Juegos familiares

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Romance
Última actualización: 2025-06-15
Rosalía Fernández de Córdova   En proceso
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Resumen
Índice

María, una joven abandonada por su padre. Cuando recibe la noticia de que él ha muerto se da cuenta que puede reclamar la herencia; sin embargo, al pedir ayuda a su novio, él la rechaza, teniendo que marcharse a reclamar lo suyo sola. Pero, en el camino se enfrentó a varios intentos de asesinatos; además de tener que luchar con sus propios hermanos que la desprecian. No temas dar el siguiente paso…

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Capítulo 1

Capítulo I: Inesperada noticia

-¡María!, ¡María! - los gritos recorrieron la larga distancia - ¡ha muerto!, ¡ha muerto! - a pesar de haberse acercado corriendo; aún así, le siguió gritando.

El agua fría entumecía sus manos. Su espalda encorvaba, se recompuso ligeramente para observar a la persona gritando - ¿de quién hablas? - no pudo evitar agitarse.

-¡Ha muerto!, ¡ha muerto! - no paraba de gritar; pero, a pesar de sus palabras no notaba ninguna muestra de tristeza en su rostro. Al contrario, mostraba emoción incontenible.

María dejó la prenda que estaba lavando. Se levantó; mientras se secaba las manos en su ropa - ¿de qué estás hablando?, me estas confundiendo.

La joven se acercó a tomarle los hombros - ¿no entiendes? - sus ojos brillaron; en tanto sus labios se estiraron en una sonrisa - ¡ya se murió! - festejó - ¡es hora de que leas esos papeles que te dejó! - habló con tal fuerza que todo su aliento golpeó la cara de María; aun siendo varios centímetros más baja.

De pronto, toda la sangre se esfumó de su rostro. Le tomó los hombros a la joven más baja  - ¡¿estás segura?! - sin medir su fuerza, la agitó - ¡¿Juana, estás segura?!.

-¡muy segura! - no le molestó ser movida bruscamente - ¡rápido, yo también quiero saber que dice!.

María la soltó, se deshizo de los brazos de ella y salió corriendo. Abandonó la casa donde estaba trabajando. Dejando la ropa, a medio lavar, metida en el recipiente en el suelo. Corrió, dañando más sus zapatos gastados. Su vestido se agitó en el viento, hasta que estuvo frente a su casa. Abrió de un portazo, descubriendo una habitación con varias camas. Fue a la suya y arrastró un cofre de debajo de ella.

El objeto no era tan grande; pero era pesado. Lo abrió, descubriendo un montón de cosas viejas y empolvadas. Metió las manos, moviendo todo lo que había dentro hasta que las yemas de sus dedos se toparon con un material suave y liso. Lo sujetó, para jalarlo y sacarlo ante sus ojos. Un sobre marrón, manchado por el paso del tiempo, era la promesa guardaba desde hacía mucho tiempo.

-¡Léelo! - un grito la sobresaltó. Por la emoción, no se dio cuenta que Juana la había seguido de cerca y estaba parada frente a la puerta aún abierta.

-No - dijo, levantándose - buscaré a Juan.

-¿para qué lo quieres a él? - replicó molesta.

-Para qué lo lea él.

La joven chasqueó la lengua; sin embargo, le informó - debe estar en el campo. Si corres puedes llegar antes de que empiece a trabajar.

-Lo sé - sus dedos apretaron el papel - iré ahora - la mano que sostenía el sobre temblaba con emoción. Salió a la luz en busca del campo más cerca de su casa.

Al llegar ahí, justo se encontró con un hombre parado al inicio de las plantaciones. Su vista estaba puesta en el inmenso verde cubriendo la tierra. Los zapatos de María hicieron ruido al acercarse; pero él no se inmutó. Como si su objetivo para estar ahí era esperar su llegada.

-Juan - llamó; dando el último paso. Deteniéndose antes de estar a su lado. Como si temiera cortar toda la distancia con él. Pero Juan no se movió - mi padre ha  muerto - informó sin aliento.

El aire sopló, moviendo los cabellos del joven mientras se giraba - ¿te alegras de eso? - sus cejas estaban juntas.

María sintió un nudo en la garganta - No, es sólo que… - Levantó el sobre.

-¿Quieres abrirlo tan rápido? - terminó de darse la vuelta, quedando cara a cara - ¿para qué lo has traído?.

Notó el malestar en su voz; pero no era lo suficientemente inteligente para saber el problema - porque yo no sé leer muy bien y tú eres mejor que yo en eso.

-yo no quiero saber que dice, llévatelo lejos - se volteó, poniendo las manos en su espalda.

-pero si no me ayudas, no sabré que dice.

-Es mejor así - afirmó, enojado - es mejor incluso si quemas ese papel sin verlo siquiera.

Confundida, se animó a dar un paso - ¿por qué dices eso?.

Entonces, Juan se giró de nuevo. Con las cejas fruncidas; pero con un tono más calmado - ¿no te gusta tu vida con nosotros? - María estaba tan sorprendida que, aunque abrió la boca, no dijo nada - ¿si te llaman para irte a otra casa, te irás con ellos?.

-No me iré, yo sólo quiero saber qué es lo que él tenía que decirme. Si tal vez pueda tener una vida mejor que esta…

-Entonces, los prefieres a ellos.

-¡No…! .

-¡si abres ese sobre, entonces, yo no quiero saber más de ti! - fue lo último que dijo antes de darle la espalda.

María se quedó muda; mientras una persona se paró a su lado - Vamos, no le insistas más y leamos lo que dice. Yo he mejorado mucho mi lectura - no se dio cuenta en qué momento llegó.

La miró, luego, vio de nuevo la espalda del joven antes de voltearse hacia ella - bueno, busquemos un lugar.

Juana saltó hacia atrás, feliz de poder saciar su curiosidad - Vamos detrás de aquella pared - señaló.

Pronto, el lugar donde los tres estaban se quedó vacío. Sólo la hierba verde agitaba sus hojas en el amplio campo. Las chicas se escondieron tras la casa más cercana. Acuclilladas con la espalda contra la pared. María sostuvo el sobre entre ambas manos; mientras miraba a la más joven. El sol les iluminó la cara, ansioso por saber. María pensó por un momento, indecisa; pero lo destapó.

Rasgó el papel, rompiendo toda la parte superior sin cuidado. La esquina de una hoja blanca relució en la punta. Antes de sacarlo, habló - ¿crees que en verdad debemos leerlo?.

Los ojos de Juana estaban sumamente abiertos - ¡qué importa!, si no te gusta lo que dice puedes simplemente tirarlo y finge que no tenías nada. Nadie más sabe que lo tienes, ¿no es cierto? - María negó con la cabeza - ¡pues, veamos! - terminó de animar.

El papel se deslizó a través del sobre, descubriendo poco a poco las letras finas y ordenadas. El contenido era poco; pero era suficiente para hacer latir el corazón con fuerza.

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Capítulo I: Inesperada noticia
Capítulo II: En busca de la herencia
Capítulo III: Sin pensar
Capítulo IV: Primer encuentro
Capítulo V: Conociendo la mansión
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