5. Comienzan los problemas

Otra cualidad mía por así decirlo es que... soy muy trasparente, cuando algo me desagrada, no me esfuerzo por evitarlo, si estoy molesta o algo no me gusta quiero que los demás lo noten, así que espero que mis padres se den cuenta de que la presencia de este sujeto aquí, en mi nuevo hogar, no es de mi agrado, mi padre aclara la garganta.

— Dania, Jerry va a la iglesia con nosotros... redirigió su camino y confió su vida al señor para reconstruir su persona y ser el hombre de bien que es ahora.

Levanto una ceja, se diría que yo más que nadie después de venir de dónde vengo debería de confiar en los milagros de manera ciega, pero tratándose de ese hombre me permito el beneficio de la duda.

— Todos en esta casa somos ciervos del señor, así que esperamos que lo trates como un hermano más Dania, "Debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor"

Me contengo de resoplar por la nariz, jamás había puesto en duda la palabra del señor, pero juraría que mi madre acaba de usarlo como algún tipo de chantaje hacia mí, mi devoción tiene límites, no soy una tonta, pero como dije le concederé el beneficio de la duda al hombre, pero eso no quiere decir que lo aceptaré en mi nueva vida.

— Un gusto Jerry... si me disculpan, tengo que ir al baño.

Subo las escaleras y voy directo a mi habitación en donde juraría que miré un baño, cuando entro no se tarda en escuchar el sonido de las zapatillas de mi madre contra el reluciente piso blanco siguiéndome el paso.

— Dania... ¡Dania! ¿Cómo pudiste hacerle esa grosería a Jerry? - me giro para verla de frente, soy un poco más alta que ella, mi madre pone sus manos como jarras a los lados de sus caderas y me mira molesta, debe ser una broma.

— ¿Qué cosa? - pregunto incrédula, en verdad me está llamando la atención, en mi primer día aquí... ¿Por él?

— Esa manera de mirarlo, Dania... acaso no aprendiste nada en el convento, el rencor es un veneno que consume el alma.

Separo ligeramente los labios y cruzo los brazos sobre mi pecho, me cuesta creer que estemos teniendo esta conversación, de tantas cosas que pensaba que podría hablar con ella por primera vez para tener una mejor conexión, terminamos "conversando" de esto, me queda claro que no nos llevaremos muy bien a como creía.

— ¿De qué rencor hablas? Si te refieres a lo que pasó en el pasado aquí no tiene nada que ver. – Mentira... dos mentiras en este día, cielos... — Estoy molesta porque es el primer día que llego a esta casa, que me reúno con mis padres después de tantos años separados y por lo menos lo quería era pasar tiempo con ustedes, tratar de acercarnos, no convivir con personas ajenas a nosotros, por lo menos no tan pronto.

Bueno, eso es cierto, así que se podría considerar como ¿Una verdad a medias? La mirada molesta y rostro descontento de mi madre se va relajando, hasta que la rigidez de sus hombros desaparece y deja caer los brazos.

— Oh... bueno, viéndolo desde tu punto de vista tienes razón, pero en nuestra defensa no lo invitamos, tu padre le comentó que regresarías hoy así que quiso darte la bienvenida supongo.

— No es cercano a mí, ni siquiera somos familia, no veo porque tendría que venir hacerlo. - ella suspira.

— Ya veo... tendremos problemas con esa actitud Dania, no me dijeron que eras problemática.

— Porque no lo soy, solo que no tengo filtros cuando algo me molesta o me desagrada, jamás tendrás que preguntarme que me pasa porque si algo me desagrada lo sabrán al instante.

— Vale... vale, creo que, todo esto es muy repentino para ti, entiendo que estés un poco, ahogada, despediremos a Jerry después vendré por ti para comer juntos, tú... ponte cómoda.

Mi madre cierra la puerta de la habitación y escucho como sus pasos se alejan hasta que el sonido desaparece, suspiro y cierro los ojos.

No sé ni donde estoy parada, todo esto está resultando ser un desastre y mis padres me preocupan de cierta manera, más que religiosos parecen... fanáticos, el fanatismo sí que es un problema.

~~~~~~~

Pasaron quizás lo que fue 20 minutos cuando el sonido de los zapatos de mi madre se hace escuchar por el pasillo, estoy sentada en la cama, hojeando una revista religiosa que me dejaron en uno de los burós, también estaba una Biblia, pero esa ya me la he leído completa, quería leer nuevas palabras, pero la revista no decía nada que no me hubieran repetido constantemente en el convento.

— Dania, ven la comida esta lista.

Me levanto de la cama dejando la revista en el colchón y camino para encontrarme con ella, de nuevo se cuelga de mi brazo y ambas bajamos al área del comedor, la enorme mesa está atascada de platillos, guarniciones, postres... levanto ambas cejas al ver tanta comida junta.

— No tenía idea de que era lo que te gustaba, así que... de todo un poco.

— ¿Cómo hiciste todo esto en tan poco tiempo que estuve arriba? - le cuestiono en lo que abro la silla para sentarme, mi padre ya está en su lugar en el extremo derecho de la mesa, mi madre se va del otro lado.

— Oh, yo no lo hice, las cocineras prepararon todo con anticipación.

— ¿Cocineras? - pregunto aún más sorprendida, pero ella no me presta atención en este momento.

— Así es... lo prepararon antes de tu llegada, por eso no había nadie más en casa, a comer.

Ella estira sus manos para alcanzar un plato con puré de papa, mi padre comienza a servirse algunas piezas de pollo, yo permanezco atónita mirando la mesa…

Jardineros...

Cocineras...

¿También hay personal de limpieza?

— ¿Cómo es que tienen todo esto si antes no tenían na...

La palabra muere en mi boca en cuanto mi padre deja caer con fuerza el plato sobre la mesa de cristal creando un sonido espantoso que hace eco en el silencio, mi madre se queda estática con el plato en las manos a medio camino de regresarlo a su lugar, miro a mi padre, pero él permanece con la mirada baja en el plato de comida.

— A tu padre no le gusta hablar sobre el pasado linda, y te recomiendo que no remuevas esa tierra porque se ensucia lo nuevo... a base de mucho sacrificio y trabajo duro por parte de ambos durante años logramos comprar algunos taxis, después con ese dinero compramos un restaurante y bueno ahora vivimos de las ganancias de ambos sin tener que preocuparnos, claro que todo eso se consiguió con años de trabajo, ahora a comer que la comida se enfría y no hay que desperdiciar.

Dudo que podamos terminar por lo menos con una cuarta parte de lo que se encuentra aquí, comienzo a comer y mi padre hace lo mismo, en ningún momento dirige su mirada en mi dirección.

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