Fantasma de Amor
Fantasma de Amor
Por: YeritzaPG
CAPÍTULO UNO – EL ACCIDENTE

Sentía fuego en mi piel, me quemaba cada vez un poco más. Y al parecer a mi novio también, ya que me sostenía entre sus brazos mientras yo ardía en llamas y el rojo carmesí de mi sangre recorría todo mi cuerpo. Escuché una ambulancia acercarse cada vez más y después la voz de mi novio.

—Veníamos del juego de la gran final de básquetbol, el cual nuestro equipo ganó y ella se enojó mucho conmigo debido a que una de las porristas me besó y por ese beso ella me gritó diciéndome que la llevara a casa, lo cual hice, pero ella aún estaba muy enojada, en el auto seguimos discutiendo; en una de las curvas un camión cisterna lleno de gasolina chocó contra nosotros y en minutos el carro explotó. Sólo fue cuestión de segundos para poder salir, pero ella fue la más afectada debido a que se encontraba muy cerca de las llamas y pocas chispas se esparcieron en su cuerpo, la puerta del copiloto quedó destrozada y debido a los golpes ella no aguantó.

✿✿✿✿✿✿✿

Era un lugar hermoso, debo admitirlo. En él estaba un hermoso árbol verde, de un tronco grande que estaba rodeado de un pasto verde-azulado. Ahí se encontraba mi amado, Axel. Pero no comprendía si estaba viva... o si estaba muerta.

Corrí hacía sus brazos, pero lo único que conseguí fue que me ignorara.

Su cara estaba envuelta en lágrimas y estaba sentado debajo de ese árbol, con las piernas cerca del pecho, en posición fetal, estaba inconsolable, no entendía qué pasaba.

Traté de pasar mi mano por su cabello, pero no lo logré, puesto que solo pude traspasar su cuerpo como un fantasma.

Me asusté mucho y llorando le grité a todo pulmón. — ¡AXEL ESCÚCHAME! ¡ESTOY AQUÍ!

Él continuaba llorando, y en voz baja se decía a sí mismo. —Sé que pronto volverás a mis brazos, robándome ese beso de mis labios, susurrándome cerca del oído lo mucho que me amas... lo sigo esperando, estoy esperándolo... viviré esperando hasta que vuelvas a mis brazos. —Pero yo no podía hacer nada, ni siquiera podía tocarlo. —Te esperaré toda la eternidad si me es posible, Deb. —Su mirada se fijó en mí y lo pude sentir. —Dime que me amas también, Débora, necesito que lo digas.

Mi piel se erizó al escuchar mi nombre provenir de sus labios, esos labios tan hermosos que más de una vez fueron míos. Quería besarlo, quería abrazarlo… pero simplemente no podía.

—Necesito escuchar tu dulce voz, tengo miedo de que ya nunca vuelvas a mis brazos, pero eso no pasará, ¿Verdad? —Su voz se escuchaba tierna, derrotada, quebrada y lastimada, como si fuera lo último que le quedara. —Dime ¿De qué estamos huyendo? Esa pelea no fue nada, tú sabes que peleamos muchas veces, pero todo termina bien, esta no puede ser la excepción princesa, sabes que no puedo vivir sin ti, no puedo dormir sin tu cuerpo a mi lado, sin tu olor, sin tu calor. Sé que, si esta noche duermo sin ti, no podré despertar, prefiero vivir eternamente dormido a estar sin ti, déjame escuchar tu voz diciendo que me amas también, porque en realidad no quiero estar solo sabiendo que jamás te voy a poder recuperar. —Suspiró y sentí como una lágrima proveniente de sus ojos cayó en mi mano. —Sabes que yo no sé olvidar, tú eres mi peor debilidad, te miro y mi valor e incluso mi orgullo se empiezan a derrumbar, sé que si te vas... es una decisión que tomaste por los dos, me olvidarás, pero créeme Deb, que yo jamás lo haré.

Era demasiado para mí el escuchar esas palabras y no poder responderle, quería atraparlo entre mis brazos, decirle que yo estaba bien, que necesitaba que él estuviera bien, para poder cruzar hacia el otro lado, porque su tristeza no me dejaría hacerlo.

No supe de qué forma logré salir de mi cuerpo, pero supuse que lo hice porque al abrir mis ojos, miré miles de aparatos desconocidos por aquí y por allá, algunos conectados en diferentes partes del cuerpo y otros solamente haciendo sonidos que —Por más bajos que fueran los sonidos— me dejaban aturdida, debido a que el ruido era intermitente.

Reconocía aquella figura de un hombre alto, de tez blanca, sus ojos color miel y cabellera negra. Estaba tomando mi mano con aquella intensidad que nunca había sentido jamás, sus ojos demostraban muchísimo dolor, jamás lo había visto tan derrotado. Ni siquiera cuando perdía algún juego de básquetbol se ponía de esa forma.

Y si contaba los días en que lloraba, eran solamente cuando peleábamos muy fuerte.

Sus ojos voltearon hacia mí y se iluminaron como dos estrellas brillando en el espacio, con tanta intensidad.

— ¿Deb? —Preguntó tartamudeando. — ¿Eres tú?

Soltó mi mano y corrió hacia mi cuerpo, pero solo era una imagen que se difuminaba poco a poco. Intenté abrazarlo y besarlo, pero me fue imposible, ya que mis brazos traspasaron su cuerpo por completo.

Él me miró con un gesto de confusión y después dejó caer sus brazos a los costados, arrepentido.

—No puede ser posible esto... no me digas nada. —Dijo dándome la espalda. —No, me estoy volviendo loco, ¿o no?

Escuché el sonido de la máquina que monitoreaba los latidos de mi corazón, que ya no eran intermitente, ahora solo era una línea recta que no dejaba de sonar.

Los párpados de Axel se abrieron de forma sorprendida y corrió hacia mi cuerpo frío, tomándolo entre sus brazos fuertes, besando toda mi cara y diciendo miles de palabras hermosas.

Yo solo sentía que sus besos me purificaban, pero a la misma vez, me evaporaba por completo.

—Axel... —Murmuré casi sin aliento. —Te amo.

Y entonces desapareció, no pude verlo.

— ¡No! —Gritó Axel con su voz ronca.

Y ya no había nada más. Al parecer estaba presente en su corazón, pero no estaba presente como él me necesitaba. Y todas aquellas promesas que algún día nos hicimos, quedarían solo en su recuerdo.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo