Mundo de ficçãoIniciar sessãoAdes Ravich es un ceo muy poderoso con mucho poder adquisitivo no hay ley que no se rija a su palabra ni persona que no le tema Pero cuando por fin su poder llega a su tope maximo junto con la felicidad de tener a su lado al amor de su vida, está da un giro inesperado donde pierde lo más valioso que tiene a su lado. Desatando su ira sobre aquellos que se vieron involucrados y su última víctima, una joven de 20 años que no tiene ni idea de lo que le espera. Da un giro drástico a un mundo donde tiene que aprender a ceder y ser sumisa.
Ler maisVolteo sobre su hombro cuando las puertas Se abrieron, su mandíbula se tensó ante la presencia de las cuatro mujeres que ingresaron con el carrito donde pudo notar las prendas delicadas los perfumes cremas y aceites
solo posó su mirada una vez más en el patio viendo la figura alta y de alguna manera tenebrosa que se movía entre los muros creados por las altas enredaderas. Cuando el elevó la mirada hacia la ventana la joven se dio la vuelta dejando caer la cortina el apenas pudo notar el vestigio de su negro cabello; sin dudarlo terminó el puro que sostenía entre sus dedos y tras apagarlo con su pesada bota ingresó finalmente a su mansión buscando la habitación dorada no sin antes dar una orden.... Quiero a mi esposa_ señaló con firmeza a sus empleados. _Ya, la están preparando señor_ _perfecto_ En la habitación la joven y hacía acomodada en la pequeña tarima frente a los espejos que capturaban su cuerpo en tres ángulos con los ojos cerrados mientras unas manos delicadas se deslizaban por su cuerpo desnudo cubriéndolo de crema que luego potenciaban con aceites aromáticos antes de concluir con el perfume. Poco comprendía de la necesidad de aquella combinación de notas leche rosas y caramelo pero siempre era la misma cada vez que él decidía llamarla. Pensó la mandíbula cuando las manos se posaron incluso entre sus nalgas, bajo sus pequeños senos, cubriendo hasta detrás de sus orejas tras soltar un suspiro abrió los ojos y se posó en su propio cuerpo ahora cubierto por encaje negro tal como sabía que lo había pedido. Cuando la bata larga cubrió su figura apenas vestida se apoyó en las manos de una de las mujeres para bajar de la tarima y caminar hasta la mesa de luces donde la maquillaron..... Unas peinaban su largo cabello dejándolo enmarcar su rostro, otras hacían correcciones sutiles en su piel dejando la tersa y perfecta como hay claramente le gustaba. Cuando vio que una de las mujeres tomaba el labial rojo ella se hizo hacia atrás rechazándolo. _No_ fue firme todo lo que pudo mientras observaba a la joven que quizás tenía su misma edad. Señorita es el color que_... ¡no usaré ese tono indicó con firmeza! esta vez no sucederá. Sin decir más y aún cuando dejó a las demás confundidas se puso de pie sintiendo el mareo que cubrió su cuerpo pero sin dejar que eso la detuviera. Estaba cansada del trato de las reglas de la habitación dorada pero sobre todo de La indiferencia del hombre que llevaba el título de su esposo. En todo ese tiempo, ni un solo día, se había sentido como tal, por el contrario parecía más su verdugo su titiritero su dueño sin un solo ápice de sentimientos corazón o empatía por lo que ella era representaba Y eso ya no lo soportaba salió descalza buscando la habitación donde podía estar segura de que él la esperaba!!!!! Pasó sin la seguridad, sin las doncellas, que la presentaban como la muñequita que habían vestido para él y solo elevó la mirada cuando él se puso de pie, observandola con agudeza clavando su mirada en sus labios naturalmente rosados que no lucían el color que había indicado _Dónde está tu labial?_ No_ usaré _ese_ color!!!!! _qué es lo que has dicho???? no usar usaré ese color indicó con firmeza separando cada palabra "Noto como él tomó la fusta del sillón y solo tensó la mandíbula cuando con la punta de la misma le elevó el mentón" Se observaron de frente retándose en el silencio de esos segundos encerrados a solas en aquel lugar. Conoces las reglas Melisa le recordó con frialdad... Ella notó el fruncimiento de su seño cuando dio un paso hacia él aunque la justa seguía rozando su mentón soy tu esposa recordó con firmeza Y mi esposa "Cumple" las reglas como cualquiera en este lugar' el nuevo paso de ella lo llevó a tensar aún más la mandíbula *Artemisa, la llamó con voz grave* _Quítate la ropa_ _NO!