Otra cualidad mía por así decirlo es que... soy muy trasparente, cuando algo me desagrada, no me esfuerzo por evitarlo, si estoy molesta o algo no me gusta quiero que los demás lo noten, así que espero que mis padres se den cuenta de que la presencia de este sujeto aquí, en mi nuevo hogar, no es de mi agrado, mi padre aclara la garganta.
— Dania, Jerry va a la iglesia con nosotros... redirigió su camino y confió su vida al señor para reconstruir su persona y ser el hombre de bien que es ahora. Levanto una ceja, se diría que yo más que nadie después de venir de dónde vengo debería de confiar en los milagros de manera ciega, pero tratándose de ese hombre me permito el beneficio de la duda. — Todos en esta casa somos ciervos del señor, así que esperamos que lo trates como un hermano más Dania, "Debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor" Me contengo de resoplar por la nariz, jamás había puesto en duda la palabra del señor, pero juraría que mi madre acaba de usarlo como algún tipo de chantaje hacia mí, mi devoción tiene límites, no soy una tonta, pero como dije le concederé el beneficio de la duda al hombre, pero eso no quiere decir que lo aceptaré en mi nueva vida. — Un gusto Jerry... si me disculpan, tengo que ir al baño. Subo las escaleras y voy directo a mi habitación en donde juraría que miré un baño, cuando entro no se tarda en escuchar el sonido de las zapatillas de mi madre contra el reluciente piso blanco siguiéndome el paso. — Dania... ¡Dania! ¿Cómo pudiste hacerle esa grosería a Jerry? - me giro para verla de frente, soy un poco más alta que ella, mi madre pone sus manos como jarras a los lados de sus caderas y me mira molesta, debe ser una broma. — ¿Qué cosa? - pregunto incrédula, en verdad me está llamando la atención, en mi primer día aquí... ¿Por él? — Esa manera de mirarlo, Dania... acaso no aprendiste nada en el convento, el rencor es un veneno que consume el alma. Separo ligeramente los labios y cruzo los brazos sobre mi pecho, me cuesta creer que estemos teniendo esta conversación, de tantas cosas que pensaba que podría hablar con ella por primera vez para tener una mejor conexión, terminamos "conversando" de esto, me queda claro que no nos llevaremos muy bien a como creía. — ¿De qué rencor hablas? Si te refieres a lo que pasó en el pasado aquí no tiene nada que ver. – Mentira... dos mentiras en este día, cielos... — Estoy molesta porque es el primer día que llego a esta casa, que me reúno con mis padres después de tantos años separados y por lo menos lo quería era pasar tiempo con ustedes, tratar de acercarnos, no convivir con personas ajenas a nosotros, por lo menos no tan pronto. Bueno, eso es cierto, así que se podría considerar como ¿Una verdad a medias? La mirada molesta y rostro descontento de mi madre se va relajando, hasta que la rigidez de sus hombros desaparece y deja caer los brazos. — Oh... bueno, viéndolo desde tu punto de vista tienes razón, pero en nuestra defensa no lo invitamos, tu padre le comentó que regresarías hoy así que quiso darte la bienvenida supongo. — No es cercano a mí, ni siquiera somos familia, no veo porque tendría que venir hacerlo. - ella suspira. — Ya veo... tendremos problemas con esa actitud Dania, no me dijeron que eras problemática. — Porque no lo soy, solo que no tengo filtros cuando algo me molesta o me desagrada, jamás tendrás que preguntarme que me pasa porque si algo me desagrada lo sabrán al instante. — Vale... vale, creo que, todo esto es muy repentino para ti, entiendo que estés un poco, ahogada, despediremos a Jerry después vendré por ti para comer juntos, tú... ponte cómoda. Mi madre cierra la puerta de la habitación y escucho como sus pasos se alejan hasta que el sonido desaparece, suspiro y cierro los ojos. No sé ni donde estoy parada, todo esto está resultando ser un desastre y mis padres me preocupan de cierta manera, más que religiosos parecen... fanáticos, el fanatismo sí que es un problema. ~~~~~~~ Pasaron quizás lo que fue 20 minutos cuando el sonido de los zapatos de mi madre se hace escuchar por el pasillo, estoy sentada en la cama, hojeando una revista religiosa que me dejaron en uno de los burós, también estaba una Biblia, pero esa ya me la he leído completa, quería leer nuevas palabras, pero la revista no decía nada que no me hubieran repetido constantemente en el convento. — Dania, ven la comida esta lista. Me levanto de la cama dejando la revista en el colchón y camino para encontrarme con ella, de nuevo se cuelga de mi brazo y ambas bajamos al área del comedor, la enorme mesa está atascada de platillos, guarniciones, postres... levanto ambas cejas al ver tanta comida junta. — No tenía idea de que era lo que te gustaba, así que... de todo un poco. — ¿Cómo hiciste todo esto en tan poco tiempo que estuve arriba? - le cuestiono