Capítulo 6 Novia

No esperaba lo contrario, cuando en su casa, le dijeron que lo que decidió estudiar, no lo aprobaban.

No hubo lágrimas que le alcancen, para calmar su impotencia.

Controlaban sus actividades, y ella tuvo que postergar por un año sus estudios.

La que la alentaba, era Margarita, ya que, en su taller, le hizo cargo del sector de costura, y la diferencia monetaria, se la abona en efectivo, porque la mujer estaba segura de que, en su casa, le sacaban hasta el último peso que figuraba en su recibo de sueldo.

Mientras tanto, Alejandro seguía con su vida, trabajando en la clínica principal de la ciudad, esa clínica era exclusiva para militares (Y sus parientes a cargo) de las tres fuerzas armadas del país, es decir, tierra, aire y mar.

Afianzó su amistad con Germán, que más que su custodio, parecía su sombra.

Ellos se sentían libres, ya que, a pesar de sus actividades profesionales, no dejaban de lado sus salidas y sus distracciones.

Muy esporádicamente, los citaban para redadas o alguna actividad extra, como para que no se olviden, que, a pesar de ser profesionales, también eran militares.

Por un tiempo, cada tanto, Alejandro recordaba ese cuerpo delgado, con suaves curvas, pero sumamente sensual, que estuvo en sus brazos, sin llegar a nada más, pensaba en ella, sobre todo, cuando se vestía de soldado y se subía al camión que lo llevaba a alguna actividad, que, hasta llegar al lugar, no sabía cuál iba a ser.

Alejandro y Germán estaban trotando alrededor de la cancha de fútbol, como hacían muchas veces, cuando vieron a dos hermosas mujeres, que estaban haciendo ejercicio al aire libre, sin dudarlo, se acercaron para entablar conversación.

En ese momento, Alejandro que ya las había visto con anterioridad, se dio cuenta del parecido que tenían.

Él creyó que siempre veía a la misma, pero indudablemente a veces veía a una y otras veces a la otra.

De cerca no eran idénticas y se las podía distinguir perfectamente.

-Hola ¿Cómo están?

Saluda Germán con mucha simpatía.

-Muy bien.

Le respondió una de las chicas.

-Soy Alejandro y él es Germán.

-Soy Mónica y ella es mi hermana Elisa.

Luego de charlar un rato quedaron en encontrarse más tarde, para salir a tomar algo.

- ¿Será la “predestinada"? ¿Por otro lado, por qué yo tengo una mujer predestinada? ¡No entiendo nada!

Le preguntó Alejandro a su amigo, ya que este también sabía sobre las palabras del General Venegas.

- ¿Sentiste algo especial?

-Que me gustaba, las dos son muy bonitas.

-Es verdad.

-La mujer predestinada es rubia.

-Estás equivocado.

Le contesta Germán.

-Yo vi el video.

-Sí, viste un video de una niña rubia, no sabés de qué color tiene pintado el cabello en este momento.

-Tenés razón… pero el 90 % de las mujeres que se tiñen el cabello, lo hacen de rubio.

-Las morochas también se tiñen.

-Sí, pero muchas lo hacen para taparse las canas.

luego de un silencio en el que Germán aprovecha para sacar dos cervezas de la heladera y le extiende una a su amigo, dice

- ¿La estás buscando?

- ¿Qué cosa?

-A tu mujer predeterminada.

-Eso es patrañas, fue algo que dijo Venegas para que le preste atención a cada mujer de tez blanca, rubia y con ojos claros y es verdad, le prestó atención a ese tipo de mujer… si es bonita.

Ambos rompieron en carcajadas.

-Me gusta mucho Elisa.

Dijo de pronto Germán.

-Es bonita, si…

- ¿Pero?

-Las veo muy jóvenes a las dos.

-Bueno… eso no es problema, mientes que sean mayores de edad…

- ¿Lo serán?

-Veremos.

Por la noche, cada uno en su propio auto, las pasaron a buscar, aunque iban al mismo lugar, un bar, que poco antes de la medianoche se hacía disco y terminaba por ser un lugar muy agradable.

Según las muchachas, Elisa tenía 18 y Mónica 19.

Los uniformados siguieron adelante con la seducción.

Elisa se negó a pasar la noche con Germán y Mónica hizo lo mismo con Alejandro.

Eso llamó aún más la atención de nuestros hombres.

Con el correr de los días, Alejandro se encontró tratando a Mónica como su novia, a Germán le sucedió igual, sin embargo, pronto descubrió que Elisa estaba por cumplir 17 años, por lo que antes de llegar a algo más serio, se alejó de la adolescente, él no estaba para cambiar pañales.

La que tenía 18 recién cumplidos era Mónica, que se transformó en la novia oficial de Alejandro.

Mirta, la madre de las chicas estaba encantada con el novio de su hija, lo encontraba ideal para ser su yerno y comenzó a meterse en la relación de los jóvenes.

-Mamá, no estoy segura de querer seguir con Alejandro.

-Hija, no digas eso, tu novio es el candidato que siempre soñamos para vos.

