Una amiga desaparecida, dos hermanos enamorados de la misma chica y aquella mujer desesperada por hacer justicia. «La justicia, tarda pero llega» Escuchar esta pequeña frase es común. Pero no significa que siempre sea así, algunas veces hay que acortar su camino y darle numerosos empujones, en otros casos los malvados la tuercen, para aumentar sus riquezas dejando tras de ellos un camino de destrucción y desastre. Vanessa Rinaldi, una chica de campo muy ordinaria, se verá en una pequeña aventura en la que tendrá que encontrar a Marcelo Martini, su antiguo amigo de la secundaria y su primer amor, además a Danna su mejor amiga, para ello se enfrentará en contra de Martini’s una fábrica de alimentos que esconde un enorme secreto a sus trabajadores. Paolo Martini tendrá que unir fuerzas con Vanessa para poder descubrir el paradero de su hermano gemelo, sentimientos comienzan a aflorar entre ellos, más ¿Qué sucederá cuando Vanessa tenga cara a cara a su primer amor? ¿Podrá volver a ver a su amiga? Y más aún ¿Logrará desenmascarar a la malvada mujer?
Leer másVanessa, era una chica de campo que vivía aún con sus padres. Claro que no vivía ahí de balde, cuidar de los animales era una de sus numerosas actividades diarias, ella amaba la tranquilidad que el campo le daba a pesar de estar todo el día persiguiendo gallinas y bañando cerdos.
—¡Vanessa! — gritaba Danna para llamar la atención de su amiga la cual se encontraba lejos de ahí —¡Oye! — gritaba una vez más al notar que la mencionada no se percataba de su existencia, corrió en su dirección y llegó completamente exhausta.
—Oh Danna, estás aquí— comentó con una sonrisa sin enterarse de las numerosas veces que su amiga la había llamado.
—¡Claro que estoy aquí! ¿No ves que casi me muero? Ese ganso me persiguió otra vez— se dejó caer en el suelo.
Vanessa se reía ante los gestos de Danna. El ganso estaba encerrado, pero, en una visita anterior sí la hizo correr bastante tiempo, hasta que alcanzó a desgarrar una parte de su vestido. Sí, Paolo el ganso estaba castigado porque había perseguido a aquella joven más de una vez.
—¿Qué te trae por aquí? — Preguntó Vanessa sin posar la mirada en su amiga, pues estaba concentrada en deshacer aquel nudo del lazo que estaba lastimando la pata de una vaca.
La joven Danna rio de manera pícara dando a entender que por tercera vez en el mes quería que Vanessa la acompañara hasta el pueblo a comprar algunos billetes de lotería, que como se podía apreciar no había llegado a ganar.
—Es una pérdida de tiempo— sentenció Vanessa para dar por terminado su trabajo con el lazo y tomar su pesada cesta llena de mandarinas. —No me arrastrarás allá nuevamente, el camino es largo— argumentó por última vez y se marchó.
Dos días después tras la insistencia de su amiga optó por soltar a Paolo. Él era un ganso tranquilo, pero aprovechaba ciertas oportunidades para «defender» a su dueña. A pesar de dejar a Paolo en libertad, Vanessa no consiguió deshacerse de su amiga, la cual a cada instante golpeaba su ventana, llamaba a su celular y le mandaba recados con su primo, sí, ella era una «completa loca» como la llamaba Vanessa.
—Te juro que esta fue la última vez, a la próxima consigues a alguien más, vienes sola o no vienes ¡Pero no seas tan harta! — gritó la última parte haciendo que todos alrededor la vieran de manera extraña.
—Ya, ya… No hay necesidad de asustar a todo el mundo, no volveré a hacerlo, si mi padre se entera me dejará en la calle por «despilfarrar» el dinero— aclaró Danna rodando los ojos.
—Pues sí «despilfarras» el dinero, con eso podrías haber comido una semana— susurró la mayor rodando los ojos.
—Pero tú compraste uno también ¿No es así? — sonrió ladina mientras observaba la reacción de su amiga.
—¡Tú me obligaste! Además, no salió de mi bolsillo, sino del tuyo— sentenció Vanessa mientras se apresuraba a ingresar al autobús.
