7. Mujeriego

Alessandro

— ¡Mueve ese trasero bebé!

La chica que baila en el tubo en medio de la pista me hace caso, se inclina y mueve su redondeado trasero en círculos en dirección a mi cara, suelto un chiflido y le arrojó unos dólares a la pista, me dejó caer en el respaldo del asiento y tomó un trago a mi bebida.

Trato de enfocar la mirada un par de mesas al frente y me encuentro con la mirada desaprobatoria de Stefan, esos ojos azules parecen negros desde esta distancia y por la poca iluminación, me mira como si tuviera ganas de matarme, no me preocupa, me lanza esa mirada muy seguido, pero que sé que no me matará soy su primo después de todo.

La mujer se acerca a donde estoy reclamando mi atención total, ella abre las piernas en lo que se me sube encima para frotarse con mi entre pierna logrando ponerme duro al instante, mueve sus pechos provocativamente frente a mi rostro y logró atrapar parte de la piel que asoma de su sujetador entre mis dientes, ella suelta un delicioso jadeo, se inclina y sus labios impactan con los míos.

El familiar sabor a tabaco y alcohol caro se mezcla con el mío, me enciende la piel y hace que me hierva la sangre, mis manos se posan en su espalda, ansiosas por recorrer más partes de su cuerpo, ella se separa de mí y me muerte el lóbulo de la oreja, comienzo a perder la razón cuando de repente una gran mano cae con fuerza sobre mi hombro casi hiriéndome, con molestia levanto la cabeza para mandar a la m****a al imbécil que se atreve a interrumpir mi entretenimiento, pero me muerdo la lengua en cuanto veo que es Stefan.

— Vámonos.

— ¿Ya? Tan rápido. Pensé que tardarías más en...

— ¡Vámonos!

No es pregunta, es una orden y cuando ese Lombardi habla en ese tono no hay lugar para discutir, le doy un último beso a la mujer antes de hacerla a un lado y levantarme, me acomodó la polla en lo que trato de alcanzarle el paso a Stefan, ambos entramos al ascensor y un silencio incómodo se crea de inmediato.

— ¿Para eso vienes conmigo? ¿Para cuándo yo hago negocios tu irte a divertir con las prostitutas?

— Estas de malas porque Renata te ha estado evitando todos estos días ¿no es así?

Yo y mi costumbre de ser un boca suelta, Stefan clava sus ojos azules llenos de ira sobre mí, por suerte las puertas del ascensor se abren y él comienza a andar, calladito le sigo el paso muy de cerca, al pasar por la recepción la chica nos voltea a ver, le lanzo un beso y guiño un ojo antes de salir.

La luz intensa del exterior me lastima un poco los ojos, no estoy acostumbrado a andar en este lugar de día, Stefan se para en la orilla de la acera para llamar a su conductor.

— No puedes seguir de esta manera, comportándote como todo un idiota, el jefe de la zona Este del país está próximo a retirarse y tú tomaras su lugar, es momento de que te hagas cargo de cosas del negocio, necesitas aprender.

Pongo los ojos en blanco y resoplo, no estoy listo para esa responsabilidad, deberían dejarme disfrutar un par de años más, miro al frente, a la iglesia que se encuentra justo cruzando la calle, hay mucha gente en el exterior así que posiblemente acaban de salir de una de esas ¿Reuniones?

Mis ojos se quedan fijos en un punto o más bien en una mujer, ella mira en mi dirección, nuestras miradas de encuentran y soy incapaz de apartar mis ojos de ella, desde aquí pudo distinguir su cabello castaño claro y lacio, lleva un bonito vestido largo, curiosamente se le mira bien para ser un vestido muy largo para mi gusto.

Su atención total está en mí, y una extraña sensación me recorre la piel causándome un cosquilleo molesto, pero de pronto ella aparta su mirada y se da vuelta para darme la espalda, desearía que ese vestido fuera ajustado para darme una idea de su tamaño de trasero, sonrío, pero esa sonrisa se borra en cuanto noto que su atención pasó de mí a otro tipejo que lleva un traje café... ¡Café! ¿¡Quién usa ese color!?

De pronto el auto llega obligándome apartar la mirada de ellos.

— Adentro.

Ordena Stefan y yo obedezco, me deslizó en el asiento para buscar a esa chica con la mirada, solo la veo alejarse de ese hombre que la mira fijamente como yo, que ganas de ir a darle una patada en las bolas a ese tipo, no sé porque, pero me molesta que la esté mirando, me molesta que llegara a interrumpir justo cuando ella me estaba admirando ¿Quién se cree para privarla del beneficio de verme?

˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜

Llegamos a casa y yo soy el primero en salir del auto, noto que Stefan esta con la mirada fija en su celular, así que aprovecho para escabullirme eh ir a buscar a la chica manzanita, no me cuesta mucho encontrarla, esta como siempre sentada en una banca del jardín observando los árboles, me pongo delante de ella para llenar de dicha sus ojos y pueda verme.

— Hola hermosa, ¿me extrañaste?

Me dejo caer a su lado en la banca, noto como ella pone los ojos en blanco, pero sonríe, me ignora, no sé como puede ser inmune a mis encantos, sé que a Stefan le gusta ella, aunque lo niegue y noto como ella se siente atraída por él, en parte me ofende muchísimo, pero ella me cae bien, la molesto porque me parece divertido, pero desdé hace tiempo dejé de verla como una mujer que podría llevarme a la cama.

— Apestas a perfume de mujer...

— ¿Ah sí? .- tomo mi camisa para acercarla a mi nariz, sí, huelo a perfume de mujer... — Que raro, no estuve haciendo otra cosa que no fuera estar sentado sin hacer nada más que pensar en ti.

Recibo un leve codazo en las costillas, aprovecho para hacerme el herido y déjarme caer en su hombro, ella comienza a reír a carcajadas, Renata es la primera mujer que me he tomado el tiempo para conocer, de la que disfruto su compañía realmente, la considero una amiga y con ella basta y sobra, del resto de las mujeres del mundo solo puedo querer su cuerpo, no me interesa poseer el corazón de nadie porque no pienso entregar a nadie el mío.

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