en lo que abro la silla para sentarme, mi padre ya está en su lugar en el extremo derecho de la mesa, mi madre se va del otro lado. — Oh, yo no lo hice, las cocineras prepararon todo con anticipación. — ¿Cocineras? - pregunto aún más sorprendida, pero ella no me presta atención en este momento. — Así es... lo prepararon antes de tu llegada, por eso no había nadie más en casa, a comer. Ella estira sus manos para alcanzar un plato con puré de papa, mi padre comienza a servirse algunas piezas de pollo, yo permanezco atónita mirando la mesa… Jardineros... Cocineras... ¿También hay personal de limpieza? — ¿Cómo es que tienen todo esto si antes no tenían na... La palabra muere en mi boca en cuanto mi padre deja caer con fuerza el plato sobre la mesa de cristal creando un sonido espantoso que hace eco en el silencio, mi madre se queda estática con el plato en las manos a medio camino de regresarlo a su lugar, miro a mi padre, pero él permanece con la mirada baja en el plato de comida. — A tu padre no le gusta hablar sobre el pasado linda, y te recomiendo que no remuevas esa tierra porque se ensucia lo nuevo... a base de mucho sacrificio y trabajo duro por parte de ambos durante años logramos comprar algunos taxis, después con ese dinero compramos un restaurante y bueno ahora vivimos de las ganancias de ambos sin tener que preocuparnos, claro que todo eso se consiguió con años de trabajo, ahora a comer que la comida se enfría y no hay que desperdiciar. Dudo que podamos terminar por lo menos con una cuarta parte de lo que se encuentra aquí, comienzo a comer y mi padre hace lo mismo, en ningún momento dirige su mirada en mi dirección.Ya han pasado dos semanas desde que llegué a casa, me gustaría decir que todo ha mejorado, pero no es así, me siento en punto muerto con mis padres. A lo que he podido ver en todo este tiempo es que mi madre es una persona completamente superficial, y mi padre es tan reservado que tendría que amenazarlo con un tenedor para que suelte más de 10 palabras consecutivas. Es domingo, estamos en la iglesia, como me lo dijeron todos los domingos, miércoles y viernes venimos a las misas, le conté a mi madre mis hábitos de rezo en el convento, así que venimos como 3 veces a la iglesia al día a rezar, a partir de la siguiente semana me tocará venir sola y sinceramente estoy algo emocionada de tener tiempo a solas. La misa se termina y como siempre se arman los grupitos a la salida que se ponen a platicar. — ¡Nora! ¡Hola! - una mujer que en ninguna de las veces anteriores había visto se acerca a mi madre que está colgada del brazo de mi padre, cuando mira a la mujer de cabello negro y largo s
Alessandro — ¡Mueve ese trasero bebé! La chica que baila en el tubo en medio de la pista me hace caso, se inclina y mueve su redondeado trasero en círculos en dirección a mi cara, suelto un chiflido y le arrojó unos dólares a la pista, me dejó caer en el respaldo del asiento y tomó un trago a mi bebida. Trato de enfocar la mirada un par de mesas al frente y me encuentro con la mirada desaprobatoria de Stefan, esos ojos azules parecen negros desde esta distancia y por la poca iluminación, me mira como si tuviera ganas de matarme, no me preocupa, me lanza esa mirada muy seguido, pero que sé que no me matará soy su primo después de todo. La mujer se acerca a donde estoy reclamando mi atención total, ella abre las piernas en lo que se me sube encima para frotarse con mi entre pierna logrando ponerme duro al instante, mueve sus pechos provocativamente frente a mi rostro y logró atrapar parte de la piel que asoma de su sujetador entre mis dientes, ella suelta un delicioso jadeo, se incl
Dania.Estamos todos en la mesa, cenando, pero en esta ocasión mi madre no ha dejado de hablar sobre aquella mujer de la iglesia que se fue de vacaciones con su familia a un lugar que curiosamente mi madre siempre ha querido ir, mi padre la escucha atentamente, le promete que pronto iremos también, ahora la comida me sabe insípida, no puedo detener las palabras que se me escapan de la boca, aquellas que han estado dando vueltas en mi cabeza. — ¿Por qué mintieron con respecto a las razones por las que yo terminé en el convento?Mi madre se queda callada de golpe y sus ojos tanto como los de mi padre se posan en mí, pero yo solo miro fijamente a mi mamá que fue la que dijo la mentira, ella se acomoda firme en su silla y me lanza una mirada molesta. — Ya te dije que a tu padre no le gusta hablar del pasado, es mucho mejor una mentira piadosa que tener que pasar por la vergüenza de contar las verdaderas razones ¿No crees? No, no creo, desde que salí del convento me he visto en la neces