_ Su firme respuesta lo llevó a negar con la cabeza..... _Quítamela tu_, Arráncala de mi cuerpo tómame como lo que eres mi esposo.... Expulsó ella con vehemencia y no como el simple cliente de turno que me hace sentir como una maldita muñeca sexual .. Gritó al fin exasperada se estremeció cuando la misma punta de la fusta le golpeó la mejilla pero con las lágrimas cargadas en sus grandes y claros ojos avanzó un paso más hacia él. En ese punto sus respiraciones parecían sincronizadas agitadas y cargadas de electricidad. _Sus miradas contenían El desafío el buscando recuperar su poder y control ella deseando que al fin lo perdiera por completo_ La atención los mantenía frente a frente como si el aire entre ellos pudiera encenderse en cualquier momento. _Quítate la ropa_; Grito el-. No Ares no___ señaló ella con la misma firmeza... El jadeo escapó claro de sus labios cuando él la tomó del cuello hundió los dedos en su cabello y la atrajo con violencia contra su pecho. Al fin sus delicadas manos de ella tocaron algo más que aire, el cuerpo de su esposo; pero solo pudo quejarse cuando ante la fuerza del agarre termino enterrando sus uñas en su pecho Pero solo pudo quejarse cuando ante la fuerza del agarre terminó elevada en puntillas con el tan cerca de su oído que toda su piel se erizó.. *Regla número 1 no puedes verme a los ojos* soltó el con voz grave *Regla número 2 no puedes tocarme_ Ares tensó la mandíbula cuando ella alterada hundió incluso sus uñas en su pecho. *Regla número 3 nadie absolutamente nadie puede decirme que no_ la queja de ella fue clara ante la presión en su cuello. Y eso incluye a mi esposa.... Mátame o tómame_ susurró en apenas un hilo de voz porque a estas alturas cualquiera de las dos me dará la libertad que aceptar casarme contigo me arrebató... Y en ese segundo, ese simple segundo; en el que ella deslizó su mano por su pecho hasta tomarlo de la nuca en el que al fin sus ojos se encontraron y su boca femenina entreabierta fue buscando la suya fue todo lo que Ares necesitó para tomar su decisiónEl cuerpo terminó en puntillas cuando, desde las cuerdas que tenían unidas sus manos, él la jaló hasta su cuerpo. Se colgó de las manos unidas por el cuello, abriéndose espacio en su boca mientras, con ambas manos, le tomaba el rostro, deslizándose febril y sin control por esa boca que iba, lo más que podía, a su ritmo. Los gemidos no se hicieron esperar, y es que Melissa, al sentirse rozar su piel tibia, fuerte y marcada, sintió lo que era la necesidad.Del cabello, tiró la cabeza femenina hacia atrás mientras la recorría con su boca, deslizándose por su mentón, su cuello, y poco a poco fue bajando por su pecho, tomando de alguna manera fragmentos de piel que, al chupar, terminaban con una marca rojiza que poco a poco se iba borrando. Melissa solo abrió la boca y los ojos con sorpresa cuando él deslizó una copa del sostén y se hundió en su boca el pezón endurecido, que luego mordisqueó entre los dientes.—¡Ares!—¡No me lo niegues! —soltó entre dientes cuando ella quiso alejarse de s
Notó cómo el encaje negro se deslizaba sobre su cuerpo, un cuerpo que había sido hidratado con cremas, aceites corporales y, por último, perfume, antes de ser maquillado hasta lucir terso, suave y perfecto, incluso al reflejo del espejo. Esos espejos, en tres ángulos, capturaban el procedimiento, haciéndola sentir con el corazón latiendo en su boca, como si la estuvieran preparando, vistiéndola en realidad, como una posible muñeca, de carácter sexual, claramente, para su dueño.Las medias fueron acomodadas hasta sus muslos y sujetadas con ligueros. El bikini hacía juego con sus detalles y el sostén tenía unas tiras cruzadas sobre su pecho, con un pequeño diseño entallando la zona bajo los senos. Se encontró con su propia mirada dorada cuando, de manera automática y como una reacción instintiva de su cuerpo, separó los brazos para que le pusieran una bata de transparencia y encaje, que terminó cayendo hasta cubrir incluso la plataforma donde ahora yacía ubicada.Se encontraba envuelta
