Heredera de una fortuna, bella e inteligente, pero subestimada por un padre que cree que el poder solo pertenece a los hombres. Su castigo: obligarla a casarse con quien siempre a odiado desde niña En un club privado donde los secretos se ocultan tras antifaces y los cuerpos hablan más que las palabras, ella encuentra una salida... o eso cree. Él cree que lo tiene todo. Nacido en cuna de oro, arrogante, engreído y con el poder corriendo por sus venas. Las mujeres para él son pasatiempos; Hasta que la ve. Bajo un antifaz, hay unos labios que lo desafían. Una mirada que no le teme. que por el contrario lo reta con todo su ser. Lo que empezó como un juego de poder y deseo pronto se convierte en una guerra de voluntades… Porque a veces, lo que ocultamos… es justo lo que más anhelamos mostrar.
Leer másPov. Val
Sé que quejarme ya no tiene sentido. No va a cambiar lo que va a ocurrir.
Pero no deja de ser frustrante que, en pleno siglo XXI, aun se siga viviendo estas cosas; que mis propios padres me consideren incapaz de manejar la empresa, por el simple heho de ser mujer. Igual no me interesa nada del mundo de los negocios, lo mio es otra cosa, me apasionan cosas distintas cosas que a lo mejor no sean muy bien vistas por mi familia, y tampoco me importa. Pero me molesta que me subestimen, y mas por solo ser mujer.Y como si no fuera suficiente, de entre todos los hombres del planeta… tenía que ser él.
Desde que tenía diecisiete años supe que me casaría con él. Ya estaba todo arreglado entre las familias. Me costó entenderlo; fui muy rebelde. Pero con el tiempo terminé aceptándolo. No podía pelear con lo inevitable.Yo se que mis papas me aman, pero también sé que serían más felices si yo hubiera nacido hombre.
Como dice mi padre: “Las mujeres son débiles. Están para criar hijos y cuidar del hogar, mientras los hombres son la roca del hogar y trabajan para que nada le falte a la familia.” Comentarios arcaico y machista, pero ¿qué puedo hacer? Son los padres que me tocaron.En quince días me caso. Y aún no logro asimilarlo, siento que voy a ahogarme.
Necesito hablar con él. Necesito dejarle claro que no seré una esposa sumisa y abnegada. Antes de que este matrimonio ocurra, debo ponerle los puntos sobre las íes.Tomo el celular y le escribo un mensaje:
“Necesitamos hablar. Te veo en la cafetería de siempre.”
Presiono enviar.
Pasan unos minutos sin respuesta. En ese momento, escucho que tocan la puerta: es mi mamá. —La diseñadora de bodas ya llegó para ultimar los detalles —dice......
Después de pasar dos largas horas con mi madre y la diseñadora revisando arreglos y decoraciones, me toca ver al modista para ajustar el vestido. Este día es un caos.
Reviso el celular. Al fin, su respuesta:“Te veo a las 6.”
Faltan pocos minutos. Me meto a bañar, me visto con lo primero que encuentro: vaqueros, una sudadera grande, me amarro el cabello, me pongo los lentes, unos tenis blancos y agarro mi bolso.
Sé que me veo como todo lo opuesto a su tipo de mujer... y no puedo evitar reírme.Al llegar a la cafetería, ya está ahí. Sentado. Esperándome.
Lo saludo con cortesía.—Hola, ¿cómo estás? Disculpa el retraso. Había mucho tráfico.
—No hay problema. Acabo de llegar. Dime, ¿de qué querías hablar?Raro, directo al grano. No le gusta perder el tiempo.
—Mira —comienzo—, quiero que entiendas algo. Sé que este matrimonio es un hecho. Lo acepto. Pero no estoy dispuesta a renunciar a mi vida ni a vivir un calvario.
