Alejandro es un psicólogo que trabaja para las FFAA, de un país X , a pesar de ser un profesional, también sirve para las fuerzas de su país, por ese motivo lo mandan a una misión en otra dimensión, él descree de que exista otra dimensión y en principio lo toma como un delirio de su comandante, sobre todo cuando le dice que tiene que rescatar a una chica que es su mujer predeterminada. Él no creía en esas tonterías, sin embargo, aceptó la misión, que le resultaba por demás de desopilante. Su ejército lo planta en la zona donde ella se mueve, pero no le dicen quién es Ellos van a tener varios encuentros, uno en una redada dónde él la deja ir, años después cuando ella estaba festejando su despedida de soltera, borracha, terminan teniendo sexo, pero son desconocidos y por un largo tiempo, no sé vuelven a ver. Esa noche queda embarazada, pero sus vidas toman distintos rumbos, ella se casa con otro hombre y él con otra mujer. Años después, su reencuentro es por demás casual, ya que ella termina siendo paciente de él, ambos creen haberse conocido en alguna oportunidad, y van atando cabos sueltos, la atracción que sienten es tan poderosa, que después de un tiempo terminan siendo amantes. Cuando ella aparece con su hijo de 10 años, en el consultorio porque fue golpeada por su marido, se muere en los brazos de su amante, y es cuando Alejandro se da cuenta de que ella es la mujer que estaba buscando, entonces se abre el portal y ella revive en la otra dimensión.
Leer másAlejandro estaba saliendo de su consultorio, cuando se acercó Germán, él lo conocía bien, eran casi amigos y era el chofer del Brigadier General, Gabriel Venegas, jefe máximo de la fuerza aérea del país.
Estaban dentro de la base militar.
-Señor.
Germán lo saludó haciendo una venia .
Alejandro le correspondió al saludo, lo hizo sonriendo.
.¿Cómo estás?
Le preguntó.
-Muy bien, gracias, te requiere el Brigadier.
-Ok, ¿Voy en mi auto?
Le preguntó, porque eso siempre lo decidía Gabriel Venegas.
Germán negó con la cabeza.
Alejandro se encaminó hacia el auto oficial y subió acomodándose en el asiento trasero, tenía que seguir el protocolo y él lo sabía perfectamente, porque pese a ser psicólogo, también era parte de las Fuerzas Aérea del país.
Pensaba que tenía ganas de tirarse en su sillón, de tomar una cerveza y ver un partido de fútbol, pero no podía, jamás, dejar de ir cuando era requerido, la verdad era que desde hacía algunos meses, el Brigadier General lo mandaba a llamar muy seguido, y él no estaba muy seguro del porqué lo citaba.
Se suponía que él era el psicólogo y era quien tenía que escuchar a sus pacientes, pero muchas veces, en la oficina de Gabriel Venegas, sucedía lo contrario, era Alejandro quien respondía preguntas, lo raro era que las preguntas eran muy concretas y repetitivas.
En un principio pensó que era lógico que Gabriel Venegas, por el puesto que ocupaba, quisiera saber quien era el terapeuta que lo iba a atender.
Al correr de las sesiones, y al escuchar que el Brigadier General no decía mucho y seguía indagando sobre su adolescencia, y preguntaba sobre las zonas donde pasaba sus momentos de ocio, y hasta le preguntaba por sus recuerdos de esa época, dudaba de su propósito.
Luego de sortear a las 3 secretarias y una inspección sobre su persona, llegó a la oficina de Gabriel Venegas.
Se saludaron con el protocolo adecuado.
Luego, Gabriel le indicó a Alejandro, que podía sentarse.
-Alejandro, necesito que recuerdes si alguna vez viste, cuando eras adolescente, cómo secuestraban a una criatura.
Alejandro no esperaba que le preguntara algo así, pero lo atribuyó a algún tipo de obsesión que tenía Venegas.
-No señor, no, que yo lo recuerde.
-Pensalo bien.
Alejandro pensó que ese día en particular, el Brigadier General debía haber recordado algo específico de su propia adolescencia, tal vez ese trastorno se debía a que Venegas sí vio un secuestro y a lo mejor no pudo hacer nada.
Iba a anotar algo en su notebook, cuando su superior siguió hablando.
