Serena murió… o eso creyeron todos. En la noche más sangrienta del año, la Luna prometida del Rey Alfa fue declarada muerta tras un envenenamiento que rompió su vínculo y destruyó su destino. Su partida lo cambió todo: el Reino cayó en sombras, el trono quedó al borde del abismo… y un amor destinado fue enterrado con furia y silencio. Años después, ella regresa convertida en Lyra, sin recuerdos, con una nueva identidad… y con un hijo de poderes extraordinarios que nadie sabía que existía. Kael ya tiene esposa, aunque su corazón sigue encadenado al fantasma de Serena. Pero cuando mira a los ojos del niño, no puede negar la verdad que la manada no está lista para aceptar: el futuro del reino está en peligro. Mientras Kael se consume entre el deber, el deseo y la culpa, su hermano Rowan jura proteger a la mujer que tanto le recuerda a la que una vez amó en silencio. Un secreto puede destruirlo todo. Y Lysandra hará lo que sea por conservar el poder… incluso matar otra vez. En un mundo donde los lobos aman solo una vez, el pasado no muere y la traición tiene garras... ¿Es posible renacer si tu corazón ya fue enterrado?
Leer másCapítulo nueve. El dilema de la lunaLas murallas del castillo no eran tan sólidas como aparentaban. No cuando las mentiras comenzaban a filtrarse como grietas invisibles entre las piedras.Ewan lo presentía. Y ahora, lo confirmaba.Oculto entre la penumbra del pasadizo sur, escuchó a dos hombres cuya lealtad alguna vez creyó incuestionable. Voces contenidas, lo suficiente como para no ser oídas… a menos que uno supiera dónde mirar. Y él sabía.—El Alfa está ciego —susurró uno de los soldados de la guardia alta, el más joven—. Esa mujer, Lyra, lo tiene atrapado con su rostro maldito. No ve con claridad.—Se mueve como Serena, habla como ella… pero no es ella —respondió el otro, un viejo asesor que solía compartir el vino con Kael—. Si se acerca más al niño, no habrá forma de sacarla de su lugar. El niño es la clave.Ewan sintió cómo la sangre le hervía bajo la piel. El niño. Liam.Los estaban observando. Analizando. Amenazando.El lobo dentro de él gruñó, deseando intervenir, morder,
Capítulo ocho. ¿Quién soy realmente? Las noches en el castillo se habían vuelto más densas desde que Lyra fue encerrada. El aire parecía cargado de una electricidad silenciosa, un presentimiento oscuro que recorría las piedras antiguas de los muros. Encerrada entre barrotes, ella no dormía. No podía. Porque los susurros habían comenzado. Primero fue en un sueño: una voz femenina, dulce y aterradora a la vez, que murmuraba su nombre desde algún rincón olvidado del mundo. Luego vino la sombra en la esquina de la celda, inmóvil, como si la observara sin rostro. Lyra se aferró a su amuleto, ese fragmento de plata ennegrecida que llevaba desde niña. Pero ni siquiera eso la calmó. Las visiones la acechaban incluso despierta. Figuras encapuchadas en pasillos que no existían, fuego envolviendo un círculo de piedras, una criatura alada que le susurraba palabras en un idioma que su alma sí entendía, aunque su mente no. Algo se estaba despertando dentro de ella. Algo antiguo. Algo que ya no
Capítulo siete. Devuélveme a mi mamá.Rowan ya no podía ignorar el conflicto que lo corroía por dentro. No lograba sacarse la imagen de Lyra huyendo, ni la expresión de Kael cuando se quedó solo junto al fuego. Algo oscuro se removía en sus entrañas. No confiaba en ella. Y al mismo tiempo, tampoco podía dejar de pensar en ella.Esa contradicción lo estaba consumiendo.No buscó el permiso de nadie. Solo se llevó un caballo, su arco, y se internó en las colinas boscosas que rodeaban el castillo. Allí, según los registros del consejo, vivía la mujer antes de llegar malherida al límite sur del territorio."Tal vez haya algo allí. Una pista. Cualquier cosa que la conecte con Serena. O con nuestros enemigos."Los árboles crujían a su paso. El aire tenía ese aroma húmedo a tierra mojada y corteza viva. Tras horas de cabalgata, encontró lo que parecía una vieja cabaña de piedra, medio camuflada por las raíces de un roble gigante. No había señales de vida… al principio.Descendió de su caballo
Capítulo seis. La amenaza en las sombras.La brisa de la tarde mecía las cortinas del castillo, arrastrando consigo un aroma desconocido para muchos, pero que a Kael comenzaba a resultarle familiar. Había algo en el aire… un eco que sus sentidos no alcanzaban a comprender del todo.Kael abrió los ojos en silencio, observándola con una mezcla de curiosidad y algo más primitivo, más hondo. Apretó los labios. Tenía tantas preguntas. Pero algo en su interior le impedía pronunciar siquiera una.—¿Cómo lo hiciste? —murmuró finalmente, rompiendo el silencio.Lyra parpadeó, sin mirarlo directamente.—No lo sé —respondió con honestidad—. Sólo… lo sentí.Desde que aquella mujer —Lyra— había posado sus manos sobre él, su cuerpo respondía de maneras inesperadas. Su fiebre había cedido, su pulso era más firme y su mente, por primera vez en semanas, no era un campo de batalla constante.—¿Siempre te tiemblan las manos cuando sanas? —preguntó Kael en voz baja, sus ojos fijos en los dedos de Lyra.El
