Durante los tres años de matrimonio, Luna López había sido una esposa muy responsable, pero no había logrado ni una pizca de cariño de su esposo, Leandro Muñoz. Un día, después de hacer el amor, el hombre le arrojó un acuerdo de divorcio. Él se casaría con su primer amor, y Luna y su hija con autismo eran solo cargas para su nueva vida. A partir de ese día, Luan se fue de la casa con su hija, sin llevarse ni un centavo de los Muñoz. Cuando volvieron a verse, ella ya no era la mujer humilde que él conocía: se había convertido en la hija del hombre más rico de la ciudad de Riveras, con el título de presidenta de una empresa multinacional. Su hija prodigio, Sía Muñoz, le dijo a su papá: —Papá, ¡mamá va a casarse de nuevo! Luna le respondió indiferente: —Me divorcié de él hace mucho tiempo. El presidente sonrió maliciosamente: —Cariño, si no me crees, puedes verificar el certificado de divorcio. El que te di ese año era falso. Luna y Sía se quedaron estupefactas. ¡El presidente había hecho un certificado falso!
Leer másHubo un momento en que Luna se quedó paralizada.Leandro, un hombre tan orgulloso, nunca había pronunciado la palabra "amor". Ahora, decía que la amaba.En el corazón de Luna, que era tan profundo como un estanque, comenzaron a surgir ondas de calidez que la envolvieron. Su nariz se sentía extrañamente húmeda. Por un instante, casi se lo creyó.Pero al recordar el pasado, fue como si le arrojaran un cubo de agua fría, manteniéndola despierta. Finalmente, esbozó una leve sonrisa.Él pronunció su nombre, y ella hizo lo mismo.—Leandro, ¿puedes distinguir entre amor y posesión?Leandro se quedó atónito.—Lo que sientes por mí no es amor, solo es un deseo de poseerme —Luna sacudió la cabeza suavemente.Leandro se apresuró a explicar: —Sé que me malinterpretas. No podría casarme con Celia, y mucho menos sentir algo por ella. Es mi enemiga; desearía su muerte. La familia Fernández y yo tenemos un rencor profundo. Víctor mató a mi padre...Pensó que ella, en las aisladas islas KM, podría no s
Luna se plantó frente a él, impidiendo que se acercara más.—¿Solo necesito estar a tu lado? ¿A tu disposición, para que te divierta? Leandro, por favor, ya no soy la misma Luna de antes; no soy una huérfana desamparada a tu merced —dijo, y al escuchar sus palabras, se rio de repente.—Te he dicho que, sin importar si eres una huérfana o la señorita de la familia López, para mí no hay diferencia —Leandro frunció el ceño.¿Por qué siempre tenía que malinterpretar sus intenciones? Solo quería protegerla, evitar que sufriera, que tuviera que depender de la opinión de otros hombres.—Oh, claro. No importa si soy una huérfana o la señorita de la familia López. Para ti no hay distinción. ¿Acaso soy solo una mascota que cuidas? La única diferencia radica en el valor —Luna soltó una risa burlona.Leandro se quedó sin palabras, aturdido por su respuesta. Su intención era que, sin importar su estatus, él la amaba, y estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.¿Una mascota? ¿Acaso todo lo
El teléfono sonaba una y otra vez. Luna no tuvo más opción que contestar.Al otro lado de la línea, la voz de Catalina transmitía una gran inquietud.—Luna, lo de la licitación no importa ahora. Hay algo más urgente.—¿Qué pasa? —Luna trató de mantener la calma.—Te digo que creo que tu exmarido no ha perdido la memoria. No te dejes engañar por él —Catalina afirmaba con firmeza.—Sé que no ha perdido la memoria —Luna alzó la vista hacia Leandro y esbozó una sonrisa fría.—Tu exmarido ya ha investigado nuestra empresa y está comprando todas las acciones de los pequeños accionistas. En poco tiempo, sus acciones han ido en aumento, y no sé cómo lo hizo, pero logró comprar todas las acciones de uno de nuestros accionistas originales. Ahora aquí todavía es de madrugada; en tu lado la bolsa ya abrió y su compra sigue en marcha. ¡Luna, cuando nosotros abramos por la mañana, es probable que él se convierta en el segundo mayor accionista de nuestra empresa! —Catalina soltó todo de un tirón.Lun
Poco a poco, Leandro sintió que la mujer en sus brazos permanecía indiferente. Parecía que nada de lo que él hiciera podría provocar una reacción en ella.Antes, cuando él la besaba con locura, ella siempre respondía con torpeza. Incluso cuando se resistía, él la besaba con más fuerza, y ella se resistía aún más, pero eso también era una respuesta.Sin embargo, ahora no había respuesta. Ella permanecía inmutable. Esta realidad decepcionó a Leandro, quien se obligó a calmarse y detuvo su acción.La liberó, dejándola de pie, y la miró mientras jadeaba. Su expresión fría le heló el corazón aún más.Se arrepintió de su impulso. ¿Qué estaba haciendo? Había planeado tomarse su tiempo; no quería asustarla.Cuando Leandro finalmente se detuvo, Luna lo miró con ojos apagados, donde se veía un deseo reprimido.—¿Quieres abrir una habitación en el edificio de enfrente ahora? —preguntó con una sonrisa irónica.Leandro se quedó en silencio, comprendiendo su sarcasmo.—Jaja, solo quieres mi cuerpo,
El espacio del vestíbulo de la escalera de incendios no era grande y la luz era escasa.En ese momento, la luz parpadeante delineaba el perfil tridimensional de Luna, haciéndola aún más hermosa que en la sala de reuniones.Leandro no podía apartar la vista. Al verla mantenerse lo más alejada posible de él, le hizo un gesto con los dedos, su mirada llena de seducción.—¿Te acercas tú, o voy yo? —preguntó con un tono provocador.Luna frunció el ceño y se quedó quieta. Era evidente que estaba coqueteando. Justo en la sala de reuniones, se había atrevido a hacerlo en público, dejándola en una situación incómoda, más despreciable que cualquier otro hombre.Él dio un paso más cerca. Luna retrocedió un paso, hasta que su espalda se chocó contra la fría pared, sin más espacio para retroceder.—¿Qué es lo que realmente quieres? —dijo ella con frialdad.—Yo nunca dije que había perdido la memoria; eso es algo que tú asumiste. Piensa bien, ¿en qué momento dije algo así? —Leandro la miró intensame
Era algo que no podía tolerarse más. Sin mirar atrás, Luna se levantó y salió de la sala de reuniones.—¡Señorito Muñoz! Hoy nos has abierto los ojos sobre cómo coquetear con una belleza. La hermosa se ha sonrojado, ¡jajaja! —Los demás se rieron y lo elogiaron.—¡Eso es lo más alto en el arte de conquistar chicas! —dijo otro, admirando a Leandro.Era increíble cómo, a pesar de su apariencia fría, podía decir las palabras más ambiguas. ¡Impresionante!Mientras tanto, Leandro se recostaba elegantemente en su silla, fusionando la nobleza con una actitud desenfadada.Cada persona en la sala probablemente pensaba lo mismo: ¡un verdadero caballero con un lado oscuro!—¿Quién dijo que yo la estaba coqueteando? ¿Nunca han visto a una pareja intercambiar palabras cariñosas? —Leandro se levantó de repente.Las palabras dejaron a todos aún más sorprendidos. ¿Se refería a que él y la hermosa presidenta que había participado en la licitación eran pareja? ¿Una pareja que venía a licitar juntos?Nico
Último capítulo