-No anotes nada, no tengo ningún trastorno, quiero saber si recordás el día que secuestraron a una niña de 4 años y si sabés en qué circunstancia fue.
Alejandro se quedó con su mano en el aire.
-No te asombres, pero cada palabra que anotás en tu computadora, queda registrada.
Alejandro estaba estudiando el panorama.
-No estoy obsesionado con nada, salvo con el supuesto secuestro de una niña, hace 12 años atrás, es que nunca pudimos dar con su paradero.
-¿Y usted piensa que yo vi el secuestro?
-No lo pienso, sé que lo viste, el tema es que no fue violento por lo que no llamó tu atención.
-¿Sabe cómo sucedió?
Le preguntó intrigado.
-Sí, por supuesto, eran tres mujeres, una mujer de unos 40 años y dos mujeres de alrededor de 20 o tal vez menos, tomaron de la mano a una niña, que se había soltado de los brazos de su madre y distraídamente le tomó la mano a una de las jóvenes e inmediatamente se abrió el portal.
Alejandro no anotó nada, pero pensó que decididamente Gabriel Venegas no era un hombre cuerdo, que lo que estaba diciendo era producto de algo que era realidad sólo en su mente, pero que nunca había sucedido realmente.
-A esa niña la tenés que traer de regreso a nuestro mundo.
Insistía con el tema.
El psicólogo decidió escucharlo, para poder aclarar su propia mente y buscar una solución a la obsesión que tenía su superior.
-Rastreamos un video de esa época y en él, se ve que estabas en un bar cercano, con el grupo de tus compañeros de colegio, pero sos el único que estaba mirando hacia dónde sucedieron los hechos.
-¿La madre de la niña no gritó cuando sucedió el secuestro?
-No… ella no fue consciente del hecho hasta que llegó a su casa…
-¿Una mujer que no era consciente salió sola con una niña?
Alejandro quería saber hasta dónde llegaba el invento del Brigadier General.
-Es que suponemos que al pasar, alguna de esas mujeres le debe haber metido una droga en su organismo.
-¿Quienes supusieron eso?
-Los investigadores y la familia, esa mujer, desde ese día está desesperada, ¡Su hija está en otra dimensión!
-Señor… si esa mujer estaba drogada… ¿Pudo haber alucinado eso de la otra dimensión?
-¡No alucinó! Ya ubicamos la dimensión, ¡La tenés que rescatar!
Eran tan seguras sus palabras que parecían certeras.
Alejandro decidió seguir con esa conversación, que para él, no tenía coherencia alguna.
-¿Cómo haría para rescatarla?
-¿Recordaste algo?
El pobre psicólogo buscó algunos recuerdos de su adolescencia, algún detalle que le permitiera recordar el momento que el brigadier General hacía alusión, pero no encontró nada en su mente, porque por más que él siempre prestó atención de lo que sucedía a su alrededor, una niña caminando de la mano de una mujer, no era algo que podría llamar su atención.
-No, no recordé nada.
-Vas a viajar a esa dimensión, allí la vas a contactar, de alguna manera lo vas a lograr, hasta te podrías enamorar de ella.
Alejandro levantó una ceja, pensando que el delirio de su superior, era supremo.
Él no podía reportar nada sin obtener más pruebas, ¡Estaba en juego la nación!
-El plan es que vos te presentes como psicólogo de las F F A A, en un principio también tendrías que ejercer como soldado, y estar en las calles, para encontrarla.
-¿Cómo haría eso?
-Es tu mujer predestinada, se van a encontrar.
A Alejandro no le cabía duda de que Gabriel Venegas estaba mal, que tenía algún delirio, tal vez él se perdió siendo niño o sufrió la desaparición de una hija,
hermana, sobrina o de algún familiar, y se jugaría por decir que se sentía culpable por dicha desaparición.
-No estoy loco, el “avión” ya está preparado, no le podés decir a nadie que existe otra dimensión.
El psicólogo pensó que no se le ocurriría hablar de la locura de Venegas con nadie. -Señor…
Se atrevió a decir.
-Escuchame por un momento, sin tratar de analizarme o de dilucidar que estoy loco.
Alejandro estaba expectante.
¿Se había obsesionado con la película volver al futuro?
Posiblemente secuestraron a alguien cercano y estaba mezclando realidad con fantasía.
-Mirá bien el video que te voy a mostrar.
