Así como las estaciones del año, la vida va pasando, incierta y desesperadamente. Lo tenía todo, me sentía dichosa al ser la esposa de Fernando Fernier, un prestigioso CEO encantador, que llenó mi vida de lujos a los que no estaba acostumbrada y me hizo sentir que era especial. Yo, Kaitlyn London, una joven maestra de 26 años, dedico mi vida a enseñar a los niños. Tras 3 maravillosos años de matrimonio, el sueño de continuar con mi legado prevalecía. Estábamos listos para pasar a la siguiente etapa de nuestras vidas, ambos añorando construir una familia, y creíamos que con la noticia de mi embarazo todo cambiaría; no sabíamos que ese sería el inicio de la pesadilla. Mi vida cambió de blanco a negro en solo segundos; con mi primer aborto y la noticia de esa fatal enfermedad consumista que me robó la ilusión de formar una familia, pensé que todo estaba perdido. Aun intentando no perder la esperanza, luché por sobrevivir; acepté la posibilidad de un vientre en alquiler, sin saber que esa decisión me llevaría al final. me negaba a ver la realidad y aceptar que lo perdía con cada mes que pasaba. Me encontraba aislada, perdida; aún así, yo veía por sus ojos, me tenía en sus manos y con esas mismas manos me destruyó. Un accidente me hizo comprender que la vida no es color de rosas, que los engaños y las traiciones existen. Llegué a pensar que podría morir; me vi desarmada, sola y vacía. Lo perdí todo. Pensé que no podría superarlo, que todo había terminado para mí; sin embargo, encontré el camino, me caí y me levanté, caminando el sendero hacia la luz al final del túnel, al final, ellos llegaron a mi vida a cambiarlo todo y enseñarme lo que es el verdadero amor.
Leer másCapítulo 1.
Golpe del destino. Perspectiva, Kaitlyn London. Así como las estaciones del año, la vida va pasando, incierta y desesperadamente. Lo tenía todo; me sentía dichosa al ser la esposa de Fernando Fernier, un prestigioso CEO encantador, que llenó mi vida de lujos a los que no estaba acostumbrada y me hizo sentir que era especial. Yo, Kaitlyn London, una joven maestra de 26 años, dedico mi vida a enseñar a los niños. Conoci a mi esposo Fernando Fernier cuando estaban en la universidad, él con la carrera de administración de empresas y yo con la rama de enseñanza, mundos distintos que se unieron por la intensa atracción entre los dos. Empezamos con una relación de mentor a alumno cuando empecé a darle clases de cálculo, desde entonces me convertí en la protegida de Fernando, hermosa e inteligente, para él el sueño de mujer, con el único defecto de ser clase media, un defecto que paso a segundo plano cuando lo hice ganar millones ayudándolo en un proyecto de la empresa de su familia, lo que me hizo ver cómo una ficha valiosa en su juego por la herencia, no solo era su protegida, era su amuleto de la suerte, con mi esfuerzo llego a tomar la presidencia antes que sus hermanas, lo que me subió de nivel, él me adoraba, me miraba de tal manera que me hacía cree que las diferencias sociales entre los dos no era un obstáculo, y me lo demostró al pedir mi mano a mi madre antes de que ella falleciera. Una boda alucinante, lo tenía todo, felicidad, amor, a él. Cuando mi madre falleció, él fue mi refugio, mi mundo, mi todo. Me ayudó a levantarme de aquella depresión consumista que me mantenía sujeta, me enseñó a sobrellevar el dolor y así rápidamente fui avanzando. Aunque no olvido a mi madre, él me enseñó a sobrevivir con el dolor. Tras 3 maravillosos años de matrimonio, el sueño de continuar con mi legado prevalecía. Estábamos listos para pasar a la siguiente etapa de nuestras vidas, ambos añorando construir una familia, y ahora con el informe de embarazo en mis manos, ese sueño que ambos deseábamos se haría realidad. * Cena de aniversario. Narrativa en tercera persona. —Cariño, ya llegué. —Estoy aquí… —anuncia desde el área del comedor. Fernando camina aflojando su corbata y llega ante ella, notando la lujosa cena que ha preparado para ellos. —¿Qué es todo esto? —pregunta haciéndose el sorprendido. —¿Qué quieres decir? ¿Olvidaste nuestro aniversario? Él sonríe y saca una caja con cello de gamuza que le enseña. —¿Crees que podría olvidarlo? —Jamás, eres el esposo más maravilloso de todos. —Ella lo besa recibiendo el regalo. —Una gargantilla de lujo como la de su colección. —Gracias, mi