—Necesito una esposa, quiero que sea mi esposa. —¡¿Qué?! Paola queda sin palabras cuando el chef Joseph Rinaldi le pide matrimonio, ellos no están enamorados, no son amigos, ni siquiera se caen bien, pero él ahora mismo es su boleto de escape de los chantajes del padre de su hija. Joseph necesita una esposa para tomar posesión de su herencia antes de que lo haga su hermano y Paola es la mujer adecuada. No es la que él quiere, tampoco la que desea, después del accidente que sufrió dos años antes no es el mismo hombre y no se ha atrevido a tener nunca más una relación sentimental. Paola sabe que es un tirano sin corazón, hasta que lo ve interesarse por su sub chef. Arrastrados sin remedio a un matrimonio por conveniencia y Paola agradecida con Joseph decide ayudarlo a ser feliz aunque sea con otro. ¿Qué pasará cuando ella se enamoré de él aún en contra de su buen juicio? Podrá Paola alejarse de él al terminar el contrato entre ellos. ¿Podrá Joseph ser feliz con su sub chef? ¿Es Joseph realmente gay?
Leer másMilán, Italia
Paola iba tarde a su trabajo, y era la tercera vez este mes.
—Ahora sí que el atorrante fetuccini no me perdona.
Al entrar a la cocina del restaurante Välsmakande eran exactamente las siete y tres minutos de la mañana y ya el Chef Joseph tenía a todos en fila.
«Qué mala suerte, estoy frita», pensó mientras se colocaba al final de la fila, respirando de forma exaltada por la carrera, esperando pasar desapercibida a su jefe.
No tuvo tanta suerte.
El chef Joseph Rinaldi caminó hacia ella apoyado en su bastón cojeando de la pierna izquierda, era un hombre apuesto e intimidante y aunque un accidente lo había dejado usando un bastón está lejos de inspirar lástima.
—Nos hace usted el honor de presentarse a trabajar —le indicó el chef Joseph sarcástico.
—Ya se le agrió la salsa a este —murmuró Paola sin mirarlo.
— ¡Perdón ¿Qué dijo?! —Inquirió el chef con su voz de barítono y se puso frente a ella, aunque Paola era alta no lo era más que él.
—No es tan tarde chef —arguyó, aunque sabía que no tenía caso.
El chef fijó en ella su intensa mirada azul y parecía traspasarla, su boca era un rictus.
Joseph Rinaldi nunca sonreía.
— ¿A qué hora entra usted a trabajar?
—A las siete chef —musitó ella con el corazón a millón, pero manteniendo contacto visual.
— ¡Deje de replicarme entonces! —Gritó Joseph señalando el delator reloj de la pared.
—Lo siento chef, trataré de que no vuelva a ocurrir —expresó Paola con cara gacha.
— ¿No me imagino cómo hacía usted para dirigir un Välsmakande en Venezuela? —preguntó de forma retórica el chef refiriéndose al restaurante del hotel Larsson Margarita que dirigía Paola antes de venir.
—Vivía cerca del hotel…
— ¡Haga silencio!, para todo tiene una excusa a viva voz o mascullando —Joseph negó con la cabeza despectivo—, jamás podré enseñarle si no cumple con el primer requisito que es estar a tiempo —Joseph desvió la mirada de Paola—, tampoco si queman la comida, o si se dejan ganar por la presión.
Los últimos comentarios fueron dirigidos a los otros dos chef que ya estaban recibiendo el reclamo antes de que Paola llegara.
Joseph se apartó de ella.
Paola manteniendo la cara gacha mordió su lengua, quería decirle muchas cosas a ese hombre que disfrutaba siendo un tirano.
—Calabacín arrogante… —masculló Paola muy bajo, pero el chef volteó a mirarla de inmediato aunque no le dijo nada.
«Debo aprender a quedarme callada» Pensó Paola llena de angustia.
—Se supone que debo elegir al chef que se encargará de este restaurante para cuando me vaya...
Paola estaba en competencia por la dirección del Välsmakande Milán con los otros dos chefs, no sabía porque el chef Joseph renunciaba a su puesto, pero ella necesitaba desesperadamente ganar para mantenerse lejos de Venezuela.
El chef paró y puso el bastón en la mesa de trabajo y continuó hablando mirando a los otros dos chefs y a Paola uno por uno.
—Ninguno está preparado para mantener este lugar como yo —Joseph cruzó los brazos mostrando como se marcan sus desarrollados músculos a través de la gruesa tela de la filipina blanquísima—. Notificaré que no puedo aprobar a ninguno para que envíen otros chefs…
— ¡No! —Exclamó Paola en voz alta—, no puede hacer eso, hemos luchado por transformar nuestro estilo a sus exigencias, pero no somos usted y si usted se va el restaurante no tiene porqué mantenerse su estilo, si no la del chef que quede.