Segundos después apareció una pantalla frente a él, hasta ese momento estaba resguardada dentro de un mueble.
En ese aparato aparecieron unas imágenes, en la que estaba él, siendo adolescente, dentro de un bar, mirando hacia la calle desde la amplia vidriera de ese lugar, estaba acompañado por 4 o 5 compañeros de clases, recordó ese día, porque se había escapado del colegio, él, particularmente no lo había hecho muchas veces, pero algunos de sus compañeros, los que no lograron ni siquiera pasar el primer examen de ingreso para alguna facultad, sí, ellos solían escaparse a menudo.
También (en el video) vio a una niña que iba de la mano de una mujer de unos 30 años y de repente se soltó, distraídamente de esa mano que la llevaba y siguió caminando, adelantándose unos pasos, ya que la mujer que estaba con ella, de repente se quedó parada sin ningún motivo lógico, pero notó, al mirar el video, que se paró luego de que ese grupo de tres mujeres, una de unos 40 años y dos mujeres que no pasaban los 20 años, chocaron con ella y parecieron hacerlo a propósito y sin dudas debió de ser así, porque segundos después, la más joven de las tres mujeres, tomó de la mano a la niña y, Alejandro creyó estar alucinando, porque vio como aparecía de la nada, una especie de neblina bastante densa que las rodeaba y vio una escalera mecánica, que momentos antes no existía y las tres mujeres con la niña desaparecieron, subiendo esa escalera, que se iba desvaneciendo tan rápido como apareció.
En ese instante, después de ver esa reproducción, recordó o creyó recordar esa situación, de repente nuestro psicólogo estaba confundido.
Ya no le parecía desatinado lo que momentos antes le parecía una locura.
-Quisiera volver a ver la reproducción.
Le pidió Alejandro a Venegas.
Realmente quería buscar detalles en esa imagen, para estudiar si todo eso era una puesta en escena.
En ese momento era fácil crear imágenes, con los programas adecuados, cualquiera podría hacer cualquier cosa.
Alejandro, apasionado como era, la besó como si no tuviera otro propósito en la vida.Un fuego los invadió sin que pudieran retenerlos en la garganta, Rebeca apenas podía contenerse, gozó, saboreó y devolvió cada beso, eso llevó a Alejandro a una excitación que pocas veces en su vida tuvo…- ¿Puedo?Le preguntó mientras le levantaba la blusa para encontrarse con el generoso y túrgido pecho de la bella mujer que tenía en sus brazosSu boca fue hacia el pecho de Rebeca y tal era el fuego que sentía, que, al pretender desabrochar el sujetador, torpemente, como si no tuviera experiencia, le arrancó uno de los ganchitos, partiéndolo en dos.-Perdón…-No importa…Ese pecho era el más delicioso que él tuvo en su boca.Los gemidos sobresalían la habitación.Alejandro sabía que estaban solos, porque pensando que no iba a desaprovechar ninguna oportunidad de estar con Rebeca de una manera íntima, ya le había dicho a su secretaria, que le daba el resto de la tarde libre.Alejandro estaba introdu
-Te pido que no sea inmediato… tengo novia.- ¿Sos imbécil?Leonardo estaba que volaba por el aire.-Explicame.-Ya te hablé sobre ella.Alejandro le dijo que no podía dejarla tan fácil, era una cuestión de humanidad.-No te vuelvas a equivocar.Su padre fue tajante.-Estás en una misión, no lo olvides.-No lo olvido, pero acá también vivimos, sentimos y Alejandra me necesita.-Tenemos que extraer a Rebeca cuanto antes.-Dejame prepararla.-No pierdas tiempo.Leonardo pensaba que Alejandro se estaba equivocando al pedir tiempo para ayudar a esa muchacha llamada Alejandra.Eran muchas las novedades, con premura se dirigió hacia la oficina de Gabriel.-Buenos tardes señor.Todos lo saludaban con mucho respeto.-Buenos tardes, Gabriel.-Buenas tardes, no te esperaba.-Hay novedades.- ¿De qué tipo?-Alejandro.-Decime.-Vamos a otro lugar.Se dirigieron hacia otra oficina, una que pocos tenían acceso.Allí Leonardo lo puso al tanto de todas las novedades.Gabriel estaba emocionado, pront
