Nota: Vamos con mucho más, esto apenas comienza, ya saben que está historia subiré dos capítulos, los días Martes, jueves y Sábados. vamos por uno más.
Capítulo 5 Reencuentro. Amira no da respuesta; en su mente está dudando si es la mejor decisión que pueda tomar. Las horas pasan y el encuentro con su madre se atrasa cada segundo. Preocupada, da vueltas en la cama; su abuela le trajo la cena, pero no trajo objeto alguno para ayudarla a escapar. Siente dolor al pensar que su madre la espera en el frío de la noche; la angustia se apodera de ella, hasta que ve a su abuela, quien le abre la puerta. —¿Abuela? —Amira se sorprende al verla. —Silencio, cariño… —Dachira entra y cierra la puerta, acercándose a ella, se sienta a su lado y la toma de la mano. —Tienes razón… —dice con aparente inquietud—. He dejado que todo esto llegue tan lejos, toma… —Le entrega una pequeña bolsa con una tacita de plástico caliente con el contenido dentro. —Le preparé unos bocadillos y su bebida favorita, ven, colócate el hiyab… —La ayuda rápidamente sin dar demasiadas explicaciones. Amira entiende todo y, sin hacer demasiadas preguntas, sigue sus indicaciones. —Corre, cariño, sal a ver a tu madre. Amira se apresura a salir; deteniéndose unos segundos, se voltea, notando la expresión preocupada y triste de su abuela. Ella rápidamente le da un abrazo que Dachira no esperaba. —Gracias, abuela. Dachira la sostiene entre sus brazos; es su única nieta, su princesa, su adoración, y le duele todo lo que están viviendo ella y su hija. Al abrirse la puerta, Amira corre al encuentro con su madre; va por las calles cubierta de pies a cabeza, apenas reconocible, intentando llegar a la hora límite antes de que su madre se vaya. * En la colina de Emiratos. Ahmed está en una reunión privada cerca de la mezquitas, aunque está rodeado de personas que lo adulan y intentan llamar su atención, él presenta notable inquietud en su corazón, en su mente no puede sacar Amira de sus pensamientos, después de hablar de sus intereses de compromiso con su madre una gran alegría se escucha en el castillo de Ahmed, su madre prepara todo para su primer encuentro, feliz, porque sabe que en unas semanas su hijo estará casado y en busca de un heredero, lo que ha animado a todos llenos de esperanza de que él matrimonio se lleve acabo, los cocineros preparan todo para la comida con Aminal, los sirvientes se encargan de la limpieza y reorganización de l protocolo, convirtiendo en ambiente animado y lleno de vida, ajenos a la tormenta Qué se desata en el corazón de Ahmed. * Amira logra llegar a tiempo antes de que su madre se vaya y, en cuanto la ve, se abalanza sobre ella dándole un fuerte abrazo. —Mamá… —Amaya la recibe notando su ansiedad y angustia. —Pensé que te irías, mamá. —Aquí estoy, cariño, no iba a irme sin verte. Le acaricia la mejilla y Amira la toma de la mano que la acaricia, mirándola con dulzura. —Te traje esto, lo envió la abuela. —¿Mi madre? —pregunta Amaya, sorprendida, ya que es la primera vez que recibe algo así. Desde que fue desterrada ha querido ir a ver a su madre, pero el desprecio de ella la entristece mucho; por ello juró que jamás abandonaría a su hija y su palabra se ha cumplido día tras día. —Sí… —Sonríe—. Ella me ayudó para poder venir aquí hoy… Están pasando muchas cosas, mamá. Al ver su aparente preocupación, Amaya la anima a asentarse. —Ven, dime, ¿qué sucede? Amira le cuenta sobre su compromiso, haciendo a Amaya muy feliz; sin embargo, en los ojos de Amira no se refleja felicidad. —Jamás me imaginé que fuera él, quizás en el fondo no quiero que lo sea. —¿No estás feliz? —No lo sé, él causa en mí una gran inquietud, es algo inexplicable, una sensación que corta mi respiración, acelera mi pulso de forma inexplicable, pero… —Se queda en silencio. —Es un jeque, madre, tengo miedo, por ti, por mí, por… —Suspira. —Ya veo, tienes miedo a enamorarte. — No quiero que me lastimen, madre, no se nada del amor y de lo que estoy segura es que no permitiré que mi esposo tenga otras esposas, si solo vieras lo mucho que sufre mi abuela, está noche aba se queda en casa de su segunda esposa, no podría ni imaginar tener que compartir a mi esposo, no quiero ser egoísta, pero pienso que ellos no podrían amar con sinceridad teniendo a tantas esposas que atender, no podría conformarme con solo tenerlo cuando él lo decida y sea correcto, no quiero ser una máquina de procrear herederos estando sola encerrada