Renatto Corleone se convirtió en uno de los jefes de la mafia a corta edad. Tras sufrir la traición de la mujer que le prometieron en matrimonio y de la mujer que amaba, se juró que en cuanto pudiera se vengaría de ambas, mientras se dedicó a hacer crecer su imperio. Ocho años después de ese acontecimiento que lo cambió, su hijo apareció frente a sus ojos y está dispuesto a darle el mundo, pero para ellos debe cuidarlo de sus enemigos y decide contratar una tutora que lo eduque en la seguridad de su mansión, sin embargo, la elegida no es lo que él esperaba. Isabella Fugatti es una mujer joven que ha pasado por mucho, la vida la endureció y perdió el miedo incluso a la muerte, porque ya pasó por ahí un par de veces. Cuando el capo de la mafia calabresa la pide para que sea quien eduque a su hijo no duda en aceptar, aunque eso signifique terminar en medio de los leones y de un baile con la muerte misma, porque ella también tiene secretos oscuros. Sin embargo, ambos terminarán involucrados más de lo que esperan por aquel pequeño niño que deben proteger y, en medio de todo eso, algo parecido al amor podría nacer, solo que uno no cree en este y la otra dejó de pensar en cuento de hadas hace mucho tiempo. ¿Qué resultará de esta unión?
Leer másEl auto negro de vidrios tintados entra en la propiedad con una lentitud cautelosa. No es normal que una mansión de esa envergadura tenga las puertas abiertas sin seguridad en ninguna parte, pero Barzini sabe que no es así, por eso va tranquilo frente al volante, es su compañero que va adelante quien tiene miedo.
Renatto Corleone no es de los que deje nada al azar.
Cuando llegan al frente de la casa, dos grupos de ocho hombres cada uno rodean los autos, ve cómo sacan a su compañero y lo lanzan al suelo, en cambio él baja sin temor y ve al hombre que lo apunta a la cabeza.
—Traigo una joya preciosa para tu jefe.
—¡Es mejor que te vayas, esta casa es propiedad privada! —Barzini solo sonríe y mira a su alrededor, ubicando a su primo en la entrada, quien observa con curiosidad.
—¡Riccardo! —lo llama y el hombre abre los ojos—. Traje lo que te prometí.
—¿Es en serio? —le dice acercándose al auto. Armin abre la puerta y Riccardo mira a los ojos del niño frente a él.
—No tengas miedo, aquí estás seguro y nunca más tendrás que huir —anima al pequeño, sin embargo, no hay rastro de temor en su mirada.
—Yo no tengo miedo.
Se baja sin ayuda y camina al lado de Barzini sin darle la mano, Riccardo se queda con la boca abierta y camina hacia ellos alternando la mirada entre el niño y su primo. Cuando llega hasta ellos, el niño lo mira con el ceño fruncido, dejando claro a los hombres que él sabe quién es su padre.
—Hola, pequeño, ¿cómo te llamas? —intenta decirle Riccardo, pero el niño solo se cruza de brazos.
—No pienso decirte nada —responde el pequeño y uno de los hombres lo apunta con un arma.
—¡Ten más respeto, mocoso! —antes de que Riccardo reaccione, una voz oscura se oye como un trueno.
—¡¿Qué está pasando aquí?! —el hombre levanta el arma hacia arriba, un tiro al cielo se escapa y su puño impacta en la nariz—. ¡¿Qué les he dicho acerca de apuntar niños?! ¡Maldita sea, son el futuro!
—Tampoco es que le tuviera miedo —dice el niño, el hombre se gira para mirarlo por primera vez y se queda helado—. Hola, mi nombre es Renatto Alonzo Carnaggio. Tú debes ser mi padre.
—¿De dónde…? —pregunta consternado el hombre y mira a Barzini. En respuesta hace un gesto y sacan del auto a Loretto, la madre del niño. En ese momento el hombre recupera su postura severa y peligrosa, aquella m*****a mujer lo dejó como un imbécil frente a toda la ‘Ndrangheta. Dejó de buscarla cuando se dio cuenta de que perder el tiempo por una mujer no era digno de un capo de la mafia, pero ahora que la tiene en frente, todo lo que ocurrió hace más de ocho años sale como la lava de un volcán.
Se acuclilla frente al niño, quien no muestra nada de temor frente a lo que está ocurriendo. Es su rostro en un cuerpo pequeño, aquella expresión dura es la misma que tuvo él cuando era un niño y reconoce que debió pasar por mucho para ser así. Una sonrisa de medio lado se asoma en el rostro del hombre y nadie de los presentes puede evitar la expresión de sorpresa, porque todos saben que él jamás ha sonreído en circunstancias que no sean sanguinarias. Jamás.
—Así que eres mi hijo… yo soy…
—Renatto Corleone, el actual líder de la mafia calabresa —Renatto se ríe, se pone de pie y le toma la mano.
—Al menos mi hijo sí sabía de su padre —dice mirando a Loretto, quien está con una terrible expresión de terror—. Gracias, Armin. Es bueno saber que mi primo sigue siendo leal a la familia aunque esté en asuntos más legales.
