No había pasado ni un minuto cuando Jorge se me responde y se que con una sonrisa burlona.
"¿Qué fue lo que te dije en la oficina? Y me sacaste a patadas."
Rodé los ojos.
"Cambié de opinión. ¿Quieres o no?"
"Yo siempre estoy dispuesto a la diversión."
"Perfecto. Nos vemos en Exotic Lust a las 9."
......
Llego a casa. Me doy un baño de agua fría, más por estrategia que por necesidad. Me visto casual: pantalón de vestir negro, camisa del mismo color, con algunos botones desabrochados hasta el pecho. Zapatos casuales negro tambien es que me queda bien ese color… es parte de mí. Me miro al espejo y sonrío para mis adentros. buen peinado hacia atras, reloj y por ultimo perfume.
Escojo el Porsche descapotable. Quiero que todo esta noche combine con mi energía. Hace tiempo que no voy al club. Necesito acción, olvidar el matrimonio, la empresa, mis padres… todo. Hundirme en una mujer y perder la razón en su cuerpo.
Con ese pensamiento, entro a Exotic Lust.
—Vaya, hoy sí que está lleno —dice Jorge, acercándose.
—Eso veo. Parece que todos vinieron con hambre de algo más —respondo con media sonrisa.
Me acerco a la barra. Pido un whisky doble. Me apoyo con calma mientras observo el lugar en busca de mi próxima sumisa.
Y entonces, la veo.
Entre la multitud, una silueta llama mi atención. Su andar… su aura… todo en ella grita deseo. Tiene unos labios carmesí que provocan pecado, unos ojos profundos que no miran: devoran. Nuestras miradas se cruzan. Por un segundo, el suelo desaparece.
Tiene que ser mía.
Pero algo me dice que no será fácil. No parece una sumisa.
Se aleja, y sin pensar, la sigo con pasos decididos. Me acerco por detrás, con la voz baja, caliente:
—Esos labios… me están pidiendo que los bese.
Ella no se voltea. Pero me dice entre lias que le parecio parezco audaz. Y sonrío, porque aún no sabe cuán audaz puedo llegar a ser.
—Cuando veo algo que me gusta, no pierdo el tiempo —susurro.
Veo un destello en sus ojos. Curiosidad. Ganas. Pero también seguridad. Me mira, firme.
—Creo que te equivocas. No estoy buscando un amo. Me encanta tener el control.
Me detengo. Esa respuesta… me enciende más de lo que debería. Pero no me rindo.
—¿Y si lo intentamos? Una y una.
—¿Como?—Me dice ladiando su cabeza
—Una tú dominas… y la siguiente, yo.
Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas. Maldita sea. ¿Qué me pasa?
Yo no cedo el control. ¡Lo odio! Pero ella… ella me desarma.
Y entonces me lanza esa frase como un látigo:
— Tentador, Muy tentador… pero no estoy interesada.
Fue como una bofetada, y al mismo tiempo, un desafío. Me dejó ahí, con las ganas encendidas, el deseo clavado como aguja bajo la piel.
Se dio la vuelta y se fue, caminando con esa sensualidad natural que me volvió loco.
Quise correr tras ella, agarrarla del brazo y decirle que gritara mi nombre, que se rindiera. Que me perteneciera. Pero me quedé quieto, viéndola marcharse como un tonto. No enamorado… NO. Regaño. Lo mío era lujuria pura. Ardiente. Incontrolable. Total.
No me rendíre asi que fui tras ella.
—¿Por qué dices que no? ¿Acaso temes?
Ella me miró con esa sonrisa peligrosa.
—Yo no le temo a nada.— Me susurra mintras se va acercando a mi.
—¿No será que tienes miedo… de que te guste? De perder el control. De sentir lo que un hombre de verdad puede hacerte… que tu cuerpo tiemble solo con tocarlo.
Sus ojos… esos ojos que emanan fuego, brillaban con tal intensidad
—Veo que eres muy persistente —dijo. — ¿Estas seguro que eres un Amo y no un sumiso?
—Estoy tan seguro… como de las ganas que tengo de tenerte en mi regazo ahora mismo. Y darte un par de nalgadas por esa boquita insolente.
Dios, esta mujer me enloquece.
Y entonces… lo inesperado:
—Acepto.
Me quedé helado.
—¿En serio? —pregunté, como un idiota inseguro.
Ella sonrió.
—¿No es lo que querías?
—Por supuesto.
—Te veo en cinco minutos. Habitación 18. No me hagas esperar. No me gusta.
Mi corazón se aceleró como un animal salvaje. Y entonces lo supe esa mujer, Iba a ser mi perdición.