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Capitulo 03 (Exotic Lust)

Pov. Val

Hace tres años, mis mejores amigos —Demon y Victoria— y yo tuvimos una idea que rozaba la locura: abrir un club exótico, exclusivo para las élites más secretas y poderosas de la ciudad. Privado. Discreto. Totalmente fuera del radar.

Al principio pensé que no sería capaz. pero tras perder mi virginidad de la forma mas cutre, aburrida e insignificante. Fue entonces cuando me prometí no volver a dejar mi placer en manos de nadie más.

Me descubrí. Me exploré. Y lo que encontré fue más que deseo: fue poder. Placer puro. Incontrolable. Desde entonces, disfruto del sexo como nunca antes. Exploté sensaciones que jamás imaginé. Y sí, esto es una locura. Mis padres se morirían si se enteraran. Me desterrarían de sus vidas sin pensarlo.

Y de corazon espero, Que no se enteren.

Y si les soy sincera… no me arrepiento de absolutamente nada. Fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida. Por mí. Para mi, para sentirme libre. Para sentirme viva.

Porque no hay nada de malo en explorar, en conocerte, en entregarte al placer.

Lo que está mal es conformarse con menos. Lo que está mal… es no saber de lo que es capaz tu cuerpo, de que en cada encuentro intimo te entregues con cada celula de tu ser y sea retribuido con el mejor de los orgasmos.

Dicho esto; Desde entonces, lideramos este club llamado Exotic Lust. Te sorprenderías con la cantidad de personas que vienen. Es privado, se entra con antifaz, o mascaras y dentro puedes ser lo que quieras… y estaar con quien quiras siempre que todo sea consensuado.

¿Quieres ser amo?

¿Sumisa?

¿Dominatrix?

Aquí, todo está permitido.

Alguien entró a la oficina del club, La puerta se abrió con suavidad. y veo la cabeza de Victoria.

—¡Vaya, vaya! Si aquí está la futura esposa —bromeó Victoria con una sonrisa traviesa.

—Cállate, Victoria— espeto.

—Oh, vamos, no te molestes. Solo fue una bromita —rió—. Ya está todo listo para esta noche.

El club solo abre los fines de semana, y tenemos nuestras reglas. Nadie entra sin antifaz. La identidad de nuestros visitantes es sagrada. Tenemos clientes de todo tipo gobernantes, empresarios, mafiosos...

—¿vas a bailar esta noche?— le pregunte a Victoria,

—¿Porque te me uniras?— sonrió con picardía, esta noche no creo, esta noche necesito de un sumiso

—Oye, Val… ¿qué vas a hacer cuando te canses? ¿Vas a seguir viniendo al Exotic?

—¿Qué clase de pregunta es esa? Por supuesto que seguiré viniendo.

—¿Y tu flamante marido?

—Firmamos un acuerdo. Él no se mete en mi vida, ni yo en la suya. Además, tiene sus mujeres. Que se divierta.

Ambas reímos justo cuando Demon entró con esa sonrisa suya, tan segura, tan suya.

—¿Están listas, mis chicas? —preguntó, pasando su mirada entre nosotras—. Hoy debemos encender el club como nunca.

—Como siempre —respondió Victoria, lanzándole una mirada provocadora.

........

Me retiré a mi habitación. Tocaba prepararme para mi función. Esta noche necesitaba conseguir un buen sumiso, uno que de verdad me diera la talla. Tenía demasiada energía que drenar.

Frente al espejo, me vestí con mi traje favorito: un body de cuero negro, ceñido al cuerpo, cortito, que levantaba mis pechos y dejaba ver mi trasero. Era de hilo. Provocador. Mis lolas se veían perfectas, firmes, listas para el espectáculo.

Me solté el cabello, me puse un labial carmesí, intenso, provocador. Me calcé mis botas altas, negras, poderosas. Tomé mi fusta y la probé en el aire con un suave chasquido.

Perfume.

Mirada de fuego.

Y una sonrisa.

Valentina había quedado atrás. Esta era yo, la verdadera.

La que domina.

La que disfruta.

La que no pide permiso.

....

—Vaya, está repleto el club esta noche —dijo Demon, mirando el lugar.

—Espero encontrar un amo que me haga explotar de éxtasis —añadió con una sonrisa perversa.

—Suerte, amigo —le respondí—. Yo busco un sumiso que se rinda ante mí.

El Exotic Lust estaba vivo. Música, luces tenues, cuerpos moviéndose con deseo. Espacios privados para encuentros intensos. Áreas comunes con bailes eróticos, masajes que prometían finales felices, seducción en cada esquina.

Caminaba entre la multitud, mirando con calma, eligiendo con instinto. Y fue entonces cuando lo vi.

Ojos negros. Intensos. Profundos.

Mirada que no solo observa… reclama Fuego.

Con solo mirarlo, supe que no era un sumiso. Él quería ser amo. Y eso era un problema.

Aquí, la que domina soy yo.

Continué mi ronda. Pero lo sentí acercarse. Su voz me rozó el oído:

—Esos labios están pidiendo que los bese.

—Vaya… —le respondí sin mirarlo del todo—. Qué seguro estás de ti.

—Cuando veo algo que me gusta, no pierdo el tiempo —respondió con una sonrisa que me hizo temblar por dentro.

Me giré lentamente, lo tomé del cuello y lo miré de frente.

—Amigo mío… creo que te has equivocado. Yo no ando buscando un amo.

—¿Te gusta llevar el control?

—Me encanta tener el control.

—Si nunca has cedido el control, no sabes de lo que te pierdes.

En su mirada vi fuego.

Deseo.

Desafío.

—¿Y si lo intentamos una y una? —propuso

—¿Como?

Una vez tú dominas. Otra, yo. Si funciona, seguimos. Si no… ahí queda.

Lo miré fijamente. Me mordí el labio por inercia es que este hombre de descolocaba.

le dije —Tentador. Muy tentador.—

—Pero no, no estoy interesada —dije con firmeza—.

Me giré sin más.

Sabía que me estaba mirando el trasero mientras me alejaba.

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