— ¿Estilo dice?, no ha empezado a trabajar y ya está despeinada, sudada como langosta en una olla, es impuntual, habla demasiado y obviamente ni su vida o dieta es balanceada.
Paola apretó los puños.
—Sabe que no debe hacer comentarios despectivos sobre mi peso, se lo advirtieron de recursos humanos.
— ¡No me venga con eso!, a usted ya le advirtieron que no debe decirme espárrago amargo, pero ni yo dejaré de pensar que usted es una caricatura de chef y usted no dejará de verme como un tirano.
Paola hinchó el pecho.
—Deme la oportunidad de dirigir este restaurante como mío un día y verá mi talento.
Los chefs competencia de Paola la miraron abriendo los ojos como platos. Paola temblaba de nervios, pero su vida dependía de esto.
El chef Joseph se acercó a ella sin usar su bastón y la miró de arriba abajo con desdén.
—Que sea hoy —murmuró mirándola directamente a los ojos.
Paola sintió que el alma le abandonaba el cuerpo.
—Chef, pero necesitaría planeación, el día de hoy es imposible…
—El servicio de cena será dirigido por usted y quiero un especial de su creación para los tres tiempos.
Paola negó con la cabeza.
—Chef, pero es que yo…
—Tómelo o lárguese ya de mi cocina —Paola quedó sin palabras— ¡Ahora todos a trabajar!
Paola suspiró y fue a los casilleros.
Llamó por teléfono a su amiga y compañera, Tamara, ella trabajaba el turno nocturno como ayudante de cocina en el restaurante.
Tamara contestó la llamada con voz soñolienta.
*** ¿Qué pasa Paola? Estaba durmiendo.
—Perdón Tami, pero es que yo y mi bocota, me metí en un problema.
— ¿Qué te hizo ahora el chef Joseph?
— ¿Cómo sabes que fue algo que hizo ese plátano odioso?
*** ¡Mjuuu! —murmuró Tamara, Paola no sabía hablar de otra cosa que no fuera del chef Joseph—, habla que tengo mucho sueño.
—Es que debo quedarme para el servicio de la noche, ¿podrías decirle a tu mamá que cuide a Emily?
Paola era madre soltera, Emily tenía cuatro años y Tamara le hacía el favor de llevarla al colegio y luego a su casa hasta que Paola regresaba por ella.
***Mi mamá se llevó a mis hermanos a visitar a mi tía, está enferma.
Paola se dejó caer en el asiento de los vestidores del personal.
—El chef quiere sacarme y no tengo quién me cuide a Emily.
*** Yo debo ir a trabajar, sabes que el chef no da segundas oportunidades y ya falté cuando se enfermaron mis hermanos.
Y ese era justo el problema, el chef no daba segundas oportunidades.
—Trae a Emily cuando vengas a trabajar, hablaré con el chef, no puede despedirme por tener una hija, así que le explicaré.
Paola se puso su delantal negro y fue a la oficina del gerente.
Joseph llevaba un traje negro y se estaba anudando la corbata.
A diferencia de la ropa blanca del chef, ahora parecía más bien un tirano empresario, pero de una forma muy atractiva.
Paola pareció tan absorta por un momento que ni siquiera se dio cuenta de que el tirano ya la estaba mirando.
— ¿Qué haces aquí?
—Ah, perdone, he venido a preguntarte algo importante.
—Espera a que vuelva, tengo un asunto más urgente.
—Pero…
—Haz tu trabajo. Lo comprobaré esta noche.
5 meses después Estaban en la boda de Támara y Justin.Támara había dado el sí quiero en un hermoso vestido color crema con una coronilla de flores.Su barriga de embarazada era enorme y todos bromeaban que la última foto de la fiesta sería con el bebé en brazos.A Paola ya se le notaba su embarazo y Joseph estaba muy contento de estar esperando un varón.Desde que regresaron tanto Paola como Joseph cambiaron considerablemente, a Paola le decían que le caía bien el embarazo y que el viaje a Venezuela le había sumado felicidad.En cuanto a Joseph el éxito que comenzó a tener en sus empresas y en fusión con Robert Mendoza los colocaba como el resurgimiento más notorio de una empresa casi en la ruina en muy poco tiempo.Ya que eso alegraba la vida de cualquiera, nadie sabía que la verdadera razón por la que ahora esta pareja era feliz era por el amor que los había hecho libres.Joseph se quedó solo en la mesa del salón de eventos de hotel mientras Paola fue al servicio de damas y Pierre
