Mundo ficciónIniciar sesiónIsabella Montalbo siempre creyó que su matrimonio con Dereck Salazar era sólido. Durante tres años ha vivido a su lado como su esposa y señora, respetada y protegida, aunque marcada por la seriedad y el carácter dominante de él. Lo único que la atormenta es no poder cumplir con el deseo de Dereck: darle un hijo. Para Isabella, ese anhelo no es solo una ilusión paterna, sino el símbolo de la sucesión que su esposo tanto necesita. Y mientras más tiempo pasa sin un embarazo, más crece en ella el miedo de no ser suficiente. Todo comienza a derrumbarse con la llegada de Gimena Castillo, la amiga de la infancia de Dereck… y también su primer amor. Bella, arrogante y con una sonrisa cargada de veneno, Gimena no tarda en recordarle a Isabella que alguna vez fue la dueña del corazón de su esposo, y que ahora ha regresado con la intención de recuperar lo que, según ella, le pertenece. La cercanía entre ellos se convierte en un tormento para Isabella, quien comienza a sentirse desplazada y humillada. Cada palabra maliciosa de Gimena, cada gesto ambiguo de Dereck, abre heridas que ella ya no puede ocultar. Finalmente, rota por dentro y convencida de que su matrimonio se ha convertido en una farsa, Isabella toma una decisión drástica: pedirle el divorcio. Pero Dereck , se niega. Le recuerda que su unión no es un simple contrato que pueda romperse a voluntad. Para él, Isabella no es una mujer de la que se pueda desprender tan fácilmente. Entre celos, secretos y pasiones desbordadas, Isabella deberá descubrir si realmente es la dueña del corazón de Dereck… o solo una pieza mas.
Leer más–Quien …–su voz apenas fue un hilo cargado de un ligero temblor que ni ella pudo controlar–quién es la mujer junto a mi esposo.
La asistente Elena fijó la vista desde el asiento del piloto, sorprendía, dudo antes de responder
–Es la señorita Gimena Castillo, tengo entendido que es amiga de la infancia del señor Salazar. regresó recientemente del extranjero.
Desde el asiento trasero Isabella observaba sin parpadear, con el corazón suspendido en un latido frente a ella Dereck Salazar , su esposo. El hombre que ama desde su adolescencia a pesar de su frialdad estaba allí dentro de su auto pero no estaba solo . Una mujer desconocida ocupaba el asiento del copiloto , inclinándose peligrosamente sobre él, sus manos se movían con una naturalidad ,atando la corbata Un gesto íntimo .
Isabella lo conocía lo suficiente como para saber que Dereck no toleraba que nadie lo tocara así, salvo ella o su madre. y allí estaba, permitiendo no solo el contacto, sino también esa cercanía que parecía tener chispas entre ellos. Lo que más la descoloco fue verlo sonreír con una naturalidad que Isabella no sabía que poseía.
El corazón le latía con fuerza, los pensamientos se atropellaban unos con otros en su interior , caóticos y las preguntas surgían ¿Quién es ella? ¿Qué hizo ella con su esposo dentro del auto? ¿Porque él parecía tan cómodo con ella ?
–Arranca– su voz fue firme tratando de enmascarar el torbellino de sentimiento que se arremolinaba en su interior .
Apenas llegó a su oficina, Isabella no perdió ni un segundo. Encendió su computadora, sus dedos temblaban apenas al teclear el nombre que no podía sacar de su mente. Gimena Castillo.
Necesitaba saber quién era esa mujer que se atrevía a tocar a su esposo con tanta familiaridad,
Y cuando los resultados aparecieron en pantalla, el aire pareció escapársele del pecho.
Gimena Castillo…una joven hermosa, de rostro dulce y sonrisa impecable. Recién graduada en desarrollo de sistema, hija menor de Lorenzo Castillo, dueño de las poderosas industrias Castillo…un nombre con peso político,con poder y conexiones en todos los círculos donde los Salazar se movían.
Isabella deslizo el cursor con lentitud, observando cada fotografía , cada titular. Gimena representaba todo lo que ella había dejado de ser . juventud, frescura…promesa .
