Lia es una chica curvi con el corazon roto tras la ruptura de su última relación. Ella está a la espera de que la asciendan en la empresa de electrónica en la que trabaja como becaria, cuándo recibe una oferta inesperada de Evan, uno de los dueños de la compañía. Evan quiere un matrimonio arreglado que a él le ayudará a verse como un hombre íntegro, y no como el mujeriego, superficial que todos creen que es, casarse con una mujer como lo es Lia le hará quedar bien ante los directivos. Por su parte Lia obtendrá y gozará de compensaciones económicas, además de salvarla de la vergüenza de haber sido engañada y dejada por su ex el cual está a punto de casarse. ¿Aceptará Lia el trato? ¿Terminarán Evan y Lia cautivos de su propio contrato?
Leer másMax, con una pistola en la mano, miró fríamente a Lía y le indicó que respondiera. Lía, temblando y con lágrimas en los ojos, tomó el teléfono — Evan —dijo Lía incapaz de no llorar al escucharlo. —Lía, ¿estás bien? ¿Dónde estás?— preguntó Evan rápidamente, nervioso al escucharla en ese estado, si hubiera tenido a los secuestradores delante él mismo los habría matado con sus propias manos.Lía no podía decirle la verdad, no con Max apuntándola con una pistola. Las palabras se le atascaron en la garganta, y apenas pudo hablar con un hilo de voz.—Michael, te echo tanto de menos. Te pienso mucho...Max se acercó al teléfono, activando un dispositivo para distorsionar su voz. —Anderson, no pierdas tu tiempo yendo a la policía —dijo con frialdad—. No te servirá de nada. Si realmente quieres recuperar a tu esposa, paga.Evan, del otro lado de la línea, apretó los puños, era incapaz de escuchar a su esposa llorar y no poder estar con ella, se sentía impotente.—¿Qué quieres? Solo dime can
Evan estaba frente a un detective, sentados en lados opuestos de una mesa metálica en una sala de interrogatorios austera. El detective era un hombre de mediana edad con una mirada penetrante que desviaba de unos papeles a Evan.—Señor Anderson, necesito preguntarle algo que podría ser muy importante para nuestra investigación —comenzó a hablar el detective — He estado buscando información de su esposa, pero parece que sus archivos están protegidos por el gobierno de los estados unidos, ¿Hay alguna razón para que no pueda acceder a ellos?—Entiendo por qué tiene que preguntar eso. — Dijo Evan suspirando —La verdad es que Lía y yo hemos vivido tranquilos los últimos años. Pero no siempre fue así.El detective inclinó ligeramente la cabeza, indicando a Evan que continuara.—Hace tiempo, antes de que Lía y yo nos casáramos, ella estaba en una situación peligrosa. Lía fue testigo del asesinato de sus padres a muy temprana edad... algo que la puso en peligro, ya que dicho asesino era el lí
Evan corrió hacia la sala de emergencias, donde Ian y Alessandra estaban siendo atendidos. Al ver a su hijo, su alivio se transformó en una ola de emociones.—¡Ian! —exclamó Evan, precipitándose hacia él. Ian estaba sentado en una camilla, con vendajes pero consciente.—Ian, ¿estás bien? —preguntó Evan, inspeccionando a su hijo por cualquier signo de lesión grave.—Estoy bien, papá. Sólo unos rasguños y moretones —respondió Ian, intentando ofrecer una sonrisa calmada.Evan se volvió hacia Alessandra, que estaba sentada al lado de Ian. —Y tú, Alessandra, ¿cómo estás?—Un poco asustada, pero ya estamos a salvo.Evan les abrazó a ambos, sintiendo un inmenso agradecimiento por tenerlos a salvo. El miedo y la preocupación que había sentido en el camino al hospital comenzaban a disiparse, siendo reemplazados por un profundo agradecimiento.—No saben cuánto me alegra verlos a salvo —dijo Evan, su voz cargada de emoción.—Papá, ¿dónde está mamá? ¿Vino contigo? —preguntó Ian, mirando a su alr
Las aguas tumultuosas de Santorini se habían calmado tras la tormenta, dejando a Ian y Alessandra a la deriva en un mar sereno pero implacable. Agotados, sostenían un trozo de madera del naufragado yate, salvavidas en medio del inmenso mar Egeo.—Alessandra, ¿estás bien? —preguntó Ian, con voz ronca por la sal y el esfuerzo.—Sí, pero estoy cansada, Ian —respondió ella, tratando de mantenerse despierta y alerta.De repente, en la distancia, se oyó el sonido de un motor. Los ojos de Ian se iluminaron con un atisbo de esperanza. —¡Allí! ¡Es un barco! —gritó, agitando sus brazos con todas sus fuerzas.A medida que el sonido del motor se acercaba, pudieron distinguir la distintiva figura de un barco de guardacostas. La embarcación, pintada de un blanco brillante con franjas azules y rojas, se acercaba rápidamente a ellos.—¡Aquí! ¡Estamos aquí! —gritaba Alessandra, su voz llevando un tono de urgencia y alivio.El barco de guardacostas disminuyó la velocidad al acercarse, y un guardacostas
El pánico se había apoderado de Ian, pero sabía que su prioridad era mantener a Alessandra y a él mismo con vida. Nadó lejos del yate para evitar que los arrastrara hacia abajo mientras se hundía.Por más absurdo que pareciera su pensamiento, no pudo evitar reír poco después cuando la tormenta se disipó, revelando un cielo estrellado. Ian flotaba en una tabla, mientras Alessandra se encontraba sobre una puerta del yate que habían encontrado a pocos metros de ellos después del naufragio.—Dime, Alessandra, ¿me veo tan bien como DiCaprio en el Titanic? —bromeó Ian con los brazos apoyados en la tabla mientras observaba a la joven.La temperatura del agua del mar era relativamente cálida y agradable. A pesar de las circunstancias, Ian no podía evitar sentirse feliz de estar allí con ella, recreando una de las escenas icónicas de la pantalla grande que sabía que le encantaba.—Sabes, no estoy seguro si este es el momento adecuado, y sinceramente, no me importa, pero siempre he querido deci
Por supuesto que a Alessandra no le gustaba el chico que se había acercado a ella. Lo que realmente había disfrutado era la evidente reacción celosa de Ian.Sin embargo, los celos habían venido acompañados de una insinuación que le molestó profundamente, especialmente por la forma en que Ian se había alejado de su lado.Por su parte, Ian se encontraba extremadamente furioso, no con Alessandra, sino consigo mismo, por no tener el coraje de decirle que no sonriera a otros como lo hacía con él y, sobre todo, por no tener el valor para pedirle que fuera su novia."¡Tonto, tonto! ¡Eso es lo que eres, Ian!" se recriminaba mientras subía al lujoso yate donde supuestamente pasarían el resto de la tarde con el grupo.En algún momento, Ian había perdido de vista a Alessandra. La sola idea de que pudiera estar todavía en el puerto con ese tal Nicolás lo llenó de ansiedad, impulsándolo a bajar rápidamente en busca de ella. Alessandra, por su parte, había seguido a Ian al yate. Sin embargo, se hab
Último capítulo