Ella nunca creyó en las leyendas, hasta que se convirtió en una de ellas. Cuando Emma Carter, una joven marcada por el escepticismo, se cruza con Kian Blackwood, el imponente Alfa de la manada más temida, su vida cambia para siempre. Kian es peligroso, indomable y, sobre todo, no cree en el amor. Pero cuando sus miradas se encuentran, un vínculo primitivo amenaza con romper todas las reglas. Él está destinado a proteger a su manada, ella a huir de todo lo que representa. Pero el destino no entiende de prohibiciones. Un secreto oculto en la sangre de Emma podría cambiarlo todo… o destruirlos a ambos. Cuando la lealtad se pone a prueba y la luna dicta su sentencia, ¿se rendirán a la llamada del destino o desafiarán lo imposible?
Leer másLa brisa nocturna acariciaba mi rostro mientras caminaba hacia mi casa. El aire fresco del otoño se filtraba entre las hojas caídas, que crujían suavemente bajo mis botas. La luna llena brillaba intensamente sobre el pueblo, iluminando las calles vacías. Era una de esas noches en las que todo parecía estar en su lugar, todo tranquilo, todo como siempre. Pero, por supuesto, las cosas nunca permanecen tranquilas por mucho tiempo en mi vida.
El sonido de los árboles moviéndose me hizo detenerme en seco. Al principio, pensé que era el viento, pero luego algo en la atmósfera me hizo sentir incómoda. La sensación era extraña, como si algo estuviera observándome. Me giré lentamente, mi corazón empezando a latir más rápido. La última vez que sentí algo similar fue cuando era niña, corriendo por el bosque y sabiendo que algo o alguien me seguía.
Un ruido rompió el silencio de la noche, una rama que crujía a lo lejos, justo dentro de la franja oscura del bosque. No era normal, y no pude evitar dar un paso hacia el sonido. La curiosidad me ganó, como siempre.
"Emma, no hagas esto…" me susurré a mí misma, pero mi cuerpo se movió hacia el bosque como si una fuerza invisible me arrastrara.
Entré entre los árboles, donde la sombra parecía devorarlo todo, y apenas pude ver la forma de un hombre de pie, en la distancia. La figura estaba rígida, casi como una estatua. Mi pulso se aceleró, y una extraña punzada de miedo me recorrió la columna vertebral. ¿Quién demonios estaba allí a estas horas de la noche?
¿Un cazador? No, no podía ser. Los cazadores no rondaban tan cerca de los pueblos.
La figura se giró lentamente hacia mí, y, por un momento, mi respiración se detuvo. Sus ojos. Esos ojos dorados, como dos luceros en la oscuridad, me atravesaron como si pudieran ver todo lo que había dentro de mí. Me sentí vulnerable, pequeña, pero a la vez, algo extraño se encendió dentro de mí, algo profundo y visceral.
El hombre no se movió. Seguía observándome fijamente, pero no dijo una palabra.
"¿Quién eres?" mi voz tembló, pero traté de mantener la calma.
Sus labios se curvaron levemente en una mueca de desdén, y su postura se endureció aún más.
"No deberías estar aquí", dijo con una voz grave, que me recorrió todo el cuerpo como si cada palabra fuera un destello de electricidad. Era un tono autoritario, y me hizo dar un paso atrás, aunque mis piernas no querían moverse.
"No es seguro para ti", continuó, sin moverse ni un centímetro. Sus ojos brillaban con una intensidad que me hizo sentir completamente expuesta.
"¿Por qué?" pregunté, el aire entre nosotros estaba cargado de una tensión palpable. No sabía si estaba más aterrada o intrigada.
Él no respondió. En su lugar, dio un paso hacia mí, con una velocidad que no supe de dónde había salido, pero que me dejó sin aliento. Mi corazón comenzó a latir desbocado, y me vi obligada a retroceder. No sé por qué, pero sentí que si no lo hacía, algo iba a pasar que no podría manejar.
"Vete ahora", me dijo, su voz más suave pero aún llena de advertencia.