—La sangre antes que todo —Barzini le hace una reverencia y camina al auto porque ahí ya no tiene nada que hacer.
Renatto da una señal y todos los hombres salen del camino para dejar que Barzini se vaya. Renatto camina hacia Loretto, sin soltar al pequeño, y le dice.
—¿Creíste que ibas a escapar para siempre de mí? ¿Qué no me iba a enterar de mi hijo? Creí que eras una mujer inteligente, pero veo que me equivoqué.
—Renatto, por favor… entiende que tuve miedo, yo no quise nada de eso, ¡mis padres me vendieron!
—Puede ser que tus padres te vendieran, pero tú llegaste sola a mi cuarto a abrirte de piernas —vuelve a ponerse delante del niño y le pregunta—. ¿Quieres quedarte aquí en Roma con tu madre o prefieres irte conmigo a San Luca?
—¿Te veré seguido?
—No lo creo, porque mi hogar está en San Luca, solo vendría una vez al mes.
—Entonces, me voy contigo.
—¿Estás seguro? ¿No quieres quedarte con tu madre? —el niño mira a Loretto, quien muestra una clara súplica a su hijo para que se quede con ella, porque es la única manera de salir ilesa de todo eso. Pero el niño solo mira a Renatto y le dice.
—Mientras más lejos de esta señora, mucho mejor.
—Tu palabra sea ley, hijo —Renatto se pone de pie, le entrega la mano de su hijo a su gemelo y Riccardo se mete con el pequeño a la casa mientras le promete que podrá elegir su cuarto. Renatto se para frente a Loretto, la mira con un profundo odio y la toma por el cabello de la nuca—. Eres una infeliz, me alejaste de mi hijo todos estos años, m*****a.
—Sólo lo protegí, no quería que tuviera esta vida.
—Mentira, solo querías la garantía de que no te aplastaría cuando te encontrara, pero has sido tan mala madre que mi hijo no dudó en abandonarte para irse conmigo. Ahora me vas a pagar el haberme engañado con dos hombres a la vez.
—Te haces el engañado, pero no eres más que un desgraciado, un monstruo… ¿Crees que no sé de tu amante? Mientras estabas conmigo, te revolcaste con otra —Renatto entrecierra los ojos y ve la satisfacción de Loretto en sus ojos—. Pero no te duró nada, ella también se fue de tu lado, porque no la veo contigo por ninguna parte.
—Ese no es asunto tuyo —gruñe con los dientes apretados.
—¡El gran Renatto Corleone, heredero de la ‘Ndrangheta, abandonado por dos mujeres al mismo tiempo!
Renatto pierde la paciencia y le da un golpe en el rostro que la manda al suelo. Ella lo ve con horror y él acerca su rostro cargado de una expresión siniestra.
—Podría matarte, pero por ser la madre de mi hijo, te voy a perdonar la vida… aunque no creo que de ahora en adelante le puedas llamar así —se incorpora y de un grito llama a uno de sus hombres—. ¡¡Giovanni!! Llama a los Piromalli, diles que les tengo un hermoso regalo para su burdel más lujoso.
—Sí, señor.
—Espera… —Bella se aferra a su pierna, pero Renatto se aparta de ella como si le quemara—. ¡No puedes hacerme esto!
—Yo puedo hacer lo que quiera con la mujer que me quitó a mi hijo. Deberías estar feliz, después de todo ahora te pagarán por puta, ya no tendrás que hacerlo gratis nunca más.
Renatto se gira sin una pizca de compasión y se mete a la casa, dejando los gritos desesperados de Loretto atrás. Cuando las puertas se cierran, los gritos cesan y él se va directo a la sala, en donde el pequeño permanece de pie, serio y oyendo a su tío bastante animado. Al darse cuenta de su presencia, el pequeño Renatto se gira hacia él y camina con decisión.
—Quisiera saber si puedo comer algo antes de dormir o también me vas a castigar por decirle la verdad a esa bruja.
—Yo no castigo por decir la verdad… aunque depende de las circunstancias —el niño asiente.
—Aprendo rápido.
—Ya veo… vamos a la cocina, aquí nunca pasarás hambre.
Le extiende la mano al niño y este no duda en dársela. Riccardo se queda viendo la escena con una sonrisa, porque espera que la llegada de su hijo ablande el corazón de su hermano… pero eso no pasará, no aún.