Rebeca estaba totalmente confundida con ese beso.No sabía que pensar, Alejandro la había besado y ella reconoció en ese beso, a otros besos.¿Acaso él le quiso decir que era ese soldado que la besó aquella vez?Sin embargo, desde lo profundo de su corazón, ella sentía que era más que eso.El aspecto físico de aquel soldado era el mismo que el aspecto de Alejandro y hasta era el mismo del hombre con el que pasó esa noche apasionada y sus besos eran similares.- ¡Maldita sea, no recuerdo mucho de esa noche!Buscó en su celular, las fotos que tomó de la espalda del sujeto antes de salir de la habitación del hotel.Sabía perfectamente que su cara no se veía, ella observó esas fotos miles de veces.No fue madura al no querer enterarse del nombre de aquel hombre y ni siquiera ella atinó a decirle el suyo, por el temor que tenía, al menos le hubiese dicho uno falso.Los dos estaban borrachos ese día, sin embargo, el recuerdo de una pasión que los desbordó estaba en la mente de ambos.Rebeca
-Buenos días, Rebeca.Alejandro la recibió con una sonrisa, como si se hubiesen visto la sesión anterior.Rebeca se sentía inferior a él, de todos modos, estaba molesta.Quería, necesita que él demuestre que le importaba, aunque sea como paciente.-Buenos días, Alejandro.-Sentate, por favor, me dijo Germán que tuviste un percance.¿Solamente un percance?Ni siquiera le preguntó cómo se sentía…Se pregunto, muy molesta Rebeca, no sabía que esa indiferencia, era una táctica.En realidad, no era indiferencia, pero ella lo tomó de esa manera y de repente quiso tener toda la atención de Alejandro.- ¿Un percance? ¡Casi me mata!El psicólogo se dio cuenta de que ella acusó sus palabras, estaba conforme con la reacción de su “paciente”.-Al parecer no me equivoque cuando te dije que tenías que separarte y por supuesto, también divorciarte.- ¡Cómo si fuera fácil!Rebeca estaba mal, Alejandro la estaba haciendo responsable a ella.-No digo que sea fácil… los divorcios son difíciles, tenés qu
-Acomodate en el sillón mientras dispongo de una habitación.-Gracias Margarita, pero no quiero molestarte.-No es molestia, al contrario, estoy muy feliz de que estés aquí conmigo.-Te agradezco, pero Camilo te va a lastimar en cuanto tenga oportunidad.-No le tengo miedo, sé artes marciales, entreno todos los días.-No lo sabía.-Desde mañana entrenás conmigo.- ¿Te parece?-Niña, te tendría que haber enseñado mucho antes a defenderte, me siento responsable.Margarita sintió que se había equivocado, que le tendría que haber dicho desde el principio quien era.Quiso actuar y cuidarla desde el anonimato y no lo logró.Estaba dispuesta a hablar, pero entendía que también tenía que hablar con Germán y con Alejandro, ella le dejó su teléfono a Germán, esperaba que ellos se comunicasen lo antes posible y si no lo hacían, ella, que ya sabía cómo ubicarlos, iba a ir personalmente.Margarita estaba triste, porque no actuó antes, pero tampoco se imaginó que Camilo fuera un sádico, sin corazón
Margarita estaba preparada para ver a Germán y hasta a Alejandro, pero no estaba preparada para ver a Gabito en brazos del chofer de su hermano.Por un momento se extrañó por la situación, trató de reponerse, y con una sonrisa, extendió sus brazos hacia el pequeño.- ¿Margarita Venegas?Preguntó en voz baja, no sabía que estaba sucediendo y se asombró cuando Gabriel, el hijo de Rebeca, prácticamente se zambulló en los brazos de… ¿Su tía abuela?¿Qué estaba sucediendo?-Buenos días, doctor, soy la jefa de Rebeca Fitz, mi nombre es Margarita Venegas, un gusto.Dijo en voz alta, tapando la voz de Germán.Rebeca que estaba aturdida, por tanta anestesia, más el dolor que no se terminaba de ir y a eso se le sumaba que casi no había dormido, no se dio cuenta de la situación.Mientras tanto Germán estaba muy confundido.-Permiso.Dijo entrando al consultorio con el bebé en brazos.- Niña, ¿Qué te hizo ahora ese malnacido? ¡No podés volver con él!-Me caí.Repetía Rebeca, solamente repetía eso
Último capítulo