La llave para escapar de su infierno… La tiene ella. Ella es Alaia Evans, una chica que desde pequeña ha sufrido por los vicios de su padre y el abandono de su madre, pero, aun así, ella sueña con algún día ser libre. Ese sueño se hace cada vez más lejano cuando se convierte en el objeto de la obsesión de él. Sólo su sombra susurra terror. Él es Bastian Lombardo, un mafioso italiano que domina el mundo desde las sombras, acostumbrado siempre a tener lo que desea y él… La desea a ella. La pasión, el deseo y el miedo harán un cóctel letal. Bastian encierra a Alaia en su propio harén, encadenándola a sus deseos y convirtiéndola poco a poco en su deseo, su debilidad y su salvación. Pero su salvación yace ahora como su prisionera. Una prisionera que luchará para escapar de su mundo, pero Bastian se aferrará a ella con desesperación. Incapaz de amar, será capaz de destruir el mundo sólo para tenerla. Ella es la llave para volverlo más humano; él es la cadena que la asfixia, pero ambos desean arder en el infierno del otro. El monstruo está dispuesto a hacer arder el mundo para demostrar su amor. ¿Será ella su salvación o su mayor condena? Todos piensan que ella es su prisionera, pero nadie sabe que es él el que realmente se encuentra… Encadenado a su Piel.
Leer másPOV Alaia:
¿Este es el precio que debo pagar por haber nacido?
Muerdo con fuerza mis labios resecos, partidos y a punto de sangrar. Sinceramente no sé lo que más duele, si mi vida fragmentada en miles de pedazos o cada respiración que escapa de mí.
Mi corazón se encuentra desbocado, casi rompiendo mis costillas debido a la fuerza de su latido. Tengo un miedo feroz, no sé qué será de mí y lo peor aún es que no veo escapatoria.
—¿En serio crees que el jefe acepte a esta mocosa como un pago aceptable? —escucho que pregunta el hombre que se encuentra al volante de esta camioneta que ahora mismo se asemeja a una jaula para mí.
O quizás es mi ataúd de metal.
Su voz gruesa y llena de asco brota de lo más profundo de su garganta. Parece que me considera poca cosa.
Lo miro de reojo a través de mi cabello despeinado que se pega a mi cara y abrazo con fuerza mi cuerpo, queriendo protegerme de estos hombres, pero no creo que esto me ayude mucho. Son dos hombres y yo solo soy una chica de 17 años que no sabe qué está pasando. Aunque quisiera protegerme de la pesada mirada de este par de bestias no podría hacerlo.
Un sonido perfora el monótono silencio y casi logra arrancarme un grito. Es una risa tan profunda y malévola como si saliera de las entrañas del infierno.
El miedo se intensifica.
—Créeme, James, él encontrará una muy, muy buena ocupación para ella.
Esas palabras contienen veneno.
La larga pausa y énfasis en la palabra "ocupación" me da a entender que tiene un significado retorcido y una amenaza mortal. Algo espantoso se oculta detrás, yo lo sé.
En ese momento, la mirada de ese hombre se detuvo en mí mientras una sombra vulgar se pasea por esa mirada asquerosa. No sé lo que pasa por su mente, pero puedo decir que me revuelve el estómago y me hace sentir enferma.
—Seguro que habrá hombres que pagarán muy bien por lo que ella tiene entre las piernas —soltó, lamiéndose los labios lentamente.
¿Q-Qué?
Un escalofrío me recorre toda la espalda hasta la raíz del cabello y las alarmas en mi cabeza empiezan a sonar. Quiero creer que eso que dijo este asqueroso hombre no tiene ese significado que creo que tiene.
—¡Estás loco, hombre! —exclama el hombre que habló primero sin apartar la mirada del camino—. Mírala —me señala con una de sus manos libres—. Está sucia, desnutrida, ni pechos tiene debajo de esa ropa mugrienta y huele mal... —Su gesto se torció en una mueca de desagrado total y, por algún motivo, me siento avergonzada—. Nadie pagaría nada por ella y el jefe nos matará porque no recuperamos su maldito dinero...
¿Cómo terminé aquí?
Mis ojos escuecen, alertando sobre las venideras lágrimas que quieren escapar. Tengo ganas de llorar, queriendo no creer lo que está pasando, quiero pensar que esto es una pesadilla. Ahora mismo me encuentro en una camioneta negra entre dos hombres: el conductor al frente y el otro a mi lado en los asientos traseros, mientras yo quisiera desaparecer completamente de la faz de la tierra.
