Mundo ficciónIniciar sesiónEn el umbral entre la muerte y la reencarnación, emerge una historia de amor que desafía el destino. Una vez enamorada, nunca pensé en cómo acabaría mi vida... hasta que un día simplemente terminó, y sin comprenderlo, regresé. Con la sangre aún fresca en mi frente, yacía en los brazos de mi amado, quien clamaba por ayuda mientras el pánico lo consumía. ¿Qué había sucedido? Sabía que ya estaba más allá de la vida, pero algo me impulsaba a volver. En un giro inesperado del destino, renací en el cuerpo de otra persona, con una memoria fragmentada pero con una misión clara: volver a él, cumplir las promesas que una vez hicimos. Atrapada entre la realidad y lo sobrenatural, ¿Seré capaz de encontrarlo y demostrar que el amor trasciende incluso la muerte? Prepárate para una historia de reencuentro, lealtad y un amor que desafía todas las barreras...
Leer másLo miré, y él me miró determinando cada aspecto de mi rostro y luego fingió una sonrisa. Y esa fue la última vez que supe de Axel.Los días pasaron, semanas e incluso meses también y él jamás volvió a dar una señal de vida; lo cual agradecí. Lo mejor era que me empezaba a acostumbrar a tener que vivir sin él y me sentía aliviada.✿✿✿✿✿✿✿Mi habitación era demasiado cálida y el ambiente estaba más cargado de soledad que la misma noche tropical del exterior. Se me formo una gota de sudor en la nuca. Salí de la habitación y caminé lentamente hasta que pude llegar y tocar la red espumosa de las olas del mar.En los viejos tiempos, solía hacerlo de la mano de Deb, pero ya había aprendido una gran lección, y era que el “Karma”, siempre me iba a estar torturando por haber sido tan mala persona en mi pasado y por haber sido un novio de mierda con Deb.El viento cambió de dirección, trayendo olor de tierra húmeda y de lluvia al punto de que el viento comenzó a levantar arena del mar, haciendo
— ¡No! —Ordené aclarando mi voz. —No harás nada ¿Me escuchaste, Axel? —Tomé su rostro entre mis manos, estaba demacrado y delgado, perdía peso; aun así, lo miré suplicándole, me llevó un buen rato hasta que por fin hice que entrara en razón. Sus ojos se posaron en los míos y se quedó serio, tratando de calmarse, inhalando y exhalando constantemente.El silencio permaneció, mientras estaba calmado pude sentir una sensación de paz al estar a su lado. Comencé a detallar su rostro, esas ojeras eran notorias, se notaba que no estaba durmiendo bien y mucho menos alimentándose bien ya que estaba un poco delgado; la camisa le estaba quedando holgada, pero lo disimulaba bien con esa chaqueta de cuero que llevaba puesta; instintivamente me acerqué a él y yo besé sus labios. Nuestro beso siguió, hasta que se volvió intenso, él acerco mi cuerpo al suyo, nuestros labios estaban fundido en un compás sin ganas de parrar, sentía que me quedaba sin respiración, pero no importaba me sentía feliz con Ax
Al día siguiente, desperté con un terrible dolor en todo mi cuerpo, sentía en mis brazos una pulsación como si mi corazón estuviera latiendo ahí y no en mi pecho. Un fuerte mareo me hizo volver a mi almohada y yo solo miré hacia el techo. Había sido una larga noche.Tomé mi celular y miré que tenía al menos más de veinte llamadas perdidas, quince mensajes de texto y cinco buzones de voz y todos eran de la misma persona, Axel Armacost.Los abrí, empezando primeramente con los buzones de voz. El primero —“Hola bebé, te amo”, el segundo me asustó un poco, pues su voz se quebraba entre cortadas —“Bebé te extraño, te amo, eres todo para mí, vuelve a casa, por favor” el tercer mensaje de voz, estaba un poco más calmado, su voz era lenta y aterciopelada “Débora, esto es en serio, son las tres de la mañana y no sé qué rayos voy hacer sin ti. La cama te extraña, cariño, vuelve ya” el cuarto mensaje de voz, me causó miles de escalofríos, ya que fue el más largo —“Bebé, ¿Sabías que te amo? Te ex
Ella me miró, con sus ojos hechos un mar de lágrimas y solamente afirmó con su cabeza tratando de calmarse.—No me ames. —Pidió.—No me pidas eso.—Hazlo por mí.—Hazlo TÚ por mí. —Dije haciendo énfasis.La miré detenidamente y mi corazón se rompió al ver sus lágrimas caer, sus ojeras eran demasiado notables.—Oh mi hermosa, ven acá... —Dije abrazándola. —No debes de llorar, cariño.Con mis manos tomé su rostro hasta que quedaron nuestras frentes juntas.—Yo te prometo que no te volveré… —Me interrumpió.—Axel... —No la dejé seguir.—No digas nada. —La interrumpí. —Es algo que en verdad voy a cumplir.—No me vas a volver a tocar porque yo ya tengo novio y es Benjamín. —Me alejé y le lancé una mirada llena de dolor.— ¡No sabes lo idiota que es! No lo recuerdas porque tu mente sufrió un colapso ¡Pero es un idiota, Débora, es un idiota entiende! —Dije casi gritando, tratando que recordara lo que pasó.—No me importa, lo voy a conocer. —La miré directo a los ojos y ella hizo lo mismo, pe
Volví a llamarlo y al segundo contestó. — ¡No! No cuelgues por favor, no lo hagas. —Le supliqué.Escuché un largo suspiro y después su voz, me llenaba de una sensación de paz inexplicable.— ¿Quieres contarme qué sucedió? Es... sólo que me preocupas.—Te puedo asegurar que todo está en orden.El silencio permaneció en la llamada, yo seguía sollozando en silencio, ya habían pasado diez minutos de silencio.— ¿Cariño? —Yo no contesté, solo lo escuché y esperé a que siguiera hablando. Su voz me hacía bien. —Estoy afuera de tu casa.— ¡Armacost! ¿Qué rayos hiciste? —¿Tan rápido había llegado?—No digas nada, solo déjame dormir contigo esta noche. —Colgué y me puse el celular en el pecho, no sabía qué estaba pasando conmigo; pero no dejaba de pensar en él y tenía esa sensación de querer estar a su lado.Abrí la ventana y asomé mi cabeza, ahí estaba él, con sus manos en los bolsillos mirando hacia ambos lados, supuse que para verificar que nadie lo viera.—Armacost... —Dije en voz baja, per
Suspiré y cuanto me di cuenta de lo que estábamos haciendo, lo aparté de mí, me encontraba un poco avergonzada.— ¡No! Lo lamento, Deb, lo lamento. —Suplico pasando sus manos por su cabello. —Perdóname, hermosa, perdóname. Es solo que... —Yo coloqué mi dedo índice en sus labios y le indiqué que se callara.—Todo está bien, fue mi culpa.—No, no, fue mi culpa, lo siento. —Yo lo abracé para tratar de simular que todo estaba en orden y el solo me correspondió.La cena concluyó muy bien, mis padres resultaron ser muy amables con Benjamín y al parecer, era que en el pasado él siempre resulto ser buena persona para la familia y mi padre lo apreciaba demasiado.—... Y entonces le dijo “En el trancón de mi corazón eres la buseta que más pita”.Todos rieron sobre el chiste desabrido de Benjamín, pero los gestos que hacía eran demasiado graciosos. Sin embargo; había algo raro en mí, esta vez, los chistes que Benjamín no me causaban la más mínima gracia, yo solamente estaba neutra, sentada en mi
Último capítulo