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Golpes del destino. Máximo Fernier.

Perspectiva: Máximo Fernier.

Hoy, 29 de octubre del 2018, Máximo Fernier recibe a su adorada hija en sus brazos. Una luz se enciende para él después de todo. Ella y su amada esposa lo son todo.

"Mira, cariño, es mamá, ella es tu mamá."

"Déjame verla, mi amor." La voz frágil y delicada de Christina lo atrae. En cuanto Máximo pone a la pequeña en sus brazos, ella deja de llorar y comienza a sonreír, dándole a Máximo esa pequeña parte de la vida que se llama felicidad. "Es hermosa, se parece a ti, tiene tus ojos..."

Él la interrumpe, la voz vibrando de orgullo. "Es todo lo que tiene de mí; ella es una pequeña copia tuya. Su cabello castaño claro, tus cejas, nariz, boca; ella es tu reflejo."

Cristina sonríe ligeramente, besando a su pequeña. "Te amo, los amo," expresa, llorando.

"Nosotros a ti, cariño."

Los ojos de Máximo brillan; tiene todo lo que siempre deseó. Pese a las indiferencias de su familia, él encontró la felicidad. Siempre ha sido el hijo ilegítimo, la aventura de su padre fuera del matrimonio, una obligación, una carga.

Tras la muerte de su madre, él tuvo que irse con su padre a vivir a la mansión familiar con su "perfecta" familia, sus dos hermanas. Él es el menor de todos, siempre el juzgado, el agredido, el humillado y menospreciado. Lucha por ser parte de la familia y se convierte en el mejor en todo: excelentes calificaciones, el orgullo de muchos y la envidia de otros. Jamás se deja influenciar por su madrastra; persigue sus sueños como una vez su madre le dijo y aprovecha las oportunidades para lograrlo. Solo que sus sueños están alejados de los deseos de su padre de liderar las empresas, convirtiéndolo en la oveja negra. Aunque lo respetan por ser el nieto adorado de su abuela, muchos no soportan su éxito y sus logros propios. Hoy en día, es un exitoso neurocirujano, un doctor de renombre que pone el apellido de la familia en alto por su labor, el más reconocido e influyente de su rama. Podría decir que lo tiene todo.

Máximo conoce a Cristina en la escuela de medicina y, desde entonces, planean sus vidas juntos. Salen de las faldas de la familia Fernier, alejándose de todos, en busca de su éxito. Ella se vuelve una pediatra reconocida y él, un cirujano. Lo tienen todo: dinero, estabilidad, éxito. Pero deciden formar una familia. Están completos con la llegada de su hija, hasta que las cosas empiezan a cambiar rápidamente.

"No, no, ven, cariño, con mamá, con mamá..." Cristina le aplaude a su bebé, intentando llamar su atención.

"Aquí, ven, cariño, con papá, papá."

A los pocos meses de haber nacido, la pequeña llena de luz su hogar; sus padres la adoran y su llegada fortalece todo en ellos.

"No, no..." Cristina hace un puchero al ver que su niña escoge a su papá.

"Dicen que las niñas son de papá, así que ya lo sabes."

"Eso fue suerte nada más..." Ella intenta levantarse y, de repente, se marea. "¡Ah!"

Al verla, Máximo se levanta rápidamente y se aproxima a ella con su pequeña en brazos. "¿Qué pasa? ¿Qué tienes?"

"No lo sé, me siento mareada, sentí un fuerte dolor en el abdomen."

"Déjame revisarte..." Él deja a la bebé en el corral y se acerca a evaluarla. "¿Te duele aquí?"

"No, es más en la boca del estómago."

"Quizás fue el almuerzo, el brócoli o las legumbres."

"Puede ser."

"Te voy a buscar un poco de agua; quédate ahí, no te muevas."

"Está bien."

Un poco preocupado, Máximo le busca agua y la atiende, esperando que el dolor pase satisfactoriamente después de tomar un calmante.

"¿Te sientes mejor?"

"Sí, mi amor, vete a tu turno, ve."

"Está bien, si me necesitas, solo llámame."

"Está bien, no te preocupes."

Él la adora, es el amor de su vida, su mundo entero, y le cuesta dejarla.

Meses Después

El llanto proveniente de la habitación causa ansiedad en los sirvientes, en Máximo. La bebé llora inconsolable. Se supone que toman un descanso; la puerta está con llave, pero ya hace horas que no despiertan. La bebé no deja de llorar y no hay nadie que la consuele.

"Cristina, abre la puerta," exige Máximo. "La llave, traigan las llaves de repuesto."

Tras varios minutos, él logra entrar, encuentra a Cristina inconsciente sobre la cama, con sangre en la comisura de los labios y la nariz, las sábanas manchadas, su bebé en el corral tratando de salirse.

"¡Cristina!" Máximo toma a Cristina en sus brazos, evaluando sus signos vitales, mientras que los sirvientes sostienen a la niña intentando calmarla. "¡Alcohol!" Le pasan el alcohol y la reanima. Cristina se despierta, tosiendo ferozmente. "Tranquila, respira, respira."

"Me duele, me duele mucho, Máximo."

"¿Qué te duele, mi amor? ¿Qué pasa?"

"El estómago, la boca del estómago, no lo soporto, no puedo."

"Te llevaré a la clínica, tranquila."

Máximo la toma en sus brazos, sale de la casa rumbo a la clínica, donde ingresa de emergencia a Cristina. Tras varias horas, logran determinar la causa del problema, convirtiéndose en una noticia devastadora.

"Máximo, cálmate."

"¿Cómo me pides que me calme, Gustavo? Me estás diciendo que ella tiene cáncer, cáncer de estómago en fase tres, ¿cómo me pides que me calme? ¿Cómo?"

