Dania es una joven tradicional y conservadora, se crió en un ambiente religioso y tenía una vida ordenada y planeada, hasta que llegó Alessandro Lombardi, un mafioso extrovertido y mujeriego La presencia de ese hombre amenaza con desviarla del camino del bien en el que siempre se había mantenido. Ella es perfección, delicadeza y santidad. El es desastre, peligro y pecado. Santidad contra pecado ¿Quién ganará?
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Mantengo los ojos completamente cerrados y mis manos juntas, unidas palma contra palma a la altura de mi pecho; todo el salón se encuentra sumido en un silencio absoluto, mis oídos no logran percibir otra cosa que no sea algún sonido lejano del exterior, el canto de las aves o el sonido de las hojas al ser sacudidas por el viento; el templo de oración huele a madera, incienso y aceites, abro ligeramente uno de mis ojos solo para encontrar a todas las demás monjas a mi alrededor con los ojos cerrados y las cabezas bajas, absortas en sus plegarias. Los primeros minutos siempre hago mis comentarios y agradecimientos al señor, le agradezco por poder despertar un día más con salud, por tener un techo y alimento; al final le pido que siga cuidando de mí como lo ha hecho todo este tiempo, pido por el bien de los demás y después... mi cabeza comienza a divagar en otras cosas que no son dignas del momento destinado a la oración, como en sí el libro que leí me resultó un tanto aburrido, en que la hermana fulana se le miró el tobillo la vez pasada porque usaba calcetines cortos, en que ojalá den arroz con leche para la cena, en verdad adoro el arroz con leche. Siempre he carecido de disciplina para esto, me dijeron que orar es más como una plática con el señor en lugar de agradecimientos y solicitudes, así que supongo que no esta tan mal lo que hago, pero cielos, aquí dentro todo es tan aburrido y rutinario que no hay nada que contarle al pobre hombre, seguro se aburrirá de escuchar mi rutina de todos los días. Estoy segura de que no me mandará al infierno por no platicar con él hoy y solo mantener los ojos cerrados, estoy segura de que ya tiene bastante con escuchar a mis demás hermanas, me convenzo de que le estoy dando un pequeño descanso, me imagino que ha de ser pesado para él estar para todos y para todo en cualquier momento. Ahora mi mente va a mil por hora, emocionada, llena de éxtasis y eufórica, hoy es mi cumpleaños, 21 años, hoy es mi último día en este lugar, y no digo que fuera malo del todo estar aquí, pero me muero por ver el exterior y más que nada me emociona la idea de poder crear un vínculo con mis padres, poder ir a trabajar, estudiar, salir con amigas. Me mandaron a este lugar cuando yo tenía tan solo 7 años, digamos que no eran unos padres muy ejemplares en aquel entonces, estaban perdidos y sin rumbo, mandarme a este lugar fue un acto de amor y protección a mi persona en lo que ellos se encontraban a si mismos, oh por lo menos es en lo que la abadesa ha tratado de convencerme en este tiempo, ella notó el tormento en sus ojos hace años y los guió hacia el camino del señor, mis padres son personas totalmente diferentes a lo que fueron algún día y creo que yo también. Suena la campana anunciando que terminó la hora de rezo y yo soy la primera en pegar un brinco de mi sitio para levantarme de donde estoy, salgo de mi fila y camino con rapidez a mi dormitorio, tengo que prepararme, mis padres vendrán muy pronto por mí. — Tranquila, hermana Dania, me siento ofendida de que tengas tanta emoción por irte ¿De verdad te la pasabas tan mal con nosotros? - le sonrío a una de las hermanas más mayores cuando paso al lado de ella, siento que las mejillas se me ponen rojas de la vergüenza, no es esa la razón. — No claro que no, todos y todo aquí fue muy agradable, pero por fin podre vivir con mis padres ¡Mis padres! Aplaudo y golpeo el suelo con mis pies dando pequeños brinquitos, la hermana sonríe y niega con la cabeza, me doy la vuelta para continuar corriendo, o por lo menos intentarlo, ya que el hábito religioso no me lo permite muy bien. Subo con cuidado las escaleras levantando la tela para que me permita mayor movilidad en los pies, entro a mi habitación, ya tengo mi pequeña maleta de mano color rosa pastel preparada sobre la cama, y al lado de