El amanecer apenas despuntaba cuando llegué al campo de entrenamiento. La brisa fresca acariciaba mi rostro mientras observaba el espacio vacío, disfrutando del silencio que pronto se rompería. Había elegido esta hora temprana a propósito; quería familiarizarme con el terreno antes de que los demás llegaran.
Respiré profundo, dejando que el aroma del bosque cercano llenara mis pulmones. Cinco años atrás, jamás habría imaginado estar de vuelta aquí, en el corazón del territorio que me vio nacer y luego me expulsó como a una paria. Pero la Lilith de entonces ya no existía.
Comencé mi rutina de calentamiento con movimientos fluidos, sintiendo cada músculo despertar bajo mi piel. El entrenamiento matutino era sagrado para mí; me había mantenido viva cuando todo lo demás intentaba destruirme.
—Veo que madrugas.
Su voz me atravesó como una corriente eléctrica. No necesitaba girarme para saber quién era. Damián. El Alfa. Mi antiguo destino. Mi actual enemigo.
Continué mis movimientos sin inm