Lo miré por un momento más, sin poder moverme. Y luego, de repente, todo lo que sentí en su presencia desapareció, como si él nunca hubiera estado allí. La sensación de miedo, la intensidad de sus ojos, todo se desvaneció en el aire frío de la noche. Y lo peor de todo, la atracción. Un deseo inexplicable por estar cerca de él, una conexión que no podía comprender.
Grité hacia atrás, volviendo sobre mis pasos, el eco de mis botas resonando entre los árboles. Mi respiración se agitaba mientras me alejaba, sin atreverme a mirar atrás, aunque mi mente no dejaba de pensar en él. ¿Qué demonios acababa de pasar?
Al llegar a mi jardín, me detuve en seco. Mi vista se dirigió automáticamente hacia el suelo, donde una serie de huellas grandes y profundas marcaban la tierra mojada. Las huellas no pertenecían a un ser humano, eso era seguro. Pero… ¿qué eran?
Mis dedos se apretaron alrededor del borde de la puerta, mientras un escalofrío recorría mi columna vertebral. La presencia de esa figura, las huellas, la extraña sensación en el aire… algo no encajaba.
Entré rápidamente, cerrando la puerta detrás de mí, y me dejé caer contra ella. Mi respiración era rápida, mis manos temblaban. El miedo había desaparecido, pero el deseo seguía ahí, latente, recorriendo mi piel.
"¿Qué está pasando?" susurré, y esa fue la primera vez que me hice una pregunta que sabía que cambiaría mi vida por completo.
Los días siguientes fueron una mezcla de caos interno y la normalidad de siempre. El pueblo seguía siendo el mismo, pero yo ya no podía ver las cosas de la misma manera. Las huellas en mi jardín se borraron al día siguiente, pero la sensación de que algo estaba mal persistía. Y Kian… había algo en su mirada, algo que me seguía a todas partes. Como si estuviera buscando algo en mí, o tal vez, quería que lo buscara.
Esa noche, cuando la luna llena volvió a brillar en el cielo, algo en mí me impulsó a salir. El aire fresco me acarició, y mi mente volaba de un pensamiento a otro. ¿Y si lo que vi no fue una alucinación? ¿Y si era real?
En el horizonte, una figura apareció entre los árboles. Kian.
Me detuve en seco, mis piernas temblaban, y mi cuerpo se tensó. No podía evitarlo, no quería acercarme a él, pero tampoco podía quedarme allí, parada, sin hacer nada. La atracción era demasiado fuerte, demasiado real.
Él se giró, sus ojos dorados brillando en la oscuridad. Cuando me vio, sus labios se curvaron en una sonrisa. No era una sonrisa amable, era la sonrisa de un depredador, y yo estaba a punto de caer en su trampa.
"Pensé que te había dicho que no te acercaras", dijo suavemente, su voz como un susurro en el viento.
"Lo sé", respondí, pero mis palabras sonaban vacías. Lo que realmente quería decir era que no podía evitarlo. No podía evitarlo.
Él lo sabía.
Y en ese momento, supe que mi vida nunca volvería a ser la misma.
Al regresar a mi casa esa noche, algo había cambiado dentro de mí. Las huellas ya no estaban en el jardín, pero la sensación de su presencia seguía ahí, como un eco en mi mente. Y mientras cerraba los ojos, me di cuenta de que no podía alejarme de él, aunque lo intentara.
"Nos vemos pronto, Emma", susurró la voz en mi mente, la voz de Kian, y en ese momento supe que lo que había comenzado, no terminaría fácilmente.
