Mundo ficciónIniciar sesiónEl dolor cambia a las personas y las situaciones traumáticas aumentan el riesgo de tomar decisiones impulsivas. Ellos lo saben muy bien. Acompaña a Sophie y a Chris en el desenlace de esta historia de amor, pasión y venganza.
Leer másSOPHIE
Un disparo.
Bang.
Una milésima de segundo donde mi alma abandonó mi cuerpo, donde el tiempo se detuvo. Donde mi respiración se cortó, mi sangre dejó de circular y mi corazón de bombear.
Mis dos personas más importantes en riesgo de vida vital y yo siendo incapaz de ayudar a ninguno de los dos. Siendo inservible, invisible, hasta el punto en que mi ataque de nervios fue tal que tuvieron que dormirme. Durante días.
El pasado golpea a mi puerta con tanta fuerza que hasta me resulta increíble cómo el trauma puede salir a la luz incluso después de tanto tiempo.
Mi respiración se vuelve agitada, entrecortada casi, por lo que tengo que tomar asiento en una silla, dejando la carta sobre la mesa, siendo incapaz de continuar leyéndola porque solo el nombre me devolvió a ese tiempo que quisiera olvidar con demasiado ahinco.
Sostengo mi cabeza con ambas manos, rogando porque todo sea una jodida mentira, pero cada que abro los ojos veo la puta carta ahí, atosigándome en silencio, devolviendo a mi mente todos los recuerdos que durante años me obligué a mí misma a dejar en una parte de mi mente que no quiere volver a recordarlos. Por lo dolorosos que son.
Tengo que tragar grueso para intentar evitar que la amargura y las náuseas hagan de las suyas en mi cuerpo, recordando esos tiempos que debia vomitar para poder sentirme mejor.
—¿Mamá?
Levanto la mirada para ver a mi hijo. Mi niño, mi pequeño guerrero, me mira con el ceño fruncido mientras sostiene en sus manos sus botines de fútbol.
Está todo sudado por su práctica y aunque no soy partícipe de hacerle ver este tipo de cosas, el que la carta también esté dirigida a él me deja un poco más desconcertada que antes.
—¿Te sientes bien?—pregunta confundido.
Sacudo la cabeza, limpiando mis lágrimas con rapidez, intentando recuperarme.
—Estoy bien, bebé. ¿Por qué no vas a darte una ducha antes de que esté lista la cena?
—Pero estabas llorando. No estás bien—comenta—, ¿pasó algo con papá?
Fuerzo una sonrisa, tratando de que su preocupación se esfume.
—Estoy bien—me pongo de pie, besando sus mejillas y su coronilla—, ahora, mi príncipe hermoso, ve a ducharte. No quiero que apestes el pavo cuando estemos por cenar.
Mi comentario le saca una risa que me alegra un poco lo que queda del día, igual que siempre. Al fin consigo que deje de lado su preocupación por mí para ir a su habitación, cuando veo a mi prometido entrar por la puerta, cargando las bolsas de las compras pues le pedí que pasara por el supermercado de regreso a casa después de buscar a Max de su práctica.
—¡Cariño, tuviste que verlo!—dice emocionado, dejando las bolsas sobre la encimera de la cocina—. Nuestro pequeño es todo un goleador. Su entrenador dice que si sigue así, será titular en el próximo partido con los de la liga junior. ¿Puedes creerlo?
—Claro que sí, es todo un deportista.
—¡Más que eso! Yo creo que estamos criando al próximo Messi del mundo.
Frunzo los labios para no reírme. Él no tiene idea de deportes. De hecho, para él ver un partido de padel es igual de interesante que ver uno de ajedréz porque así es él. Sin embargo es adorable ver la forma en que intenta pertenecer en la vida de Max como su figura paterna mientras seguimos viviendo en Londres.
Cuando termina de acomodar todo viene por mí, tomando mi rostro entre sus manos, besando mis labios.
Roger es impresionante. Es la clase de hombre que de todo se da cuenta. El que siempre escucha, el que siempre atiende tus necesidades, por mínimas que sean. El tipo de hombre que sabe cuántos lunares tiene tu cuerpo y cómo saben tus labios después de llorar. Justo como ahora.