-No sé…

-Ya lo invité a cenar…

- ¡Mamá!

-No pierdas a ese hombre.

Ella estaba enamorada, aunque no perdidamente.

Alejandro sentía una atracción muy grande por su novia, pero no podían tener intimidad, ya que su suegra siempre estaba en medio.

Esa noche luego de cenar juntos, él pretendió salir a tomar algo con Mónica, pero no supo en qué momento, su suegra se invitó para la salida.

-Te invito al cine.

Le dijo en otra oportunidad.

-Genial, ya saco las entradas.

Le contestó Mirta.

Él no quería ser grosero, y si bien apreciaba mucho a su suegra, quería estar a solas con su novia.

Algunas veces terminaba por salir, con alguna excusa, con Germán, para buscar compañía femenina por ahí.

- ¿Saliste con otra?

Le preguntó, furiosa, Mónica.

Alejandro, que ya estaba cansado de la situación que provocaba Mirta, habló claro.

-No te enojes, pero nosotros prácticamente no estamos solos, tu madre está siempre en el medio y no es así como yo creo que es una relación.

-No sé qué hacer.

-No te estoy imponiendo tener sexo, pero yo necesito acción y no la voy a tener con tu madre en medio.

Mónica se sintió acorralada, su madre lo quería tanto como yerno, pero no los dejaba formarse como pareja.

Ella muchas veces también tenía ganas de estar a solas con su novio y tener sexo.

Finalmente, Mónica habló con su madre, para que no se colara en cada salida.

-Es que vos lo vas a dejar plantado y estoy evitando eso.

-No es así, no nos dejas crecer como pareja, vamos a tener problemas que resolver solos, vamos a tener alegrías y penas, y lo vamos a hacer sin vos, somos nosotros la pareja, vos salí con papá.

Su madre finalmente comprendió la posición de los jóvenes y ellos comenzaron a verse sin testigos.

Tuvieron sexo a raudales, pero Alejandro, muchas veces sentía que le faltaba algo, adrenalina, emoción, no encontraba el motivo de su vacío.

Algunas veces, terminaba con Germán, buscando algo de excitación en las madrugadas.

El fracaso pronto se adueñó de la pareja.

La rutina, los celos de Mónica, y el hielo que sentía Alejandro en su espalda cada vez que ella lo acariciaba, le dijeron que ya era hora de terminar con esa relación.

No sólo por él, sentía que Mónica tampoco estaba bien a su lado.

Había mil momentos en su mente y muchos no eran agradables, ni siquiera tranquilos.

Ambos, luego de charlar por algunas horas, decidieron, amigablemente, distanciarse.

Nada los detenía para que siguieran juntos.

-Corté con Alejandro.

Informó Mónica en su casa.

La que rompió en llanto fue su madre, parecía desconsolada.

-Voy a hablar con él.

- ¡No, mamá! ¿Qué le vas a decir?

-Que te perdone, no sé qué le hiciste.

- ¿Estás loca? No estamos bien juntos y decidimos terminar en buenos términos, sólo eso.

-Perdiste a un gran hombre.

-Mamá, calmate, nada es definitivo, por ahora, tanto Ale como yo, queremos estar solos.

Sin embargo, Mónica pensó que no era tan así, es que ella sabía que él era un mujeriego empedernido y muchas veces el dolor cubría su cuerpo, pese a que cuando estaban juntos él era el caballero más enamorado del mundo.

-No pienso ser el aroma que lleva el dolor, si me extraña, va a volver, que disfrute todo lo quiera…

Dijo en voz baja, mientras que una lágrima bajaba por su mejilla.

Alejandro entró a la casa de Germán, lo hizo serio.

- ¿Qué sucedió?

Su amigo lo conocía muy bien.

-Corté con Mónica, es lo mejor para los dos, es que cada vez más a menudo, me atraen otras mujeres, no tengo pasta de casado y con ella, íbamos a terminar así, encadenados a una rutina, a una costumbre.

-Ya lo sé, soy tu compañero en la clandestinidad.

-Salimos un año y realmente estaba ahogado, hay muchas mujeres que me provocan sensaciones que Mónica no logra despertar.

-Ahora tenés que hacer el famoso duelo del que hablan ustedes, los psicólogos.

-Dejá de decir tonterías, o de cargarme en mi cara.

-Ok, entonces, salgamos.

-Mañana, esta noche… tengo sueño.

- ¡Duelo, Duelo! 

Se refería a que los psicólogos suelen decir que se pasa un periodo de tiempo “en duelo” cuando se termina una relación.

-Sos insoportable.

Le gritó Alejandro, mientras que le revoleaba un almohadón a su amigo.

-Hasta mañana, señorito soltero.

-Hasta mañana hermano de travesías.

Le contestó Alejandro, yéndose a su casa.

Esa noche reflexionó sobre la relación, que ya no existía, con Mónica, recordó el primer beso y sin saber por qué, terminó recordando otro beso, otra boca, otra piel y la fantasía de estar con esa mujer desconocida, se apoderó de su mente y de su cuerpo, terminó excitado como nunca antes.

-Rebeca…

Susurró entre sueños.

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