Sé que tú tienes tus mujeres. No me importa, siempre y cuando no me hagas quedar como una estúpida. Puedes hacer lo que quieras. No me meteré en tus asuntos, pero tampoco quiero que te metas en los míos.Veo cómo me observa, entornando los ojos, serio. Pero continúo.
—He redactado un contrato. Quiero que lo leas. Si estás de acuerdo, fírmalo.
—Vaya, vaya... parece que estamos conectados —responde, con una sonrisa ladeada—. Pensé establecer prácticamente los mismos puntos. Aquí está el mío.
Lo miro, sorprendida.
—Me alegra saber que estamos en la misma sintonía —le digo.
Ambos leemos los contratos. Son casi idénticos.
No nos meteremos en los asuntos del otro. Podemos seguir viendo a quienes queramos, siempre y cuando no seamos motivo de escándalo público. En cinco años nos divorciaremos. Y en un plazo máximo de tres años, tendremos un hijo. Por inseminación artificial.Todo esto para mantener el legado familiar.
Si fuera por mí, no estaría haciendo nada de esto.
Pero sé que mi padre jamás me dejará divorciarme de el a menos que le deje un heredero.Me quedé bajo el agua, sintiendo cómo esta borraba todo: emociones, deseo, miedo… esas ganas de gritarle que se burló de mí, pero que al mismo tiempo me hacía feliz saber que siempre fue él. Tenía muy claro que quería estar con él. Tenía muy claro que se equivocó. que incluso hasta yo em equivoque, pero... me dije a mí misma con una sonrisa triste: "No sé si llegué muy lejos."Me sorprendía que no hubiese tocado mi puerta. Respiré hondo, aferrada a la pared, con la cabeza hacia bajo y el agua cayendo sobre mi espalda. Me repetía que debía encontrar claridad. Necesito enfocarme, ¿qué voy a hacer ahora?Salí de la ducha. Afuera todo estaba en silencio. Me vestí con rapidez y decidí ir a su habitación. Mientras caminaba por el pasillo, pensaba que quizás no fue el mejor momento para todo esto, con mi papá en el hospital y yo tramando un plan para vengarme de Dominic. Pero también sabía que no podía dejar pasar esta oportunidad. Cada día que pasaba, aumentaban las ganas de estar con él. M
Pov. Valentina—Hija, por favor, vete a descansar —insistió la madre de Valentina, con una mano sobre su brazo—. Tu papá está fuera de peligro, no hay necesidad de que te quedes aquí toda la noche. Además… —miró sutilmente su vientre pronunciado—, tienes que pensar en el bebé.Valentina dudó por un segundo, pero el cansancio y la tensión acumulada en su cuerpo le pasaron factura. Asintió con lentitud.—Cualquier novedad te llamamos de inmediato —aseguró su madre con ternura.Dominic se acercó y le ofreció la mano. Ella la tomó sin decir nada. El silencio en el trayecto de regreso fue tan denso como los pensamientos que la ahogaban. Al llegar a casa, Valentina se dejó caer en el sofá del salón, suspirando largamente.—¿Quieres que te prepare algo? —preguntó Dominic, quitándose la chaqueta.—No… sólo quiero… —se le quebró la voz—, sólo quiero que todo vuelva a estar bien.Dominic se acercó y se agachó frente a ella, tomando sus manos entre las suyas.—Tu papá es fuerte, Valentina. Va a