El viento soplaba suavemente, acariciando mi rostro mientras observaba a lo lejos. Los árboles se movían suavemente, como si la naturaleza misma celebrara la paz que habíamos logrado, la estabilidad que había florecido tras tantos años de lucha. La manada ya no era solo un grupo de sobrevivientes, sino una familia unida, poderosa. Y en medio de todo eso, estaba yo, al lado de él. Kian.Era difícil creer que todo lo que habíamos vivido, todo lo que habíamos sufrido, nos había llevado a este momento. Cuando nuestras vidas se cruzaron por primera vez, nunca imaginé que acabaríamos aquí. Juntos, con una familia propia, liderando una manada que había resurgido de sus propias cenizas. Pero eso era lo que habíamos logrado. Juntos.El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, tiñendo el cielo de colores cálidos, como
El viento soplaba suavemente entre los árboles, acariciando mi rostro mientras observaba cómo los miembros de la manada se reunían a mi alrededor. Las estrellas brillaban con una intensidad casi irreal sobre nosotros, como si el universo mismo estuviera celebrando lo que habíamos logrado. La guerra había quedado atrás, las amenazas ya no existían, y en su lugar, solo quedaba una manada unida, más fuerte que nunca. Y en medio de todo eso, Kian y yo, de pie frente a nuestros compañeros, con un futuro brillante esperándonos.Todo lo que habíamos superado… las peleas, los sacrificios, los momentos en los que casi nos habíamos perdido, me llevaron hasta este instante. La incertidumbre que había dominado tanto tiempo nuestra relación, finalmente había sido reemplazada por algo mucho m&
El sol estaba bajo en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y naranjas que parecían fundirse en el aire. El mundo había cambiado, y yo también. Había veces en las que me sorprendía pensando en lo lejos que habíamos llegado, cómo lo que alguna vez fue un caos sin fin ahora era algo más manejable, más... ordenado. No era una paz perfecta, pero era nuestra paz, y eso era lo que importaba. Lo que realmente importaba.Kian y yo estábamos aquí, juntos, más fuertes que nunca, con la manada de pie a nuestro lado. El viento acariciaba mi rostro, desordenando mi cabello mientras caminábamos juntos a lo largo del borde de nuestro nuevo territorio. Habíamos pasado por tanto, y aún no podíamos relajarnos completamente. Pero no importaba. Ya no. Había una certeza en el aire,
La manada había comenzado a sanar. El ruido de las batallas se había desvanecido, y aunque aún quedaban cicatrices invisibles, algo más había nacido de la oscuridad: esperanza. La paz, por fin, se había instalado en el aire, como un susurro que todo lo alcanzaba. Pero dentro de mí, las cicatrices seguían frescas, profundas, tanto emocionales como físicas. La guerra había dejado su huella, y no importaba cuán fuerte fuera la manada, nosotros, los dos líderes, teníamos que enfrentarnos a la tormenta que quedaba en nuestros corazones.Kian y yo caminábamos juntos entre las sombras de los árboles, en silencio. Cada uno procesando lo que habíamos pasado, lo que nos esperaba. Lo que habíamos perdido. La manada prosperaba, sí, pero la paz tenía un sabor amargo. Nadi
El viento golpea mi rostro como un recordatorio cruel de lo que hemos perdido. La victoria, en teoría, nos pertenece. Hemos ganado la guerra, pero ¿a qué costo? El regreso a la manada es todo lo que no esperaba. Los guerreros, que antes se alzaban llenos de vida y esperanza, ahora caminan con una tristeza evidente, sus cuerpos marcados por las cicatrices de la batalla, pero lo que más duele, lo que más nos destruye a todos, son las cicatrices invisibles. Esas que no se pueden ver a simple vista, pero que arden más que cualquier herida física.Y Kian... está cambiando. Se nota en su mirada, en los silencios largos que llena con nada. No sé si aún soy parte de su vida o si, simplemente, soy una sombra de lo que alguna vez fuimos.El día comienza de nuevo. El sol s
El aire estaba impregnado de una tensión insoportable. El cielo, teñido de un gris plomizo, parecía reflejar la tormenta que se desataría en breve. No era solo la guerra lo que nos esperaba, sino el enfrentamiento con nuestras propias sombras, con los demonios del pasado que, por fin, habían salido a la luz. El día de la batalla había llegado, y con él, la última oportunidad para poner fin a todo lo que nos había perseguido.Kian y yo nos habíamos entrenado para este momento durante semanas, pero sabía que ninguna preparación podría salvarnos si no enfrentábamos nuestras emociones, esas que aún mantenían el control de nuestra relación. La manada estaba lista, pero no solo luchaban por la supervivencia, sino por un futuro que aún parecía incierto.
Último capítulo