Alessandro. Esta vez Stefan no me permitió divertirme un poco, tuve que estar presente en la reunión improvisada creada solamente para que Stefan anunciara que ahora yo estaría a cargo de esta negociación, no quiero responsabilidades, estoy muy chico aún. — Stefan estoy muy chiquito para estar a cargo. - le digo en lo que empujamos las puertas para salir del club, él solo resopla. — Pero para andar de verga loca si eres muy mayorcito ¿no? — No compares Stefan, por andar de verga loca no hay riesgo de que me maten de un tiro. - él pone los ojos en blanco. — Estoy seguro de que sigues vivo porque ni en el cielo ni en el infierno te quieren.Sonrío, miro al frente y la sonrisa se me borra y no precisamente por falta de felicidad, sino de... ¿Emoción quizás? La misma chica del día anterior está parada junto con otras más en la entrada de la iglesia, el lugar está más solitario que el día de ayer, es mi oportunidad. — Mira y aprende... quizás así puedas conseguir que Renata te quier
Dania. Mi corazón golpea en mi pecho a una velocidad alarmante, jamás había experimentado este tipo de agitación a pesar de no estar haciendo ningún esfuerzo físico, la adrenalina que me recorre las venas bombeando sangre hirviente por cada extremidad de mi cuerpo me obliga a caminar más rápido, como si estuviera siendo perseguida aún por ese hombre de ojos plateados, ni siquiera me atrevo a mirar atrás por miedo a encontrarlo siguiéndome el paso. Me molesta tanto como me perturbaba su presencia, incluso el simple hecho de pensar en su imagen tan... hago las manos puño y apresuro el paso, no pensé que diría esto, pero quiero, necesito estar en casa. Cruzo el umbral de la entrada a toda velocidad, no me detengo ante nada, subo la escalera y me voy directo a encerrar en mi habitación, el corazón me golpea el pecho con fuerza. ¿Qué me pasa?Me asomo por la ventana, puedo ver la calle a la perfección, no hay rastro de ningún tipo misterioso de traje negro merodeando el lugar, suspiro u
Cuando estaba en el convento esperaba con ansias el momento de poder marcharme de ahí, a los 21 años ya tendría la libertad para decidir quedarme y dedicar mi vida a la iglesia o vivir por mi cuenta, yo siempre ansié salir de esos muros, fue una completa sorpresa cuándo me di cuenta de que mis padres no se habían olvidado de mí y que cuando llegara el momento vendrían por mí, no pensé que tardarían tanto, pero no fue una decepción total para mí, ya que tenía una meta, un propósito a los 21, salir del convento y estar en casa con mis padres. Pero ahora que estoy aquí y me he dado cuenta de que nada es como pensé que sería me siento destrozada, mis padres no son ni la sombra de lo que dicen ser, de lo que fingían ser frente a la abadesa, o lo que fingen ser con esas personas de la iglesia, comienzo a sentir rabia hacia ellos, una emoción que contamina y es dañina, pero no puedo evitarlo.La gente los mira como personas ejemplares, de bien, solo porque no saben su pasado, no los conoce
Mantengo la cabeza agachada, ahora no sé ni que decir o pensar, solo sé que me siento un tanto culpable, que estoy siendo demasiado dura con ellos, que tienen sus razones para hacer lo que hacen, pero otra parte de mí, la niña que se crio en ese convento y fue educada para respetar y honrar a la fe está molesta, echando llamas por sus acciones, en especial las de mamá. — Entiendo que te causa mucha molestia escuchar mentir a tu madre del pasado, pero a ella le avergüenza tanto aquella versión de ella que siento que miente por la desesperación de querer creerse ella misma eso que dice. - suspiro, creo que eso es lo más largo que he escuchado decir a mi padre.— Y yo puedo llegar a entender por qué lo hace, pero aquí lo que me molesta tanto es que finjan ser muy devotos a la iglesia y mientan en especial sobre cosas que tengan que ver conmigo, me están arrastrando a mí, siento que al yo no desmentir eso yo también estoy mintiendo, me criaron de una manera muy severa, para temer a pecar
Alessandro No recuerdo ni cuándo fue la última vez que estuve dentro de una iglesia, posiblemente fue antes de dejar Italia, estoy hasta el fondo, escondido en uno de los cuartos, no quiero que nadie me vea, llamaré la atención (como siempre a cada lugar que voy) y esta vez no quiero que nadie me mire. Estuve alrededor de una hora mirando ese bonito cabello color caramelo claro caer en esa espaldita, hay un hombre a su lado, es grande y alto, casi igual que Stefan, no encaja en este lugar. La misa se termina y todo mundo sale, noto como camina al lado de ese hombre, si se va junto con él será un jodido problema, no podré acercarme a ella y en verdad necesito hacerlo, ¿Por qué? Ni yo sé, el sentimiento de derrota en mi pecho por su deprecio lo tengo bien clavado hasta el fondo y no se va a ir hasta que logre ponerla nerviosa, que se ruborice o me sonría. "Dios por favor, necesito acercarme a ella" Lo digo en mi mente con tanta desesperación que hasta yo mismo me sorprendo por lo n