Mundo ficciónIniciar sesiónAmira Awad, joven de 17 años criada desde la niñez por sus abuelos, por ser la procedencia de una relación prohibida que llevó al destierro a su madre, criada en un mundo de tradiciones, deberá defender todo por lo que su madre ha luchado, enfrentándose a un mundo de tradiciones al que su abuelo la somete, comprometiéndola con un desconocido, quien resulta ser el hombre con el que tuvo una disputa la noche anterior, en la que se supone que ella debería estar en su habitación castigada. Dispuesta a ignorar la petición de su familia, ella intenta escapar de su compromiso, sin saber que ese hombre es el más poderoso del emirato, un Jeque que se deslumbró por su belleza y está dispuesto a todo por tenerla, sin saber que Amira no será tan fácil de dominar. En su mente y en su corazón crece un fuego indomable que la hace luchar contra todo en su mundo de secretos, en el que hará lo necesario para hacer valer sus derechos y sus deseos, una tarea que para muchas es imposible cuando está sometida a las leyes que insisten en reprimirte.
Leer másCapítulo 35. Final? En el harem, las enseñanzas y principios de los príncipes están basados en el Corán. Amir, por ser el único varón de su padre, el heredero al poder para ser el próximo jeque al cumplir la mayoría de edad, por tal cargo se ha visto sometido a muchas pruebas, enseñanzas y leyes, muchas que su madre no aprueba ante las malas costumbres del emirato. —¿Lo quieren comprometer con quién? Por Allah, Ahmed, tu padre ha perdido la razón. —Amira, es un… —AMIRA interrumpe. —Un niño, ¿acaso no piensan dejarlo elegir? Además, ¿no había otra candidata que no fuera la hija de Halina? Allah, estoy que explotaré, que mi cabeza y pensamientos no se vean afectados por la ira, habibi. Esa mujer es una arpía, no pudo tenerte y ahora su abuelo pretende enlazar con nosotros a través de Amir. —Calma, Amira, te sentirás mal más tarde, piensa en Alicha. —Pienso, pienso que eres un irresponsable, Habibi, tú tenías que negarte, tenías que pelear por sus derechos; él tiene derecho a eleg
Capítulo 34. Reencuentro familiar. *Meses después. Después de pasar por mucho, hoy por fin Felipe y Amira se reúnen con Amaya. —AMIRA… —dice la mujer soltando las tijeras de jardinería. —MAMÁ… —dice Amira esperándola ante su redondo vientre abultado. —Amira, hija, mírate, estás hermosa, mi amor, no sabes cuánto te he extrañado, mi niña. —Y yo a ti, mamá, te tengo una sorpresa. —¿Qué has traído, hija? —pregunta Amaya muy emocionada. —Querrás decir a quién. Amira se aparta permitiendo que su padre aparezca. —Hola, Amaya, por fin te encontré. —Dice el hombre mirando a la hermosa Amaya, a la que se le cristalizan los ojos. —Felipe, ¿pero cómo es posible? —pregunta Amyara, mirando a su hija, quien se acerca a Ahmed, quien la abraza a su cuerpo. —Te amo. —Yo a ti. —Dejemos que hablen a solas, demos un paseo. —Dice Ahmed y Amira asiente. Felipe se acerca poco a poco a Amaya, quien se queda helada ante su presencia. Después de tantos años, ambos sienten esa conexión como ningu
Capítulo 33. Sorpresa del destino. Dice Amira, sacando de su pecho aquellas palabras que se atoraban en su garganta. Amira aparta a Ahmed y se mueve frente a Felipe. —Felipe Rodríguez, mi madre me contó de un hombre que venía del extranjero, un amor prohibido del que nació una niña; mi madre, al verse en peligro, me confesó el nombre de mi padre por si algún día volvía y podía hallarlo… ¿Lo recuerda? Amaya Awad es mi madre; dígame qué lo recuerda. Felipe se queda helado, Amira lo mira fijamente y, con una señal de Felipe, los hombres de seguridad se retiran dejándolos solos. —Amira, quizás estás confundida, no puede ser posible que esto esté pasando, debe haber un error. Ahmed está tan impactado como padre e hija; no dejan de mirarse y Amira le baja la cabeza a su padre. Con lágrimas en sus ojos, se quita el hijab para que pueda notar que su color de cabello es el mismo que el de él, del poco que las canas aún no han borrado. —Amira, yo… —Ahmed nota las lágrimas en los ojos de
Capítulo 32. Encuentro inesperado. Amira escucha su grito de dolor y se paraliza; el coche se detiene antes de arrollarla. Los hombres del coche se bajan y Ahmed corre a su encuentro. —¿AMAYA? —dice el hombre que se baja del coche, enfocado en esos ojos azules que no olvida jamás. Ahmed llega justo a tiempo; Amira se desmaya del impacto, cayendo en sus brazos. Ahmed trata de reanimarla sin perder tiempo; la carga y la lleva al coche. —Vamos, Saap, acelera, acelera. Amira, Amira, ¿qué has hecho, AMIRA? Dios, por favor, reacciona. Amira, Allah, perdóname, perdóname, mi amor, ¿cómo te atreves, mujer? ¿Cómo puedes hacerme esto? Ahmed está destrozado, su mente está colapsada, en shock, apenas puede asimilar lo ocurrido; la abraza y llora como un niño pequeño, acariciando y abrazando a su mujer, toca su vientre con gran dolor, no se imagina lo que hubiera pasado, no podría vivir sin ella, no podría perderla, la ama con locura y cada decisión que ha tomado es un peso para él. Al l
Capítulo 31. Celebración. Amira va al baño dónde trata de relajarse, su corazón se acelera muy rápido, está tan enojada que solo quiere salir de ese lugar, pero no puede darle el gusto a toda esta gente que se burle de ella y tengan la oportunidad de mofarse sobre su actitud, respira y se toca el vientre para poder calmarse y volver, Leonor la espera y Amira sale tras pocos minutos caminando muy rápido hasta llegar a la entrada del salón donde disminuye sus paso y camina más lento notando a tres damas hablando con su esposo, Halina, la que aparenta ser su madre y parece que es su hermana menor, tiene permiso de su esposo para conversar con el jeque, Samira se mantiene distante sabiendo que con esas nadie puede, son intensas y quiénes se metan con ellas siempre salen perdiendo, sin embargo Ahmed apenas responde a sus halagos, hablan del hermoso proyecto de los campos florales y el jardín para niños que están construyendo, le expresan lo maravillosas que están y lo felices que son co
Capítulo 30. Necesidad. Ahmed queda impactado; se sabe el Corán, de eso está seguro, ya que no es la primera vez que le habla de temas dictados en él. —Te sabes sus leyes. —De memoria, señor, día tras día, por cada año lo he leído y sé lo que impone en él. —¿Entonces por qué te has atrevido a incumplir sus leyes? —Por amor, pero usted jamás podrá entender eso, porque cuando se ama, no hay de por medio que nos impida hacer lo correcto, lo que manda nuestro corazón, y conociéndolo, señor, podría decir que usted no sabe qué es amar. No puedo entender cómo piensa compartir su supuesto amor entre sus esposas; a lo mejor ellas sí valgan la pena para arriesgarse tanto a perder lo que pensé que usted y yo teníamos. —No metas a alguien más en esto, tú no sabes lo que siento; si alguien rompió y está rompiendo esta relación, eres tú, con tus mentiras y… —Amira interrumpe. —Si, si cometí un error, ocultarte mi verdad, es en lo único que te he fallado, pero no me lo has puesto fácil, no
Último capítulo