Mi mente es ahora una caótica tormenta. Mi padre, el ser que me dio la vida, fue el causante de todo esto. Una deuda suya por sus vicios incontrolables me tiene aquí; a él no le importó lanzarme al abismo entregándome a estas bestias como forma de pago. Ignoró por completo mi cruel destino.
El hombre repugnante bufa y suelta una sonora carcajada que para mí es cruel y retorcida.
—¿Crees que nadie la comprará, James? —le pregunta el hombre con sorna—. Hay muchos que querrán hacer un desastre de esta chiquilla... —Sus ojos asquerosos se posan en mí, prometiendo cosas aberrantes—. Incluso yo haré fila para tener un poco de ella...
Frunzo el ceño al sentirme confundida y aterrada por sus extrañas palabras. Mi estómago se encoge de manera dolorosa. Es aterrador y horrible todo lo que oigo. El miedo me devora por dentro, pero siento la necesidad de saberlo.
—¿Cuál será mi destino? —alcanzo a preguntar con apenas un hilo de voz y temblando más que un papel a punto de ser rasgado.
Los hombres se quedaron en completo silencio. En un momento, mi mirada se pega al espejo retrovisor y capto la mirada incrédula del chófer posada en mí.
—¿En serio no sabes? —me pregunta el tal James con cierto tono de burla y crueldad—. Estarás dedicada enteramente a la diversión de los hombres...
¿Diversión de los hombres?
Entrecierro los ojos y aprieto los labios hasta sentir que me arden. Un terrible mal presentimiento se aloja en mi pecho. Sinceramente, no sé a lo que se refiere, pero, por el tono malicioso que ha utilizado, sé que oculta cosas sombrías y con una oscuridad horrible.
De la nada, una mano pesada, extrañamente cálida, se deja caer sobre mi rodilla. El aire se atora en mis pulmones y un grito de sorpresa se atasca en mi garganta. Es ese hombre, ese hombre cuya mirada se desliza asquerosa y sucia sobre mí.
—Podríamos probarla primero —sugiere el hombre, con esa voz repulsiva que se halla tan cerca, haciendo que casi me den arcadas—. Hace algún tiempo que no poseo a una mujer y creo que estoy algo urgido.
¿Poseer?
Esa palabra resuena en mi mente como un aterrador relámpago.
—Estás loco —comenta James con rudeza y repulsión—. ¿La calentura te ha fundido el puto cerebro?
Alejo mi pierna de su toque como si quemara mi piel, me arrimo frenéticamente hacia la puerta del auto. Quisiera con desespero abrir la maldita puerta y lanzarme sin importar que el auto esté en movimiento, pero, aunque mi vida sea un cúmulo de desgracias y miserias, la quiero con frenesí.
Quiero vivir.
Ante mi repentina acción, el hombre me mira y sonríe relamiéndose los labios, casi como si pudiera saborearme. Asqueroso.
—¿Qué pasa? —pregunta el hombre de gran repugnancia—. No pongas esa cara de estúpida, no es como si no hubieras hecho esto antes.
Frunzo el ceño, mirándolo con miedo, como un animal enjaulado.
—¿H-Hacer qué? —mi voz sale en apenas un susurro tambaleante.
Un silencio profundo y espeso se cierne sobre el auto. El hombre asqueroso (del cual no sé su nombre) me mira con sospecha y duda. Casi parece que su mirada me traspasará.
—Sexo —habla con crudeza, cortante y directo, con una sonrisa ladeada que no llega a sus ojos—. Deja de hacerte la tonta, hablo de follar, coger, tener sexo —se ríe de manera desagradable—. ¿Me dirás que nunca has estado con un hombre?
Sexo... Así que era eso.
Trago grueso con dificultad y siento un sudor frío en mi piel. No es que me haga la tonta; la verdad sí lo soy, un poco. A duras penas pude terminar la primaria y la secundaria fue solo un sueño fallido debido a mi padre y sus amadas botellas de alcohol. Mi compañía solo fueron algunos libros viejos que no me explicaron mucho, pero sí lo esencial. Quizás por eso mi ignorancia es tan grande.
En mi vida aislada, no he tenido mucha información y, aunque he oído hablar del «sexo», no ha sido suficiente la información que he recibido. Lo que los demás dan por sentado referente a ese tema, yo lo desconozco por completo.
—Yo... Yo nunca he hecho algo así...
Mi confesión parece caer como una bomba destructiva que deja a su paso una atmósfera pesada y tensa en el auto.