Se aleja mirándome con el ceño fruncido, todavía con una sonrisa.
—¿Pasa algo malo?—pregunta confundido.
Suelto un suspiro, bajando la mirada. A él no puedo mentirle. Nunca pude, así que asiento.
—Sí, algo pasó—me volteo a la mesa, recogiendo la carta para enseñársela, obteniendo de su parte justo la reacción que estaba esperando, pura sorpresa, porque se suponía que este día no iba a llegar nunca.
—No me jodas.
—Sí, lo mismo pensé.
Tomo asiento, respirando profundo. El dolor de cabeza regresa y me frustro porque he intentado miles de veces, hasta con terapia, que este dolor se esfume y ahora regresó. Porque este tema también volvió y no sé cómo reaccionar.
—¿Qué piensas hacer?
Me encojo de hombros.
—¿Tengo otra opción? Es un llamado para ser testigo, además de que el juicio en su momento lo inicié yo y no sería justo que no me presentara, ¿no te parece?
Igual de preocupado que yo, Roger toma asiento junto a mí, todavía analizando la carta.
—Cariño, esto significa que tendrás que regresar. Solo Dios sabe por cuánto tiempo.
Asiento, todavía sorprendida por lo que pasa. Realmente no tenía idea de que la causa avanzaría porque llevamos años en lo mismo. De hecho, hace tiempo que no tengo contacto con nadie de allá porque desde que mi madre falleció no he tenido razones para regresar a mi país de origen, pero supongo que ahora no tengo opción. Esa es la parte que me altera.
—¿Max lo sabe?
Sacudo la cabeza.
—No, y no tiene por qué.
Roger frunce el ceño.
—Sophie, lo llamarán como testigo en algún punto.
Me encojo de hombros.
—Sí, pero hasta que eso pase no quiero alterarlo. Le ha costado demasiado acostumbrarse y no quisiera que su mente se perturbe por algo que debió pasar hace mucho tiempo, cuando él era apenas un bebé, no ahora que tiene ocho años.
—Bueno, eres su madre. Si tú dices que es lo mejor, entonces es así.
—También lo creí, pero ahora no estoy segura. ¿Cómo se supone que será algo bueno el enfrentar a mi hijo con la mujer que casi le arrebató su vida? Es impensado.
Tengo tanto en mi pecho ahora mismo que no oculto las lágrimas que bajan por mis mejillas. Como dije, llevo tantos años en terapia para poder superar este día que el leer esa carta, la maldita que me avisó del inició de juicio contra Carrie, me regresó al tiempo en que no podía respirar si escuchaba su nombre.
Así de mal me dejó.
Días enteros en hospitales, preguntándome si mi familia iba a poder sobrevivir a esa mujer, a las atrocidades que cometió, me pasaron factura muy rápido. Depresión, ansiedad social, hasta problemas de presión tengo por ese tema, que juré había quedado en el pasado, pero no es así.
Un pasado no resuelto siempre regresa. Me lo dijo mi psicóloga y ahora le encuentro razón.
Y ojalá fuera solo eso... tener que ver también a Christopher Marshall es otro de mis males, porque a él también pensé que lo había dejado atrás, sin embargo ahora tendré que verle la cara y realmente no sé cómo vaya a funcionar aquello después de tantos años sin vernos.