Seis años después…El tiempo ha pasado en la mansión sin que nadie pudiera evitarlo, como una brisa suave que poco a poco ha esculpido el destino de los Corleone.Años han transcurrido desde la última gran guerra que libraron contra Daniel y Viktor. San Luca sigue siendo su hogar, la base de un imperio que se ha fortalecido con los años, pero también ha encontrado un equilibro entre el poder y la paz.El sol baña los jardines de la majestuosa mansión Corleone. La vida ha florecido de una manera que Isabella nunca pensó posible. La risa de los niños resuena entre los árboles, creando un sonido que antes hubiera sido impensable en su mundo.Los gemelos, ahora adolescentes, han crecido bajo la influencia de dos mundos: la oscuridad de la mafia y el amor de su familia. Alain, con su astucia y su carácter noble, se ha convertido en un joven carismático y estratégico, capaz de leer las intenciones de los demás con una facilidad aterr
El bautizo de Elena se vuelve el acontecimiento del año. Con tres meses de edad, la pequeña se robó las miradas de ternura de los hombres más rudos y poderosos de Italia. Gerardo Bernardini, el elegido como padrino de la princesa Corleone, se tuvo que pelear con Dante para lograr tomarla entre sus brazos, porque se tomó muy en serio lo de ser su protector.Luego de la ceremonia en la iglesia, la que se hizo con la máxima seguridad posible, todos llegaron a la mansión Corleone para el festejo. Carreras de caballos, manos de póker y tiro al blanco fueron parte de las actividades para honrar a la pequeña.—Al menos ellos tendrán un buen recuerdo de este día —señaló Isabella a su esposo—. ¿Por qué no les demuestras que tienes mejor puntería que ellos, amor? En honor a la princesa de la casa.Y lo hizo, pero Dante nuevamente le dio la batalla, aludiendo que, si no era capaz de vencerlo a él, cómo se supone que sería un buen protector.—Tranquilo,
La mansión Corleone en San Luca está más viva que nunca. La luz de la mañana se filtra por los amplios ventanales, iluminando el mármol pulido y los lujosos pasillos llenos de historia.Renatto camina con paso firme, su presencia imponente impregnando cada rincón. Los hombres de confianza lo rodean, entregándole informes y asegurándole que su dominio sigue intacto.—El respeto hacia usted nunca ha sido tan fuerte, Renatto —dice uno de los capos, con una leve inclinación de cabeza—. Sus enemigos han aprendido la lección. Nadie se atreverá a desafiarlo nuevamente.Renatto asiente con gravedad. Ha derramado sangre para llegar hasta aquí, ha enterrado su pasado bajo montañas de cadáveres, y ahora su poder es indiscutible. Pero mientras escucha los reportes, su mente no está en las estrategias ni en los negocios. Su mundo ha cambiado. Ya no solo lucha por un imperio, sino por algo mucho más valioso: su familia.Después de finalizar la reunión, Re
El amanecer en la mansión de San Luca trae consigo una calma que ha sido extrañamente inusual en sus vidas. La brisa fresca de la mañana entra por los ventanales abiertos, acariciando suavemente los rostros de quienes han pasado la noche en vela.Isabella duerme profundamente en la enorme cama matrimonial, con su pequeña hija en brazos, envuelta en una suave manta blanca. Su expresión es de absoluta paz, un reflejo del alivio y felicidad que siente después de haber dado a luz.Renatto está sentado en un sillón cerca de la cama, observándolas en silencio. Sus ojos, normalmente llenos de dureza y calculo, ahora reflejan algo completamente distinto: ternura, devoción y una emoción que pocas veces se permite sentir.Sostiene un vaso con un poco de whisky, aunque no lo ha probado. No quiere perder ni un solo instante de esa imagen, de esa perfección que se ha instalado en su vida de la forma más inesperada.La celebración por el nacimiento de la nueva heredera de la familia Corleone se ext
El aire en la mansión de San Luca se siente pesado, cargado de una tensión contenida. Isabella camina de un lado a otro en su habitación, sintiendo cada vez con más intensidad las punzadas en su vientre. Sabe que el momento ha llegado, pero no quiere alarmar a nadie todavía. Sin embargo, su cuerpo la traiciona cuando un dolor más fuerte la hace doblarse ligeramente y soltar un jadeo involuntario.Renatto, que está en la habitación junto a ella inmerso en algunos reportes, se gira de inmediato, sus ojos oscuros reflejan preocupación.—Isabella… —se acerca en cuestión de segundos, sosteniéndola por la cintura—. ¿Estás bien?Ella cierra los ojos por un instante, intentando regular su respiración.—Creo que nuestra hija está lista para conocer el mundo —susurra con una leve sonrisa, pero su expresión se contrae de inmediato cuando otra contracción la golpea.Renatto no pierde el tiempo. Sin soltarla, saca su teléfono y llama al médico que
El sol se alza sobre San Luca cuando el avión privado aterriza en la pista de la propiedad Corleone. El viaje desde Suiza ha sido largo, pero tanto Renatto como Isabella están ansiosos por regresar a casa. A través de la ventanilla, Isabella observa la extensión de tierra que marca su territorio, la misma que, a pesar de estar envuelta en peligro constante, ahora representa también estabilidad. Una sensación extraña de pertenencia la invade.Renatto le aprieta la mano con suavidad. No ha soltado su contacto desde que abordaron el avión. Le preocupa que eso pueda afectar su embarazo.—Ya estamos en casa —dice, con una sonrisa de medio lado.Isabella asiente, acomodando su abrigo sobre su vientre, que ya acusa la cercanía del parto. La noticia de su embarazo ha cambiado muchas cosas, sobre todo la forma en que Renatto la protege, casi con una devoción absoluta.Ahora no sólo se enfrenta a enemigos en la mafia, sino también a sus propios miedos
Último capítulo