- Te quedarás así toda la noche, tendrás suficientes orgasmos para todo un mes.
- Por favor, señor, no volveré a hacerlo.
Salgo de su suite y me dirijo al ascensor para ver a Sibelle en su habitación, ella está en el piso de los empleados, habitación 10 según Marta. Abro lentamente la puerta, primero veo a su amiga, luego, a ella.
No está acostada en la cama, la miro, es magnífica, miro su cuerpo, sus cabellos son muy largos y rubios, su rostro es fino, es muy tarde pero no logro dormir, miro sus senos tan grandes, tengo ganas de lamerlos, de succionarlos, con su vientre plano, mi mirada desciende hacia el triángulo de su pubis, quiero encontrar allí, poner la mano en su sexo, tocarla y acariciarla, debe ser tan suave, ¿qué me pasa? ¿por qué esta obsesión?
Debo ir a dormir, no podemos seguir así, desde mañana debo resolver esto, tiene que ser mía.
Cierro suavemente la puerta de su habitación. Voy a acostarme en mi cama, una cama demasiado grande para una sola persona, muy fría, necesito su calor, necesito abrazarla.
No sé qué es este sentimiento de falta. Siento que debo verla siempre frente a mis ojos, cierro los ojos y puedo verla, imagino mi boca en sus labios, (soy bastante exigente en cuanto a la propiedad, no me gusta besar a mis parejas).
Pero ella, en cuanto la vi, cuando mis ojos se posaron en su rostro, en sus labios, quise probarlos.
Me despierto esta mañana, mi cabeza está pesada. No he dormido bien, es cierto que normalmente tengo el sueño bastante ligero, pasé la noche pensando y repensando en esta chica.
Y ahora tengo un dolor de cabeza, me lavo y bajo al comedor para encontrarme con mis dos bellas Aïcha y Jennifer.
- Buenos días, mis bellas, ¿cómo están? ¿Han dormido bien?
- Sí, me responde Jennifer con una mirada asesina, he dormido bien, cariño.
- He dormido bien, maestro, responde Aïcha.
- ¿Están listas para trabajar?
- No, no iré hoy, me dice Jennifer.
- ¿Por qué? ¿Estás enferma?
- Sí, me mira todavía muy enojada.
Después de comer, llamo a las tres jóvenes a mi oficina donde encuentro a Mario que me espera.
- Buenos días, Mario.
- Buenos días, jefe.
- Buenos días a todas, no me he presentado oficialmente, me llamo Carlos Castro Vargas, el padrino de la mafia mexicana conocido como el águila real.
Cuando me presenté, las tres abrieron mucho los ojos, atónitas y asustadas.
- Sé que se llama Sibelle, tenemos a Andréa, ¿cómo se llaman ustedes?
- Me llamo Lupita, señor.
- ¿Qué edad tienes?
- Tengo 18 años.
- De acuerdo, Lupita.
- ¿Qué sabes hacer? ¿Asistías a la escuela?
- No, señor, era mesera en un restaurante.
- De acuerdo, ¿te gustaría trabajar aquí? Ayudar a hacer la limpieza y se te pagaría 1000€ por semana.
- Sí, claro, no tengo problema con eso.
- Bien, Andréa, ¿qué trabajo hiciste?
- Señor, estoy en segundo año de contabilidad en la Universidad de México.
- Muy bien, ¿no te importaría llevar las cuentas de la casa y ayudar a la gobernanta?
- No, señor, será un placer.
- Ok, pueden retirarse, déjenme solo con Sibelle. Mario, puedes volver en 30 minutos, por favor.
Cuando las tres salen de la oficina, estoy solo con Sibelle sentada frente a mi silla. Me levanto y empiezo a caminar de un lado a otro, me detengo detrás de su silla y la miro, siento que está muy nerviosa y eso me gusta, me gusta verla así inquieta, pongo mi mano en su hombro y le pregunto si está bien.
- Sí, estoy bien, me responde.
- De acuerdo, y tú, ¿cuál es tu formación?
- He estudiado lo mismo que Andrea: segundo año de contabilidad, de acuerdo.
- Quería proponerte el mismo trabajo que a Andrea, pero el puesto ya está ocupado.
- ¿Qué trabajo voy a hacer?
- Por el momento, te encargarás de mí.
- ¿Qué? ¿Cómo que me encargaré de usted?
- Sí, serás mi asistente personal, ves el último piso, ahí es donde duermo. A partir de hoy, te encargarás de poner todo en orden allá para que todo esté limpio y yo pueda trabajar con tranquilidad.
- No entiendo, señor.
La giro hacia mí para que me mire a los ojos. Me gustas mucho. Sibelle, voy a estar contigo.
- Perdón, pero ¿qué dice? No puedo estar con usted.
- ¿Por qué?
- Porque soy virgen.
- No importa. Sibelle, piénsalo bien, tendrás mucho que ganar si estás conmigo.
- No, señor, lo he pensado bien, no puedo, no quiero.
- Eso ya lo veremos, puedes retirarte.
- Gracias, señor.
En cuanto ella sale de la oficina, Mario entra.
- Entonces, ¿cómo fue?
- No, no aceptó mi propuesta.
- Entonces, ¿qué vas a hacer?
- La obligaré, si no puedo tenerla por las buenas, la tendré por la fuerza, pronto deberá estar en mis brazos. Sí, no veo qué podría quitarla de mis manos, necesito tenerla.
- Cálmate, déjale tiempo para reflexionar.
- ¿Has investigado sobre los padres de las tres chicas?
- Sí, los padres de Lupita están aquí en México. Los padres de Sibelle y Andrea están en la ciudad de Durango, no muy lejos de aquí.
- Póngalos a todos bajo vigilancia. Coloca cámaras en la casa de los padres de Sibelle.
- Se hará.
- Y mándame los videos a tiempo, con eso la tendré, hazlo de inmediato, es urgente.
- OK, me pongo en ello de inmediato.