ella un cambio de ropa para mí, pantalones de vestir oscuros y camisa de manga larga blanca. Me comienzo quitar el hábito religioso, mis movimientos son algo torpes, me tiemblan las manos de la emoción que estoy tratando de contener. ¿Cómo será la casa de mis padres? ¿Tendrán un bonito jardín? ¡Tendré mi primer empleo! Un sueldo propio para comprarme libros... Voy a salir de aquí, por fin... cielos, pensar en eso último me acelera el corazón. La biblioteca de aquí está atascada de libros antiguos, de rezos o la historia de la iglesia, pero hay un muy pequeño número de libros que no tienen nada que ver con la iglesia y son muy pocas las hermanas a las que le llaman la atención, son libros "Prohibidos" para algunas, novelas de romance para otras. La hermana Gloria, la abadesa del lugar nos regañaba si nos encontraba alguno de esos libros en las manos, decía que nada de eso era real, que no merecía nuestra atención y que no perdiéramos el tiempo leyendo tonterías que solo nos llenaban la cabeza de fantasías, pero para mí nunca significó un problema el soñar. Algunas entran a este convento y se aíslan en estos muros sin tener la más mínima intención de salir de ellos, la hermana Gloria una de ellas... otras pocas como yo solo estamos de paso, algunas por voluntad propia para acercarse a la religión, otras para corregir sus caminos y unas otras enviadas por sus padres, yo entro en esa clasificación, supongo. Siempre esperé con ansias este día, el poder salir de aquí, tomar mi propio camino, tener un trabajo, amigas y.… un novio. Siento que la temperatura aumenta de solo pensarlo, quiero un amor como en esos libros, un valiente caballero, que sea bueno y amable, quiero un romance suave y lleno de ternura, suspiro de solo imaginarlo. — Señor, por favor dale un poco de emoción a mi vida de ahora en adelante... Porfa - digo echándole un último vistazo a mi ropa, tomo mi maleta y me giro para llegar a la puerta, de pronto la nostalgia golpea a mi pecho, me quedo parada en el umbral mirando la reducida habitación, mi cama pequeña en donde pasé noches y días en soledad, ese escritorio que le toco hacerla de almohada en más de una ocasión y mi ropero, que siempre fue tan grande como para llenar con la ropa que poseía y en él quedan las prendas que usaba todos los días aquí; estoy lista para pasar de página, una nueva historia llena de aventuras me espera. Sonrío ligeramente, con cuidado voy cerrando la puerta, las bisagras sueltan un pequeño chillido como si se despidiera de mí, hasta que se queda el silencio y solo se escucha el "clic" de la puerta.Dania. Tomo la parte delantera de mi suéter y comienzo sacudirlo para deshacerme un poco del aroma del perfume de Alessandro, sonrío solo de recordar el porqué lo hizo, subo las pequeñas escaleras y entro al edificio, como todas las mañanas Denise me saluda animadamente, voy al elevador y presiono el botón para ir a mi piso, en cuanto las puertas se abren salgo y recorro el silencioso pasillo para llegar al salón, al llegar a la puerta estiro la mano para tomar el pomo y abrir, pero alguien me gana y lo hace desde el interior, me quedo de piedra cuando miro a Dominic, me separo unos pasos, él baja la mirada y levanta ambas cejas. — Buen día, Dania te estaba buscando.- su voz profunda crea eco en el salón.— ¿A si? ¿Para que soy buena?... - titubeo un poco, la presencia de Dominic nunca me pareció, agradable, y después de que Alessandro me dijera que tiene interés en mí me hace sentir más incómoda.— Vamos a tener una presentación la semana que viene, el viernes para ser más exacto y
Alessandro Me arde la... me acomodó el pantalón y el simple roce con la ropa interior me está haciendo sufrir, pero dioses cuanto cogimos ayer, tan solo paramos para salir a comer en la cocina y para que Dania metiera en la lavadora mi ropa... no le conté sobre mi vergonzosa falta de control de solo recordarlo la vergüenza me azota con fuerza.Estoy en el baño terminando de cambiarme después de hacer el amor en la ducha, me siento tan cansado, molido, dioses... no recordaba que el sexo fuera así de agotador. Dania abre la puerta que va para su habitación, ya esta completamente cambiada, lleva unos pantalones de vestir amplios, suéter blanco y tenis del mismo color, su cabello algo húmedo cae con naturalidad por sus hombros, la mirada abrazadora de esos bellísimos ojos verdes me recorre el torso desnudo. — Creo... que tenemos algo de tiempo antes de ir a clases...- abro mucho los ojos, mi amigo escondido entre mis pantalones palpita. — Dioses... ¿¡De donde te apagas mujer?!.- Dan
