Viernes 04 de Agosto.
Aún era de madrugada, mientras estaba perdida entre los horizontes de la vigilia y el sueño, pudo notar que había un sonido familiar en la habitación, reconoció la presencia de los crujidos ocasionales como si se trataran de el acecho de algún merodeador.
Se tensó al instante al pensar en eso, pero los desestimó intentando ignorarlos, haciendo mayor caso al sueño que la envolvía en lugar de abrir los ojos, se giró al costado y cubrió sus oídos con una almohada. Quizá si les dejaba de prestar atención se irían como todas las veces anteriores.
Al paso de unos minutos no los volvió a escuchar y se calmó, volviendo a descubrir su cabeza y dejando la almohada a un lado, mientras respiraba más tranquila, había empezado a sumergirse de nuevo en las aguas de un sueño profundo y se habría quedado dormida, de no ser porque antes de conseguirlo sintió que algo le sujetaba un pie.
Agnes abrió de manera abrupta los ojos y se encorvó para ver qué le había halado los dedos