Sintió un nudo en el estómago.Por primera vez en mucho tiempo, la seguridad que tanto había cultivado comenzaba a resquebrajarse. Y lo que más le dolía no fue quien era Gimena…sino la silenciosa certeza de que Dereck ya lo sabía todo sobre ella .
El compromiso entre Isabella y Dereck se había llevado a cabo por una promesa que el padre de ella hizo antes de morir. La empresa familiar había caído en bancarrota debido a un desfalco corporativo cometido por uno de sus socios más cercanos. Su padre trabajó hasta el cansancio para salvarla, pero su enfermedad cardíaca no se lo permitió. Antes de fallecer, le pidió a su mejor amigo Esteban Salazar cuidar de su única heredera y tesoro y así lo hizo creando un compromiso con su heredero. Su matrimonio no comenzó con romance, pero Isabella siempre creyó que con esfuerzo podría ganarse el corazón de Dereck.
Cuando cumplió los 20, la boda se celebró por todo lo alto: rosas importadas, joyas, un vestido de alta costura… la boda con la que toda mujer soñaría, y además con su primer amor. Desde entonces, habían pasado tres años.
Las noches que compartían eran intensas; su pasión era feroz, indomable, y lograba hacerla sentir deseada, aunque a veces su forma de amar la dejaba exhausta. Sin embargo, la presión de no poder darle un heredero se cernía sobre ella. Tres años de matrimonio y aún no lograba quedar embarazada. Ese hecho la hacía sentir que no cumplía su deber como esposa… aunque jamás permitía que él notara sus dudas, ni que supiera la verdadera razón de su infertilidad.
Isabella llegó a pensar que los 3 años de matrimonio eran sólidos y que sus esfuerzos por llegar al frío corazón de su esposo pero la escena en el estacionamiento se repetía una y otra vez haciéndola replantearse todo lo que ella creyó suyo .
el sonido de un suave toque la saca de el tumulto de pensamientos que la agobia .
–adelante – su voz salió más suave de lo que deseo.
–la reunión para dar inicio al proyecto esta por comenzar –
Comunicó elena desde la puerta, Isabella se obligó a recomponerse y olvidar el lío de sentimientos que era su interior en ese momento , se puso de pie respiro hondo y salió rumbo a donde sería la reunión .
En la sala de juntas se encontraban diversas figuras importantes, tanto del ámbito político como empresarial. Este era uno de los proyectos más grandes que la empresa estaba a punto de lanzar, y en medio de todo, Isabella se encontraba recibiendo y saludando a los invitados con sonrisas perfectas.
Antes de que pudiera reaccionar, Dereck estaba a su lado, deslizando uno de sus brazos por su cintura en un abrazo íntimo que la hizo estremecerse. Su aroma la envolvió, la cercanía le aceleró el corazón.
—Dereck —susurró, sonrojada.
Pero al girar ligeramente la cabeza, sus ojos se toparon con una visión que le heló la sangre: Gimena Castillo, elegante y confiada, lo seguía de cerca, como acechando cada movimiento de Dereck. Isabella tragó en seco, sintiendo una mezcla de celos y ansiedad que la dejó momentáneamente sin palabras.
¿Qué hacía ella ahí? ¿Por qué llegaba con Dereck? ¿Acaso estuvieron juntos todo este tiempo? Su mente luchaba por mantener la calma, mientras su corazón gritaba lo contrario. Ella no podía evitar preguntarse cuáles eran las intenciones de Gimena Castillo ni por qué su esposo la había llevado con él.
Antes de que pudiera recuperarse de la sorpresa, Dereck se aclaró la garganta y, con esa calma que siempre imponía respeto, presentó a Gimena ante todos los presentes:
—Quiero que conozcan a Gimena Castillo; desde hoy será la nueva asistente del proyecto —anunció, con una ligera sonrisa que, para Isabella, fue como una bofetada.
El murmullo de los presentes recorrió la sala, pero Isabella apenas lo escuchó. Cada palabra de Dereck se sentía como una punzada en su orgullo: la decisión no había sido consultada con ella, a pesar de que aquel proyecto llevaba su nombre, su esfuerzo y sus noches interminables supervisando cada detalle desde el inicio.