¿Acaso dije algo malo? ¿Empeoré mi terrible situación?
—¿Estás diciendo... —Es la voz de James la que rompe el tenso silencio, la misma se halla llena de incredulidad y asombro—...que eres virgen, mocosa?
Ladeo mi cabeza, tratando de adivinar qué decir. Siento que cualquier movimiento en falso podría ser mortal. La mirada de James a través del espejo retrovisor parece que quiere atravesar mi cráneo.
—Parece que sí eres tonta... —comenta él en medio de un suspiro—. ¿No has tenido sexo con ningún hombre en toda tu vida? ¿No has dormido con algún hombre?
De eso estoy segura...
—No —respondo, segura de ello—. Nunca he tenido sexo con nadie.
Mi confesión parece volver a arrasar con todo, pues el silencio vuelve a reinar dentro del vehículo. James desvía la mirada y observa a través del espejo retrovisor a su compañero; ambos parecen comunicarse en silencio. No sé si lo que dije fue correcto, pero es la verdad. La información que tengo acerca del sexo es tan vaga e ineficiente; he oído que es una danza oscura, llena de caricias prohibidas que transmiten deseos íntimos que nunca, jamás, he experimentado en mi vida.
En eso, veo a James asentir lentamente y el otro también lo hace.
¿Qué...?
Me pongo alerta cuando veo que el hombre a mi lado se mueve. Mi corazón parece que va a explotar en cualquier momento, pero no parece querer acercarse; más bien, busca algo en sus bolsillos y veo atenta cómo saca su teléfono, pero su mirada pegajosa no se separa de mí. La luz del dispositivo crea una ligera luz en el ambiente oscuro.
—Señor... —lo escucho hablar con mucho respeto por teléfono—. Hay algo que necesita saber...
Algo me dice que ese con el que habla este tipo es el jefe del que tanto han hablado, y es por ello que hablan con tanto respeto. No sé por qué ellos empezaron a comportarse extraño desde el momento en el que yo dije que jamás había estado con ningún hombre, pero tengo el presentimiento de que mi inexperiencia me llevará por laberintos desconocidos.
Mi destino en este momento parece un complejo laberinto, pero también parece estarse tejiendo como las telarañas húmedas y viscosas de una araña que me envuelve por completo. No me importa a dónde vaya; mi vida siempre ha estado arruinada, totalmente rota, no conozco nada además de la pena y la tristeza, pero aun envuelta en miseria, hay una pequeña chispa de esperanza en mí. Sé que hay algo mejor que esto. Por eso...
Haré lo que sea para sobrevivir…
POV Alaia:Bien, él se fue. ¿Ahora qué?Me remuevo, incómoda, atrapada en el sepulcral y frío silencio de la habitación. Jugueteo con mis manos sin saber precisamente qué hacer y de reojo observo a la mujer de pie frente a mí.Una señora de unos cuarenta y tantos años, pero su piel permanece tersa y sana; el cabello castaño, casi rubio, se encuentra atado en un perfecto moño bajo y esos ojos azules tan fríos como el hielo me miran de pies a cabeza para luego dibujar en sus delgados labios una mueca de inconformidad.Tal parece que ella ha concluido que no soy suficiente y, al solo ver este lugar, sé que es así.—Bueno, señora... —me tenso de pies a cabeza debido a su última palabra, pero consigo disimularlo—. ¿Podría decirme, si no es inconveniente, qué edad tiene usted?Hago una mueca inevitable. Es tan raro que una persona visiblemente mayor que yo me hable de manera tan formal y encima me llame "señora".Supongo que debo acostumbrarme a esto.Trato de sonreír con amabilidad, pero e
Narrador Omnisciente El ocaso pintaba con tonos rojizos y ocres el pintoresco paisaje del mágico Palermo; aquel cuadro majestuoso auguraba la llegada de la noche. Mientras la ciudad se preparaba para la penumbra, una comitiva de camionetas negras se abría paso por un camino distante hacia la aislada villa de Lombardo, una mansión similar a un palacio y tan protegida como una fortaleza.Alaia Evans, desde la ventanilla del auto, solo podía observar cómo se desvanecían poco a poco los edificios de estilo barroco y las casas ornamentadas, para dar paso a enormes árboles que daban la bienvenida a un bosque.Su paseo había sido más largo de lo previsto. Ella había tenido que luchar con el hombre para que no comprara la librería completa y también pasearon por las calles de la ciudad. Bastian, extrañamente, parecía emocionado con enseñarle la belleza de su tierra.Alaia no pudo evitar quedar hechizada con cada rincón que él le revelaba, pero también sintió que aquello no eran más que caden
