El águila La miro salir de la ducha, las gotas de agua en su cuerpo, me gustaría ocupar su lugar. Le ofrezco una braga y una blusa que resalta bien su pecho. - Vístete. Ella se da la vuelta para poder vestirse. - La primera regla: nunca sientas vergüenza de mí. - La segunda regla: siempre vístete frente a mí y sin darme la espalda. Así que mira aquí y quítate la toalla para vestirte. Ella me mira de frente y se desata la toalla, miro ese cuerpo desnudo frente a mí: sus enormes pechos bien firmes que me tienden la mano, sus nalgas que se pueden vislumbrar detrás de ella, intenta ponerse rápidamente su braga. - Detente. Ella se detiene y me mira con una pregunta muda. - Gira sobre ti misma para que contemple tu cuerpo. Ella gira sobre sí misma y aprecio a esta magnífica diosa frente a mí. - Eres magnífica, querida. Ella no me responde. - Acércate para que te ayude a vestirte. Ella se queda bloqueada, sin querer acercarse. - Regla n. 3: haz siempre lo que te pido. Acércate. Sibelle es una joven muy hermosa, que es secuestrada por los hombres de un mafioso: el temible Águila Real, él es implacable. ¿Sabría Sibelle adaptarse a esta vida? ¿Y podrá ablandar el corazón endurecido del águila real? Sígueme para saber qué le sucederá.
Leer másSibelle
¿Qué ha pasado para que me encuentre aquí encadenada con otras chicas, en celdas insalubres?
- Andrea, ¿dónde está mi amiga?
- Andréa, ¡Andréa!
- Estoy aquí, Sibelle.
Ella está en la misma celda que yo, pero justo detrás. Ella se lanza a mis brazos tirando de la cadena que limita sus movimientos.
Empieza a llorar y yo también.
- ¿Estás bien?
- ¿Qué ha pasado?
- Nos han secuestrado.
- Snif, snif, snif, ¿qué nos va a pasar?
- Cálmate, vamos a salir de esta.
- ¿Cómo? Estamos todas encadenadas, ¿quién nos va a salvar?
Escuchamos llegar a unos hombres armados, abren las celdas, entran y comienzan a arrastrarnos y a sacarnos de la celda.
- Avancen todo recto.
Avanzamos, somos aproximadamente unas veinte. Le pregunto a una chica cercana:
- ¿Cuánto tiempo llevan aquí? Yo soy Sibelle, ¿y tú?
- Me llamo Lupita, estoy aquí desde hace 3 días, vine a buscar a otras que estaban aquí desde hace una semana. Según las conversaciones, estaban esperando a que fuéramos muchas para hacer la venta en la subasta.
- ¿Qué? ¿Nos van a vender? Que la virgen de Guadalupe nos ayude.
- Cállense allá, avancen en silencio. Las que son vírgenes, a la derecha; las otras, a la izquierda, porque vamos a verificar.
Una joven rubia de aproximadamente 16 a 27 años sale del rango conmigo, las demás van al otro lado. Estoy separada de Andréa, nos miramos con lágrimas en los ojos.
- Estará bien, Sibelle, vamos a salir de esta, de acuerdo, haré todo para encontrarte.
Llegamos a una gran sala, en el medio hay una mujer de unos cincuenta años que nos muestra a dos chicas:
- Vayan a lavarlas, depilación definitiva con láser como de costumbre, deben estar más que bellas, debemos sacar el máximo de dinero posible.
Nos conducen hacia un gran baño.
- Desvístanse.
Ellas llenan una bañera, nos colocamos una tras otra, lavadas, secadas, instaladas en una mesa para la depilación láser.
- Disculpen, ¿duele?
Ellas estallan en risas.
- Aquí seguramente te dolerá, pero no menos que donde vas, eso es lo que debería preocuparte. Basta de charlas, cállate y déjanos trabajar, el tiempo apremia.
El gran jefe no tardará en llegar. Todo debe estar listo. Me recuesto y la dejo hacer su trabajo, recuerdo lo que me llevó aquí.
Con toda esta agitación no me he presentado: me llamo García Sibelle Hernández, tengo 21 años, estudio en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estoy en mi segundo año. Salí el sábado por la noche con Andréa para apoyarla porque normalmente no me gusta salir, pero esa noche ella me obligó un poco.
Y aquí estamos, siendo vendidas como esclavas.
¿Dónde estamos? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde el secuestro? ¿A dónde vamos?
Sibelle Hernández, no importa el tiempo que tardes en esto, tendrás que salir algún día, no iré sin ti.
- Andréa, sabes que no me gusta ir a esos lugares llenos de gente, no me sentiré cómoda.
- Nunca has estado allí, ¿cómo puedes saber si no te gusta?
- Lo sé, eso es todo.
Oigo la voz de nuestro amigo en común: Rodrigo.
- ¡Eh chicas, por qué siguen en el baño, apúrense, si no vamos a perder los mejores lugares!
- Ya vamos, ten un poco de paciencia, ¿de acuerdo?
- ¡Dada! ¿Qué te parece, Rodrigo?
- Está magnífica, esa mini falda te queda de maravilla.