amor, me encanta, ahora el mío. Ella le entrega una caja modernamente grande, parecida a una caja de zapatos un poco más grande, forrada en papel de regalo rojo brillante. Ella lo mira ansiosa, emocionada, hasta que ve su expresión. —Kaitlyn, ¿estás embarazada? —Sí, sí, mi amor. Vamos a ser papás. —¡¡AAAH!! JAJAJA, voy a ser papá, VOY A SER PAPÁ. La besa, la carga en sus brazos haciéndola girar; las emociones son descontroladas y ella disfruta de ver sus emociones, la manera en que toma el celular y da la noticia a la familia. Todos los felicitan, la alegría prevalece en su hogar, o eso creía. Creía que con la noticia de su embarazo todo cambiaría; no sabía que ese sería el inicio de la pesadilla. —No salgas, quédate aquí, no tienes que trabajar, para eso yo te mantengo. —Mi amor, estoy bien, la doctora dijo que estaría bien, solo quiero terminar el curso de este año; dos meses más y podré entregar satisfactoriamente el curso a un suplente. Fernando suspira de manera pesada. —No lo entiendes, si te pasa algo… —Ella lo intenta calmar. —Voy a estar bien, tranquilo. A regañadientes, Fernando acepta, sabiendo que llevarle la contraria ahora no serviría de nada, pero eso no impide que intente controlarla. —Bien, bien, no te haré cambiar de opinión, perfecto, ve a tus clases, pero eso sí, Vicente irá por ti y te traerá de regreso, nada de salidas con tus amigas, nada de paseos, nada de correr, ni comidas fuera de casa; a partir de ahora vas a cuidarte. Ella sonríe ligeramente. —Estás siendo un poco controlador, amor; la doctora… —Él la interrumpe. —ME IMPORTA UN DEMONIO LO QUE DIJO LA DOCTORA, HARÁS LO QUE TE DIGO, ¿ME ESCUCHASTE? Ella se asusta por su tono de voz; jamás en todo este tiempo de casados él le había levantado la voz de esa manera. —Fernando… —Él nota su expresión de sorpresa y preocupación y rápidamente suaviza su tono. —Lo siento, cariño, lamento haberte asustado, es que llevamos tiempo esperando esto, no quiero que nada salga mal… —Se acomoda sobre su vientre—. Ustedes son todo lo que tengo, lo que más amo; si les pasa algo, yo me volvería loco. Ella sonríe al ver que él la acaricia. —Lo sé, lo siento, está bien, haré lo que me pides, iré a las clases y volveré, ¿está bien? —Me siento más tranquilo, te amo. —Yo a ti. La felicidad los rodea, unidos descubriendo cada faceta de esta hermosa experiencia. * Un mes después. —¿Dónde estabas? Mira la hora. —Lo siento, mi amor, Carolina me invitó a almorzar, tenía hambre y acepté, me dio un regalo… —Fernando la mira con frialdad. —Eso no fue lo que acordamos. —Lo sé, mi amor, pero solo fue una comida. —Una comida con Carolina, esa mujer que siempre ha tenido envidia de lo que tienes. ¿Acaso eres ciega? ¿No ves que solo quiere seguir metiéndote cosas sobre mí en la cabeza? —No hablamos de ti, mi amor, solo del bebé. —Más razones para alejarte, la envidia, Kaitlyn, ¿acaso no puedes verlo? Le puede hacer daño a nuestro bebé. —Lo siento, te prometo que no va a volver a pasar, por favor, perdóname. Ella lo abraza y él le corresponde a regañadientes. * Tras cenar, ambos toman una ducha y se van a la cama; ella lo busca, pero él la evade. Quiere intimidad, pero la ignora con la excusa de que podría lastimar al bebé. Ya no tienen intimidad y eso la tiene muy tensa, siendo ella una mujer muy activa sexualmente. * En el transcurso de la noche, Kaitlyn se despierta con un ligero dolor en su vientre; la presión la invade y esta la obliga a levantarse, notando la sangre entre las sábanas. —¡¡AAAAH!! —Su grito despierta a Fernando, quien al ver la sangre se queda en shock. —Mi bebé, Fernando, mi bebé. En medio del caos, él llama a una ambulancia; Kaitlyn es trasladada a emergencia donde le dan la mala noticia. —Lamento informarles que el bebé no sobrevivió. —Noooo, NOOO. —Los gritos de Kaitlyn desgarran el alma de las personas que la escuchan, mientras que Fernando, a su vez, la mira fríamente. —Te lo dije, esto es tu culpa. ¿Ahora sí me crees? Todo esto es culpa tuya. Acusaciones que profundizan su herida, el dolor aumentando y sin poder detenerlo. * Con el remordimiento, la culpa, los tal vez, lo que pudo ser y no fue, la vida de Kaitlyn cambió de blanco a negro en solo segundos; con su primer aborto y la noticia de esa fatal enfermedad consumista que le robó la ilusión de formar una