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Capítulo 1
El Amuleto se Rompe Perspectiva: Kaitlyn London La vida pasa como las estaciones, incierta y desesperada, pero mi existencia se siente anclada en la seguridad. Lo tengo todo. Soy la dichosa esposa de Fernando Fernier, un CEO encantador que ha llenado mi vida de lujos que jamás soñé y me ha convencido de que yo soy especial. Yo, Kaitlyn, una joven maestra de 26 años, dedico mi vida a enseñar a los niños. Nuestros mundos son polos opuestos: él estudia Administración de Empresas; yo, la rama de enseñanza. Esos mundos se unen por la intensa atracción que sentimos. Empezamos con una relación de mentor a alumna cuando comienzo a darle clases de cálculo. Desde entonces, me convierto en la protegida de Fernando, hermosa e inteligente. Para él, yo soy el sueño de mujer, con el único defecto de ser de clase media. Ese "defecto" pasa a segundo plano cuando lo ayudo a ganar millones en un proyecto de la empresa familiar. Aquello me hace ver como una ficha valiosa en su juego por la herencia. Ya no solo soy su protegida, sino su amuleto de la suerte. Con mi esfuerzo, él logra tomar la presidencia antes que sus hermanas, subiendo así mi nivel. Él me adora. Me mira de tal manera que me hace creer que las diferencias sociales entre los dos no son un obstáculo, y me lo demuestra al pedir mi mano a mi madre antes de que ella fallezca. Una boda alucinante. Lo tengo todo: felicidad, amor, a él. Cuando mi madre falleció, Fernando es mi refugio, mi mundo, mi todo. Me ayuda a levantarme de aquella depresión consumista que me mantiene sujeta; me enseña a sobrellevar el dolor y así voy avanzando. Aunque no la olvido, él me enseña a sobrevivir. Tras tres maravillosos años de matrimonio, el sueño de continuar con nuestro legado prevalece. Estamos listos para pasar a la siguiente etapa de nuestras vidas, ambos añorando construir una familia. Ahora, con el informe de embarazo en mis manos, ese sueño se hace realidad. Cena de Aniversario Narrativa en Tercera Persona "Cariño, ya llegué." "Estoy aquí..." anuncia Kaitlyn desde el área del comedor. Fernando camina hacia ella, aflojándose la corbata. Nota la lujosa cena que ella ha preparado para la ocasión. "¿Qué es todo esto?" pregunta, haciéndose el sorprendido. "¿Qué quieres decir? ¿Olvidaste nuestro aniversario?" Él sonríe con un destello rápido que ella conoce bien y desliza sobre la mesa una caja forrada en gamuza. "¿Crees que podría olvidarlo?" "Jamás, eres el esposo más maravilloso de todos." Ella lo besa, recibiendo el regalo. Es una gargantilla de lujo, como la de su colección. "Gracias, mi amor, me encanta. Ahora el mío." Ella le entrega una caja modernamente grande, forrada en papel de regalo rojo brillante. Ella lo mira ansiosa, la respiración contenida, hasta que la emoción de él se corta de golpe. Fernando analiza la caja, luego a ella, y una rigidez tensa su mandíbula. "Kaitlyn, ¿estás embarazada?" "Sí, sí, mi amor. ¡Vamos a ser papás!" La euforia lo sacude: "¡Soy a ser papá! ¡VOY A SER PAPÁ!" El grito retumba en la estancia, y la carga en sus brazos, haciéndola girar hasta que las risas se mezclan con el perfume de la cena. Las emociones son descontroladas y ella disfruta de ver su alegría, la manera en que toma el celular y da la noticia a la familia. Todos los felicitan. La alegría prevalece en su hogar, o eso cree. Cree que con la noticia de su embarazo todo cambia; no sabe que ese es el inicio de la pesadilla. "No salgas. Quédate aquí, no tienes que trabajar, para eso yo te mantengo." "Mi amor, estoy bien. La doctora dice que estaré bien. Solo quiero terminar el curso de este año; dos meses más y podré entregar satisfactoriamente el curso a un suplente." Fernando suspira de manera pesada. "No lo entiendes, si te pasa algo..." Ella lo intenta calmar. "Voy a estar bien, tranquilo." A regañadientes, Fernando acepta, sabiendo que llevarle la contraria ahora no sirve de nada, pero eso no impide que intente controlarla. "Bien, bien, no te haré cambiar de opinión, perfecto. Ve a tus clases, pero eso sí, Vicente irá por ti y te traerá de regreso. Nada de salidas con tus amigas, nada de paseos, nada de correr, ni comidas fuera de casa; a partir de ahora vas a cuidarte." Ella sonríe ligeramente. "Estás siendo un poco controlador, amor; la doctora..." Él la interrumpe, la frustración tensándole la mandíbula. "¡ME IMPORTA UN DEMONIO LO QUE DICE LA DOCTORA! HARÁS LO QUE TE DIGO, ¿ME ESCUCHASTE?" Ella se asusta por su tono de voz; jamás en todo el tiempo de casados él le ha levantado la voz de esa manera. "Fernando..." Él nota su expresión de sorpresa y preocupación y rápidamente suaviza su tono. "Lo siento, cariño, lamento haberte asustado. Es que llevamos tiempo esperando esto, no quiero que nada salga mal..." Se acomoda sobre su vientre. "Ustedes son todo lo que tengo, lo que más amo; si les pasa algo, yo me vuelvo loco." Ella sonríe al ver que él la acaricia. "Lo sé, lo siento. Está bien, haré lo que me pides, iré a las