- Gracias, Rodrigo, es amable.
- Entonces, ¿podemos ir?
- Sí, podemos ir.
Bajamos del piso donde está nuestro dormitorio, tomamos el coche de Rodrigo, la discoteca no está muy lejos. Llegamos rápidamente, son las 11:30 p.m., el lugar está lleno, buscamos un buen sitio para sentarnos. Rodrigo se va a buscarnos algo de beber. La música está fuerte, demasiado fuerte para mí, pero es muy bailable.
El ambiente es bueno, después de unos tragos, decidimos ir a bailar.
- Ven, Sibelle, sé que te gusta esta canción.
- Vamos.
Nos movemos al ritmo de la canción de Kenzy Girac: "passito".
Siento dos manos en mis caderas y un hombre que se acerca a mi trasero.
Hay que decir que tengo un trasero enorme, que siempre atrae miradas, pero los hombres no me interesan ahora, prefiero dedicarme a mis estudios. Me dicen que soy muy bella, pero creo que eso es subjetivo, la belleza.
Vengo de una familia de dos hijos: mi hermana pequeña y yo. Somos muy creyentes en la familia. Mis padres, desde pequeñas, nos inculcaron valores morales: tener temor de Dios, amar al prójimo, no desear el mal a nadie, incluso si es tu enemigo. He crecido en esta atmósfera de alegría y devoción.
Conozco a Andréa desde la escuela primaria, ella es un año mayor que yo, es extrovertida, muy divertida, siempre me pide que salga de mi zona de confort.
Nos movemos en la pista de baile, regreso a nuestra mesa para saciar mi sed. Antes de volver a bailar, ¿quién lo hubiera creído? Adoro bailar y me encanta el ambiente.
- Para alguien que no quería venir, te estás divirtiendo, ¿eh?
Estoy un poco ebria, me siento frente a ella sonriendo.
- Me encantó bailar, deberíamos venir más a menudo.
- No sería un problema, regresamos el próximo sábado, dice Rodrigo que viene a unirse a nosotros acompañado de un hombre todo musculoso.
A él le gustan así, con un montón de músculos. Rodrigo es gay, sus padres, unos ricos, lo han repudiado por sus inclinaciones hacia los hombres, su padre lo llama "mameleta". Siguen el mismo camino que nosotros, es decir, contabilidad y gestión, en esta universidad gracias a una beca.
Salimos de la discoteca moviendo el cuerpo, Rodrigo se ha ido, se fue con el “señor músculos”.
- ¿Qué hacemos ahora?
- Vamos a caminar, no está tan lejos del campus.
- Pero yo no quiero caminar.
- No tienes otra opción, ya no hay taxis a esta hora. Ven.
Comenzamos a caminar lentamente, a dos pasos del campus, un vehículo llega a gran velocidad y frena bruscamente frente a nosotras, bloqueando el paso. Tres hombres salen, armados, nos levantan y nos echan en el vehículo.
Me hago pipí, soy una muy grande miedosa, Andréa intenta luchar, pero ellos colocan trapos empapados con un producto en nuestras narices.
Y es la oscuridad total.
Despierto encadenada en una celda.
¿Qué va a pasar con nosotras? Mis padres no se darán cuenta rápido de que he desaparecido, llamo dos veces en la semana. ¿Y Rodrigo? ¿Se dará cuenta de que hemos sido secuestradas? Señor, por su gracia, ayúdanos.
Sibelle- Es una larga historia, ¿quieres alojarme por unos días? ¡Es realmente urgente!- Sí, ¿cuándo vienes?- Hoy, ¿estarás en casa?- Actualmente estoy en clase, ¿te olvidaste de tu horario? Tenemos clases esta mañana. Pero, me saltaré la clase por ti, ¿todavía puedes reconocer el camino a casa?- Sí, ¿nos encontramos allí en dos horas?- Muy bien, si llegas, la llave está escondida debajo de las macetas.- De acuerdo, gracias, hasta luego.- Chao, bebé.Cuelgo y regreso sobre mis pasos, lo más difícil está por venir: convencer a este cabezón de que me acompañe.Tan pronto como entro en la tienda, doy unos pasos y me encuentro con el primer guardaespaldas, ese es como un chicle. Me sigue a todas partes.- ¿Dónde estaba, señorita? El señor acaba de llamar, no puede comunicarse con usted.- Mi teléfono se quedó en el probador. Voy a devolverle la llamada.- Muy bien, señorita.Voy a encontrar a Andréa y ese idiota está justo detrás de esa puerta.- ¿Qué haces detrás de la puerta? ¿Q
Angèle¿Por qué no aprovecharlo? Cierro los ojos para apreciar su toque.Después de nuestro baño, nos vestimos para ir a la cama. Él levanta la colcha para que me deslice dentro.Afortunadamente para mí, no intentó nada. Pasamos una buena noche de sueño.Esta mañana es mi última mañana aquí. Al despertarme, él ya se había ido. Pero se tomó la molestia de dejar una tarjeta para nuestras compras. Revuelvo entre las cosas y recupero todo lo que se puede vender: las joyas, la ropa que no he usado aún. Meto todo en una pequeña bolsa y me lavo para salir.Decido ir a buscar a Andréa, para que desayunemos juntas antes de irnos.La encuentro en su oficina como de costumbre. Esta pequeña reservada tiene cuentas que rendirme.- Hola, tú, la reina de los secretos.Tienes cosas que decirme y vas a contármelas todas, en los más mínimos detalles.De lo contrario, te sacaré los ojos.- Hola a ti también, la reina de los problemas. Siempre buscas pequeñas cosas.- ¿Puedes decirme a dónde desaparecist