Pasaron el resto de la semana en Venezuela, Paola y Emily regresaron con Joseph, Támara y sus hermanos regresaron con Justin.Los niños pensaron que solo se trató de un viaje de vacaciones y se despidieron de Venezuela con la promesa de volver en las próximas vacaciones escolares.Joseph no tuvo tiempo de quedarse con Paola en casa lo que le hubiera gustado, Robert Mendoza llegó a Milán con su familia y ahora se reunieron en la finca Rinaldi.Desarrollarían toda una línea de congelados de Ranch Cold con acompañamiento de las empresas de Joseph garantizando el sazón del chef Joseph Rinaldi, orgullo de la cocina italiana.Salsas, aderezos, guisos y sabroseadores se sumarán próximamente a la línea de Verduras y Hortalizas lavadas y preparadas.De esa manera Joseph con ayuda encontraba un balance entre lo que le gustaba y lo que debía hacer por su legado.Al igual que su matrimonio complementa su vida.Alfredo estaba en la empresa y con cautela recibió a Joseph.—Todo está perfectamente e
—Paola, necesito que vengas un minuto y le confíes el desayuno a las demás.Quién habló fue la madre Carmela que estaba junto a Joseph, pero Paola solo podía verlo a él.Se quitó el delantal y lo puso en la mesa, Johana bajó del mesón y se puso el delantal.—Quizás haga algún arreglo a la receta —exclamó Johana—. Aunque no creo que esta vez le importe —murmuró y Belinda afirmó a su lado.Joseph les dio la espalda y salió con la madre Carmela.La hermana Teresa tomó a Paola del brazo y le sonrió antes de que ella saliera.—Tienes razón, tu esposo es un hombre muy guapo como príncipe de cuento.Paola la abrazó y le dio un beso en la mejilla antes de caminar en dirección a la oficina de la madre, sabía que Teresa había visto sus cicatrices en los brazos, su bastón, pero entendió como lo veía Paola.Paola llegó al despacho y casi se desmaya al ver a sus amigas esperándola, al verla rieron entre lágrimas y la abrazaron.—Pero… ¿Cómo es posible?—Tu esposo nos trajo de vuelta y lo important
Joseph una hora más tarde estaba en el jet privado de los Larsson, las chicas estaban en una habitación del avión descansando, Justin estaba en un asiento y movía una pierna como las alas de un colibrí, obviamente estaba ansioso por llegar a Venezuela.—No entiendo porque exactamente te envían a ti, Justin.—Rebeka le pidió el avión a Sebasthian, la idea es de Diego para desviar la atención, quieren seguridad para las chicas, el avión de los Coppola también despegó.—Eso lo entiendo, pero no entiendo tu presencia.Justin lo miró muy serio.—Sabes perfectamente que Támara y Paola son amigas, pues Támara me abandonó y se fue con ella.Joseph se sorprendió.—Perdona la indiscreción, pero me parece que quedarte con Támara nunca fue tu intención, te hace un favor.—Ese es el problema, a Támara le encanta hacerme favores, pero siempre no solicitados —Justin miró a Joseph y él pudo reconocer su frustración—. Es cierto que nunca pensé que Támara sería la mujer con la que quería compartir mi v
Joseph llegó en un auto blindado y con chaleco antibalas debajo de su camisa, igual Rebeka y Diego. Antes de bajar esperaron que el equipo de Diego les indicara que era seguro. —Estoy aquí porque no me gusta que hayan nombrado a Paola, se supone que con la muerte de los Padilla, Paola estaría bien. —Gracias por hacer esto —le indicó Rebeka. Joseph sonrió. En verdad a Joseph no le importaba lo que pasara con él, una vez más cuestiona la utilidad de su presencia en el mundo. —Supongo que hacer un favor a un amigo es lo más productivo que puedo hacer el día de hoy. —Tengo entendido que sus empresas están mejorando a buen ritmo —expresó Rebeka siendo amable. —Ajá… —Contestó Joseph—. Eso también es algo bueno. —Paola se siente aún culpable ¿Por eso fue a Venezuela? —Inquirió Rebeka. Joseph la miró. —Supongo que con ustedes están a salvo mis secretos. Paola me abandonó, todo lo que ha querido siempre es alejarse de lo que Wilmer Padilla representó y yo lo asesiné. Creo que cuando
En Venezuela Paola entra a la capilla y ve al padre explicarle a los niños que se preparan para su primera comunión lo complejo que es el perdón.—Padre, pero si a uno se le olvida lo que le han hecho, entonces lo toman de idiota.—Objetó un jovencito y el resto afirmó con la cabeza.El padre sonrió con ellos y contestó:—El verdadero perdón está en el olvido, mientras recordemos y sintamos ira quiere decir que no hemos perdonado realmente.— ¿Y cómo evitamos ser idiotas? —Insistió el niño.—Es imposible olvidar lo que te hicieron —dijo una jovencita.—Yo no tengo problema en perdonar, pero que se quede bien lejos de mí —acotó otra niña.El sacerdote conservando su eterna sonrisa no contradijo a ninguno, pero exclamó:—Un corazón lleno del Espíritu Santo no puede albergar resentimientos, escuchen bien, debemos anhelar tener un corazón limpio como el cristal y dulce como la miel, otorgar el perdón no libera a quien nos hace daño, nos libera a nosotros de la opresión que da el rencor. E
Último capítulo