Durante el viaje y la siguiente semana la discusión que ellas mantenían era esa, no cambiaron mucho de tema ni sucedió nada relevante en sus vidas, salvo la ruptura de Danna con su novio porque él «la trataba con indiferencia» aunque al parecer de Vanessa él era demasiado empalagoso con su amiga. Vanessa era el tipo de persona que apreciaba su espacio personal y no estaba muy rodeada de personas, ellas le agotaban.
—¿Puedes dejar de llorar? Mi ropa está llena de maquillaje por tu causa— susurró la mayor mientras intentaba calmar los ánimos de su amiga, lo cual en ese momento era imposible, pues el amor que ella le tenía a su ex pareja seguían tan vivos como en el día que formalizaron su relación.
—¡No! ¡¿Nunca has llegado a amar a alguien?!— exclamó Danna mientras se echaba a llorar nuevamente en las piernas de su mejor amiga.
«¿Nunca has llegado a amar a alguien?» Esa pregunta retumbó en la cabeza de Vanessa ¿Ha llegado a amar? Su mente la llevó a un par de años atrás en el que ella apenas era una estudiante de secundaria, para ese entonces no había conocido a Danna y no imaginaba llegar a querer a alguien tan escandaloso como ella. Marcelo había sido una de las pocas personas que se había acercado a ella, a pesar de su mal carácter. Aunque para Vanessa la existencia de Marcelo no era importante hasta el día que la salvó de aquella broma que sus compañeros de clase habían organizado para ella, la cual no era para nada aceptable. Marcelo se cambió de colegio meses después perdiendo toda comunicación con Vanessa y dejándola completamente confundida por lo que había llegado a sentir, Vanessa no pensó más en eso, las cosas suceden por una razón.
—¿No juega hoy la lotería que compraste? ¡Vamos a ver cuánta suerte has tenido! — exclamó haciendo que Danna se sentara de golpe y su llanto cesara, los preciados tímpanos de Vanessa ya tendrían un momento de sosiego.
Unos minutos después, ambas estaban posicionadas para le momento de la revelación de los números. El presentador los repetía con lentitud mientras cada una de las chicas examinaba sus billetes. —Mira esto— dijo un poco confusa mientras permanecía en un estado de trance —hemos… hemos ganado— balbuceó observando a su amiga —¿Y el tuyo? ¿Qué número tienes? — cuestionó sin despegar la mirada de la menor.
—Yo no gané con este… pero si tú ganaste ese ¡Significa que ambas ganamos! — gritó demasiado eufórica dando numerosos saltitos —¡Por fin soy millonaria! — gritaba nuevamente en tanto saltaba en el sofá.
—Bueno… respecto a eso— se colocó de pie —tú me hiciste comprar este billete, así que… que cada una tenga la mitad es muy razonable— argumentó mientras jugueteaba con el billete.
Después de un par de discusiones y la insistencia de Danna sobre ir a la ciudad con el deseo de conseguir pareja con dinero, eso sin contar que Vanessa podría trabajar lejos del campo y conocer un nuevo lugar, cosa que ella no había podido lograr desde que se graduó. Vanessa reflexionó un poco lo que quería y terminó accediendo a las peticiones de Danna.
—¡Todo está listo! ¡Hora de irnos! — exclamó Danna eufórica en tanto cerraba la cajuela del auto —¡Ya mi padre no me podrá decir que despilfarro el dinero— sonrió satisfecha!
—Espero te hayas despedido adecuadamente de él, no tenemos idea de cuanto nos tomará el viaje— la observó con detenimiento —o si vamos a volver— dijo esto último en un tono tan oscuro que hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de la menor.
—¡No digas eso que me asustas! — golpeó el hombro de Vanessa —vamos a volver, casadas con un millonario— agitó su larga cabellera y subió al auto.
—Yo no pienso casarme, estoy feliz, así como estoy— respondió con una sonrisa mientras imitaba el tono de voz de la menor.
—Las que dicen eso son las que primero se casan— comentó Danna mientras arrancaba el auto ¿Será eso cierto?
