Mundo ficciónIniciar sesiónEn el Inframundo un demonio puede estar atrapado por siglos hasta que en la tierra sea engendrada su destinada, que cuando llegue a su edad adulta le ayudará a materializarse en el mundo de los humanos. Mientras eso pasa, ella será cuidada por la secta del demonio que la espera con ansias para llevar a cabo el ritual. Pero esto se complica cuando la iglesia católica y los cazadores de estos demonios intentan meterse en su camino.
Leer másEl aire dentro de la mansión Maswell, ahora su refugio temporal, era denso con el olor a antiséptico y el tenue perfume de lavanda que Artemisa había elegido para sus aposentos. El silencio era una bendición frágil, roto solo por el crepitar controlado de la chimenea y los pasos medidos de Ares.Ares, el dios que había presenciado el nacimiento y la caída de civilizaciones, se encontraba ahora reducido a un vigilante ansioso, su poder contenido por el miedo a perturbar la delicada estabilidad de Artemisa. Había pasado tres días casi sin dormir, alternando entre velar junto a la cama de Artemisa y supervisar la recuperación de Jackson.Jackson, por su parte, se recuperaba con la tenacidad de un guerrero curtido. La herida en su hombro, aunque profunda, había sido tratada por el médico de la casa con una mezcla de ungüentos modernos y, discretamente, una pizca de ambrosía divina que Ares había destilado en secreto."El veneno de esa hoja era potente," comentó Jackson una tarde, mientras
El eco de la batalla resonaba en los túneles, una cacofonía de acero contra acero y gritos ahogados. Artemisa, Jackson y Ares se movían como una tormenta, repeliendo ola tras ola de cazadoras implacables. La luz dorada que emanaba de Ares iluminaba el santuario profano, revelando runas antiguas y símbolos oscuros que palpitaban con una energía inquietante."¡Debemos llegar a la mansión!", gritó Jackson, su espada danzando en un torbellino de acero. "Artemisa necesita descansar."Ares asintió, su rostro sombrío. "El camino es largo y peligroso. Pero no tenemos otra opción."Con cada paso que daban, la tensión aumentaba. Los túneles se volvían más estrechos y laberínticos, las paredes cubiertas de grabados grotescos que parecían observarlos. Artemisa sentía un escalofrío constante, una sensación de que algo maligno los acechaba en las sombras."¿Qué son estas runas?", preguntó Artemisa, su voz apenas un susurro.Ares vaciló, su mirada desviándose. "Son... protecciones. Los Maswell las u
El estruendo inicial fue solo el preludio de una invasión en toda regla. Las cazadoras, lideradas por una furia implacable, irrumpieron en el almacén, sus flechas silbando en la oscuridad. Artemisa, Jackson y Ares se movieron con una sincronía ensayada en mil batallas, repeliendo el primer ataque con una mezcla de habilidad y fuerza bruta."¡Debemos salir de aquí!", gritó Jackson, bloqueando una flecha con su espada. "Este lugar es una trampa."Ares asintió, su mirada evaluando las opciones. "Conozco un lugar. Un santuario que he mantenido oculto durante siglos. Pero está lejos, y el camino es peligroso.""No tenemos elección", respondió Artemisa, disparando una flecha que derribó a una cazadora. "Debemos confiar en ti, Ares."Ares asintió, su rostro mostrando una determinación sombría. "Síganme. Pero estén preparados. Lo que encontrarán no será agradable."Ares guio a Artemisa y Jackson a través de un laberinto de pasillos ocultos y túneles subterráneos, su conocimiento del terreno a
La ciudad seguía durmiendo, ajena a la persecución que obligaba a Artemisa, Jackson y Ares a buscar refugio en las sombras. Cada paso era un esfuerzo, la pierna herida de Artemisa clamaba por descanso y su embarazo de cinco meses añadía una nueva capa de vulnerabilidad a su situación. El almacén abandonado se alzaba como un espectro en la periferia, ofreciendo un respiro temporal de sus cazadores."Este lugar es... sombrío", comentó Jackson, su voz resonando en el silencio del almacén. Inspeccionaba el polvo y las telarañas con cautela, su mano instintivamente buscando la empuñadura de su espada.Ares, con su habitual pragmatismo, ya estaba evaluando las posibles rutas de escape y los puntos débiles de la estructura. "Servirá. Pero no nos confiemos. Los cazadores no se detendrán fácilmente."Artemisa se dejó caer sobre un montículo de lonas raídas, un gemido silencioso escapando de sus labios. El cansancio la estaba consumiendo, pero sabía que no podían permitirse flaquear. No ahora,
La luz vacilante de la linterna apenas alcanzaba a iluminar los rostros tensos de Artemisa y Ares. Frente a ellos, la entrada del túnel se llenaba con la silueta amenazante de las cazadoras, sus arcos apuntando con precisión letal. El sonido de sus pasos resonaba en el estrecho pasaje, amplificado por el silencio opresivo."¡Ríndanse, Artemisa!", gritó una de las cazadoras, su voz cargada de odio. "Han traicionado a la hermandad. Ahora pagarán por su osadía."Artemisa apretó los dientes, su mano aferrando con fuerza el arco. Sabía que no tenían escapatoria. Jackson estaba herido y atrapado en el agujero, y ellos dos estaban superados en número. Pero no se rendirían sin luchar."No nos rendiremos", respondió Artemisa con voz firme. "Lucharemos hasta el final."Ares rugió, desenvainando su espada. La hoja brilló en la oscuridad, reflejando la determinación en sus ojos. "¡Que vengan! ¡Les mostraré lo que significa enfrentarse a un dios de la guerra!"Las cazadoras lanzaron la primera fle
El polvo danzaba en los rayos de luz que se filtraban por las ventanas tapiadas del edificio abandonado, iluminando el rostro sereno de la anciana. Artemisa, Jackson y Ares permanecían cautelosos, rodeándola en un semicírculo, sus sentidos en alerta máxima. La tensión era palpable, un contraste marcado con la atmósfera de calma que emanaba de la mujer."¿Una amiga?", repitió Artemisa, su voz teñida de incredulidad. "¿Cómo podemos estar seguros de eso? Los cazadores nos persiguen, y no tenemos motivos para confiar en extraños."La anciana sonrió con dulzura, sus ojos brillando con una sabiduría ancestral. "La desconfianza es una carga pesada, Artemisa. Pero en tiempos de necesidad, a veces debemos arriesgarnos a confiar. Mi nombre es Hécate, y he visto muchas lunas pasar sobre este mundo. Sé quiénes son ustedes y por qué los persiguen."Jackson frunció el ceño. "¿Cómo es posible? No nos conoce de nada."Hécate extendió una mano arrugada hacia Jackson. "He visto tu destino en las estrel
Último capítulo