Pensó que protestaba por una vacante en un mejor cargo de trabajo para la empresa en que trabajaba, los rumores acerca de un posible despido para reemplazarla por una prospecta más joven y bonita le llenaron de dudas la cabeza y la hizo actuar por impulso con mucha prisa y terminar aceptando sin saberlo, un acuerdo por escrito, por medio del cual se volvería la esposa de su jefe sin estar enterada siquiera, hasta que fue demasiado tarde para evitarlo.
Leer más—¿Segura? —dudó—, considero que también podrías obtener un beneficio de nuestra situación, ¿no lo has pensado? —Mantuvo su tono ronco y mirada fija sobre ella.—No se quiera pasar de listo, pero su intención es bastante obvia —rechazó ella con una mirada burlesca—, estas lindas y preciosas no se han abierto en mucho tiempo, y no lo harán con usted tan fácil como cree.Herman sonrió y la miró plantar una sonrisa de descaro en respuesta a la suya, entrecerró los ojos y reprimiendo las ganas de reír le contestó.—¿Mucho tiempo? —Alzó una ceja en cuanto hacía el comentario.—Mucho tiempo —reafirmó sin perder la confiada seguridad que demostraba.—Solo por las dudas, debo preguntar, ¿no habrá telarañas por ahí, verdad? —sonrió expresando una amplia mueca de burla sabiendo que eso la molestaría.Ante su descaro, Agnes se enfadó, abriendo ampliamente los ojos para luego fulminarlo con el ceño fruncido. Sujetó una de las almohadas que estaban a su costado y se volteó para encararlo mie
Para el anochecer ocurrió lo que esperaba, el temido momento de regresar a la villa, en todo el camino iba temblando silenciosamente sin hacerse muy obvia, apretaba las piernas para limitar los espasmos que soltaban sus tobillos. Estaba sudando frío en ese momento y le costaba respirar con facilidad.Al llegar dentro, ella no quiso pasar a su habitación y en cambio se quedó en la sala un poco más para esperar hasta que fuera la hora de la cena, Herman por su lado, sí había ido a la suya para cambiarse de vestimenta e ir a cenar una vez aseado.Agnes lo miró con un poco de desagrado, él llegaba cómodo y fresco a la mesa, mientras que ella había tenido que esperar sin poder ir a asearse antes ni tomar una tranquila ducha debido al miedo de que su merodeador la molestara allí también.Meneó la cabeza y trató de no pensar en eso, se dijo que estaba siendo infantil al pensarlo y que al terminar la cena se iría a su habitación a tomar un largo baño.Al cabo de media hora, ella se retir
—Yo creo que no —replicó.—Habíamos quedado en que serías más cooperativa, no te vendría mal actuar más como una verdadera esposa —respondió con un murmurar ronco a la vez que la llevaba con él y quedaban tendidos sobre la cama, dejándola a ella por debajo de él—, no olvides que soy tu marido.Herman le había acercado una mano a su mejilla para rozar con el pulgar y apreciar la suavidad de su rostro, pero ella lo miró con rechazo y tensó la mandíbula antes de responder con una firme advertencia.—No se atreva. Solo quiere tenerme cerca para poder meter mano, como lo hizo en la ópera.Él entrecerró los ojos y le sonrió con una leve malicia.—Eso ya lo veré —afirmó—, según mejor lo crea, según me parezca.—¿Ah, sí?, pues ni crea, no me meteré en la cama con usted —respondió desafiándolo mientras se las arreglaba para bajar de la cama y alejarse de él, dirigiéndose al sillón para pasar allí la noche.Herman solo la observó y negó con la cabeza antes de suspirar sin darle importan
Él había estado todo el día trabajando y no había vuelto a tratar con ella desde la mañana. Al pensar que estaba molesta con él, creyó que lo mejor era no molestarla. Durante el día, ella ni siquiera le había dirigido la palabra y él no la iba a forzar hacerlo.Pero ahora el panorama había cambiado de orientación, ahora era ella la que estaba ante él, llamando a su puerta y con la inesperada declaración de querer dormir allí.—¿Por qué? —increpó.—Solo quiero dormir aquí esta noche.Él solo alzó las cejas con duda como respuesta, al instante regresó a su expresión contrariada y volvió a preguntar.—¿Alguna razón para ello?—¿Me vas a dejar entrar o no? —espetó con mirada de disgusto.—¿Que no habías dicho que tu presencia en esa habitación iba a ser definitiva? —interpuso con voz seca mientras se cruzaba de brazos para dejar apoyado un hombro en el marco de la puerta—. Yo decidí respetar eso cuando me lo pediste. ¿Cambiaste de parecer?—Solo esta vez —murmuró en voz apagada—,
Viernes 04 de Agosto.Aún era de madrugada, mientras estaba perdida entre los horizontes de la vigilia y el sueño, pudo notar que había un sonido familiar en la habitación, reconoció la presencia de los crujidos ocasionales como si se trataran de el acecho de algún merodeador.Se tensó al instante al pensar en eso, pero los desestimó intentando ignorarlos, haciendo mayor caso al sueño que la envolvía en lugar de abrir los ojos, se giró al costado y cubrió sus oídos con una almohada. Quizá si les dejaba de prestar atención se irían como todas las veces anteriores.Al paso de unos minutos no los volvió a escuchar y se calmó, volviendo a descubrir su cabeza y dejando la almohada a un lado, mientras respiraba más tranquila, había empezado a sumergirse de nuevo en las aguas de un sueño profundo y se habría quedado dormida, de no ser porque antes de conseguirlo sintió que algo le sujetaba un pie.Agnes abrió de manera abrupta los ojos y se encorvó para ver qué le había halado los dedos
Loise observaba marchar a Agnes mientras ella permanecía en silencio un poco más en donde habían hablado, aún seguía designando la misma opinión sobre ella con la que la había valuado.Desde su punto de vista, surgía el pensamiento de que Agnes era una trepadora, sujetaba con firmeza el veredicto de que ella solo estaba buscando dinero o algún beneficio por medio de ese matrimonio.Aunque esto solo lo basaba en su propio análisis según su criterio, pero que ella no haya respondido de manera inmediata y sin fallo cuando le preguntó si lo amaba, le dejaba la impresión que no había una entrega absoluta proveniente de ella hacia su marido.Esa duda que había mostrado no había sido ignorada por Loise, se había dado cuenta de la pausa que hubo en cuanto su mente había quedado paralizada para contestar. Eso la conllevó a creer que muy al contrario de lo que se hubiera respondido, allí no existía ese amor que aseguraban.Siendo el caso, en un matrimonio en el cual no hay amor de por medio, el
Último capítulo