familia. * Meses después. Un sonido ensordecedor se escucha en los oídos de Kaitlyn London, mientras que el doctor continúa dándole aquella noticia que ella presentía, pero que no esperaba. —Lo lamento, señor y señora Fernier, hicimos todas las pruebas e incluso las repasamos dos veces. No queríamos darle esta noticia, pero es mi deber ser honesto con ustedes. —Las palabras del doctor hacen explotar a Fernando, quien se levanta ansioso de su silla. —No puede ser, doctor, tiene que haber alguna alternativa; mi esposa no puede ser estéril. — El útero infantil o útero hipoplásico es una malformación uterina que se caracteriza por un tamaño reducido del útero. Este está asociado a la falta de fertilidad en su esposa; lamentablemente, no existe un tratamiento efectivo para corregir el tamaño de un útero hipoplásico, ni siquiera la cirugía. Sin embargo, el tratamiento hormonal con estrógenos y progesterona puede mejorar el funcionamiento del útero, pero no nos asegura un embarazo completo, que llegue a término. Si logramos que el tratamiento funcione y logran concebir, deberán tener un estricto cuidado; estos embarazos suelen catalogarse como embarazos de riesgo. Kaitlyn no puede hablar, saber que ella es la del problema la golpea tan fuerte que le es imposible asimilarlo; su mente la aísla, tratando de entender cómo es posible que ella sea la mancha en su maravilloso matrimonio. Sin duda, la vida no es justa. —Escucha, cariño… —Fernando la toma de la mano—. Vamos a lograrlo, lo haremos juntos, yo estoy contigo, apenas tienes 26 años, el riesgo de que quedes embarazada de esa magnitud es poco; cuidaré de ti, del bebé, ya verás que todo va a salir bien. —Sí, quiero intentarlo, lo intentaremos, doctor —responde débil, sujetando la mano de su esposo con firmeza. —Bien, pediré a los enfermeros que preparen todo. —Eso cariño, tú eres fuerte, todo va a estar bien. —Afirma Fernando sin ganas de perder la esperanza y su objetivo. Kaitly le sonríe ligeramente, abrazándose a él con fuerza, su momento de felicidad por un instante se ve empañado por una llamada familiar. F: ¿Qué? ¿Murió? ¿Cuándo? Ok, ok, tranquila, mamá, iremos, no te preocupes. Fernando suspira con frustración mirando a su esposa. —¿Qué pasa? — La esposa de mi tío falleció por la mañana; la familia se va a reunir para el velorio. — Fernando, yo no me siento bien; si quieres, ve tú. —Ni hablar, eres parte de la familia, no iré ahí solo. —El tratamiento, la pérdida del bebé, no estoy segura yo... —La interrumpe. —Nada de eso, tú vas a estar bien, la familia nos necesita, tú eres mi esposa y tu deber es acompañarme. ¿Qué va a decir la gente si me ve llegar sin ti? Iremos, no está en discusión.Capítulo 6. Sorpresa. La indiferencia y el desprecio siempre serán el peor castigo. Después de esa fuerte discusión, para reprimir sus ideas, él aplica su ley del hielo, buscando que ella desista de su decisión de volver a trabajar, pues la quiere en casa. Aunque ella lo busca, le escribe e intenta reparar las cosas, él no se doblega hasta conseguir que ella desista de seguir con sus ideas. * Dos semanas después. En medio del caos, la desesperación empieza a jugar un papel fundamental. Kaitlyn no solo ha estado tratando de solventar las cosas, sino que hablar con su suegra le trae conflicto, pues la hacen sentir la culpable de todo, sentir egoísta y eso la está consumiendo ante su encierro. Dibujando en el salón, Kaitlyn escucha el clip de la puerta; es temprano para que Fernando vuelva, lo que le da una curiosidad inmensa, y se levanta para ver quién es. Cuando se repone, lo ve aparecer con un ramo de rosas rojas. —Ahí estás —dice animado con un tono de voz suave,
Capítulo 5. Decaída. Triste agonía, sentimiento de soledad; aunque estés rodeada de personas que te idolatran, que te cuidan y consienten, aun así, te sientes sola, vacía, como si nada pudiera llenar ese vacío creciendo lentamente. —Señora, llegó esto para usted. Kaitlyn levanta su mirada; ella está dibujando, mientras admira el jardín de su enorme mansión, cuando nota cómo la mujer de servicio deja sobre la mesita un ramo de rosas, que porta una tarjeta con el mismo mensaje de siempre: “No olvides que eres el amor de mi vida”. Ella sonríe; irónicamente, ha recibido ese mismo mensaje en cada ramo que le ha dado, como si no hubiera más frases para describir lo que siente, como si con eso fuera suficiente para calmar su dolor. Después de todo, la ha excluido del proceso de selección de candidatos a vientre de alquiler. Una elección que se supone que sería entre los dos, pero él a decidido iniciar proceso por su cuenta, haciéndola pensar que así no se sentiría agobiada por la