Máximo llora; su amigo intenta consolarlo. Está en una parte de su vida que se llama golpes del destino. La peor parte de todo esto es contarle a su amada esposa que le queda poco o nada de vida.

"¿Cáncer? No, no, mi niña apenas tiene año y medio, ¿cómo es posible? ¿Me voy a morir?"

"Lo siento, mi amor, pedí que te hicieran otros análisis, pensé que estaban mal, los repetí una y otra vez, pero dieron el mismo resultado. Cariño, escúchame, no pierdas la esperanza, quizás si hacemos la quimio como dice Gustavo podríamos superar esto, no es el final, yo estoy contigo, te apoyo en todo este proceso."

"Sí, sí, tienes razón, lo haré, haremos esto juntos."

El optimismo de ambos los lleva a someterse a duras pruebas: náuseas, vómitos, malestar. Con la quimio, Cristina no es la misma, cada vez está más delgada, se ha vuelto dependiente de los calmantes, su hermosa melena castaña poco a poco se va perdiendo. Ya pasa un año de su quimio y no hay avances; ella está deshecha, perdida, mientras que Máximo se aferra a su vida. No quiere dejarla ir, pero ella está cansada, no puede seguir.

"Perdóname..." Máximo llora entre sus brazos. "Pensé que seríamos felices juntos y que criaríamos a nuestros hijos juntos, pero fallé."

"No, no, mi amor, no es tu culpa."

"Lo es, debí ir a tiempo a la clínica cuando empecé a sentirme mal, pero lo ignoré. Ya no hay vuelta atrás, no puedo seguir con esto, lo siento, quisiera poder tener la fuerza para continuar, pero no puedo. Cuida de nuestra hija, por favor, cuida de ella y lucha por su felicidad, Máximo, encuentra tu felicidad..."

Él la detiene, con la cabeza negando con vehemencia. "No digas más, no digas eso, no puedo pensar en nada de eso, yo no puedo dejarte..." Llora. "No puedo, te amo, Cristina, eres el amor de mi vida, eres mi todo, mi amor, quisiera ser yo quien está ahora en tu lugar. ¿Por qué no fui yo?"

Ella toma su mano y la besa. "Todos tenemos un propósito en esta vida; yo creo que el mío fue hacerte feliz y darte la hija que tanto deseabas. Mi tiempo ha terminado, pero eso no significa que tu tiempo ya ha pasado. Debes ser fuerte; quizás tu propósito es más grande que el mío. Yo..." tose ferozmente, luchando por no ahogarse; la sangre se acumula en su garganta, la respiración empieza a fallar.

"¡NO, NO, no...!" Le hacen reanimación. "Cristina, resiste, resiste... Hagan algo, Gustavo, haz algo."

"Lo siento, Máximo, la perdimos."

"¡¡NOOOO, NOO...!!" Máximo toma la máquina e intenta, una y otra vez. "Vamos, vamos..." Una y otra vez.

"Máximo, Máximo, la perdimos, amigo, lo siento, hermano, lo siento."

En ese instante, Máximo siente que lo ha perdido todo; su mundo se desmorona a pedazos, todo lo que creía ha perdido sentido, ha perdido el rumbo.

Días Después. Funeral.

"¡AAAAH, QUIERO A MAMÁ, MAMÁ!" La pequeña llora en los brazos de su nana, mientras que Máximo está perdido, ido.

Familia, amigos y conocidos están reunidos hoy para darle el pésame; entre ellos, su sobrino Fernando y su esposa, que acaba de perder su hijo.

"Tío, lamento tu pérdida." Máximo le estrecha la mano.

"Gracias, lo mismo digo para ustedes."

"No se preocupe, tío, estamos aquí para apoyarte."

Máximo nota la expresión ida, perdida, de Kaitlyn, quien intenta mantenerse fuerte, pero las lágrimas la dominan.

"Lamento su pérdida," expone con voz débil, ronca, acercándose para darle un abrazo, pero Fernando la detiene.

"Disculpe, tío, ella no sabe lo que hace." Máximo nota el agarre que Fernando ejecuta en el brazo de Kaitlyn y se incomoda.

La escena rápidamente cambia el ritmo ante la llegada de su abuela.

"Mi niño, adorado, lamento mucho tu pérdida."

"Gracias, abuela."

Máximo la abraza, notando a la distancia a Kaitlyn llorar y a Fernando hablándole con reproches.

El entierro se lleva a cabo; la niña llora incontrolablemente. Muchos se acercan a ella con voz lastimera, creyendo poder consolarla, hasta que Kaitlyn se acerca.

"¿Puedo?" pregunta a la nana.

Máximo nota cómo intenta calmarla, la manera en que la sostiene, la abraza, calmando completamente a Cristal, quien con su naricita roja y sus ojos llorosos, causa inquietud en su padre.

La pequeña no demora en quedarse dormida por los arrumacos, caricias y canciones de cuna que Kaitlyn le hace. La escena atrae a Máximo, quien se aproxima a Kaitlyn, notando que llora en silencio.

"Lamento tu pérdida," le dice, extendiendo un pañuelo hacia ella.

"Gracias, yo la he dormido; espero pueda descansar. Debe ser difícil para ella..." Fernando aparece.

"Disculpe, tío, lamento interrumpir, pero es hora de irnos; Kaitlyn debe descansar."

"Entiendo," responde Máximo, tomando a su pequeña en sus brazos. "Gracias por venir."

"Buenas noches, tío."

"Adiós," dice Kaitlyn, dejando un corto beso en la frente de Cristal.

Al verla marchar, Máximo se concentra en su pequeña, y por un instante, una vez más, enfoca a la pareja que se aleja, discutiendo. Nunca se mete en los asuntos familiares, pero esta noche se da cuenta de que su sobrino es un imbécil.

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