╔═══════ ≪ •❀• ≫ ═══════╗ Un año y medio más tarde╚═══════ ≪ •❀• ≫ ═══════╝Vanessa estaba observando entre los arbustos que se hallaban en medio de la montaña a unas personas paradas en la mitad de la autopista. —¿Segura que ellos son los que estaban robando información del gobierno? — cuestionó Vanessa mirando con detenimiento a Heather, la cual con firmeza asintió —increíble, son niños— abrió con notoriedad su boca en señal de asombro.—¿Cómo crees que algo así es posible? — rodó los ojos la mayor conteniendo su risa —está bien, es muy posible; pero en ese caso, son personas de edad promedio disfrazadas de niños pequeños, de esa manera no podrían atraparlos tan fácil.—Al parecer el mundo est&
Unas dos semanas habían transcurrido y Vanessa se había decidido a regresar al campo, de hecho, ya estaban en camino. Aunque regresar al campo significaba que tendría que vivir lejos de su hermana. La relación entre Danna y Kennedy iba viento en popa, aunque ninguno de ellos se atrevía a admitirlo.Además de la pequeña Eleonor a la que Vanessa había prometido cuidar, unos escurridizos gemelos se le habían unido al viaje después de prometer que «trabajarían sin quejarse» cosa que ella sabía que no les duraría mucho, por lo menos a Paolo.El alegre ganso Paolo ya los estaba esperando a las afueras de su casa y Oliver, eh, bueno, digamos que tendrá que pasar un tiempo en prisión por ser llamado a testificar y no asistir. Los padres de Vanessa disfrutaban del tranquilo atardecer hasta que el ganso comenzó a graznar con fuerza al percibir que su
—Si le seguimos la corriente ¿Crees que vayamos a quedar internados en un hospital? — Marcelo negó agitando su cabeza.—Lo peor que podría pasarnos sería estar tres metros bajo tierra— murmuró el mayor —deberíamos huir del plan de Kennedy por el bien de nuestras vidas. Si una nada más es peligrosa, ¿qué nos espera con las cuatro juntas? — se quejó.Dicho eso los gemelos emprendieron la huida en dirección a las muchachas, si ellas los veían cerca, sabrían que no tendrían nada que ver con la futura travesura de Kennedy. Era todo cuestión de supervivencia y no de cobardía.Un par de minutos habían pasado y el plan de las muchachas estaba listo para efectuarse, las menores estaban fuera de la piscina, ni locas querrían acercarse a aquellas arañas gigantes y peludas. Hablaban todos con tranquilidad ha
—Estamos hablando de numerosos crímenes— se dirigió el juez a Bianca —en el primer cargo de secuestro, serán quince años— sentenció. Vanessa mantenía la mirada fija sobre el juez y la vieja bruja, al escuchar una pena de quince años, sonrió de lado —por víctima— completó el juez. —lo que serían por las doscientas mujeres que fueron privadas de libertad, tres mil años de prisión, por el delito de secuestro.—Esa vieja se pudrirá en la mazmorra— murmuró Vanessa a oídos de Danna, la cual tomaba con fuerza las manos de su hermana.—Por los cargos de asesinato a «personas humanas potenciales» y veinte mujeres, se le condena a mil años de prisión, todo esto sin posibilidades de libertad condicional— el rostro de Bianca se tornó blanco a causa de la cantidad de a&ntild
—Su señoría, sí, tenemos más testigos— dijo la fiscal con seguridad —me gustaría llamar al estrado a la señorita Vanessa Rinaldi— anunció.La joven se colocó de pie, había un plan y lo seguirán hasta el final. Las miradas confundidas de los demás estaban viajando desde Vanessa hasta la fiscal y de regreso —¿Esto fue lo que ella hizo ayer? — se cuestionó Marcelo, aún incrédulo por la seguridad con la que ella se acercaba. —Conociendo a Vanessa, es capaz de venir corriendo desde el otro lado de la ciudad, descalza solo para verle la cara a la vieja bruja— se burló Marcelo posando su mirada sobre Paolo. —Lo siento, quiero decir «la señora Bianca»— aclaró haciendo comillas con sus dedos.—He estado en este país solamente veinte horas y aun no comprendo el motivo por el que le llaman «Vieja bruja». Quiero decir ¿La señora es tan mala para haberse ganado ese apodo?, y ¿Si es madre del chico de ahí, por implicación no sería tu madre también? — Cuestionó el hermano de Kennedy ladeando la cabeza con confusión. Por más que hubiera pasado la noche intentando descifrar la mala fama que ese horrible ser se había preocupado por hacer y el que su propio hijo la llamara de esa forma, no hallaba la mejor opción.—Si hubieras vi• Capítulo 82• «El juicio»
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