- ¿Aslin Ventura aceptas al señor Alexander Líbano como tu esposo? - ¡ Acepto !. Decía encantada sin saber que aquellas palabras sellarían mi destino , lo que creí que sería el comienzo de un maravilloso cuento de hadas resultó ser lo contrario un terrible infierno en el que me quemaría poco a poco. Aslin Ventura es una joven hermosa de 21 años , quien desde su infancia ha sido educada para ser la esposa del cruel , frío y calculador Alexander Líbano un magnate multimillonario, Aslin desde siempre ha estado enamorada de Alexander pero que sucederá una vez Aslin se entere que en el corazón de Alexander hay otra mujer quien para su desgracia se trata de su propia hermana , haciendo este descubrimiento de la vida de Aslin un total infierno. ¿Podrá Aslin encontrar un rayo de luz en este mundo implacable?
Leer másPOV : Tercera persona Había pasado una semana desde aquella noche que cambió sus vidas para siempre. El mundo, que durante tanto tiempo había sido un lugar oscuro y peligroso para Aslin, comenzaba a sentirse seguro otra vez. Cada amanecer traía consigo una calma que casi había olvidado que existía. Caminaba por la casa y el sonido de las risas de sus hijos llenaba las habitaciones, devolviéndole la paz que Alexander le había arrebatado.Aslin sentía que, por fin, podía respirar sin el peso de la amenaza constante. La muerte de Alexander había sido un infortunio. Quizás, si él se hubiese arrepentido a tiempo… quizás, si hubiese dejado atrás su obsesión enfermiza, las cosas no habrían terminado así. Había un resquicio de compasión en su corazón, pero no era suficiente para borrar el daño que él le había causado. Aquel hombre había destruido demasiadas cosas: su paz, su confianza, sus noches de sueño. Lo único que Aslin sabía con certeza era que, al fin, estaba libre.Mientras ella recu
Aslin abrió los ojos de golpe, un estremecimiento recorrió su cuerpo al darse cuenta de que seguía viva. El eco del disparo aún resonaba en el aire cuando vio lo imposible: Alexander retrocedía un paso, el rostro descompuesto por la sorpresa y el dolor. Una bala lo había alcanzado en el brazo derecho, arrancándole un grito áspero que quebró su arrogancia. El arma cayó de sus manos y rebotó contra el suelo con un ruido metálico que se perdió en el murmullo del viento.El mundo pareció detenerse durante un instante. Aslin, jadeante, apenas podía procesar lo que veía. Su corazón latía con tal fuerza que temió que le explotara en el pecho. El alivio momentáneo de seguir respirando se mezclaba con el terror latente: Alexander no era el tipo de hombre que cedía fácilmente.Un rugido de motor irrumpió en la escena. Un segundo disparo silbó en el aire, y entonces, como una aparición salida de sus plegarias desesperadas, Carttal irrumpió entre los autos, su silueta recortada contra la luz de l
El frío húmedo de la masmorra envolvía el cuerpo de Aslin cuando recobró la conciencia. Estaba amarrada de pies y manos, las cadenas mordían su piel y cada movimiento solo le provocaba más dolor. Trató de gritar, pero sus labios estaban cubiertos por una mordaza áspera que apenas le dejaba respirar. El pánico se apoderó de ella mientras intentaba zafarse, sin éxito alguno.De pronto, la puerta de hierro chirrió y se abrió lentamente. La luz tenue iluminó el rostro de Cinthia, quien entró con una sonrisa cargada de burla. Sus tacones resonaban en el suelo húmedo como si cada paso anunciara un castigo.—¿Te diviertes, Aslin? —preguntó con ironía, inclinándose hacia ella—. Te lo advertí… no ibas a disfrutar por mucho tiempo al lado de Carttal. Él siempre fue mío, y nunca tuyo.Aslin forcejeó con las cadenas, sus ojos llenos de rabia y miedo. Cinthia la observaba con deleite, disfrutando de su impotencia.—Pero tranquila… —continuó, con una voz venenosa—. Hoy, por fin, morirás. Y no será
POV : Alexander Líbano Estaba solo en la penumbra de mi oficina, viendo cómo la lluvia golpeaba los cristales. Cada gota parecía recordarme que la calma antes de la tormenta es solo un engaño. La mansión estaba silenciosa, pero en mi mente se formaba un plan que rompería cualquier paz que ellos creyeran haber recuperado. Aslin estaba allí, en esa foto feliz, con Carttal y esos niños que nunca debieron existir, y la rabia mezclada con un extraño placer recorría mi cuerpo. Era momento de actuar.Apolo apareció de la sombra, silencioso como un fantasma, con esa sonrisa que siempre me irritaba. Su sola presencia bastaba para que supiera lo que pensaba. Su voz, baja y segura, rompió el silencio.—Alexander… esta vez no podemos fallar. Si dejamos que Carttal siga con vida, arruinará todo. Debemos tomarla o… eliminarla.Lo miré fijo. Sus palabras no eran nuevas, pero la fuerza de lo que decía me daba más claridad. Sentí cómo se tensaba mi mandíbula.—Si matas a Aslin … —empezó, dudando—… ¿
POV : Tercera persona El personal médico permanecía atento, observando cada movimiento de Aslin mientras ella se inclinaba para acomodar a Carttal, ayudándolo a respirar mejor, a sentirse seguro. Sus manos eran débiles, su cuerpo temblaba con cada respiración, y un estremecimiento recorrió a Aslin al pensar en todo lo que había pasado. No podía permitir que nada más lo lastimara, no después de todo lo que habían sufrido.—Aslin… —la voz de Carttal era apenas un susurro—… ¿estás aquí?—Siempre, Carttal —respondió ella, abrazándolo con cuidado, notando que su peso aún era frágil—. Nunca te dejaré solo.El silencio de la habitación era denso, casi aplastante, pero también había algo más: la certeza de que, por fin, habían superado lo peor. Aslin rodeó su espalda con los brazos y Carttal apoyó la cabeza en su hombro. Su respiración se volvió más constante y sus manos temblorosas se aferraban a ella como si fuera su ancla en medio de un mar turbulento.—Tenemos que salir de aquí —dijo él,
POV: Aslin Ventura Me quedé frente a la puerta cerrada, con las manos temblando y el corazón golpeando tan fuerte que apenas podía respirar. El sonido de los aparatos seguía filtrándose desde adentro, un pitido irregular que me taladraba los oídos. Cada segundo era una tortura, como si mi alma estuviera atada a esa habitación. Apoyé la frente contra la pared fría y sentí cómo las lágrimas caían sin control. Quería entrar, quería volver a tomar su mano, sacarlo de ese infierno, pero lo único que podía hacer era esperar. Esperar… cuando lo único que me estaba matando era la idea de perderlo. Escuché pasos detrás de mí y, al girarme, vi a Cinthia. Estaba parada unos metros más allá, con esa sonrisa torcida que tanto odiaba. Sus ojos brillaban como si todo aquello fuera un espectáculo hecho solo para ella. —Parece que la vida se está cobrando lo que es suyo —dijo, en voz baja, pero lo suficiente para que solo yo escuchara. Sus palabras se clavaron en mi pecho. Tragué saliva, inte
Último capítulo