El santuario en las montañas se alzaba como un faro de esperanza en medio de la tormenta que se cernía sobre Artemisa. Pero el camino hacia la salvación estaba plagado de peligros, y cada paso que daba la acercaba más al abismo. Mientras Ares desataba su furia y extendía su red de corrupción, Artemisa y Orión se adentraban en un laberinto de intrigas y traiciones, donde la línea entre la amistad y la enemistad se difuminaba peligrosamente.La noticia de la fuga de Artemisa había llegado a oídos de Elara, una antigua amiga de la infancia, ahora convertida en una influyente cortesana en la ciudad de Andara. Elara siempre había sentido envidia de la belleza y el talento de Artemisa, y la oportunidad de congraciarse con Ares, el hombre más poderoso de la región, era demasiado tentadora para resistir.Con una sonrisa venenosa en los labios, Elara envió un mensaje anónimo a los hombres de Ares, revelando la posible ruta de escape de Artemisa y ofreciendo información valiosa sobre sus planes
La furia de Ares era un volcán en erupción, devastando todo a su paso. La idea de que Artemisa, su posesión, se atreviera a desafiarlo y escapar, era una afrenta intolerable. No bastaba con enviar a sus hombres tras ella; necesitaba desatar una fuerza imparable, una red que la atrapara sin importar dónde se escondiera. Y para eso, recurriría a las sombras, a las alianzas oscuras que había forjado a lo largo de su vida.En su despacho, iluminado tenuemente por la luz de un fuego crepitante, Ares convocó a sus consejeros más leales. Hombres de rostro curtido y mirada fría, curtidos en mil batallas y conocedores de los secretos más oscuros de la región.—Quiero a Artemisa de vuelta —gruñó Ares, su voz resonando en la estancia—. Y no me importa a quién tengamos que pisotear para conseguirlo.Uno de los consejeros, un hombre corpulento llamado Marco, se adelantó.—Amo, sus hombres ya están rastreando el bosque. La encontraremos.—No basta —replicó Ares, con impaciencia—. Artemisa es astuta
Artemisa corrió entre los árboles, las ramas arañando su piel, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. La libertad era un sabor agridulce en su boca, mezclado con el miedo a ser atrapada. Cada crujido de hojas, cada sombra danzante, la hacían saltar. Sabía que Ares no tardaría en enviar a sus hombres tras ella.Llegó a un claro y se detuvo, jadeando. El bosque era denso y desconocido, pero prefería mil veces la incertidumbre a la jaula dorada. Se abrazó a sí misma, intentando calmar el temblor que la sacudía. Tenía que encontrar un refugio, un lugar donde esconderse y planear su próximo movimiento.De pronto, escuchó un ruido. Un caballo se acercaba a galope. Se escondió tras un árbol, conteniendo la respiración. El jinete pasó a toda velocidad, pero Artemisa reconoció el escudo en su capa: era uno de los hombres de Ares.El pánico la invadió. No podía quedarse allí. Tenía que seguir moviéndose, adentrarse más en el bosque. Corrió de nuevo, tropezando con raíces y piedras, hasta
El amanecer se colaba tímidamente entre las cortinas de seda del estudio, pintando el espacio con tonos pastel. Artemisa, con las manos embadurnadas de pintura, contemplaba el lienzo. Había pasado la noche en vela, intentando capturar la tormenta que rugía en su interior. Cada pincelada era un grito silencioso de rebeldía, una forma de desafiar el destino que le había sido impuesto.Las palabras de Ares resonaban en su mente como un eco constante: "Tu santuario, y mi prisión". Sabía que ese estudio, con sus paredes blancas y sus ventanales enormes, era una jaula dorada. Un regalo envenenado de un hombre que la había comprado, como si fuera un objeto más en su vasta colección.No entendía por qué Ares la había elegido. Él, un hombre poderoso, con medio rostro marcado por el fuego y una mano deformada, pero aún así, un hombre que podía tener a cualquier mujer que deseara. ¿Por qué la había querido a ella, una joven artista, obligada a casarse con él para saldar las deudas de su padre?U










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