Capítulo cinco: El eco de la sangre.La copa rota seguía esparcida en el suelo cuando los guardias irrumpieron en la habitación, alertados por el grito de Maelia. Ella se apartó, temblando, con las manos manchadas de vino y miedo. Dos lobos tomaron a Kael por los brazos, lo acomodaron sobre el lecho real y llamaron al herbolario del castillo. Pero ni sus hierbas, ni sus ungüentos, ni los rezos sordos de las criadas sirvieron de nada.El Alfa no despertaba.En cuestión de horas el castillo se convirtió en una fortaleza silenciosa. La voz de Kael, antes temida y respetada, fue reemplazada por rumores que se colaban por las grietas como viento helado.Algunos decían que lo habían envenenado.Otros, que estaba maldito por haber roto su vínculo sagrado con la Luna destinada.Unos pocos, los más antiguos, murmuraban que los lazos rotos siempre buscan su revancha. Y que el alma de un Alfa no puede vivir a medias.Rowan no se separó de su lado. Vigilaba día y noche, repeliendo a los curiosos
Capítulo cuatro: La copa amarga.El aire seguía cargado de humedad cuando Lyra regresó a la cabaña con Liam de la mano. Caminaban en silencio, como si la presencia de aquellos dos hombres en el claro hubiera removido algo que no sabían nombrar. El niño se aferraba a su falda, y ella lo sostenía como si su abrazo fuera el único ancla en un mundo que empezaba a tambalearse.—¿Mamá, esos hombres eran malos? —preguntó Liam en voz baja.Lyra dudó.—No lo sé, amor. Pero no parecían peligrosos… solo confundidos.Liam asintió, aunque su ceño fruncido decía que no le gustaban. Nunca le gustaban los forasteros. Había aprendido, desde muy pequeño, que la seguridad estaba en la rutina, en los rostros conocidos, en las voces que no traían ecos extraños.Ewan los esperaba en el umbral de la cabaña. Su rostro, por lo general apacible, estaba tenso, como si el bosque mismo le hubiera hablado de lo ocurrido.—¿Todo bien? —preguntó sin rodeos.—Nos encontramos con dos hombres —dijo Lyra—. Cabalgaban. U
Capítulo tres: Ecos de un Pasado Insepulto.El viento del norte traía el eco de una voz que ella no recordaba.Lyra vivía en una cabaña oculta, rodeada de abedules, con un niño de cabellos oscuros y ojos intensos que la llamaba “mamá” con una sonrisa que partía el alma. Nadie le había dicho que ese niño era fruto de un amor prohibido, de una historia enterrada bajo mentiras. Nadie le había contado que ella alguna vez se llamó Serena, ni que su alma había sido arrancada de su otra mitad a la fuerza.La niña que fue había muerto. La mujer que ahora cuidaba del pequeño Liam no sabía a quién había amado, ni quién le había prometido la luna y le dio una tumba vacía a cambio.Morgana, que la protegía, sabía la verdad. Y también sabía que no podía revelarla aún.—Mamá, ¿por qué siempre tengo que esconderme si alguien viene? —preguntó Liam mientras jugaban con piedras junto al río.—Porque a veces los adultos no saben lo que es mejor para los niños —dijo Lyra, acariciándole el cabello.Desde
Capítulo dos: El Secreto Bajo la LluviaLa luna ya no brillaba como antes.Las nubes bajas cubrían el cielo como un sudario, y la lluvia persistente empapaba la tierra del cementerio. La bruma se arrastraba entre las lápidas, como si el bosque mismo lamentara la pérdida de Serena.Pero no todos los que lloraban lo hacían por lo que parecía perdido.Entre la espesura, una figura encorvada cavaba con desesperación. Cada palada era un acto de traición… o de redención.—Vamos… vamos, por favor… —jadeó Morgana, con las manos cubiertas de barro y sangre. El manto que la protegía del frío estaba rasgado, pero ella no lo sentía. Solo pensaba en llegar a tiempo.La madera del ataúd apareció, oscura, húmeda. Las runas de protección seguían brillando débilmente, trazadas en secreto entre los pliegues del sudario.—Oh, niña… aguanta —susurró al abrirlo.Dentro, Serena yacía inmóvil. Su piel, blanca como la nieve, no tenía rastro de vida, pero Morgana sintió el leve estremecimiento, la apenas perc
Capítulo uno: La Maldición de la LunaEl silencio del bosque se rompía apenas por el murmullo de los árboles. La luna, alta y redonda, colgaba como un ojo vigilante sobre la espesura. En lo más profundo del bosque prohibido, una fogata crepitaba con llamas verdes, proyectando sombras danzantes sobre el rostro ajado de Morgana, la bruja del Reino del Norte.Estaba mezclando veneno de lobo por primera vez en quince años, y sus dedos corroídos por la poción le recordaron las uñas ennegrecidas de su madre cuando murió.—Tu vacilación me hace cuestionar la pureza de la sangre de la bruja. —La voz de Lysandra atravesó su columna como un picahielos. Ella es la matriarca de la tribu de lobos del norte, el lobo más temido del norte, y los colgantes de colmillos de lobo en su cabello tiemblan con cada respiración. Morgana notó que los dientes estaban especialmente pulidos: los dientes de leche de los cachorros de lobo.—Hazlo —ordenó con voz helada—. Ese vínculo entre Serena y Kael debe rompers