SibellePrefiero no decirle nada a Andrea, para que no intente disuadirme.Me doy una ducha y descanso un poco. Dos horas después, bajo a cenar. Me encuentro con Jenifer y El águila en el primer salón antes de llegar al comedor, me quedo congelada ante el espectáculo que veo. Este señor es realmente insaciable: Jenifer le está haciendo una felación. Ella está de rodillas mientras él está sentado en el sofá mirándola con fiebre. Su mirada se cruza con la mía y me apresuro a dejarlos solos.Me siento en mi lugar habitual y empiezo a comer sin esperarles.Me unen veinte minutos después.Jenifer, con su peinado desordenado y su lápiz labial dañado, se sienta en su lugar y comienza a comer. El águila se dirige a mí:- ¡Podrías habernos esperado! ¿Qué es tan urgente?- Nada, tenía hambre, no podía esperar.Como rápidamente y decido levantarme de la mesa.- Espérame, vamos a trabajar juntos en mi oficina.- Estoy realmente cansada, ¿no podemos hacerlo mañana?- ¿Quién es tu jefe?- Nadie.-
Sibelle- No, ¡estaba con un chico guapo!- ¿Qué? ¿Qué chico?- Por ahora es un secreto.- ¿Un secreto?- ¿Puedes dejar de repetir todo como un loro?- ¿Dices que tenías una cita con un chico?El águila- ¿De qué mala noticia hablas?- Me pediste que investigara sobre los ataques al almacén y al laboratorio. Tengo en mi poder toda la información sobre los financiadores. Te sorprenderá lo que he descubierto.- ¡No vamos a pasar la noche aquí!¿Qué has descubierto?- Conoces muy bien a tu enemigo, ¡es tu futuro suegro!¿De quién hablas?- ¿Cuántos futuros suegros tienes?- ¿Hablas de Célestin Zapata? ¿El don de Colombia? ¿El padre de mi supuesta prometida?- ¡Él mismo!- ¿Pero qué razón tiene para hacer esto? Pronto seremos socios.- ¿Tienes pruebas?- ¡Por supuesto!Me entrega un sobre que revela fotos, videos, grabaciones de voz. Reconozco que es él en las fotos, en los videos y es su voz en las grabaciones.- ¿Cómo obtuviste todo esto?- Desde el principio de su asociación, nunca le
SibelleVoy a mostrarle también que tengo algo que él codicia: mi juventud, mi dulzura y sobre todo mi valor. Tú también te arrastrarás a mis pies.Después de haberme encontrado desnuda, ya no me molesto en esconderme. Al contrario, me acerco a él, lentamente, con este pecho que se mueve a cada paso, subo lentamente a la cama, la posición que tomo le da una buena vista de mis dos pechos pegados uno al otro.Al verme así, tomando todo mi tiempo para acercarme a él lentamente, se lame los labios que se vuelven repentinamente secos. Al llegar a su nivel, levanto la sábana para deslizarme dentro.Él se desliza detrás de mí y me abraza, siento su larga polla entre mis nalgas.Me dejo llevar en los brazos de Morfeo.Me despierto esta mañana, con las agujetas de la noche anteayer. No me duele más hoy que ayer. Ahogo un gemido cuando me incorporo. El águila acaba de salir de la ducha, es tan hermoso, pero tan cruel. ¡Eso le quita mucho a su belleza!- ¿Qué pasa? ¿Te duele algo?¡Le lanzo una
Sibelle- Estás enfermo, deja de alentarlo en sus tonterías. ¿Te parece normal lo que hizo?- Claro que no, es tan... irrealista. Me pregunto cómo te sientes contigo misma. Esta situación es realmente caótica. Debiste hacerlo entrar en cólera para que se comportara así.- ¿Por qué siempre me acusas a mí?- Porque no me escuchas. Siempre haces lo que quieres. Se suponía que debías calmarlo. Pero, ¿qué hiciste en su lugar? Lo hiciste entrar en una furia aterradora que lo llevó a hacer lo que hizo.- Pero tengo derecho a decir lo que pienso sobre sus acciones. No soy un robot para hacer al pie de la letra lo que me pide.- ¡Qué tonta puedes ser a veces! Hay que atraer a las moscas con azúcar y no con vinagre.- Lo siento, cariño, pero nunca me voy a callar. Si no estoy satisfecha con algo, siempre lo diré. No importa lo que me haga, no me callaré.Ella se quedó en silencio y me miró por un buen rato.- Te entiendo, pero a veces hay que saber hacerse la tonta. Mira a Jenifer, a ella no le
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