CHRISEstoy entrando en crisis.Cuando Sophie se fue de la ciudad, del país, me hice a la idea de que no volvería a verla porque es lo que pactamos con los abogados del divorcio. Cada quién por su parte, cada quién haciendo su vida como mejor le parezca, sin tener contacto alguno el uno con el otro. Eso estaba claro.Ella vivía su vida en Londres, yo en Chicago. Todos felices y contentos.Durante años la única información que obtuve de ella fue gracias a nuestro hijo, quien siendo pequeño hablaba de su madre en cada ocasión que lo tenía conmigo. Incluso cuando creció llegué a escuchar su voz una o dos veces durante una conversación con Max al teléfono, pero nada más.Estaba bien con eso. O eso me hice creer.Entonces llegó la notificación del juicio y una vez más, el futuro que planeé se ve en el limbo porque una vez más entró en mi vida. Irremediablemente la vería de nuevo y tuve semanas para hacerme a la idea.Hablé con mi psicólogo, hicimos un plan para que mi vida no se descarrila
SOPHIELa nueva casa de mi madre es realmente un shock visual.Durante todo el camino intenté recordar cómo es que se veía la casa, no porque no la recordaba sino porque no recordaba cuándo fue la última vez que envié dinero para alguna mejora. No es que quisiera dejarla de lado, simplemente pasó.En Londre me enfoqué tanto en dejar todo atrás que cuando mi madre murió, su casa pasó a ser solo algo más de lo que debía de hacerme cargo. Tenía demasiado en mente. No quería dejarla abandonada así que encontré a alguien en la zona que se encargara de mantener la casa en orden como se suponía que lo haría.Y pude vivir con eso porque pensé que jamás volvería. Hasta estaba pensando en buscar una inmobiliaria para vender la propiedad porque en mente esto no pasaba, y aquí estamos.En el camino, intentando enfocarme en otra cosa que no fuera Christopher porque no pensaba darle tanta importancia, pensé en la casa. En cómo se encontraba.Max no la vió ni siquiera por fotos. Mi madre murió mucho
CHRISLas personas van y vienen a mi alrededor. Veo reuniones, despedidas, incluso veo familias apenas presentándose en el sector de llegadas internacionales que es donde espero.Mi amado hijo me llamó para darme la noticia que ya esperaba hace unos días. Algo que pasaría porque también recibí la carta que anuncia el inicio del juicio, lo que obliga a todos los implicados a estar en el país, incluida Sophie.No voy a negar que no tengo los nervios a flor de piel porque estaría mintiendo. Mi corazón palpita como un hijo de puta, todo apresurado, mientras que a mi alrededor veo pasar las personas que no tienen idea de lo que estoy sintiendo.Es como si fuera a desmayarme. Así de mal me pone saber de ella.Pasamos tantas cosas juntos y terminamso de tan mala forma que el saber que la veré después de tantos años me da un no sé qué en el centro del estómago que me pone como un maldito loco desquiciado.Es una brutalidad de emociones, como si mi propio cuerpo quisiera entrar en shock para n
SOPHIELas manos me tiemblan. Sentados en la mesa de la cocina, con la comida servida y mi pareja junto a mi hijo, tengo las palabras en la boca que se niegan a salir por algún motivo.Llevo dos días enteros pensando en esa bendita carta. El llamado del juicio es para dentro de dos semanas que es cuando se llevará a cabo, pero debo estar en el país los próximos días por lo que me aseguré de tener todo listo antes de tener que hablar con mi hijo. También para tener en cuenta qué es lo que va a pasar de ahora en más porque no es que simplemente regresaremos y ya. Tendremos que enfrentarnos a un pasado que dejé atrás, congelado en el tiempo y en mi memoria, pero que sin embargo de alguna manera siguió su rumbo y eso es lo que me preocupa.¿Qué tanto habrá cambiado desde el día en que me fui del país? Mi madre solía mantenerme al tanto, pero luego de que falleciera hace ya unos años, dejé por completo de recibir información sobre él.La única forma en que nos comunicamos fue a través de a
SOPHIEUn disparo.Bang.Una milésima de segundo donde mi alma abandonó mi cuerpo, donde el tiempo se detuvo. Donde mi respiración se cortó, mi sangre dejó de circular y mi corazón de bombear.Mis dos personas más importantes en riesgo de vida vital y yo siendo incapaz de ayudar a ninguno de los dos. Siendo inservible, invisible, hasta el punto en que mi ataque de nervios fue tal que tuvieron que dormirme. Durante días.El pasado golpea a mi puerta con tanta fuerza que hasta me resulta increíble cómo el trauma puede salir a la luz incluso después de tanto tiempo.Mi respiración se vuelve agitada, entrecortada casi, por lo que tengo que tomar asiento en una silla, dejando la carta sobre la mesa, siendo incapaz de continuar leyéndola porque solo el nombre me devolvió a ese tiempo que quisiera olvidar con demasiado ahinco.Sostengo mi cabeza con ambas manos, rogando porque todo sea una jodida mentira, pero cada que abro los ojos veo la puta carta ahí, atosigándome en silencio, devolviend
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