El ex marido de Rebeca no estaba arrepentido de todo el daño que le hizo, solamente esperaba pasar ese momento para acabar con la vida de todos, incluso con la del pequeño Gabriel.
Casi sin conciencia, pero seguía dominado por el odio, sin siquiera pensar en Agustín, solamente culpaba a los demás y pensaba que Rebeca era merecedora de cada uno de sus golpes ¡Le había sido infiel! ¡La tendría que haber matado en alguna de las palizas que le había dado!
Él se creía con derecho a ser infiel, no sólo con su primera esposa, sino con cualquier otra mujer, como lo había sido.
Hasta sonrió al recordar la cabeza ensangrentada de la bella diseñadora cuando la dejó tirada y se fue del departamento, el odio que sentía era injustificado, él mismo compró su boleto al infierno.
-Hola, amor.
- ¡Alejandro! ¿Está todo bien? ¿Vuelven acá?
-No, vamos a mi casa, tengo que ordenar unas cosas y preparar el viaje de regreso.
-Cuidate.
-Te amo.
-Yo también te amo.
Llegaron a la casa de Alejandro.
Recogieron la