Capítulo ciento diez. Lo que venga, lo enfrentaremos juntos.
El día transcurrió lento, como si el castillo entero retuviera la respiración.
Los guardias duplicaban las rondas. Los pasillos estaban en silencio, incluso los niños del ala este, que solían correr y jugar bajo la vigilancia de las nodrizas, permanecían recogidos. El rumor de una traición crecía como una sombra espesa entre las paredes de piedra.
Pero en los aposentos reales, un momento de tregua aguardaba.
Lyra terminaba de peinar el cabello de Liam, que se había quedado dormido abrazado a uno de los peluches que Rowan le había tallado en madera. El niño suspiraba con suavidad, ajeno al temblor del mundo que lo rodeaba. La luna, aún incompleta, se asomaba entre las nubes del atardecer, bañando la estancia con una luz pálida.
Rowan entró en silencio, cerrando la puerta tras de sí. Llevaba el cabello suelto, mojado por el baño reciente, y su camisa de lino apenas abotonada dejaba entrever las marcas del entrenamiento. Pero s