran salón, dejando tras de sí una sombra de inquietud.

Yo también debería irme. Había visto suficiente. Sabía que la manada estaba en un estado más frágil de lo que aparentaba. Y sobre todo, sabía que Damon no era el mismo.

Pero mis pies no se movieron.

Él tampoco se había ido.

Permanecía junto al fuego, con los brazos cruzados y la mirada clavada en las llamas. Su postura rígida delataba tensión, pero había algo más en su expresión… Algo que nunca había visto en él antes.

Cansancio.

No físico, sino algo más profundo.

Por un instante, la imagen del Alfa cruel y despiadado se resquebrajó ante mis ojos, y en su lugar quedó un hombre al borde de algo peligroso.

Y fue entonces cuando lo sentí.

Un tirón, un latido débil en el centro de mi pecho.

El vínculo que debería estar roto… todavía estaba allí, susurrando su existencia en lo más profundo de mi ser.

Mi determinación flaqueó.

Pero solo por un segundo.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App