Isabella sintió cómo la indignación se mezclaba con un miedo sordo; se sentía desplazada y hasta superada. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo podía alguien que apenas se integraba a la empresa, que ni siquiera conocía su trabajo, asumir un cargo tan alto en un proyecto donde ella era la directora? Sus manos temblaron ligeramente, y tuvo que morderse el labio para no soltar un comentario impulsivo frente a todos los invitados. La situación la estaba sobrepasando, y lo que más le dolía era que su esposo parecía ajeno a su incomodidad.
Gimena, a su lado, sonreía con dulzura mientras sus ojos se clavaban en los de Isabella con un deje de burla que, al parecer, solo ella notó. No se separaba de Dereck; lo seguía en cada movimiento, y a él parecía no molestarle. Eso provocó estragos dentro de Isabella, porque estaba viendo una versión de su esposo que no conocía. Respiró, tratando de mantener la compostura; no quería ser la causante de una escena en medio de la reunión, porque lo que Dereck más odiaba eran los escándalos, y ella lo sabía muy bien.
—Isabella, confío en tu capacidad para liderar el proyecto —dijo con voz fría, sin ningún atisbo de culpa—. Gimena solo apoyará algunas tareas operativas. Después de todo, la puse en tu equipo para que le guíes; necesita experiencia en el campo laboral y tú puedes ayudarla.
Era la primera vez que su esposo hablaba tanto, y fue para defender a una mujer que no era ella. Sus palabras, que en teoría deberían tranquilizarla, solo aumentaron el torbellino de emociones dentro de Isabella: celos, rabia, frustración y un miedo punzante a perder el control de algo que creyó suyo.
Cada músculo de su cuerpo estaba tenso, pero su rostro mantenía la sonrisa correcta, la que todos los presentes esperaban.
—Bienvenida al equipo, Gimena —dijo finalmente —. Espero que podamos trabajar juntas de manera eficiente.
Gimena la miró de arriba abajo, en un gesto que para nadie fue perceptible, y su sonrisa se ensanchó, cargada de desafío.
—Claro, Isabella —respondió con un tono dulce, escondiendo la burla—. Me encanta aprender de los mejores.
Dereck observaba en silencio, y aunque sus ojos estaban en Isabella. Ese pequeño detalle hizo que el corazón de Isabella latiera con fuerza, como si quisiera advertirle del peligro que sentía pero que no podía detener.
Cada risa contenida, cada gesto casual de Gimena, se clavaba en su mente como agujas. ¿Por qué se veía tan cómodo con ella? ¿Por qué no la alejaba como hacía con las demás mujeres?
La inseguridad la atacaba como un enjambre, haciéndole cuestionar todo: sus sentimientos, su matrimonio, su lugar en la vida de Dereck.
No podía permitir que los demás percibieran la mezcla de celos, rabia e inseguridad que la consumía. Con rapidez, buscó una excusa para retirarse y se dirigió a la zona de bebidas, como si necesitara alejarse de la cercanía entre Dereck y Gimena que la estaba atormentando por dentro.
Ella se entregó al ritmo, buscando el clímax con la misma desesperación que buscaba su libertad. El acto terminó en una violenta descarga de energía. Dereck se desplomó a su lado, la respiración agitada. Ella se acurrucó contra él, exhausta, sintiendo la familiaridad y el consuelo fugaz de su cuerpo. Dereck se desplomó a su lado, la respiración pesada.La mañana llegó sin ceremonias. Isabella abrió los ojos, la cabeza palpitando contra la sien; un gemido lastimero se escapó de sus labios; el dolor era insoportable; por inercia giró el rostro hacia el otro lado de la cama. El lado de la cama de Dereck estaba vacío. Como siempre, desde que se casaron.El zumbido insistente de su celular la obligó a apartar la mirada de la almohada inmaculada. Estaba vibrando sin cesar en la mesita de noche. Lo tomó. Apenas eran las ocho de la mañana.Lo desbloqueo.Más de veintiún mensajes de Valeria. Treinta y dos llamadas perdidas. Todas desde anoche… hasta hace segundos.