Pov. Dominic—No puede ser… Esto tiene que ser una broma. —murmuré, viendo a Valentina y Victoria sentadas en el restaurante—. Ya nos vieron…—¿Y ahora? —preguntó Javier, intentando mantener la calma.—Valentina me está haciendo señas… Quiere que nos acerquemos. Escucha, haz como si recibieras una llamada urgente y vete. Si tú apareces también, Victoria te va a reconocer y Valentina va a atar cabos. No me conviene.—Ok, ok… —asintió Javier, sacando su teléfono rápidamenteLo vi alejarse mientras se llevaba el teléfono a la oreja, fingiendo una llamada. Yo, por mi parte, tomé aire, caminé hasta la mesa con una sonrisa forzada y saludé:—Hola, chicas.—Hola —respondió Victoria con una media sonrisa—. ¿Cómo has estado?—Bien, gracias. ¿Y tú?—También bien.—¿Y qué pasó con…? —comenzó a decir Valentina, pero la interrumpí.—Recibió una llamada del trabajo. Tuvo que devolverse por unos documentos urgentes. Algo así escuché.—Ah, ya… —respondió ella, con una expresión inelegible.—Es que qu
POV DominicEsa noche no pude dormir. Me sentía inquieto, como si el tiempo se me escapara entre los dedos. Era una bomba de tiempo a punto de estallar en mi cara, y el miedo me carcomía. Miedo a que Valentina tomara una decisión radical y que, ahora sí, todo estuviese perdido.Sé que, en su momento, me propuso dejarlo todo, y tengo pánico de que ahora sienta que no necesita nada ni a nadie, que ella y el bebé estarían mejor sin mí.Necesito tomar aire fresco. Decido ir al lago, ese lugar que me transmite serenidad y calma, justo lo que necesito. Y, como siempre que vengo aquí, lo único en lo que puedo pensar es en ella… en su sonrisa.Recojo unas piedritas cerca de la orilla y empiezo a lanzarlas sobre el agua. Observo cómo rebotan una, dos, tres veces, y me obligo a concentrarme en eso, a no pensar tanto.Pero, de pronto, siento su aroma. Por un segundo, creo que estoy alucinando. Hasta que escucho su voz:—¿Qué haces aquí? Es muy tarde, y hace frío.El corazón me golpea con fuerza
—¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara como si quisieras matar a alguien? — le pregunta Javier, y yo pego mas mi oido a la purta para escuchar su respuesta.—Porque eso mismo quiero: matar a alguien... o matarme a mí mismo por imbécil.—¿Qué hiciste ahora?—Estoy convencido de que soy el idiota más grande del mundo. Valentina... puede que esté enamorada de Fernando.—Me llevo la mano al pecho, si mi amor estoy enamorada de Fernando pero porque Fernando eres tu... —Eso es bueno —responde Javier —. Fernando eres tú.—Sí, pero ella ya no lo sabe.—Escucho molestia en su voz, y me hace reir de orejas a orejas—¿Y por qué no se lo dices?—Asiento, excato porque no me lo haz dicho, es que te encanta enrredarte...—Lo intenté. Hoy, después del consultorio, intenté hablar con ella. Pero justo cuando iba a hacerlo, apareció un imbécil que ella creyó que era Fernando... y nos interrumpió. Teniao unas ganas de partirle la cara, cuando lo vi coqueteando con Valentina.— Ah entonces si eran celos y no solo po
Después de mi conversación con Victoria, comencé a hacer pequeños cambios en mi apariencia... Queria verme y sentirme mas la Valentiana que asistia al club.Un día, lo estaba esperando. Tenía todo preparado: el escenario, el plan. Me dejé el cabello suelto, no usaba lentes. Llevaba puesta una bata roja corta de seda que apenas me cubría, cayendo unos pocos dedos por debajo del trasero. Dejé la bata sobre el sofá y me senté en una de las butacas de la cocina, inclinándome hacia adelante, exponiendo mi trasero. Tenía una libreta abierta donde había escrito varias veces el nombre de Fernando, como si estuviera pensando en él...Esperaba su llegada con paciencia contenida. Cuando por fin vi su auto entrar en la cochera, me acomodé y fingí no escucharlo al entrar. Apenas sentí su presencia, supe que estaba cerca: lo olí, lo sentí en mi piel. Mi cuerpo respondía a él.—¿Qué estarás haciendo? —susurré con voz suave, lo suficiente como para que me escuchara... Mientras metia la punta del lapi
Último capítulo