clases y volveré, ¿está bien?" "Me siento más tranquilo. Te amo." "Yo a ti." La felicidad los rodea, unidos descubriendo cada faceta de esta hermosa experiencia. Un Mes Después "¿Dónde estabas? Mira la hora." "Lo siento, mi amor. Carolina me invitó a almorzar, tenía hambre y acepté, me dio un regalo..." Fernando la mira con frialdad. "Eso no es lo que acordamos." "Lo sé, mi amor, pero solo es una comida." "Una comida con Carolina, esa mujer que siempre tiene envidia de lo que tienes. ¿Acaso eres ciega? ¿No ves que solo quiere seguir metiéndote cosas sobre mí en la cabeza?" "No hablamos de ti, mi amor, solo del bebé." "Más razones para alejarte. La envidia, Kaitlyn, ¿acaso no puedes verlo? Le puede hacer daño a nuestro bebé." "Lo siento, te prometo que no va a volver a pasar, por favor, perdóname." Ella lo abraza y él le corresponde a regañadientes. Tras cenar, ambos toman una ducha y se van a la cama; ella lo busca, pero él la evade. Quiere intimidad, pero la ignora con la excusa de que podría lastimar al bebé. Ya no tienen intimidad y eso la tiene muy tensa, siendo ella una mujer muy activa sexualmente. En el transcurso de la noche, Kaitlyn se despierta con un ligero dolor en su vientre; la presión la invade y la obliga a levantarse, notando la sangre entre las sábanas. El grito de Kaitlyn es un sonido rasposo y animal que destroza el silencio de la madrugada. Fernando, cegado por el sueño y luego por el terror, se queda pétreo al ver el carmesí empapando las sábanas de seda. "Mi bebé, Fernando... ¡es mi bebé!" En medio del caos, él llama a una ambulancia. Kaitlyn es trasladada a emergencia, donde le dan la mala noticia. "Lamento informarles que el bebé no sobrevivió." Los gritos de Kaitlyn desgarran el alma de quienes la escuchan: "¡Nooo! ¡NOOO!" Mientras, Fernando la mira fríamente. "Te lo dije," sisea, la voz apenas un hilo glacial. No hay consuelo en sus ojos, solo una condena fría. "Esto es tu culpa. ¿Ahora sí me crees? Todo es culpa tuya." Acusaciones que profundizan su herida, el dolor aumenta sin poder detenerlo. Con el remordimiento, la culpa, los tal vez, lo que puede ser y no es, la vida de Kaitlyn cambia de blanco a negro en solo segundos; con su primer aborto y la noticia de una fatal condición médica que le roba la ilusión de formar una familia. Meses Después Un sonido ensordecedor se escucha en los oídos de Kaitlyn London, mientras que el doctor continúa dándole aquella noticia que ella presentía, pero que no esperaba. "Lo lamento, señor y señora Fernier, hicimos todas las pruebas e incluso las repasamos dos veces. No queríamos darle esta noticia, pero es mi deber ser honesto con ustedes." Las palabras del doctor hacen explotar a Fernando, quien se levanta ansioso de su silla. "No puede ser, doctor, tiene que haber alguna alternativa; mi esposa no puede ser estéril." "El útero infantil o útero hipoplásico es una malformación uterina que se caracteriza por un tamaño reducido del útero. Esto está asociado a la falta de fertilidad en su esposa; lamentablemente, no existe un tratamiento efectivo para corregir el tamaño de un útero hipoplásico, ni siquiera la cirugía. Sin embargo, el tratamiento hormonal con estrógenos y progesterona puede mejorar el funcionamiento del útero, pero no nos asegura un embarazo completo, que llegue a término. Si logramos que el tratamiento funcione y logran concebir, deberán tener un estricto cuidado; estos embarazos suelen catalogarse como embarazos de riesgo." Kaitlyn no puede hablar. Saber que ella es la del problema la golpea tan fuerte que le es imposible asimilarlo. Su mente la aísla, tratando de entender cómo es posible que ella sea la mancha en su maravilloso matrimonio. Sin duda, la vida no es justa. "Escucha, cariño..." Fernando la toma de la mano. "Vamos a lograrlo, lo haremos juntos, yo estoy contigo, apenas tienes 26 años, el riesgo de que quedes embarazada de esa magnitud es poco; cuidaré de ti, del bebé, ya verás que todo va a salir bien." "Sí, quiero intentarlo, lo intentaremos, doctor," responde débil, sujetando la mano de su esposo con firmeza. "Bien, pediré a los enfermeros que preparen todo." "Eso, cariño, tú eres fuerte, todo va a estar bien." afirma Fernando, sin ganas de perder la esperanza y su objetivo. Kaitlyn le sonríe ligeramente, abrazándose a él con fuerza. Su momento de felicidad por un instante se ve empañado por una llamada familiar. F: "¿Qué? ¿Murió? ¿Cuándo? Ok, ok, tranquila, mamá, iremos, no te preocupes." Fernando suspira con frustración, mirando a su esposa. "¿Qué pasa?" "La esposa de mi tío fallece por la mañana; la familia se va a reunir para el velorio." "Fernando, yo no me siento bien; si quieres, ve tú." "¡Ni hablar! Eres parte de la familia, no iré ahí solo." "El tratamiento, la pérdida del bebé... No estoy segura. " Él la interrumpe. "¡Nada de eso! Tú vas a estar bien. La familia nos necesita. Tú eres mi esposa y tu deber es acompañarme. ¿Qué va a decir la gente si me ve llegar sin ti? Iremos, no está en discusión."