—¡No estoy haciendo ningún drama! ¡Y no voy a ir contigo! —gritó Isabella, forcejeando con desesperación.—Sí lo harás —siseó Dereck, la frustración inundándolo. Él solo quería que ella se calmara y volvieran a la normalidad. La resistencia de Isabella era lo que lo estaba impulsando a ser más duro. —. Eres mi esposa, y mi paciencia se está agotando con todo este espectáculo.La lucha y la tensión fueron el detonante final. El cuerpo de Isabella, debilitado por los tragos, se rindió. El mareo era insoportable.Ella se dobló sobre sí misma. Un gemido escapó de su boca justo antes de vomitar de forma violenta sobre la acera.Dereck se apartó brevemente. Esta era la primera vez que veía a Isabella en ese estado.Isabella se enderezó, limpiándose la boca con e
—Pues para mí bailas muy bien —respondió Ethan, guiñándole un ojo—. Además, se ve que se divierten. ¿Quieres enseñarme unos pasos mientras la canción dura?—¿Enseñarte? —dijo Isabella, arqueando una ceja con una sonrisa—. —¿Crees que puedas seguirme el ritmo? —cuestionó de manera juguetona; los tragos ya se le habían subido a la cabeza y solo quería divertirse.—Oh, eso depende de ti —dijo él, sonriendo y haciendo un gesto para invitarla a acercarse más a la pista improvisada del bar.Isabella tomó aire, dejando que la música la envolviera, y aceptó, guiñándole un ojo a Valeria, que desde la barra sonreía orgullosa. Ahí está… poco a poco se deja llevar.—Listo, entonces —dijo Ethan, extendiendo su mano&m
Dios, cómo la tengo que cuidar… pensó Valeria, sintiendo un ardor protector que siempre la ponía en modo “hacer lo que sea necesario”. No voy a permitir que se hunda por un tipo que ni se merece su tiempo. Si quiere llorar, llorará de felicidad después de que le recuerde lo increíble que es.—No quiero conocer a nadie —susurró Isabella—. Ni halagos, ni coqueteos… nada.—Perfecto —dijo Valeria, fingiendo solemnidad—. Entonces solo tomas, bailas un poco y me miras a mí coquetear. Uso libre de daños, acompañante moral incluida y cero riesgos de compromisos.Isabella rio, una risa pequeña, casi automática.Siempre sabe cómo hacerme sentir menos rota… aunque sea por segundos —pensó Isabella, mientras sentía un ligero calor en el pecho.—Valeria
Mientras escuchaba la voz preocupada al otro lado de la línea, sus pensamientos se volvían cada vez más claros, más determinados: Haré lo que sea necesario para terminar este matrimonio. No más dolor. No más silencio.Conducía sin prisa; los dedos le temblaban sobre el volante. La ciudad seguía su curso habitual —el tráfico, las bocinas, la vida—, pero para ella todo sonaba lejano, como si ya no perteneciera a ese mundo.Aún podía ver su rostro en su mente: frío, impenetrable, rompiendo los papeles del divorcio sin vacilar, como si su voluntad fuera la única que contara.Un nudo le subió por la garganta al recordar algo más, una verdad que llevaba guardada demasiado tiempo.¿Qué pasaría si él lo supiera?, pensó con la mirada perdida en el horizonte. Si supiera que no puedo darle un hijo… Su respiración se volvió temblorosa. Bajó la ventanilla y dejó que el aire fresco entrara, despeinando el cabello.Cuando ll
Se despidió dejándolos solos; aunque hubiera querido intervenir, no podía. Dereck es su mejor amigo e Isabella su esposa; ese recordatorio le dolió.Él dio un paso más, acercándose a ella; la mirada fija, escucharla llamarlo como si fueran desconocidos lo hizo enfurecer. Sin embargo, detrás de esa intensidad no había amor ni preocupación, solo un desconcierto que él no comprendía del todo.—Recuerda quién eres… —dijo, con la voz cargada de autoridad y posesión—. Eres mi esposa, Isabella. ¿Qué pensarán los empleados que pasen por aquí si te ven reír y coquetear con mi mejor amigo...? ¿Dónde quedará mi reputación…? Compórtate como la señora Salazar.Isabella lo enfrentó con los ojos llenos de dolor, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir. Cada palabra de Dereck, cada tono de desaprobación, la hería más de lo que él imaginaba.—No, Dereck —replicó, con voz temblorosa pero firme—. Ya no soy tu esposa… no por mucho. No puedo seguir en un matrimonio
Último capítulo