en el castillo, me has contado tanto sobre el amor que sentir algo así de fuerte solo se puede sentir con una persona, por eso pienso que él debe elegir a alguien más, yo no me conformaré, merezco alguien que me quiera solo a mi, que vea por mis ojos y yo por los de él sin miedos ni temores. —Entiendo, ¿sabías que tú podrías objetar esa situación? Si tú lo deseas, puedes pedir que él sea solo tu esposo; si él realmente quiere casarse contigo, aceptará; si no, simplemente cancelará su compromiso. Haz tus derechos valer. Sé lo aterrado que debe estar tu abuelo; pese a tu carácter, tiene miedo de que pongas su reputación por el suelo. Aún casados, si tu esposo no es conforme, podría devolverte y solo pagar una pensión, un pago absurdo que dan por tu virginidad, pero sé que este no será tu caso, cariño. Ahora, si te decides, te enseñaré un baile para tu futuro esposo. —Amira mira a su madre con tristeza. —¿Qué sucede, cariño? —¿Realmente no merezco ser feliz? ¿Él es mucho para mí? —Jamás vuelvas a decir eso, tú te mereces todo lo que Allah ponga en tu camino, hija. Sé que estás abatida por lo que ese hombre te hizo sentir, pero no te deprimas, deja todo en manos de Allah; si él te eligió ante todas ellas, es porque sintió lo que tú sentiste. Eso se llama amor a primera vista, así como el amor que tu padre y yo sentíamos, Amira; el amor lo puede todo, confía, hija mía, Allah te ha puesto en tu camino al mismísimo jeque, porque tú, hija mía, estás destinada a ser una princesa. —¿Y tú? Si él se entera, no quiero que te lastimen. —No puedes decirle sobre mí. —¿Por qué? Quizás él nos ayude. —Es un jeque, cariño, un hombre así está criado bajo muchas tradiciones. De aceptarlo, debes aceptar que no podrás decirle de mí, cariño, temo por ti, pero también quiero que seas feliz, que salga debajo del yugo de la familia y le demuestres a todas quién es mi Amira. Todas las que creen que no te lo mereces, lo mereces, un príncipe, Amira, es el sueño de muchas, pero lo que tú has sentido con él, sueñas con él y no lo puedes sacar de tu mente, ¿realmente piensas perder esta oportunidad? ¿Lo que siente? ¿Estás dispuesta a verlo con alguien más? Amira duda; esa sensación en su pecho aumenta, teme por su madre, por sus deseos. La eligió a ella, entre todas, sin pensarlo, sin titubear, fue por ella; solo una noche bastó. Su primera esposa, entre tantas mujeres de los Emiratos, la eligió a ella para ser su esposa, y ella no puede evitar sentir temor. Su mirada permanece en su memoria, un hombre hermoso, elegante, con poder; si Allah lo puso en su camino es porque se lo merece. Está feliz de poder ser su elegida, pero teme por todo lo que ella oculta. —Bailemos… —dice Amaya intentando animarla. Amira le sonríe y se levanta tomando su mano; su madre la hace reír con cada movimiento, le enseña pasos muy sensuales que sonrojan a Amira. —Lo hechizarás con tu brillo, con tu belleza; no te preocupes por mí, mi niña, voy a estar bien, busca tu felicidad, haz lo que tu corazón te dicte; Allah lo puso en tu camino por una razón, no es coincidencia, él fue por ti, a buscarte a ti, porque es tu destino. Amira sonríe, da vueltas ejecutando movimientos al ritmo de la música; Amaya le aplaude mientras la ve bailar. Amira se mueve guiada por su corazón; en su mente, la mirada de Ahmed cala profundamente, su príncipe. * Amira sale de vuelta, pasando por las calles que acostumbra en dirección a su casa, pero esta vez unos ladrones están al acecho. Es muy tarde y los hombres la notan detenerse; Amira mira en su dirección y da vuelta para volver, siendo perseguida. Al ver que los hombres vienen hacia ella, ella corre por unas calles adentrándose en los jardines prohibidos donde se está llevando a cabo una gran celebración. Ahmed quien sale a caminar, nota la situación, está incrédulo al ver a la mujer corriendo y se esconde tras unos enormes barrotes que dan aún laberinto, mientras que Amira corre sin rumbo tratando de huir de los hombres que la persiguen, cuando es atrapada con una fuerza que debilita su cuerpo, la toma por la espalda, tapando su boca, la arrastran haya un lugar cerrando, un pasaje secreto en el laberinto, ella forcejea, su instinto de peligro la hace luchar, sintiendo la fuerza que la carga ponerla frente a frente, al verlo, ella se paraliza, su corazón late muy rápido y sin poder evitarlo se desmaya entre sus brazos. —Encuéntrala, la haré mía esta noche; esta vez no escapará de mí.