2 meses después...POV de Alaia:Nunca pensé que mi vida cambiaría de una manera tan radical.Mi mirada fascinada se enfoca en las calles que pasan fugaces a través de los vidrios oscuros de la camioneta en movimiento. Las bellas edificaciones traen un aire nostálgico y los susurros de un pasado que aún sigue presente. Son edificios de diseño antiguo, pero se alzan impecables y hermosos. La verdad, todo lo que he visto los últimos meses me ha dejado sin aliento.Ni en mis mejores sueños pensé que viajaría tanto y recorrería tantos caminos maravillosos. Lombardo me llevó a recorrer casi todo Estados Unidos, vi paisajes que jamás me hubiera imaginado y me maravillé con la belleza de mi propio país. Claro, una "rata" que siempre vivió en las sombras quedó cegada por tanta luz, pero ha sido un viaje agotador.Me pareció un sueño más que la cruda realidad. Una noche dormía en un hotel en Nueva York y a la siguiente estaba admirando las coloridas calles de Las Vegas; un día me deleitaban la
POV Alaia:Esto no deja de sorprenderme.Mi mente divaga, al igual que mis ojos, que se distraen fácilmente con la belleza lujosa y suntuosa del lugar en el que me encuentro. Hay pinturas de diferentes paisajes que capturan mi atención, y es lo mejor mientras aguardo en silencio el veredicto de aquella grosera y arrogante mujer.Ni siquiera sé su nombre.La idea de entrar a la guarida de Lombardo no me entusiasma, porque aún estoy digiriendo este remolino intenso después de toda esta locura de acontecimientos, pero sé que es inútil negarme.Yo fui mi propia juez y di una sentencia que aún no sé si fue la correcta. Ahora le pertenezco a él. Mi mente se aclaró de su desesperada neblina y puedo pensar con algo de claridad.Seguiré este peligroso juego y cada una de sus reglas, pero solo lo haré hasta que encuentre la manera de escapar de él. Tengo que pensar seriamente a dónde iré. ¿Qué haré para ganarme la vida? ¿Dónde podré estar en paz? Quiero estar lejos de todo, incluso de los malos
POV Bastian: Creo que... me he enloquecido por completo. La calada que le doy a mi habano es tan profunda como el mar de pensamientos que desordena mi mente. El aire denso sale por mis fosas nasales, dejando un leve ardor a su paso, pero nada de lo que he hecho me da las respuestas que necesito. ¿Por qué diablos acepté a esa mocosa? ¿Esa mocosa que ni siquiera le llega a la fragancia de una mujer? Siendo franco, no hay una maldita respuesta a toda esta locura. Diciendo la cruda realidad, esa niña no tiene el más mínimo atractivo. Estaba hecha un completo desastre. Sucia, descuidada, su cabello tan opaco y carente de vida, su piel tan pálida como un papel y carente de algún atisbo de vida. Su cuerpo tan pequeño y frágil, sin curvas, sin nada. No es mi tipo, definitivamente no lo era. "Estoy dispuesta a pertenecerte. Seré... tuya". Esas palabras tan peligrosas, pronunciadas con aquella mirada fija en mí, desatan en mi interior una intensa satisfacción casi insana. Esos ojos. ¡J
POV Alaia:Inevitablemente, mis ojos quedaron atrapados en los suyos, de un vibrante azul profundo, enmarcados por densas pestañas oscuras que contrastaban con su piel nívea. Ese sedoso cabello rubio, como hilos de oro, se veía tan suave que casi deseé tocarlo; largo en la parte superior y perfectamente corto a los lados. Sus facciones eran tan perfectas que parecían haber sido esculpidas por las manos angelicales de un escultor obsesionado con la belleza. Desde la nariz hasta su mentón, pasando por sus labios (no tan carnosos, pero sí bien definidos), todo en él era tan perfecto que ni siquiera la palabra bastaba para describir la abrumadora belleza del hombre frente a mí. Pero...Es intimidante.Es tan alto que sentí que podría aplastarme con un pisotón. Mi cuerpo se estremeció involuntariamente al sentir su tacto firme, aunque no violento, sobre mi mentón. Sus ojos recorrieron mi rostro con libertad, pero no pude adivinar sus pensamientos, pues su expresión era completamente neutra
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