Siento... el cuerpo entumecido, pesado y satisfecho, una palabra que ni por la cabeza me hubiera pasado usarla para referirme a un estado de mi cuerpo, pero no encuentro mejor manera de describir todo esto que siento. Es como si estuviera flotando entre las nubes, siento cada extremidad tan pesada como el plomo, me es imposible moverme del colchón, pero al mismo tiempo siento cosquilleos que me hacen sentir que no peso nada, como una pluma. De pronto percibo movimiento, en mi interior es como si dos cables intentarán hacer conexión y comienzan a soltar chispas, comienzo a deshacerme del lugar vacío de mi mente en donde me encontraba y vuelvo a la realidad poco a poco, percibiendo el sonido del ventilador de techo y... de pronto siento movimiento, calidez y una palma ardiente, me esfuerzo por abrir los ojos, hay una mano sobre mi pecho, lo masajea y aplasta. Al ver esa mano cubierta de tinta un escalofrío me recorre el cuerpo y a pesar de a penas ir recobrando la conciencia mi sang
Dania. ¿Por qué se detiene? ¿Por qué lo hace? Siento mi cuerpo al límite y está a punto de llegar a un lugar que me muero por conocer. Los movimientos de sus dedos que me están llevando al borde de la locura comienzan a vacilar, a perder el ritmo y velocidad, comienzo a sentirme tan frustrada, pero antes de que pueda protestar mete su cabeza entre mis piernas de nuevo. Levanto la cabeza para ver el techo, su lengua... sentir su lengua en esa zona tan sensible entre mis piernas es otro nivel, cierro los ojos absorbiendo todo lo que me hace, mi cuerpo es como una esponja que está a punto de desbordarse, él separa su boca de mí y cuando lo veo casi se me detiene el corazón. Alessandro está de rodillas frente a mí, con un brazo entre mis piernas trazando círculos, está completamente desnudo y mis ojos se van a esa zona que tiene la atención de su otra mano, Alessandro sujeta su miembro, lo mueve adelante y atrás, me quedo sin aliento al mirar el tamaño de esa cosa que solo aument
Alessandro Cuantas nuevas sensaciones... cuantas cosas que se sienten como la primera con ella, un beso, el sexo o por ejemplo esto, no me había tomado el tiempo de adorar un cuerpo, de besarlo hasta el cansancio, mis encuentros eran tan vacíos, siempre me esforcé en lograr que mi pareja disfrutara para después disfrutar yo, pero ahora, el simple hecho de tocar su cuerpo me está volviendo loco, escuchar sus gemidos me están llevando al borde de correrme en mis pantalones, ella es perfecta, de pies a cabeza, mi corazón está acelerado ante la excitación y se pone aún peor de recordar que ella me escogió como su primero, que a pesar del desastre que soy me escogió a mí y no a Dominic, Ja, imbécil, no es como que lo fuera a permitir tampoco. Sus pechos son grandes, a comparación de su estatura y cuerpo, son muy notorios, la sensación de tenerlos en mi boca es única, Dania se agarra a mi cabello y arquea la espalda logrando que su pecho se presione más en mi rostro, aprovecho para meter
Dania El cuerpo me arde, la piel, la sangre que mi corazón bombea a gran velocidad por todo mi cuerpo... quiero estar con él, en verdad lo deseo, hasta el punto de sentir que lo necesito más que a nada, cada fibra de mi cuerpo grita por él, mi mente está tan nublada por la excitación y a pesar de que apostaría que él está igual, está usando la poca cordura que no se ha evaporado para advertirme, para decirme que piense bien porque su autocontrol está limitado y ahí es donde pongo los engranes a girar. Mi santidad me grita desde los confines de mi mente que no puedo hacer esto, que estoy pecando, que se suponía que llegaría virgen al matrimonio, pero mi otra parte me grita que me deje llevar, que no estaría haciendo nada del otro mundo, que yo soy la única quien puede decidir a quién entregarle mi primera vez y... ¿Quiero que sea con él? Miro fijamente los ojos plateados como estrellas de Alessandro, que a pesar de que desbordan deseo esta haciendo un esfuerzo sobre humano para fr
Último capítulo