Capítulo 4. Inquietudes. Kaitlyn forja una sonrisa, la velada da inicio, todos están disfrutando, la cena es un éxito y ella logra acercarse más a Cristal, jugando con sus muñecas; la hace reír. —Buenas tardes, señora, ¿le gustaría tomar el té? —dice la pequeña juguetona. —Me encantaría, joven. —Pase por aquí, siéntese. —Ellas juegan al té. Las risas provenientes del pequeño salón al lado llaman la atención de Máximo, quien las observa en silencio. —Cristal, ya son más de las 10, cariño, debemos ir a la cama —anuncia la Nana. La pequeña no le presta atención; ella enfoca a Kaitlyn, quien intenta recoger los juguetes. —¿Vienes, Kaitlyn? —pregunta inocente, llamando la atención de Kaitlyn, quien se sorprende de la atención que recibe de la pequeña. —Sí, te acompañaré. —¿Me cargas? —La pequeña le extiende sus manos y ella la toma en sus brazos con tanta delicadeza; le da un pequeño abrazo, cerrando los ojos por un instante al sentir el apego de lo que se sentiría ser madre. Al
Capítulo 3. Cena de celebración. Casi dos años se cumplen desde que Máximo pisó la mansión Fernier por última vez, el heredero mayor de la familia por ser varón, un descendiente imponente que causa terror ante las personas que lo ven llegar. El consentido de la monarca ha regresado a la mansión donde estuvo cautivo durante su juventud, sujeto a las leyes de una madrastra y un padre déspota e inmoral, que solo se afina a él por el poder que representa ante el liderazgo y la herencia familiar. En el salón, todos los sirvientes se reúnen en la entrada, mujeres de un lado y hombres del otro, para presentar sus respetos ante el heredero más esperado de la noche. —¡Bienvenido, señor y señorita Fernier! La bienvenida viene acompañada de una cortés reverencia, mientras Máximo, con cortesía, hace una leve inclinación en forma de respeto, siendo el único que presenta tal formalidad ante los sirvientes que lo adoran, por ser el único heredero al que la fama y el poder no se le suben a
Decisiones. Perspectiva de Máximo. El dolor y la depresión han causado efectos importantes en su vida; ver a su hija es como una herida profunda que no sana. Cada vez que la niña llora o llama a su mamá, Máximo siente que su mundo se desmorona; incluso ha llegado a culparse, sentir culpa por ser doctor y no haberlo visto antes. ¿Es que cómo no lo notó? Estaba tan cegado por la perfección, la felicidad… ¿Quién iba a pensar que algo así le pasaría? Las cosas pasan cuando menos lo esperábamos, estamos en un mundo incierto, hoy estamos arriba mañana estamos abajo, hoy sonreímos y somos felices y mañana no sabemos si estaremos llorando y con el mundo cuesta arriba, máximo a notado que los segundos lejos de su esposa eran valiosos, cuando se quedaba en turnos extras en la clínica, le robaba tiempo con su esposa, con el amor de su vida, ahora pensar en lo que debió ser y no fue es un dolor pulsante, aunque ya no puede cambiar las cosas le gustaría hacerlo, pero no tiene la fuerza, su mayo
Capítulo 2. Decisiones. Apariencia, de eso vive su esposo, siempre fingiendo la perfección, que nada lo destruye, siendo el más fuerte de su familia, compitiendo constantemente contra su tío, queriendo ser como él y llamar la atención de su abuela, sin importar los acontecimientos entre ellos recientemente, sin importar cómo ella se siente, lo vulnerable que se siente tras la pérdida de su bebé; él prefiere las apariencias y la culpa incluso por no obtener la atención deseada. —Todos estaban atentos a él; siempre que está presente, se convierte en el centro de atención. Todos viéndote llorar en las esquinas, me hiciste ver como un imbécil, y no te basta con eso, vas e intentas ofender a mi tío cargando a su hija. ¿Acaso no puedes pensar en alguien más que en ti? Tienes que entender que, aunque estemos pasando por dificultades, no significa que el resto deba enterarse. —Solo quería socializar con ella. Sé lo que se siente perder a una madre, perderlo todo; jamás quise ofender a
Último capítulo