Emma
— Tus ojos cafés se abrieron como platos —una risa nerviosa —, recuerdo todo, el aroma de tu perfume, como tu cabello olía a vainilla —sus ojos volvieron a mí —¿Recuerdas lo que dijiste?
— Acabo de mostrarle mis bragas de encaje a todo el personal de la empresa —reímos
— ¿Recuerdas lo que te respondí?
Lo hacía, recordaba eso y cómo después me encontré fascinada por él durante un tiempo y luego simplemente lo dejé.
— Qué lástima que yo no pude apreciarlo.
— Te sonrojaste tanto —mordí mi labio.
— Me parecías lindo y eso era bochornoso.
— ¿Ya no te lo parezco? —pensé un momento.
— Me sigues gustando.
— Luego llegó el guardia, Eduard, si no recuerdo mal, diciendo: “Señorita Wood, señor Hamilton, ¿están bien?”, nos ayudó a levantarnos, pero después de eso, me saludaste y desapareciste rapidísimo por el elevador.
— Quería irme de la empresa.
No mentía, era así.
— Tengo que admitir que dejaste a más de uno contento, pero no era para menos, siempre fuiste hermosa —mordí mi labio —. Con e